III. El altar de Dios

1. Sólo puedes aceptar la Expiación dentro de ti liberando la luz interior. 2Desde la separación, las defensas se han usado casi exclusivamente para defenderse contra la Expiación y mantener así vigente la separación. 3Generalmente esto se manifiesta como una necesidad de proteger el cuerpo. 4Las múltiples fantasías corporales a las que las mentes se entregan proceden de la creencia distorsionada de que el cuerpo puede usarse como un medio para alcanzar la "expiación" 5Percibir el cuerpo como un templo es únicamente el primer paso en el proceso de corregir esta distorsión, ya que sólo la altera en parte. 6Dicha percepción del cuerpo ciertamente reconoce que la Expiación en términos físicos es imposible. 7El siguiente paso, no obstante, es darse cuenta de que un templo no es en modo alguno una estructura. 8Su verdadera santidad reside en el altar interior en torno al cual se erige la estructura. 9Hacer hincapié en estructuras hermosas es señal de que se teme a la Expiación y de que no se está dispuesto a llegar al altar en sí. 10La auténtica belleza del templo no puede verse con los ojos físicos. 11La visión espiritual, por otra parte, al ser una visión perfecta, no puede ver la estructura en absoluto. 12Puede, no obstante, ver el altar con perfecta claridad.

2. Para que la eficacia de la Expiación sea perfecta, a ésta le corresponde estar en el centro del altar interior, desde donde subsana la separación y restituye la plenitud de la mente. 2Antes de la separación la mente era invulnerable al miedo, ya que el miedo no existía. 3Tanto la separación como el miedo son creaciones falsas que tienen que deshacerse a fin de que se pueda restaurar el templo y abrir el altar para que reciba la Expiación. 4Esto supone el fin de la separación, al poner dentro de ti la única defensa eficaz contra todo pensamiento de separación, haciendo de este modo que seas absolutamente invulnerable.

3. El que todos acepten la Expiación es sólo cuestión de tiempo. 2Tal vez parezca que esto contradice su libre albedrío, dada la inevitabilidad de la decisión final, pero en realidad no es así. 3Puedes aplazar lo que tienes que hacer y eres capaz de enormes dilaciones, pero no puedes desvincularte completamente de tu Creador, Quien fija los límites de tu capacidad para crear falsamente. 4Una voluntad aprisionada engendra una situación tal, que, llevada al extremo, se hace completamente intolerable. 5La resistencia al dolor puede ser grande, pero no es ilimitada. 6A la larga, todo el mundo empieza a reconocer, por muy vagamente que sea, que tiene que haber un camino mejor. 7A medida que este reconocimiento se arraiga más, acaba por convertirse en un punto decisivo en la vida de cada persona. 8Esto finalmente vuelve a despertar la visión espiritual y, al mismo tiempo, mitiga el apego a la visión física. 9Este alternar entre los dos niveles de percepción se experimenta normalmente como un conflicto que puede llegar a ser muy agudo. 10Aun así, el desenlace final es tan inevitable como Dios.

4. La visión espiritual literalmente no puede ver el error, y busca simplemente la Expiación. 2Todas las soluciones que los ojos del cuerpo buscan se desvanecen. 3La visión espiritual mira hacia adentro e inmediatamente se da cuenta de que el altar ha sido profanado y de que necesita ser reparado y protegido. 4Perfectamente consciente de la defensa apropiada, la visión espiritual pasa por alto todas las demás y mira más allá del error hacia la verdad. 5Debido a la fuerza de su visión, pone a la mente a su servicio. 6Esto re-establece el poder de la mente y hace que las demoras le resulten cada vez más intolerables al darse cuenta de que lo único que hacen es añadir dolor innecesario. 7Como resultado de ello, la mente se vuelve cada vez más sensible a lo que antes habría considerado sólo pequeñas molestias.

5. Los Hijos de Dios tienen derecho al perfecto bienestar que resulta de tener perfecta confianza. 2Hasta que no logran esto, se agotan a sí mismos y desperdician sus verdaderos poderes creativos en fútiles intentos de obtener un mayor bienestar valiéndose de medios inadecuados. 3Sin embargo, los medios reales ya les han sido provistos y no requieren esfuerzo alguno por su parte. 4 La Expiación es la única ofrenda digna de ser ofrecida en el altar de Dios, debido al valor que el altar en sí tiene. 5Fue creado perfecto y es absolutamente digno de recibir perfección. 6Entre Dios y Sus creaciones existe una perfecta interdependencia. 7ÉI depende de ellas porque las creó perfectas. 8Les dio Su paz para que nada las pudiese alterar ni engañar. 9Siempre que tienes miedo, te engañas a ti mismo, y tu mente no puede servir al Espíritu Santo. 10Eso te deja hambriento, pues te niega el pan de cada día. 11Dios se siente solo sin Sus Hijos, y Sus Hijos se sienten solos sin Él. 12Tienen que aprender a ver el mundo como un medio para poner fin a la separación. 13 La Expiación es la garantía de que finalmente lo lograrán.

Un curso de milagros 1. Libro de texto
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml
sec_0115.xhtml
sec_0116.xhtml
sec_0117.xhtml
sec_0118.xhtml
sec_0119.xhtml
sec_0120.xhtml
sec_0121.xhtml
sec_0122.xhtml
sec_0123.xhtml
sec_0124.xhtml
sec_0125.xhtml
sec_0126.xhtml
sec_0127.xhtml
sec_0128.xhtml
sec_0129.xhtml
sec_0130.xhtml
sec_0131.xhtml
sec_0132.xhtml
sec_0133.xhtml
sec_0134.xhtml
sec_0135.xhtml
sec_0136.xhtml
sec_0137.xhtml
sec_0138.xhtml
sec_0139.xhtml
sec_0140.xhtml
sec_0141.xhtml
sec_0142.xhtml
sec_0143.xhtml
sec_0144.xhtml
sec_0145.xhtml
sec_0146.xhtml
sec_0147.xhtml
sec_0148.xhtml
sec_0149.xhtml
sec_0150.xhtml
sec_0151.xhtml
sec_0152.xhtml
sec_0153.xhtml
sec_0154.xhtml
sec_0155.xhtml
sec_0156.xhtml
sec_0157.xhtml
sec_0158.xhtml
sec_0159.xhtml
sec_0160.xhtml
sec_0161.xhtml
sec_0162.xhtml
sec_0163.xhtml
sec_0164.xhtml
sec_0165.xhtml
sec_0166.xhtml
sec_0167.xhtml
sec_0168.xhtml
sec_0169.xhtml
sec_0170.xhtml
sec_0171.xhtml
sec_0172.xhtml
sec_0173.xhtml
sec_0174.xhtml
sec_0175.xhtml
sec_0176.xhtml
sec_0177.xhtml
sec_0178.xhtml
sec_0179.xhtml
sec_0180.xhtml
sec_0181.xhtml
sec_0182.xhtml
sec_0183.xhtml
sec_0184.xhtml
sec_0185.xhtml
sec_0186.xhtml
sec_0187.xhtml
sec_0188.xhtml
sec_0189.xhtml
sec_0190.xhtml
sec_0191.xhtml
sec_0192.xhtml
sec_0193.xhtml
sec_0194.xhtml
sec_0195.xhtml
sec_0196.xhtml
sec_0197.xhtml
sec_0198.xhtml
sec_0199.xhtml
sec_0200.xhtml
sec_0201.xhtml
sec_0202.xhtml
sec_0203.xhtml
sec_0204.xhtml
sec_0205.xhtml
sec_0206.xhtml
sec_0207.xhtml
sec_0208.xhtml
sec_0209.xhtml
sec_0210.xhtml
sec_0211.xhtml
sec_0212.xhtml
sec_0213.xhtml
sec_0214.xhtml
sec_0215.xhtml
sec_0216.xhtml
sec_0217.xhtml
sec_0218.xhtml
sec_0219.xhtml
sec_0220.xhtml
sec_0221.xhtml
sec_0222.xhtml
sec_0223.xhtml
sec_0224.xhtml
sec_0225.xhtml
sec_0226.xhtml
sec_0227.xhtml
sec_0228.xhtml
sec_0229.xhtml
sec_0230.xhtml
sec_0231.xhtml
sec_0232.xhtml
sec_0233.xhtml
sec_0234.xhtml
sec_0235.xhtml
sec_0236.xhtml
sec_0237.xhtml
sec_0238.xhtml
sec_0239.xhtml
sec_0240.xhtml
sec_0241.xhtml
sec_0242.xhtml
sec_0243.xhtml
sec_0244.xhtml
sec_0245.xhtml
sec_0246.xhtml
sec_0247.xhtml
sec_0248.xhtml
sec_0249.xhtml
sec_0250.xhtml
sec_0251.xhtml
sec_0252.xhtml
sec_0253.xhtml
sec_0254.xhtml
sec_0255.xhtml
sec_0256.xhtml
sec_0257.xhtml
sec_0258.xhtml
sec_0259.xhtml
sec_0260.xhtml
sec_0261.xhtml
sec_0262.xhtml
sec_0263.xhtml
sec_0264.xhtml
sec_0265.xhtml
sec_0266.xhtml
sec_0267.xhtml
sec_0268.xhtml
sec_0269.xhtml
sec_0270.xhtml
sec_0271.xhtml
sec_0272.xhtml
sec_0273.xhtml
sec_0274.xhtml
sec_0275.xhtml