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Aires levemente respirando

ya os anuncian,

os anuncian el valle humeante

y el suelo que aún se estremece de la tempestad,

mas esperanza enrojece las mejillas,

y ante la puerta de la casa

está sentada la madre con el niño,

y contempla la paz

y pocos parecen morir;

un presentimiento sostiene el alma,

enviado por dorada luz,

una promesa detiene a los más ancianos.