4. Fragmentos de sumario
Ahmed Nasiri, de 23 años de edad, natural de Chaouen (Marruecos), estudiante de Biológicas en la Universidad del País Vasco, con domicilio en el hostal Covadonga de Puerto Nevado, provincia de Burgos, con pasaporte marroquí (incluido Sáhara) número 7721645 expedido en Rabat el 20 de abril de 1990 ha comparecido al ser citado a declarar este día del 6 de diciembre a requerimiento de la magistrada Ana Mendoza de la Granja, titular del Juzgado Central número tres, como consecuencia del atentado con resultado de muerte violenta del ciudadano alemán Aziz Arrand sucedido el mismo día alrededor de las 18 horas en el castillo de Pomar sito en el mismo término y jurisdicción, prestando la siguiente declaración en castellano: A la pregunta del fiscal de si practica la religión islámica el Sr. Nasiri contesta afirmativamente; a la de si identifica los términos «integrismo» o «fundamentalismo» contesta afirmativamente; a la de si conoce el Frente Islámico de Salvación argelino, contesta afirmativamente; si sabe de la existencia de Librán, contesta afirmativamente; si le suenan los nombres de los líderes Madani y Kebir, contesta afirmativamente; de si sabía que los guerrilleros de Alá han degollado recientemente a 12 yugoslavos por ser rumís (cristianos extranjeros) contesta afirmativamente; de si es consciente de la guerra soterrada que se vive en Argelia, contesta afirmativamente; de si cree que el islamismo argelino debe integrarse en la política gubernamental de ese país, contesta afirmativamente; a la pregunta de si piensa que Occidente es en alguna medida un virus importado al norte de África, contesta que, afirmativamente, en parte; de si conoce el hotel Oasis de Argel, contesta afirmativamente; de si le suena el nombre de Omar Abdel Rahmán, contesta afirmativamente; de si sabe la ubicación de la embajada de Irán en Madrid, contesta afirmativamente; de si el nombre de Rafsanyani le sugiere algo, contesta afirmativamente.
A la cuestión de si cree que el caso Arrand es un segundo caso Rushdie, contesta que es posible; a la de si acostumbra, cuando está en familia en su país, a ir de romería a la tumba de los santos, contesta afirmativamente; a la de si practica el Ramadán, contesta afirmativamente; a la de si celebra la fiesta de Id Al Kabir, contesta afirmativamente; a la de si le suena el nombre de Tahar Djaout, contesta afirmativamente; a la de si es partidario de leer el Corán, contesta afirmativamente; a la de si cree en el yihad o guerra santa contra los dirigentes corruptos y los intelectuales afrancesados, contesta que lo comprende, en parte; a la de si le produce animadversión ver los rostros descubiertos de las mujeres occidentales, contesta que le es indiferente; a la pregunta acerca de lo que le interesa más de la vida cotidiana de Irán (si lo puede decir) contesta que «el matrimonio por horas cuando las mujeres están de acuerdo y no forzadas»; a la de que explique al fiscal a qué aspira el islamismo en los últimos años, responde que lo más importante no es enfrentarse a Occidente sino la regeneración de sus sociedades; se le sugiere que comente las últimas noticias que hacen referencia a la tragedia argelina vinculada a las corrientes de extremada islamización, y responde que en Argelia se ha creado una nueva oposición política decidida a recuperar lo que se planteó en las elecciones. Una vez resuelto este problema, Nasiri cree posible que islamismo, tolerancia y ateísmo puedan llegar a cohabitar.
A las cuestiones relativas a su modo de vida desde que está en España, asegura que tiene el malestar propio, la soledad, de quien no vive en su tierra, pero también el agradecimiento para quienes cuentan con él como si fuera uno de los suyos. Al ser interrogado por sus contactos árabes en la Península destaca el nombre del librero Inocencio Noya, que le ha proporcionado las obras de los intelectuales que —aun desde fuera de la tierra común— le han respondido a sus preguntas y gracias a los cuales (Naipaul, Ben Jellum, Said, Hussein, Naïr) ha podido seguir su evolución sin renegar de la cultura en la que se ha criado. A la pregunta de que describa una escena árabe, contesta que un corro de mujeres marroquíes en el zoco Attarín de las especias de la ciudad de Fez. A la pregunta de qué cantante español prefiere, responde sin dudar que Julio Iglesias; a la de qué instrumentos, vehículos o maquinaria sabe manejar, asegura que como medio de transporte el carro, como instrumento de manos la aguja de coser y como entretenimiento la tijera para corte de pelo de sus íntimos. Acerca de su mantenimiento, Ahmed Nasiri reconoce ayudarse en su beca de estudiante en la Universidad del País Vasco con trabajillos de cartero supervisado por el titular Biblos y cargador de libros en el almacén prestado a Inocencio Noya. Sobre sus víveres preferidos en Puerto Nevado, aseguró que no había logrado saborear un plato superior al cuscús, el manjar marroquí democrático por excelencia. A la pregunta de la magistrada sobre los ingredientes de este plato, Ahmed Nasiri no tiene inconveniente en afirmar que con agua salada, sémola preparada al vapor, cordero, zanahorias, patatas, tomates, calabacín, puerros, pimientos picantes, un puñado de garbanzos y media calabaza, azafrán y kasbor, especie de perejil intenso, se podría celebrar un buen almuerzo, a la que la magistrada y su compañero el señor fiscal estarían invitados.
Sobre su vida clandestina en Pomar insiste en que no existió tal clandestinidad, al mismo tiempo que muestra el resguardo de matrícula y el testimonio de quienes en Puerto Nevado lo identifican como cartero, como ayudante de librero y paseador de los perros de Bárbara Pomar y otros bichos sin más título que el de la calle, pero que entre una cosa y otra investiga en los genes de un pez para producir fresas en la comarca de Puerto Nevado.
Con relación a su llegada de la mano de Luis Cruz, Ahmed Nasiri tiene que agradecerle a él estar vinculado laboralmente —mas sin papeles— al castillo, donde comenzó por limpiar las vidrieras y la arqueta mudéjar y los marcos de los cuadros antiguos, en especial el del Bautista, y, luego, con el trato, fue descendiendo al sótano-almacén. Acerca de una fotografía en la que figuran él mismo y Luis Cruz de la mano con el claustro del castillo de Pomar al fondo, Nasiri comenta que es costumbre en su tierra acompañar a los amigos con un cruce de dedos, a ser posible los meñiques, sin que por ello nadie pregunte o interprete relación más profunda. A la pregunta de la juez de cómo satisface tan lejos de su tierra «su apetito sexual», Ahmed Nasiri dice no entender y si tiene que ver con un menú particular; a la cuestión de si le parece repulsiva la relación entre hombres, Ahmed Nasiri dice no entender; a la de si conoce si Luis Cruz es promiscuo, refinado y amante de la orgía, dice no entender; a la de si ha sido frecuente que Luis Cruz realizara con alguien dentro del castillo actos de comercio carnal, yacimiento corporal propio de marido y mujer, Nasiri dice no entender; a la de si conoce prácticas sexuales entre hombres que envician, degradan o envilecen, no contesta.
Acerca de los recursos que utiliza en soledad para combatir el aislamiento y el choque civilizatorio que significa convivir con una cultura diferente a la suya, Ahmed Nasiri explica que él practica el samadhi, cuya receta ha encontrado en la página treinta y ocho del libro de Aziz Arrand Halcones peregrinos, puesta en la boca del ama Malika en conversación con el niño Aziz. Pues bien, sigue las cuatro fases, la primera es el acto de concentrarse en un pájaro del cielo con el fin de olvidar los disgustos y dejar de sentir las heridas interiores; la segunda se concentra sólo en el ala con forma de puñal del halcón peregrino; la tercera fase es la negación de todo, hasta de la alegría. «No hay más pensamiento que la luz»; en la cuarta fase no se siente el cuerpo, ni el dolor ni la alegría, sólo existe la mente en absoluta paz en un espacio superior al gozo y al dolor. Ésa es, a su juicio, la verdadera conciencia del yo, que apenas despierta entre nosotros. Y ahí coincide con doña Bárbara Pomar.
A la pregunta escueta de la juez de si él cortó la coleta de Aziz Arrand poco antes de que estallara el explosivo, Nasiri contesta lacónico que sí.
Irune Iríbar Arancibia, de 20 años, estudiante de primero de Físicas en la Universidad de Vitoria, DNI 64.223.457, con domicilio en la plaza de la Constitución número 17, soltera, ha prestado declaración como consecuencia del atentado del día seis de diciembre en el que ha sucedido la explosión y muerte del ciudadano alemán Aziz Arrand, en los términos que siguen: A la pregunta de la magistrada sobre las marcas diferenciales de los vascos con relación al resto de España, ella contesta que los vascos presentan una especificidad sanguínea diferente a las restantes nacionalidades y regiones, como de sobra es conocido por todos los ciudadanos del Estado. Interrogada sobre el criterio que le merecen los ciudadanos que van de otros lugares hasta el País Vasco con el fin de mejorar sus condiciones de vida, responde que la presencia de foráneos en Euskadi contribuye a la disgregación de las señas de identidad de los vascos, dentro de un proyecto de la oligarquía monopolista de Estado de acabar con las señas de identidad y el proyecto político de consolidar la patria vasca por parte de sus hijos. A la cuestión de si el término «maqueto» o «coreano» le produce algún sentimiento, comenta que de alguna manera hay que llamar al que no es de la tierra para que nunca consiga pleno derecho en el país que no le pertenece y para hacer más constante la diferenciación nacionalista a través de las generaciones: Los maquetos y los coreanos no son vascos. Acerca del viaje realizado por ella y su pareja hasta Argel, Irune Iríbar asegura que no tiene la más mínima intención de comentarlo. Sobre la familiaridad o no de la declarante con las armas, la muchacha explica que alguna vez ha visto de cerca una Star de nueve milímetros parabelum y otra del calibre veintidós y que en una ocasión tuvo en sus manos un revólver Smith & Wesson que le gustó bastante al tacto, aunque se quedaría para su autodefensa con un Colt del treinta y ocho, pues la pistola del calibre treinta y ocho especial, que es más corriente, le suele parecer una horterada. Por lo demás comprende que haya quien duerme con una Star Browlin o una Beretta 83. Pero que, en fin, para salvar a Euskadi de las fuerzas de ocupación se precisarían efectivos más contundentes que una «simple arma de autodefensa».
Con relación a su punto de vista acerca de la violencia, explica que la violencia del Estado actúa a través de las instituciones y del llamado Estado de Derecho de manera más dura dentro y fuera de las cárceles, y que es ésta violencia del Estado la que se ejecuta en defensa propia y de la patria vasca cuando la patria vasca actúa, y que la misión de su generación es precisamente echar por tierra el sistema opresor y disparar contra sus militares, lo cual no le parece que tenga repercusiones serias, mucho menos personales, porque lo personal no es nada comparado con el mundo que los revolucionarios armados inauguran con los medios que se precisen. Interrogada acerca de las últimas muertes por atentado en España, la declarante afirma que estas acciones son una respuesta al contexto represivo y de acoso policial en que viven los jóvenes vascos. Cuando se le sugiere dar una opinión sobre la Erztaintza y las razones por las cuales en las ciudades vascas esta policía autónoma es atacada, asegura que la Erztaintza está entrenada para ensañarse contra la izquierda abertzale y contra la juventud vasca. A su entender, todos los partidos, las instituciones, los periodistas y los escritores que se ponen un lazo azul para condenar los atentados, son provocadores que tienen que asumir el castigo correspondiente por parte de quienes se sienten con esa provocación agredidos. En lo que respecta al material explosionado dice desconocer lo que explotó en Pomar, pero sabe que la pentrita es mucho más potente que el amonal, y más aún que ambos un material de procedencia desconocida que con sólo activarlo te puede reducir a cenizas, la última novedad que importaron de Argelia gentes de las que no recuerda el nombre.
Cuando se le ha preguntado por las razones concretas de su presencia en el castillo de Pomar y antes en San Javier, reconoce que iba a «echar un vistazo» al castillo y a San Javier, donde suele asistir a misa los domingos, porque es creyente, y al completar la juez instructora si el «vistazo» incluía a su propio padre, Irune Iríbar ha respondido que «por supuesto», pero que convendría aclarar que hay «padres» y «padres», por tanto, en ese caso, Ricardo Iríbar es un agente del sistema a través del cual se reprime a los gudaris y a los euskaldunes con una mayor dosis de violencia, la de la información privilegiada que sólo poseen los traidores. A la cuestión planteada por el fiscal de si sentía vergüenza del papel desempeñado en esa misión concreta por su padre, responsable directo en esa tierra de la seguridad de un escritor amenazado de muerte por un grupo integrista, lo interpreta más que como vergüenza, como «provocación» —«mi padre no es un viejo rockero como los padres de los demás, es un traidor a Euskadi y a su liberación»— y admite que esa provocación pudiera ser contestada, dado el caso, con un castigo proporcional a ello. A la pregunta de la juez de si se sentiría capaz de apretar un gatillo alguna vez contra un ser humano, ella responde que «depende de las circunstancias», desde luego si se trata de defender unas convicciones y los principios de libertad, autodeterminación, unidad territorial y amnistía para Euskadi, que, por supuesto; y a la de si hubiera llegado el caso de tener a Ricardo Iríbar, su padre, entre los objetivos que se manejaran, responde que en ese momento su padre pasaría de ser su padre a constituir un objetivo militar, y que no estaba en sus manos eludirlo dada la situación de guerra de ocupación por un ejército extranjero en la que su patria se halla desde bastante tiempo atrás, dada la colaboración de su padre con las fuerzas de represión organizadas contra su propio pueblo. A partir de ese momento Irune Iríbar Arancibia se niega a responder en castellano y termina su disertación con un «Gora Euskadi Askatuta» antes de ser mandada detener y encarcelar por orden de la juez, siendo convocado en el Juzgado Central de Madrid el lunes siguiente a la redacción de la presente Acta el eclesiástico señor Echegaray, testigo de los hechos.