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Conciliador tú en el que nunca se ha creído
ahora estás ahí, figura de amigo para mí
tomas Inmortal, mas por cierto
reconozco lo alto
que me doblega la rodilla,
y casi como un ciego debo
a ti celestial preguntar para qué tú a mí,
de dónde eres, ¡dichosa paz!
Esto único sé yo: no eres mortal,
pues mucho puede un sabio o
uno de los amigos que miran fielmente aclarar, mas cuando
aparece un dios, en el cielo y en la tierra y en el mar
viene claridad que todo lo renueva.