5. EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD
[1] Rohwer escribió sobre la expedición a las islas de la Línea en Coral Reefs in the Microbial Seas (Rohwer and Youle, «Coral Reefs in the Microbial Seas», Estados Unidos, Plaid Press, 2010), una lectura muy detallada y a menudo hilarante. Fuera de los experimentos referidos más abajo, otros detalles de esta sección pueden encontrarse en este libro. <<
[2] El modelo de Rohwer en relación con la muerte de los arrecifes de coral se describe en Barott y Rohwer, «Unseen players shape benthic competition on coral reefs», Trends Microbiol., 20 (2012), pp. 621-628; el trabajo de Lisa Dinsdale sobre los microbios de los corales se publicó en Dinsdale et al., «Microbial ecology of four coral atolls in the Northern Line Islands», PLoS ONE, 3 (2008), e1584; el experimento de Jennifer Smith con las algas carnosas se detalla en Smith et al., «Indirect effects of algae on coral: algae-mediated, microbe-induced coral mortality», Ecol. Lett., 9 (2006), pp. 835-845; Rebecca Vega Thurber dirigió el estudio de los virus de los corales: Thurber et al., «Metagenomic analysis indicates that stressors induce production of herpes-like viruses in the coral Porites compressa», Proc. Natl. Acad. Sci.K, 105 (2008), pp. 18.413-18.418, y «Metagenomic analysis of stressed coral holobionts», Environ. Microbiol., 11 (2009), pp. 2.148-2.163; Linda Kelly dirigió el estudio sobre los corales negros: Kelly et al., «Black reefs: iron-induced phase shifts on coral reefs», ISME J., 6 (2012), pp. 638-649; Tracy McDole dirigió el estudio sobre el desarrollo de la microbialización: McDole et al., «Assessing coral reefs on a Pacific-wide scale using the microbialization score», PLoS ONE, 7 (2012), e43233. <<
[3] Cuando el cómico estadounidense Stephen Colbert habló en su show de este experimento con los virus, preguntó: «Quién ha jodido los corales?». <<
[4] Existen enfermedades de los corales causadas por un solo microbio; por ejemplo, la viruela blanca es obra de la Serratia marascens, una bacteria hallada en los suelos y en aguas residuales. Pero estos ejemplos no son más que la excepción a la regla. <<
[5] Sobre el concepto de disbiosis, véase Bäckhed et al., «Defining a healthy human gut microbiome: current concepts, future directions, and clinical applications», Cell Host Microbe, 12 (2012), pp. 611-622; Blumberg y Powrie, «Microbiota, disease, and back to health: a metastable journey», Sci. Transl. Med., 4 (2012), 137rv7-rv137rv7; Cho y Blaser, «The human microbiome: at the interface of health and disease», Nat. Rev. Genet., 13 (2012), pp. 260-270; Dethlefsen et al., 2007, op. cit., y Ley et al., 2006, op. cit. A menudo se atribuye erróneamente este término al excéntrico biólogo ruso Iliá Méchnikov, pero ya se usaba décadas antes. <<
[6] Entre los ex alumnos de la lista estelar de Jeff Gordon encontramos muchos que figuran en partes de este libro, como Justin Sonnenburg, Ruth Ley, Lora Hooper y John Rawls. Rob Knight lleva mucho tiempo colaborando. Sarkis Mazmanian dice que entró en el que ahora es su campo gracias a una opinión que Gordon manifestó en 2001, «antes de que el microbioma fuese el microbioma». <<
[7] La instalación está al cuidado de David O’Donnell y Maria Karlsson, que han estado con Gordon desde 1989, y Justin Serugo, un refugiado de la República Democrática del Congo que trabajaba como conserje en la universidad antes de formar parte del equipo. Estoy agradecido a todos ellos por mostrármela en detalle. <<
[8] En los años cuarenta, el microbiólogo James Reyniers y el ingeniero Philip Trexler idearon formas de producción en masa de roedores libres de gérmenes (Kirk, «“Life in a germ-free world”: isolating life from the laboratory animal to the bubble boy», Bull. Hist. Med., 86, 2012, pp. 237-275). Extraían úteros de hembras preñadas, los bañaban en desinfectantes, los trasladaban a las cámaras de aislamiento, extraían los fetos y los criaban artificialmente. De esta manera obtuvieron ratones, ratas y cobayas libres de gérmenes antes de hacer lo propio con cerdos, gatos, perros e incluso monos. La técnica daba resultado, pero las primeras cámaras de aislamiento, con su frío acero, gruesas manoplas y pequeñas ventanas de visualización, eran poco prácticas, y su coste, prohibitivo. En 1957, Trexler ideó un modelo de plástico con guantes de goma similares a los del laboratorio de Gordon. Era más fácil de usar, y costaba diez veces menos fabricarlos. <<
[9] Fred Bäckhed dirigió este estudio (Bäckhed et al., 2004, op. cit.). <<
[10] Los vínculos entre el microbioma y la obesidad se exponen en Zhao, «The gut microbiota and obesity: from correlation to causality», Nat. Rev. Microbiol., 11 (2013), pp. 639-647, y en Harley y Karp, «Obesity and the gut microbiome: striving for causality», Mol. Metab., 1 (2012), pp. 21-31. El primer estudio que demostró que los humanos y los ratones obesos tienen comunidades en su intestino lo dirigió Ruth Ley (Ley et al., «Obesity alters gut microbial ecology», Proc. Natl. Acad. Sci. U. S. A., 102, 2005, pp. 11.070-11.075), y Peter Turnbaugh realizó experimentos de trasplante de microbios de personas obesas a ratones libres de gérmenes (Turnbaugh et al., 2006, op. cit.). <<
[11] Patrice Cani dirigió el estudio de la Akkermansia junto con Willem de Vos, que la descubrió (Everard et al., «Cross-talk between Akkermansia muciniphila and intestinal epithelium controls diet-induced obesity», Proc. Natl. Acad. Sci, 110, 2013, pp. 9.066-9.071), y Lee Kaplan dirigió el estudio sobre la cirugía de bypass (Liou et al., «Conserved shifts in the gut microbiota due to gastric bypass reduce host weight and adiposity», Sci. Transl. Med., 5, 2013, 178ra41). <<
[12] Ridaura et al., «Gut microbiota from twins discordant for obesity modulate metabolism in mice», Science, 341 (2013), 1241214. <<
[13] Michelle Smith y Tanya Yatsunenko dirigieron este estudio; Mark Manary e Indi Trehan también participaron en él (Smith et al., «Gut microbiomes of Malawian twin pairs discordant for kwashiorkor», Science, 339, 2013, pp. 548-554). <<
[14] Como dijo en una ocasión el gran ecólogo Bob Paine, «las perturbaciones compuestas producen sorpresas ecológicas». Hablaba de parques nacionales, islas y estuarios. También podría haber hablado de nuestros cuerpos (Paine et al., «Compounded perturbations yield ecological surprises», Ecosystems, 1, 1998, pp. 535-545). <<
[15] La interacción entre el microbioma y el sistema inmunitario se describe en Belkaid y Hand, 2014, op. cit.; Honda y Littman, «The microbiome in infectious disease and inflammation», Annu. Rev. Immunol., 30 (2012), pp. 759-795; Round y Mazmanian, «The gut microbiota shapes intestinal immune responses during health and disease», Nat. Rev. Immunol., 9 (2009), pp. 313-323. <<
[16] Hay cientos de artículos sobre la enfermedad inflamatoria intestinal y su relación con el microbioma, pero recomiendo los siguientes, todos de especialistas eminentes en este campo: Dalal y Chang, «The microbial basis of inflammatory bowel diseases», J. Clin. Invest., 124 (2014), pp. 4.190-4.196; Huttenhower et al., «Inflammatory bowel disease as a model for translating the microbiome», Immunity, 40 (2014), pp. 843-854; Manichanh et al., «The gut microbiota in IBD», Nat. Rev. Gastroenterol. Hepatol., 9 (2012), pp. 599-608; Shanahan, «The microbiota in inflammatory bowel disease: friend, bystander, and sometime-villain», Nutr. Rev., 70 (2012), S31-S37; Wlodarska et al., «An integrative view of microbiome-host interactions in inflammatory bowel diseases», Cell Host Microbe, 17 (2015), pp. 577-591. Véanse también los estudios de Wendy Garrett sobre el modo en que la inmunidad afecta al microbioma (Garrett et al., «Communicable ulcerative colitis induced by T-bet deficiency in the innate immune system», Cell, 131, 2007, pp. 33-45, y «Enterobacteriaceae act in concert with the gut microbiota to induce spontaneous and maternally transmitted colitis», Cell Host Microbe, 8, 2010, pp. 292-300, y los siguientes artículos sobre los cambios en el microbioma que acompañan a la EII: Morgan et al., «Dysfunction of the intestinal microbiome in inflammatory bowel disease and treatment», Genome Biol., 13 (2012), R79; Ott et al., «Reduction in diversity of the colonic mucosa associated bacterial microflora in patients with active inflammatory bowel disease», Gut, 53 (2004), pp. 685-693; Sokol et al., «Faecalibacterium prausnitzii is an anti-inflammatory commensal bacterium identified by gut microbiota analysis of Crohn disease patients», Proc. Natl. Acad. Sci, 105 (2008). <<
[17] Dirk Gevers dirigió este estudio, que es uno de los más completos en la búsqueda de relaciones entre el microbioma y la EII (Gevers et al., «The treatment-naive microbiome in new-onset Crohn’s Disease», Cell Host Microbe, 15, 2014, pp. 382-392). <<
[18] Cadwell et al., «Virus-plus-susceptibility gene interaction determines Crohn’s Disease gene Atg16L1 phenotypes in intestine», Cell, 141 (2010), pp. 1.135-1.145. <<
[19] Berer et al., «Commensal microbiota and myelin autoantigen cooperate to trigger autoimmune demyelination», Nature, 479 (2011), pp. 538-541; Blumberg y Powrie, 2012, op. cit.; Fujimura y Lynch, «Microbiota in allergy and asthma and the emerging relationship with the gut microbiome», Cell Host Microbe, 17 (2015), pp. 592-602; Kostic et al., «The dynamics of the human infant gut microbiome in development and in progression toward Type 1 Diabetes», Cell Host Microbe, 17 (2015), pp. 260-273; Wu et al., «Linking microbiota to human diseases: a systems biology perspective», Trends Endocrinol. Metab., 26 (2015), pp. 758-770. <<
[20] El artículo de Gerrard: Gerrard et al., «Serum IgE levels in white and Metis communities in Saskatchewan», Ann. Allergy, 37 (1976), pp. 91-100; la investigación de Strachan: Strachan, «Hay fever, hygiene, and household size», BMJ, 299 (1989), pp. 1.259-1.260; a veces se considera erróneamente a Strachan el padre de la hipótesis de la higiene, pero en Strachan, 2015 (Re «The “hygiene hypothesis” for allergic disease is a misnomer», BMJ, 349, 2015, g5267), el propio Strachan niega ser el padre de ese enfant terrible, y cita a muchos autores que le precedieron; también aclara que la elección del término «se debe más a una tendencia aliterativa que a alguna pretensión mía de anunciar un nuevo paradigma científico». <<
[21] Arrieta et al., «Early infancy microbial and metabolic alterations affect risk of childhood asthma», Sci. Transl. Med., 7 (2015), 307ra152; Brown et al., «A fresh look at the higiene hypothesis: how intestinal microbial exposure drives immune effector responses in atopic disease», Semin. Immunol., 25 (2013), pp. 378-387; Stefka et al., «Commensal bacteria protect against food allergen sensitization», Proc. Natl. Acad. Sci., 111 (2014), pp. 13.145-13.150. <<
[22] Fue Graham Rook quien empezó a emplear la expresión «viejos amigos» (Rook et al., «Microbial “Old Friends”, immunoregulation and stress resilience», Evol. Med. Public Health 2013, pp. 46-64). <<
[23] Fujimura et al., «House dust exposure mediates gut microbiome Lactobacillus enrichment and airway immune defense against allergens and virus infection», Proc. Natl. Acad. Sci., 111 (2014), pp. 805-810; esta diferencia en la cantidad de microbios puede deberse a que los perros son más grandes que los gatos y pasan más tiempo fuera de casa. <<
[24] El estudio de Domínguez-Bello se publicó en Domínguez-Bello et al., «Delivery mode shapes the acquisition and structure of the initial microbiota across multiple body habitats in newborns», Proc. Natl. Acad. Sci., 107 (2010), pp. 11.971-11.975; los estudios epidemiológicos que demuestran los vínculos entre cesáreas y enfermedades posteriores se recogen en Darmasseelane et al., «Mode of delivery and offspring body mass index, overweight and obesity in adult life: a systematic review and meta-analysis», PloS One, 9 (2014), e87896, y Huang et al., «Is elective Cesarean section associated with a higher risk of asthma? A meta-analysis», J. Asthma Off. J. Assoc. Care Asthma, 52 (2015), pp. 16-25. <<
[25] Eugene Chang ha demostrado la influencia de las grasas saturadas (Devkota et al., «Dietary-fat-induced taurocholic acid promotes pathobiont expansion and colitis in ll10−/− mice», Nature, 487, 2012, pp. 104-108), y Andrew Gewirtz ha estudiado esos dos aditivos (Chassaing et al., «Dietary emulsifiers impact the mouse gut microbiota promoting colitis and metabolic syndrome», Nature, 519, 2015, pp. 92-96). <<
[26] Las aventuras de Burkitt se relatan en Altman, «Dr. Denis Burkitt is dead at 82; thesis changed diets of millions», New York Times (1993); sus ideas sobre la fibra se citan en Sonnenburg y Sonnenburg, The Good Gut: Taking Control of Your Weight, Your Mood, and Your Long-Term Health, Nueva York, The Penguin Press, 2015, p. 119. <<
[27] Wendy Garrett y otros demostraron que las bacterias que digieren fibra producen SCFA (Furusawa et al., «Commensal microbe-derived butyrate induces the differentiation of colonic regulatory T cells», Nature, 504, 2013, pp. 446-450; Smith et al., 2013, op. cit.); Mahesh Desai demostró que, sin fibra, las bacterias intestinales devoran la capa mucosa, y presentó los resultados de su trabajo, aún no publicados, en un congreso. <<
[28] Justin y Erica Sonnenburg demostraron que la carencia de fibra provoca extinciones en el intestino (Sonnenburg et al., «Diet-induced extinctions in the gut microbiota compound over generations», Nature, 529, 2016, pp. 212-215) y recalcaron los beneficios de la fibra (Sonnenburg y Sonnenburg, «Starving our microbial self: the deleterious consequences of a diet deficient in microbiota-accessible carbohydrates», Cell Metab., 20, 2014, pp. 779-786). <<
[29] Varios estudios del microbioma se han centrado en poblaciones rurales, entre ellos los recogidos en los artículos pioneros de Carlotta de Filippo y Tanya Yatsunenko (De Filippo et al., «Impact of diet in shaping gut microbiota revealed by a comparative study in children from Europe and rural Africa», Proc. Natl. Acad. Sci., 107, 2010, pp. 14.691-14.696; Yatsunenko et al., 2012, op. cit.). <<
[30] American Chemical Society, «Alexander Fleming Discovery and Development of Penicillin», <http://www.acs.org/content/acs/en/education/whatischemistry/landmarks/flemingpenicillin.html#alexander-fleming-penicillin>, 1999. <<
[31] Los efectos de los antibióticos sobre el microbioma se detallan en Cox y Blaser, «Antibiotics in early life and obesity», Nat. Rev. Endocrinol., 11 (2014), pp. 182-190, que también contiene estimaciones sobre las dosis de antibióticos que toman los niños; los principales estudios que explican cómo afectan los antibióticos al microbioma son: Dethlefsen y Relman, «Incomplete recovery and individualized responses of the human distal gut microbiota to repeated antibiotic perturbation», Proc. Natl. Acad. Sci., 108 (2011), pp. 4.554-4.561; Dethlefsen et al., «The pervasive effects of an antibiotic on the human gut microbiota, as revealed by deep 16S rRNA sequencing», PLoS Biol., 6 (2008), e280; Jakobsson et al., «Short-term antibiotic treatment has differing long-term impacts on the human throat and gut microbiome», PLoS ONE, 5 (2010), e9836; Jernberg et al., «Long-term impacts of antibiotic exposure on the human intestinal microbiota», Microbiology, 156 (2010), pp. 3.216-3.223; Schubert et al., «Antibiotic-induced alterations of the murine gut microbiota and subsequent effects on colonization resistance against Clostridium difficile», mBio, 6 (2015) e00974-15. <<
[32] Esto se descubrió en los años sesenta, cuando los científicos demostraron que las heces de ratones podían detener la multiplicación de la Salmonella, pero no si antes habían sido tratados con antibióticos (Bohnhoff et al., «Resistance of the mouse’s intestinal tract to experimental Salmonella infection», J. Exp. Med., 120, 1964, pp. 817-828). <<
[33] Katherine Lemon usa esta analogía en Lemon et al., «Microbiota-targeted therapies: an ecological perspective», Sci. Transl. Med., 4 (2012), 137rv5-rv137rv5. <<
[34] Blaser hizo sus primeros experimentos con antibióticos causantes de obesidad junto con su colega Ilseung Cho (Cho et al., «Antibiotics in early life alter the murine colonic microbiome and adiposity», Nature, 488, 2012, pp. 621-626); el segundo estudio lo dirigió Laura Cox (Cox et al., «Altering the intestinal microbiota during a critical developmental window has lasting metabolic consequences», Cell, 158, 2014, pp. 705-721); su estudio epidemiológico lo dirigió Leonardo Trasande (Trasande et al., «Infant antibiotic exposures and early-life body mass», Int. J. Obes., 37, 2013, pp. 16-23). <<
[35] Marshall dijo esto en Twitter, y Marshall es el científico que confirmó que la bacteria H. pylori causa gastritis al ingerirla él mismo. <<
[36] La historia de Maryn McKenna sobre el futuro posantibióticos (McKenna, «Imagining the Post-Antibiotics Future», <https://medium.com/@fernnews/imagining-the-post-antibiotics-future-892b57499e77>, 2013) y su libro Superbug (McKenna, Superbug: The Fatal Menace of MRSA, Nueva York, Free Press, 2010), son lecturas imprescindibles acerca de este tema. <<
[37] Rosebury, 1969, p. 11, op. cit. <<
[38] Los estudios de Blaser sobre la H. pylori: Blaser, «An endangered species in the stomach», Sci. Am., 2005; sus preocupaciones por la desaparición de esta bacteria: Blaser, 2010, op. cit. y Blaser y Falkow, «What are the consequences of the disappearing human microbiota?» Nat. Rev. Microbiol., 7 (2009), pp. 887-894; la larga historia de la H. pylori y la humanidad: Linz et al., «An African origin for the intimate association between humans and Helicobacter pylori», Nature, 445 (2007), pp. 915-918; la opinión publicada en Lancet: Graham, «The only good Helicobacter pylori is a dead Helicobacter pylori», Lancet, 350 (1997), pp. 70-71; respuesta del autor, p. 72; la H. pylori no afecta al índice de mortalidad: Chen et al., «Association between Helicobacter pylori and mortality in the NHANES III study», Gut, 62 (2013), pp. 1.262-1.269. <<
[39] Este estudio lo dirigió Zack Lewis. <<
[40] Estudios realizados sobre los microbiomas de aldeanos y cazadores-recolectores: Clemente et al., «The microbiome of uncontacted Amerindians», Sci. Adv., 1 (2015), e1500183; Gomez et al., «Ecological and evolutionary adaptations shape the gut microbiome of BaAka African rainforest hunter-gatherers», bioRxiv (2015), 019232; Martínez et al., «The gut microbiota of rural Papua New Guineans: composition, diversity patterns, and ecological processes», Cell Rep., 11 (2015), pp. 527-538; Obregon-Tito et al., «Subsistence strategies in traditional societies distinguish gut microbiomes», Nat. Commun., 6 (2015), p. 6.505; Schnorr et al., «Gut microbiome of the Hadza hunter-gatherers», Nat. Commun., 5 (2014), p. 3.654; un estudio sobre microbiomas de heces fosilizadas: Tito et al., «Insights from “Characterizing Extinct Human Gut Microbiomes”», PLoS ONE, 7 (2012), e51146. <<
[41] Le Chatelier et al., «Richness of human gut microbiome correlates with metabolic markers», Nature, 500 (2013), pp. 541-546. <<
[42] En Camerún, las personas infectadas por una ameba parasitaria llamada Entamoeba tienen mayor variedad de bacterias intestinales, especialmente si son portadoras de gusanos parásitos. La bacteria podría estar creando aberturas para los parásitos, o los parásitos aumentarían de alguna manera la diversidad bacteriana; sea como fuere, estamos ante un caso en el que la supuestamente deseable diversidad propia de una población rural indica la presencia de algo indeseable (Gómez et al., 2015, op. cit.). <<
[43] Moeller et al., «Rapid changes in the gut microbiome during human evolution», Proc. Natl. Acad. Sci. U. S. A., 111 (2014), pp. 16.431-16.435. <<
[44] Blaser, Missing Microbes: How the Overuse of Antibiotics Is Fueling Our Modern Plagues, Nueva York, Henry Holt & Co, 2014, p. 6. <<
[45] Eisen, «Overselling the microbiome award: Time Magazine & Martin Blaser for “antibiotics are extinguishing our microbiome”», <http://phylogenomics.blogspot.co.uk/2014/05/overselling-microbiome-awardtime.html>, 2014. <<
[46] Mukherjee, The Emperor of All Maladies, Londres, Fourth Estate, 2011, pp. 349-356. [Hay trad. cast.: El emperador de todos los males, 2014, Debate, Barcelona.] <<
[47] Hay tantos artículos científicos que relacionan el microbioma intestinal con esta o aquella enfermedad, que Elizabeth Bik, incansable cronista de la nueva investigación del microbioma, inició un sarcástico hashtag en Twitter llamado #gutmicrobiomeandrandomthing. Entre sus entradas destacan las tituladas «Gut Microbiome and Always Ending up Standing in the Slowest Line at the Cash Register», «Gut Microbiota and the Art of Motorcycle Maintenance» y «Gut Microbiome and the Prisoner of Azkaban». <<
[48] The Allium, «New Salmonella diet achieves “amazing” weight-loss for microbiologist», 2014. <<
[49] Sobre la disbiosis, Fergus Shanahan recomienda a sus colegas científicos «recordar las palabras de George Orwell: “el descuido de nuestro lenguaje hace más fácil tener ideas insensatas”. Las ideas imprecisas pueden brotar cuando los médicos quedan cautivos de los errores de nomenclatura y la terminología imprecisa. Los neologismos deben usarse con precaución; a menudo son innecesarios o dan por supuesta un entendimiento donde no existe». (Shanahan y Quigley, «Manipulation of the microbiota for treatment of IBS and IBD-challenges and controversies», Gastroenterology, 146, 2014, pp. 1.554-1.563). <<
[50] Expuse este argumento en un artículo que escribí para el New York Times sobre la naturaleza contextual del microbioma (Yong, «There is no “healthy” microbiome», N. Y. Times, 2014). <<
[51] Ruth Ley y Omry Koren realizaron este estudio (Koren et al., «Host remodeling of the gut microbiome and metabolic changes during pregnancy», Cell, 150, 2012, pp. 470-480). <<
[52] Los estudios sobre las comunidades vaginales estuvieron dirigidos por Larry Forney y Jacques Ravel (Gajer et al., «Temporal dynamics of the human vaginal microbiota», Sci. Transl. Med., 4, 2012, 132ra52-ra132ra52; Ma et al., «Vaginal microbiome: rethinking health and disease», Annu. Rev. Microbiol., 66, 2012, pp. 371-389); las de otras partes del cuerpo fueron analizadas por Pat Schloss (Ding y Schloss, «Dynamics and associations of microbial community types across the human body», Nature, 509, 2014, pp. 357-360). <<
[53] Katherine Pollard dirigió uno de los estudios, y Rob Knight el otro (Finucane et al., «A taxonomic signature of obesity in the microbiome? Getting to the guts of the matter», PLoS ONE, 9, 2014, e84689; Walters et al., «Meta-analyses of human gut microbes associated with obesity and IBD», FEBS Lett., 588, 2014, pp. 4.223-4.233). <<
[54] Susannah Salter y Alan Walker demostraron que los kits de extracción, que permiten obtener el ADN de bastoncillos y muestras y lo preparan para la secuenciación, se hallan casi siempre contaminados con niveles bajos de ADN microbiano (Salter et al., «Reagent and laboratory contamination can critically impact sequence-based microbiome analyses», BMC Biol., 12, 2014, p. 87). <<
[55] Por ejemplo, Pat Schloss creó un programa capaz de examinar un determinado microbioma y predecir lo vulnerable que fue a la colonización por C-diff (Schubert et al., 2015, op. cit.). <<
[56] Algunos científicos han intentado responder a estas preguntas examinando sus propios microbios. Eric Alm y Lawrence David del MIT lo hicieron a diario durante un año. Cuando David recogió en Bangkok una muestra de la conocida como diarrea del viajero, pudo observar que su comunidad intestinal pasaba por un periodo de agitación antes de retornar a la normalidad. Y cuando Alm recogió Salmonella después de una desafortunada visita a un restaurante, vio cómo el germen dominaba rápidamente su intestino y cómo la comunidad cambió a un estado diferente una vez recuperó la salud (David et al., «Host lifestyle affects human microbiota on daily timescales», Genome Biol., 15, 2014, R89). <<
[57] Sathish Subramanian dirigió este trabajo (Subramanian et al., «Persistent gut microbiota immaturity in malnourished Bangladeshi children», Nature, 510, 2014, pp. 417-421). <<
[58] Andrew Kau dirigió también este estudio junto con Planer (Kau et al., «Functional characterization of IgA-targeted bacterial taxa from undernourished Malawian children that produce diet-dependent enteropathy», Sci. Transl. Med., 7, 2015, 276ra24-ra276ra24). <<
[59] Redford et al., «Conservation and the microbiome: editorial» Conserv. Biol., 26 (2012), pp. 195-197. <<