70perdió muy pronto la ingenua fe de Occidente en el testimonio de los sentidos. Descubrió que tan sólo conocíamos la imagen externa de las cosas y llegó a la conclusión de que este conocimiento era imaginario.
»Los filósofos helénicos tan sólo interrogaban la naturaleza. Se detenían en los enigmas de esta Esfinge —unidad y variedad, calidad y cantidad, ser y volverse— con la esperanza de descubrir la palabra clave secreta de la todopoderosa.
»Menos ávidos del éxito en la acción, los sabios de la India no se dejaron corromper a sí mismos por esta curiosidad de la naturaleza. Tan sólo afirmaban que el gran secreto, el de las cosas, al mismo tiempo que el de las personas, se encuentra en nosotros mismos, en lo más profundo de nosotros mismos.
»Tan sólo podemos buscarlo allí, pues es lo único a lo que tenemos acceso.»
De esta forma, el alma-esfinge y su doble misterio, su rostro humano levantado hacia el cielo y su cuerpo animal, propone al futuro el enigma piramidal, desde hace más de siete mil años.
«Cojamos una mesa —dice a su vez Ouspenski—