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Utilidad de Giosuè Carducci
También debemos a los surrealistas la técnica de «tratamiento» de un verso dado, en la exploración de todas sus posibilidades en la cadena sonora, la de las analogías y la de los significados, a la búsqueda del tema fantástico.
Partamos del famoso verso de Carducci:
«Siete pares de zapatos ha gastado»
Intentemos reescribirlo, por así decir, a ojos cerrados, equivocándonos hasta donde haga falta, cambiando sus sílabas sin ningún respeto, como si se tratase de una simple acumulación de sonidos a la espera de alguien que les dé forma, y obtendremos, por ejemplo:
«Siete emparejados zapatos gaseados»
o bien:
«Si te paran unos patos cansados»
Al cabo de diez minutos, si continuamos tratando cada nuevo verso en manera de obtener nuevos resultados poéticos, podemos llegar a componer una retahila como ésta:
«Siete pares de zapatos he gastado»
«siete pares de escobas»
«sieta carpas una trucha»
«un tortel de lodo»
«una muda de algodón»
«una multa siete multas»
En este caso, el ejercicio tiene la utilidad de ayudar a la imaginación a salirse de las vías, a veces demasiado estrechas, del significado, a ver sin esfuerzo los rayos de luz, aun los más pequeños, que emanan de toda palabra, incluso de la más banal, y se esparcen en todas direcciones. Los efectos de parodia contribuyen a su carácter de juego. La retahíla de versos puede llegar a tener un ritmo e incluso un significado en su conjunto, aunque esto suceda muy raramente.
Aquí o allá, evocado por casualidad, puede aparecer un personaje interesante. Puedo equivocarme pero el verso «una multa siete multas» se refiere obviamente a un coleccionista de sanciones. Uno que quiere batir el récord mundial de las infracciones. Alguien que da la vuelta al mundo, recogiendo multas firmadas por guardias urbanos de los cinco continentes: aparcamiento prohibido en Londres, interrupción del tráfico en Buenos Aires, tirar una piel de plátano al suelo en Moscú, etc. Creo que sería una buena historia.
Tomemos otro verso de Carducci:
«Verdún vil ciudad de confiteros...
ciudad de confituras y de confites
de pasteles y sorbetes
de prefecturas y prefectos...»
Aquí me detengo. «Confites» y «prefectos» me han regalado un «binomio fantástico», casi con rima, que me permite construir la siguiente retahíla:
«El señor Confite
está en la confiturería,
con el señor Viceconfite,
la señora Confitera,
el jefe del gabinete...»
(Etcétera. Me parece que al final este nuevo verso podría llegar a convertirse en un panfleto contra el Instituto de la Prefectura, que la Constitución desea abolir desde hace tiempo. Al final podría aparecer un personaje que observando bien al señor Confite, decidiera: «Yo me lo como»).
Un tercer ejemplo, usando aún un verso de Carducci:
«... reverdeció todo en aquel momento»
que nos permite, al primer intento, una transformación en:
«... el viernes todo fue sentimiento...»
Aquí la historia o posible narración no sólo no es sugerida sino que nos es impuesta: este «viernes» pasa por encima de todos los días de la semana, aquel «sentimiento» avanza con un séquito de perfumes de todo tipo. Basta conjugar días de la semana con implicaciones sentimentales, y tendremos la novela de una elegante señora que cambia de amor cada día. Aún más, el cambio en la orientación de sus sentimientos hace que cada día utilice un perfume distinto, según su estado de ánimo... Tiene un perfume para los lunes, otro para los miércoles, otro para el sábado. Los vecinos saben siempre qué día es gracias al perfume que se siente en el supermercado donde la señora compra los congelados: ¿Jazmín?... es viernes, ha comprado pescado. ¿Violeta?... es sábado, hoy ha comprado tripa.
Pero la historia se complica, al pueblo llega una segunda señora que mantiene un ritmo de días y perfumes diferente al de la primera. Esta señora se pone perfume de Violeta los viernes, en vez de los sábados. Así los pobres vecinos empiezan a sentirse confundidos y ya no saben el día en que viven. Empiezan los problemas, las luchas entre los partidarios del primer y del segundo calendario, y llega el caos. Al final, la historia es una nueva versión del mito de la Torre de Babel. Y, si la estudiamos a fondo, aún le encontraríamos nuevos significados.
Estos ejemplos demuestran la permanente utilidad de Giosué Carducci. Si bien esta técnica disparatada no es más que una versión escolástica de un juego que los niños practican desde hace tiempo: el uso de las palabras, justamente, como elementos de juego, como juguetes. Tenemos así una motivación psicológica que va más allá de la Gramática de la Fantasía.