VII. La consecución del mundo real

1. Siéntate sosegadamente, y según contemplas el mundo que ves, repite para tus adentros: "El mundo real no es así. 2En él no hay edificios ni calles por donde todo el mundo camina solo y separado. 3En él no hay tiendas donde la gente compra una infinidad de cosas innecesarias. 4No está iluminado por luces artificiales, ni la noche desciende sobre él. 5No tiene días radiantes que luego se nublan. 6En el mundo real nadie sufre pérdidas de ninguna clase. 7En él todo resplandece, y resplandece eternamente.

2. Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. 2No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente, y depende de lo que tienes en gran estima. 3La negación de uno de ellos hace posible la visión del otro. 4Los dos no pueden ser verdad; no obstante, cualquiera de ellos te parecerá tan real como el valor que le atribuyas. 5Su poder, sin embargo, no es idéntico porque la verdadera atracción que ejercen sobre ti no es igual.

3. Tú no deseas realmente el mundo que ves, pues no ha hecho más que decepcionarte desde los orígenes del tiempo. 2Las casas que erigiste jamás te dieron cobijo. 3Los caminos que construiste no te llevaron a ninguna parte, y ninguna de las ciudades que fundaste ha resistido el asalto demoledor del tiempo. 4Todo lo que has hecho lleva impreso sobre sí el estigma de la muerte. 5No lo tengas en tanta estima, pues es un mundo viejo y decrépito, e incluso según lo construías estaba ya listo para retornar al polvo. 6Este mundo doliente no tiene el poder de influenciar al mundo viviente en absoluto. 7Tú no puedes conferirle ese poder, y si bien lo abandonas con tristeza, en él no puedes encontrar el camino que conduce más allá de él hacia el otro mundo.

4. El mundo real, por otra parte, tiene el poder de influenciarte incluso aquí porque lo amas. 2Y lo que pides con amor vendrá a ti. 3El amor siempre responde, pues es incapaz de negar una petición de ayuda, o de no oír los gritos de dolor que se elevan hasta él desde todos los rincones de este extraño mundo que construiste, pero que realmente no deseas. 4Lo único que necesitas hacer para abandonarlo y reemplazarlo gustosamente por el mundo que tú no creaste, es estar dispuesto a reconocer que el que tú fabricaste es falso.

5. Has estado equivocado con respecto al mundo porque te has juzgado erróneamente a ti mismo. 2¿Qué podías haber visto desde un punto de vista tan distorsionado? 3Toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso. 4Y no podrá ver lo que juzgue como falso. 5Tú que deseas juzgar la realidad no puedes verla, pues en presencia de juicios la realidad desaparece. 6Lo que no está en la mente no se puede ver porque lo que se niega se encuentra ahí aunque no se reconozca. 7Cristo sigue estando ahí, aunque no lo reconozcas. 8Su Ser no depende de que lo reconozcas. 9Él vive dentro de ti en el sereno presente, y está esperando a que abandones el pasado y entres en el mundo que te ofrece con amor.

6. No hay nadie en este mundo enloquecido que no haya vislumbrado en alguna ocasión algún atisbo del otro mundo que le rodea. 2No obstante, mientras siga otorgando valor a su propio mundo, negará la visión del otro, manteniendo que ama lo que no ama, y negándose a seguir el camino que le señala el amor. 3¡Cuán jubilosamente te muestra el camino el Amor! 4Y a medida que lo sigas, te regocijarás de haber encontrado Su compañía, y de haber aprendido de Él cómo regresar felizmente a tu hogar. 5Estás esperando únicamente por ti. 6Abandonar este triste mundo e intercambiar tus errores por la paz de Dios no es sino tu voluntad. 7Y Cristo te ofrecerá siempre la Voluntad de Dios, en reconocimiento de que la compartes con Él.

7. La Voluntad de Dios es que nada, excepto Él Mismo, ejerza influencia sobre Su Hijo, y que nada más ni siquiera se aproxime a él. 2Su Hijo es tan inmune al dolor como lo es Él, Quien lo protege en toda situación. 3El mundo que le rodea refulge con amor porque Dios ubicó a Su Hijo en Sí Mismo donde no existe el dolor y donde el amor le rodea eterna e ininterrumpidamente. 4Su paz no puede ser perturbada. 5El Hijo de Dios contempla con perfecta cordura el amor que le rodea por todas partes y que se encuentra asimismo dentro de él. 6Y negará forzosamente el mundo del dolor en el instante en que se perciba rodeado por los brazos del amor. 7Y desde este enclave seguro mirará serenamente a su alrededor y reconocerá que el mundo es uno con él.

8. La paz de Dios supera tu razonar sólo en el pasado. 2Sin embargo, está aquí, y puedes entenderla ahora mismo. 3Dios ama a Su Hijo eternamente, y Su Hijo le corresponde eternamente. 4El mundo real es el camino que te lleva a recordar la única cosa que es completamente verdadera y completamente tuya. 5Pues todo lo demás te lo has prestado a ti mismo en el tiempo, y desaparecerá. 6Pero eso otro es eternamente tuyo, al ser el don de Dios a Su Hijo. 7Tu única realidad te fue dada, y por medio de ella Dios te creó uno con Él.

9. Primero soñarás con la paz, y luego despertarás a ella. 2Tu primer intercambio de lo que has hecho por lo que realmente deseas es el intercambio de las pesadillas por los sueños felices de amor. 3En ellos se encuentran tus verdaderas percepciones, pues el Espíritu Santo corrige el mundo de los sueños, en el que reside toda percepción. 4El conocimiento no necesita corrección. 5Con todo, los sueños de amor conducen al conocimiento. 6En ellos no ves nada temible, y por esa razón constituyen la bienvenida que le ofreces al conocimiento. 7El amor espera la bienvenida, pero no en el tiempo, y el mundo real no es sino tu bienvenida a lo que siempre fue. 8Por lo tanto, la llamada al júbilo se encuentra en él, y tu gozosa respuesta es tu despertar a lo que nunca perdiste.

10. Alaba, pues, al Padre por la perfecta cordura de Su santísimo Hijo. 2Tu Padre sabe que no tienes necesidad de nada. 3Esto es así en el Cielo, pues, ¿qué podrías necesitar en la eternidad? 4En tu mundo ciertamente tienes necesidad de cosas. 5El mundo en el que te encuentras en un mundo de escasez porque estás necesitado. 6Sin embargo, ¿te podrías encontrar a ti mismo en un mundo así? 7Sin el Espíritu Santo la respuesta sería no. 8Pero debido a Él, la respuesta es un gozoso sí. 9Por ser el mediador entre los dos mundos, Él sabe lo que necesitas y lo que no te hará daño. 10El concepto de posesión es un concepto peligroso si se deja en tus manos. 11El ego quiere poseer cosas para salvarse, pues poseer es su ley. 12Poseer por poseer es el credo fundamental del ego y una de las piedras angulares de los templos que se erige a sí mismo. 13El ego exige que deposites en su altar todas las cosas que te ordena obtener, y no deja que halles gozo alguno en ellas.

11. Todo lo que el ego te dice que necesitas te hará daño. 2Pues si bien el ego te exhorta una y otra vez a que obtengas todo cuanto puedas, te deja sin nada, pues te exige que le des todo lo que obtienes. 3Y aun de las mismas manos que lo obtuvieron, será arrebatado y arrojado al polvo. 4Pues donde el ego ve salvación, ve también separación, y de esta forma pierdes todo lo que has adquirido en su nombre. 5No te preguntes a ti mismo, por-lo tanto, qué es lo que necesitas, pues no lo sabes, y lo que te aconsejes a ti mismo te hará daño. 6Pues lo que crees necesitar servirá simplemente para fortificar tu mundo contra la luz y para hacer que no estés dispuesto a cuestionar el valor que este mundo tiene realmente para ti.

12. Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. 2Pues Él te proveerá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. 3¿Qué otra cosa podrías necesitar? 4Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. 5No te privará de nada mientras lo necesites. 6Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas. 7El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. aLo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. 8Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar.

13. Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus manos. 2Él las colmará sin darles ninguna importancia. 3Lo que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no pueda convertirse, en un punto tenebroso, oculto en tu mente y que se conserva para hacerte daño. 4Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. 5El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. 6No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a él contiene su herencia. 7Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito.

14. Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di:

2El Espíritu. Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?

3¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?

15. Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda presentar ante ti para alterar tu paz mental. 2No te postres ante los altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. 3Conténtate con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pierdas la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.

16. En mí ya has superado cualquier tentación que pudiera demorarte. 2Juntos recorremos la senda que conduce a la quietud, que es el regalo de Dios. 3Tenme en gran estima, pues, ¿qué otra cosa puedes necesitar, sino a tus hermanos? 4Te devolveremos la paz mental que juntos tenemos que encontrar. 5El Espíritu Santo te enseñará cómo despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. 6Ésta es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. 7Salvarse del mundo consiste sólo en eso. 8Mi paz te doy. 9Acéptala de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego arrebatártelo. 10Y la extenderemos como un manto de luz sobre la triste faz del mundo, en el que ocultaremos a nuestros hermanos del mundo, y a éste de ellos.

17. Solos no podemos cantar el himno redentor. 2Mi tarea no habrá concluido hasta que haya elevado todas las voces junto con la mía. 3Sin embargo, no es propiamente mía, pues así como ella es el regalo que yo te hago, fue asimismo el regalo que el Padre me hizo a mí a través de Su Espíritu. 4Su sonido desvanecerá toda aflicción de la mente del santísimo Hijo de Dios, donde la aflicción no puede morar. 5En el tiempo, la curación es necesaria, pues el júbilo no puede establecer su eterno reino allí donde mora la aflicción. 6Tú no moras aquí, sino en la eternidad. 7Eres un viajero únicamente en sueños, mientras permaneces a salvo en tu hogar. 8Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde. 9Así es como el Hijo de Dios le da las gracias a su Padre por su pureza.

Un curso de milagros 1. Libro de texto
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