Prólogo

 

 

—Disculpe, ¿es usted la madre de Carlos?

Aquella mujer temblaba mientras lágrimas de rabia y dolor caían por sus mejillas blanquecinas.

—Sí, soy yo, por favor, díganme algo de una vez, dejen de pedirme que espere y hablen ya ¡por Dios!

El doctor respiró profundamente antes de hablar mientras sincronizaba su mirada con la de que aquella desconsolada mujer.

—Su hijo está fuera de peligro, tendrá que pasar varios días en observación pero podrá volver a la normalidad pronto, aunque es posible que durante algún tiempo sufra secuelas, nada grave, sin embargo...

Aquella conversación quedó congelada en el tiempo, Lucía, algo más aliviada, abrazó a la mujer que se hallaba junto a ella que en aquel preciso instante ahogaba un grito agónico mientras caía de rodillas, ella no pudo encontrar consuelo.