CAPÍTULO II La escala profética de la Gran Pirámide
Para aquellos que no hayan leído nuestra obra anterior,8 así como para los que no estén familiarizados con ella, se impone un breve resumen. Éste permitirá que tanto los primeros como los segundos puedan recordar el enigma arquitectural del sistema de cámaras y de pasadizos.
Figura II. Corte de los pasadizos y de las cámaras de Keops.
Figura III. Localización de las fechas proféticas, según Davidson y Aldersmith.
Retomando, al igual que hicieran otros, los cálculos del inglés Davidson y del doctor Aldersmith, basados en las medidas de William Petries y de Piazzi Smith, hemos decidido demostrar que la Gran Pirámide no sólo contenía la solución de los problemas astronómicos y geodésicos más complicados, sino que su sistema de pasadizos interiores constituía una cronología geométrica de los periodos más importantes de la historia de la humanidad de Adán.
Antes de llegar al misterio central de la Pirámide, consideramos indispensable recordar algunos detalles de esta arquitectura simbólica, con el fin de aclarar el futuro a través del pasado.
Sabemos que, esencialmente, el sistema general de los pasadizos interiores de la Pirámide conlleva una entrada situada en la decimosexta hilera de la cara norte. Subamos una vez más los dieciséis escalones gigantes y adentrémonos juntos en la montaña petrificada, sin camaradas profanos y sin guías ignorantes.
Un bloque de granito, que se podía hacer balancear con facilidad cuando se conocía su mecanismo, ocultaba la entrada del primer pasadizo, es decir, del que bajaba hasta las entrañas de la tierra. Rodeemos el bloque e iniciemos este difícil viaje, agravado por la oscuridad, la falta de aire y los obstáculos acumulados por los constructores.
Pero detengámonos un momento, el tiempo justo para encender nuestras lámparas, y centremos nuestra atención sobre el hecho de que, en la Gran Pirámide, no existen inscripciones ni jeroglíficos que puedan servirnos como hilo conductor. La única clave que tenemos a nuestra disposición es la del Libro de los muertos egipcio, antiguo ritual de iniciación milenaria cuyas páginas revelan que el sistema de pasadizos y de cámaras, ante cuya entrada nos encontramos, simbólicamente, representa el desarrollo de la humanidad.
Por consiguiente, descendamos junto con la humanidad hacia la profundidad de las tinieblas hasta llegar a la primera encrucijada correspondiente a la fecha del Éxodo de Israel.
Después, subamos por el Pasadizo Ascendente, donde deberemos seguir encogiendo los hombros bajo un techo de apenas 1,32 m de alto. No es que este pasadizo sea más transitable que el Pasadizo Descendente, puesto que posee la misma anchura, 1,06 m y la misma altura. Pero, debido al sentido de la inclinación, podemos caminar con más comodidad, aunque respirando con dificultad y andando con la espalda un poco agachada.
Pronto vuelve a aparecer una nueva encrucijada y llegamos a la Gran Galería, es decir, la que representa a la era cristiana, y cuyo umbral corresponde a la era de la crucifixión de Jesucristo.
A partir de aquí, levantamos la cabeza con alivio, pues la Gran Galena es tan alta que incluso podrían caber cinco hombres de pie, los unos encima de los otros.
Sigamos la inclinada pendiente y sus diecisiete escalones. Nada puede resultarle más fácil a la imaginación. Pero en la realidad, y durante unos cuarenta y ocho metros aproximadamente, se necesita la ayuda de los árabes quienes, colocando sus pies en las cavidades de las rampas, levantan al visitante sin ningún miramiento.
Figura IV. Corte del Gran Grado, de los Pasadizos, de la Antecámara y de la Cámara del Rey.
Ahora, por fin, terminamos con la subida y también, aunque por desgracia, ¡con la ascensión espiritual! Ante nosotros se encuentra el grado más elevado (año 1844, es decir, el del nacimiento del ferrocarril), representativo del inicio de la era mecánica e industrial. Después de esto, se acaba la Gran Galería, así como la era cristiana, dando paso a los Pasadizos Bajos.
Los dos pasadizos de piedra
A partir de ahora nos queda por recorrer la parte más complicada de toda la exploración pues, según el Libro de los muertos, aquí es donde empieza el período del caos, que durará hasta el momento en el que entremos en la Cámara Real. En estos momentos, un verdadero pasadizo de piedra se abre bajo nuestros pies.
Al adentramos en éste, concentrémonos una vez más en el suelo que sigue a la arista del Gran Grado, bajo las hileras terminales de la Gran Galería y consideremos la forma de cálculo sobre la que se apoya la cronología profética del sistema de pasadizos.
Aldersmith y Davidson, adoptando las premisas de Robert Menzies, del astrónomo Piazzi Smith y del coronel Garnier, observaron que, partiendo del cruce del Pasadizo Descendente y del Pasadizo Ascendente, cada pulgada piramidal (submúltiplo del codo sagrado), cuya longitud equivale aproximadamente a unos veinticinco milímetros y medio, correspondía a un año de calendario. Pero a partir de la arista del Gran Grado (1909), punto en el que se inicia la marcha horizontal, el simbolismo de la Pirámide, con el fin de interpretar mejor la acelerada marcha de los acontecimientos, al pulgar piramidal tan sólo le asigna un valor de un mes de treinta días.
Una vez encontrada esta clave, las precisiones cronológicas de Aldersmith parecen convertirse en relevantes, dado que el umbral del primer Pasadizo Bajo, correspondería a la fecha inicial de la Gran Guerra del 4-5 de agosto de 1914.9
El Pasadizo Bajo, construido con piedra calcárea, no tiene un metro de altura sino que, afortunadamente, es corto: 1,32 m. Su fin señalaría el 11 de noviembre de 1918, fecha exacta del Armisticio. Y, por un instante, podemos volver a ponernos de pie durante la travesía de la Antecámara que, como siempre y según el Libro de los muertos, representa la tregua en el caos. Sin embargo, ¡cuidado! Una placa de granito rojo incrustada en la muralla nos obliga nuevamente a inclinar la cabeza y a atravesar la triple entalladura de las pantallas simbolizadas. Y, prácticamente en ese mismo instante, nos encontramos frente al segundo Pasadizo Bajo, tan hundido como el primero, aunque un poco más largo. Éste se halla construido sobre un suelo de granito rojo. Según los cronógrafos, corresponde al período de la gran crisis económica mundial iniciada el 29 de mayo de 1928, fin de la Antecámara, hasta la entrada de la Cámara del Rey.
Pero ya era hora, pues todas estas postura acrobáticas, todos estos escalones reptilianos, crean una opresión tanto moral como física a causa de la angustia provocada por el formidable peso de los seis millones de toneladas que nos rodean y acaba por agobiamos. En efecto, la sensación de ahogo es tan intensa que cuando llegamos a la Cámara terminal lo hacemos con un suspiro de verdadero alivio.
Así pues, en la cronología profética de la Pirámide, el umbral de la Cámara del Rey marca la noche del 15-16 de septiembre de 1936.