CAPÍTULO 13

En el descanso, Beth se había alejado de las demás amigas de grupo, incluidos los chicos, entre ellos Jesse.

Ella y Faye estaban sentadas en un banco, fuera del instituto. Estaban comiéndose el almuerzo. Faye miraba a la joven de pelo caoba con tristeza.

― Tu padre es un auténtico hijo de puta― gruñó―. Vente a vivir a mi casa. Se lo contaremos a mi madre, ella lo entenderá. No puedes vivir bajo el mismo techo que ese monstruo.

― Lo sé. Pero debo hacerlo, Faye.

― ¿A sí? Dame una razón.

― Mis hermanos, cuál si no.

Faye suspiró mientras se llevaba un cigarro a los labios y le daba otro a Beth.

― Oye, ¿no dices siempre que tu hermano Duncan es más responsable que tú?

― Y lo es.

― A él tu padre no lo molesta.

― Es el único que nunca le ha dado motivos.

― Pues él puede vivir allí, junto a Holly. Seguro que ellos son ajenos a la ira de tu padre.

― Te equivocas. Holly es la que se lleva la peor parte.

El tono de Beth se endureció, y Faye, por primera vez apartó su expresión de enojo por el de la compasión.

― Holly es muy pequeña― dijo Faye pensando en la niña.

― Sí― Beth dio una larga calada, luego expulsó el humo con la mirada perdida―. Es una niña muy frágil. Duncan está siendo su único apoyo, su único hermano. Necesito ayudarle a cuidarla. Holly está pasando por unos momentos delicados, ¿sabes? Es testigo de todo lo que ocurre en la casa.

― ¿De todo?

― De todo, y de más todavía― añadió Beth.

― ¿Y si vuelve a hacerte…eso?― preguntó Faye refiriéndose a Adam, con tanto cuidado como si caminara sobre cristales.

― Te aseguro que a la próxima, estaré preparada.

Faye miró a su alrededor cuidando de que nadie las estuviera escuchando.

― ¿Qué coño quieres decir, Beth?

― Nada― sonrió esta maliciosa―. Lo que has oído. Que estaré preparada.

― Bueno, antes de terminar las clases de hoy creo que tengo algo que te alegrará― prometió pícara Faye. Beth le sonrió, como dos diablos que urden un plan malicioso.