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En otro tiempo también nos alegramos,
a la hora del alba, cuando estaba callado el taller
el día de fiesta, y las flores en el sosiego
por cierto florecían también ellas y claramente brotaban vivas fuentes.
Lejos susurraba el canto horroroso de la parroquia,
donde igual al sacro vino, las más secretas sentencias
envejecidas pero más poderosas en otro tiempo, de
las tormentas de dios crecían en verano,
pero me calmaban las cuitas
y las dudas mas nunca supe cómo me ocurrió,
pues apenas nacido, por qué me extendisteis
ya sobre los ojos una noche,
así que no vi la tierra, y penosamente
debí respiraros, vosotros, aires celestiales.