Capítulo 27
Amanecer
Algún día comprenderás que la felicidad que te dará tu hijo es mucho más grande de lo que yo puedo darte; sabes que prometí estar siempre contigo, siempre y cuando eso no pusiera en riesgo tu felicidad. Te amo, Derek y por eso debes aprovechar esta oportunidad que ahora tienes.
Para siempre, Elena.
Era lo que decía la nota que estaba al lado de su hermano, sobre el edredón. Caroline lo miraba enfadada. Derek estaba acostado en su cama con los ojos cerrados y un montón de cervezas al borde de su lecho. La muchacha rubia avanzó y lo sacudió para que despertara. Su hermano abrió los ojos de golpe y ella solo vio el desconcierto y la tristeza reflejado en ellos. Caroline ya estaba enterada de todo lo sucedido y realmente la rabia corría por sus venas, odiaba a esa mujer, estaba loca y, si su hermano no hacía nada, ella lo haría.
—Joder, Derek, levántate de la puta cama —rugió Caroline cruzándose de brazos.
Su hermano volvió a cerrar los ojos.
—Vete de aquí, Caroline, ahora no quiero hablar —se quejó arrastrando las palabras. La muchacha esbozó una mueca.
—Pareces un jodido adolescente, en serio —soltó su hermana tratando de hacerlo reaccionar.
Derek abrió los ojos y la miró con frialdad.
—No me hagas enojar, Caroline, no estoy de humor.
—Es que no puedes quedarte con los brazos cruzados, la zorra de Candice no puede vencer el amor que sienten ustedes. ¿No vas a intentar nada?
—Lo hubiera hecho, Caroline, lo hubiera intentado sin importar si al final hubiera tenido a mi hijo o no; y sí, sé que no ganaría por toda la mierda que hubo en nuestra familia, pero estaría con la persona que más amo en el mundo y lo hubiera podido soportar. Mas Elena decidió salvar mi felicidad, aunque se le olvidó que ella es mi felicidad, no tuvo que...
—Vale, la entiendo —interrumpió Caroline—. Realmente debe sentir un amor muy grande por ti, al preferir que tú estés con tu hijo a quedarse contigo y provocar que te quiten a tu bebé... Porque esa zorra de Candice la odia tanto que lo hará si regresas con Elena.
Caroline avanzó hasta la cama y se sentó en el borde.
—Esto es una mierda, se están separando porque así Candice lo quiere; no puedo creerlo, no puedo creer hasta dónde ha llegado esa bruja para verte así... —la rubia se levantó y tomó su bolso.
—No, yo elegí a Elena y ella eligió...
—Tu felicidad —bufó la rubia.
Derek cerró los ojos y volvió a quedarse perdido tendido sobre la cama. Caroline no tenía idea de cuánto alcohol había ingerido durante todos esos días, pero estaba acabando con su hermano; ni siquiera contestaba las llamadas del hospital, ya hacía tres semanas que no se presentaba. Estaba dejando su vida de lado y eso no lo iba a permitir. Le dolía verlo así, parecía que Elena se había vuelto su mundo y su oxígeno; la desconcertaba, nunca había visto a su hermano tan enamorado de una chica.
Y Caroline jamás había odiado tanto a una mujer. Sin que Derek se diera cuenta, su hermana salió de la habitación azotando la puerta con fuerza. Tenía que buscar a Elena; de alguna forma esa joven tenía que saber cómo había dejado su ausencia a su hermano y estaba segura de que si estuviera enterada de su estado, regresaría.
Caroline buscó en los cajones algún número, alguna dirección, algo que le permitiera encontrar a Elena; entonces notó el celular de su hermano sobre la mesa, apenas si seguía teniendo batería. Caroline buscó entre sus contactos y encontró, al parecer, su única salida; agradecía que Derek tuviera la costumbre de anotar toda la información posible de cada contacto en su celular.
Sin perder más tiempo, se metió a su convertible de color plateado y se dirigió hacia la dirección donde vivía Elena que no estaba muy lejos; llegó a un edificio y comprendió que eran departamentos cuando estudió bien el lugar. Estaría difícil adivinar en cuál vivía por lo que marcó al número de Jordan Fuster, que también tenía registrado Derek, y por el apellido tendría que ser el hermano o algo de Elena.
—¿Quién habla?
—Eh... Soy una amiga de tu hermana, ya sé que Elena se marchó pero tengo algo importante que decirte; estoy afuera del edificio donde vivía. ¿Podría hablar contigo...?
—Hmmm... Está bien, en dos minutos estoy ahí.
Caroline colgó y jugó con sus manos nerviosas; le había dicho una pequeña mentira pero sabía que, si decía que era la hermana del ex de Elena, no hubiera accedido a hablar con ella. Le rogaría, si fuera necesario, que le dijera el lugar donde vivía Elena tenía que hacerlo si quería salvar la vida de su hermano.
Un muchacho moreno, bastante alto y en forma se plantó delante de ella con el semblante confundido, y más al mirar el lujoso auto que había detrás.
—¿Tú eres la amiga de Elena...? —preguntó el joven frunciendo las cejas.
La rubia lo estudió y comprobó que era lindo.
—Bueno yo... —Caroline suspiró y cruzó los brazos sobre su pecho—. No era muy cercana a Elena... Pero se fue sin que pudiera decirle algo importante y me gustaría poder contactarme con ella, ya que su número no es el mismo y al parecer desapareció sin más.
Notaba la confusión del muchacho, claramente le estaba costando creer que ella era amiga de su hermana, pero tenía que seguir bien en su papel si quería conseguir información.
—Mi hermana tuvo sus razones para irse, eso es privado... Pero nunca te había visto, ni Elena me había comentado de ti antes —dijo el joven desconcertado.
Caroline se rascó la mejilla y desvió la mirada.
—Sí, como te dije no éramos muy cercanas, solo éramos compañeras en la universidad, pero tengo algo importante que decirle, de verdad, es algo que ella debe saber... No sé, si al menos pudieras darme el número...
—¿Quieres que la llame y te la paso?
Bien, el chico no estaba confiando mucho, pero eso sería suficiente. Caroline asintió y Jordan sacó su celular todavía confundido con la escena. El joven le pasó el teléfono que ya estaba sonando y la rubia le pidió al chico que necesitaba espacio para hablar; por suerte, él se alejó a unos buenos metros para no ser capaz de escuchar.
—¿Hola? —Caroline sentía los nervios en su cuerpo, esa era su única oportunidad; tenía un plan, tal vez mentiría y exageraría un poco, pero era necesario para que esa joven estuviera de vuelta.
—Elena, soy la hermana de Derek, Caroline.
Hubo un corto silencio al otro lado de la línea.
—¿Cómo?
—Necesitaba hablar contigo urgentemente; mira, no sé cómo lo tomes pero...
—¿Qué cosa? ¿Por qué me estás llamando? —preguntó Elena alterada y asustada. Caroline cruzó los dedos, sería la mentira más necesaria y justa que haría en su vida. Tenía que hacerlo, sino su hermano terminaría con su vida; ellos dos tenían que buscar otra salida, la zorra de Candice debía de estar escondiendo algo, Caroline la conocía bastante bien y un presentimiento se lo decía.
—Bueno, mi hermano sufrió un accidente en su auto y...
—¡¿Qué?!
—Elena, Derek está al borde de la muerte, tal vez no pase de mañana y él quiere verte...
—No por favor, dime que no es verdad, no puede ser... —la chica lloraba al otro lado de la línea.
Bien, estaba funcionando.
—Tienes que venir, Elena, está en el hospital donde trabajaba... Yo... Te espero ahí —fingió un sollozo.
—Ahora mismo salgo para allá —cortó Elena antes de colgar la llamada.
Caroline suspiró satisfecha de su cometido; al menos. tenía tiempo para echarle agua fría a su hermano y obligarlo a que se parase. Elena tardaría en llegar.
—Bueno, gracias por la llamada. Nos vemos luego —dijo la rubia entregándole el teléfono al muchacho y, sin mirar atrás, se metió al auto con una decisión firme: enfrentaría a Candice.
Estaba cansada de ver a su hermano así, tan perdido consigo mismo. Nunca había visto de esa manera a Derek y, aunque intentaba disimularlo, le dolía mucho su situación. Pero pronto iba a terminar con eso. Iba a enfrentar a Candice ahora mismo. La muchacha tomó la carretera aumentando la rapidez cada vez más.
Caroline puso los ojos en blanco cuando por fin se libró del policía que la había detenido en la carretera por exceso de velocidad, lo que hizo que perdiera su valioso tiempo; además, del tráfico, que le provocaba dolor de cabeza. Ya la tarde se cernía sobre la ciudad cuando finalmente bajó del convertible enfrente de la casa que ahora era de Candice.
La muchacha le sonrió a las llaves de la casa que había robado de su hermano. Entraría sin pedir permiso a la escoria esa, como la llamaba para sus adentros. Caroline aferró su bolso con fuerza contra su hombro, dispuesta a gritarle a Candice todas sus verdades y decirle que se había ganado una enemiga peligrosa.
Avanzó hasta la puerta y abrió con sigilo, una sonrisa enmarcó su rostro cuando estuvo dentro. Sin embargo, la sonrisa se le borró cuando comenzó a escuchar murmullos en la sala de estar. Caroline avanzó en silencio pegando su cuerpo a la pared para no ser descubierta, aunque con la cámara del celular en mano, por si encontraba algo sospechoso. Unos pasos más cerca, la situación la dejó helada. Gracias al buró que estaba al final del pasillo de la entrada, podía espiar sin peligro lo que sucedía en la sala.
Candice y un hombre de cabello oscuro le daban la espalda; estaban sentados, parecían discutir sobre un tema en particular. Caroline, sin perder tiempo cambió la cámara a grabación y apuntó hacia ellos. No era ninguna estúpida, tendría pruebas si pasaba algo. Las voces comenzaron a ser más altas, por lo que la muchacha pudo escuchar sin problema alguno.
—No voy a darte ese dinero, Thomas, es demasiado. El trato solo abarcó lo que te di, no intentes obtener más, me estás pidiendo todo lo que ahora tengo.
La respiración de Caroline se cortó, era su primo Thomas, no de sangre. Pero los vinculaba sus padres que eran hermanastros.
—Puedo pedir lo que quiera y lo sabes, Candice, porque bien puedo desmentirte ante todo el mundo —el joven soltó una carcajada—. Me vas a dar ese dinero, no me importa si necesitas todo lo que tienes ahora, lo quiero para pagarle a esos traficantes o me matarán.
La pelirroja se levantó con furia mirando inquisitivamente al joven.
—¡No! Es demasiado, mucho más de lo que ahora tengo. Y de una vez te lo advierto, imbécil, si abres la boca, te juro que soy capaz de...
—¿De qué? Eso no importa; si yo digo que ese hijo que llevas dentro de ti no es de Derek y es mío, todo se acaba para ti, Candice.
Caroline se quedó sin respirar ante la confesión de su primo. Vio por última vez la expresión ansiosa de la pelirroja y al ver cómo Thomas comenzaba a levantarse para irse, la rubia salió de su escondite para enfrentar a Candice.
—¿Es cierto que ese hijo es tuyo, Thomas?
Candice volteó hacia ella sorprendida y después repentinamente asustada; su primo la vio con una sonrisa y asintió con la cabeza.
—Sí, ese hijo no es de Derek, es mío. Lo que pasa es que tu excuñada se acostaba conmigo mientras todavía estaba con tu hermano ¿Sorprendida, verdad?
Caroline apretaba los dientes con fuerza, miró con rabia a la pelirroja. Sabía que algo escondía, lo sabía desde el principio.
—Eres una maldita sucia, Candice. Pero este jueguito tuyo se acaba ahora mismo, mi hermano no te dará ni un dólar más por su supuesto hijo, y no quiero que vuelvas a interferir en mi familia. ¡Jamás te vuelvas a acercar a nosotros si no quieres problemas! Maldita zorra.
Caroline se dio la vuelta corriendo para volver a su auto con el corazón latiendo fuerte contra su pecho. Encendió el convertible y con una sonrisa miró por última vez hacia la gran casa que acababa de abandonar.
—Hasta aquí llegaste, maldita escoria —gruñó la chica antes de introducirse a la carretera.
Caroline salió disparada del auto una vez que llegó al departamento de su hermano. Tomó las llaves y sin esperar más tiempo abrió la puerta.
La joven se quedó estática cuando vio a su hermano y a una muchacha mirándose fijamente sin comprender nada.
—¿Qué está pasando? Llegué al hospital y no estabas, yo solo pude venir para acá y él está...
—Bien —dijo Elena soltando el aire contenido de sus pulmones.
¿Qué significaba aquello? Jamás se hubiera atrevido a regresar, pero por lo que le había dicho su hermana, no lo pensó dos veces y ahora tenía enfrente a Derek con vida, para nada al borde de la muerte en un hospital, aunque confundido y mirándola con dolor. Le dolía estar cerca de él, solo había venido a sangrar más por la herida y a recordar que su amor había sido un sueño de hadas.
—Lo siento, Elena, tuve que mentirte si no jamás hubieras venido. Aquí lo importante es que he descubierto la verdad que ocultaba Candice y créanme que ya no hay necesidad de separarse.
Derek miró a su hermana confundido, aturdido y también feliz porque estaba ahí Elena; no era una de sus alucinaciones cotidianas, era real, todo daba vueltas en su cabeza, tal vez por todo el alcohol ingerido, pero al menos podía enterarse de lo que sucedía.
—¿De... qué hablas? —inquirió Elena temblando con anticipación.
Caroline sacó su celular y con una sonrisa les mostró el vídeo a los dos. Este comenzó a reproducirse ante los ojos de los muchachos, que lo veían con atención. El rostro de Elena se tornó pálido mientras veía y oía todo lo que se veía en el vídeo; el corazón de la castaña comenzó a retumbar en su pecho con fuerza. No sabía que le dolía más, el haber confiado en una persona tan despreciable en algún momento de su vida o el haber sido tan tonta como para no sospecharlo.
El vídeo llegó al fin de su curso y Elena solo pudo tomar asiento en uno de los sillones de la sala, con la mirada fija en sus manos convertidas en puños. La rabia, el dolor, la euforia, el alivio, todo se mezclaba en su interior. Ahora podía estar con Derek, de verdad podía estarlo y la estaba llenando de alegría, mas también el dolor, el coraje corría por sus venas, creer que había estado a punto de echar su felicidad por la borda, por una mentira.
Elena buscó con la mirada a la pelirroja; las copas se le habían pasado de las manos y lo único que quería era irse a casa. De pronto, se percató de la maraña de cabellos rojos de su amiga y se acercó tambaleante. Los ojos de la chica se abrieron con sorpresa al ver a Thomas, su novio. Y también con confusión, al ver cómo hacía unos minutos él estaba pláticando tan amigablemente con Candice.
—¿Thomas? —preguntó Elena. Los mareos habían dejado de confundir su visión de repente, ante la sorpresa de encontrarse a su novio en aquellas circunstancias.
—¿Conoces a mi amiga? Pensé que aún no te había presentado a Candice...—dijo Elena alzando la voz por el ruido de la música.
El joven le sonrió rascándose la mejilla y negó con la cabeza con desinterés.
—Solo le pedí la hora, mira qué coincidencia que sea tu amiga —gritó Thomas por sobre el estruendo apabullante.
Elena seguía confundida y, de pronto, con un poco de celos por haber visto a su novio con su amiga como si se conocieran de toda la vida. La muchacha tomó un trago de su copa olvidando el malentendido de sus pensamientos.
—Bueno, ya conoces a mi última amiga que me faltaba presentarte. Ahora sí. ¿Qué haces por aquí? —interrogó la castaña.
—Vengo con unos amigos...
—Elena, ¿Elena? —la muchacha escuchó la voz de Derek. Como saliendo del agua, sus sentidos emergieron a la realidad. Los ojos azules de su amado lucían un poco desconcertados aunque con un brillo intenso de triunfo.
Él le acarició la mejilla con preocupación mientras Caroline la miraba con los brazos cruzados a una distancia considerable, sin interferir.
—Te pusiste pálida —señaló Derek con el ceño fruncido—. Entiendo que no te esperabas esto... Yo tampoco...
La voz del muchacho sonaba entre preocupada y también desconcertada por la misma revelación. Derek tenía que admitir que se sentía decepcionado de sí mismo por haber sido tan estúpido para casarse con una mujer como Candice. Tan ciego había estado para no darse cuenta de la realidad. Mas la reacción de ella no se comparaba con la de él.
—No, no... Estoy bien —contestó Elena tratando de sonreírle—. Solo que recordé algo... que antes había pasado por alto y ahora todo tiene sentido. Tu primo y Candice ya se conocían desde antes, incluso creo que todo el tiempo Candice fingió no conocerlo. Ellos me veían la cara cuando yo creía tener una relación... No puedo creer... No puedo creer cómo he sido tan estúpida —se quejó Elena llena de coraje, de rabia por la pelirroja.
—Y tampoco puedo creer que hayamos estado a punto de caer en su juego, separándonos —balbuceó Elena perforando con la mirada a Derek con los ojos llorosos—. No puedo evitar odiarla; siempre ha estado fingiendo conmigo, con todos.
Derek suspiró y tomó a Elena atrayéndola hacia él, envolviéndola entre sus brazos mientras ella escondía la cabeza en su cuello. Su corazón de nuevo latía fuerte en su pecho, con vida, saltando de alegría, por fin la tormenta que creyó eterna había terminado.
—Eso ya no importa, Elena; el daño está hecho, pero ahora es nuestra oportunidad... Ahora ya nada interferirá entre nosotros, absolutamente nada.
Elena soltó una lágrima, no supo si de coraje o de felicidad. Por fin podía vislumbrar la luz después de haber creído que jamás la encontraría.
—Tienes razón —contestó mirándolo con una sonrisa dejando entrever su felicidad—. Ahora podemos empezar bien, sin ninguna interferencia, la mentira de Candice se ha acabado.
—Ahora que recuerdo, algo siempre me dijo que Candice era falsa —Derek negó con la cabeza recordando todas las ocasiones en que le parecía que la pelirroja utilizaba una máscara—. Pero ya no importa nada de eso, por fin podremos estar juntos sin que nada se interponga —los ojos azules de Derek brillaron cuando la miró con pasión—. Te amo, bonita, no tienes idea del infierno que sufrí sin ti.
Elena sonrió y se lanzó a los brazos de él, buscando sus labios inmediatamente. Derek acomodó a su chica en su regazo comenzando también a acariciarla, cuando los dos escucharon el carraspeo de Caroline. Elena se apartó avergonzada de Derek, había olvidado que no estaban solos en la sala.
—Vayan a un cuarto para desatar toda su pasión pero, por favor, no hagan esto enfrente de mis ojos vírgenes —se quejó la rubia con burla saliendo de la sala.
—Por cierto, hermanita, muchas gracias. Me has salvado la vida, en serio —gritó antes de que su hermana desapareciera para dejarlos solos. Elena rio y volvió a besar a su hombre con desenfreno, no podía creer que horas antes estuviera muerta de miedo por la vida de Derek y que ahora estuviera así, tan desenfadada, tranquila, feliz. Finalmente podía vislumbrar el amanecer después de la noche donde había estado sumergida.
Elena se plantó enfrente de la puerta del que antes había sido su departamento; tenía que dejar claras las cosas con sus amigos que la habían juzgado mal y ahora, por medio de ella, iban a saber la verdadera persona que era Candice. La joven tocó tres veces hasta que por fin le abrieron la puerta.
El rostro de Jason se sorprendió al mirar quién era la chica que tenía enfrente. El rubio junto las cejas y ladeó la cabeza.
—Pensé que ya no rondabas por aquí —dijo Jason. Elena pudo percibir que la voz de su amigo seguía teniendo cierto resentimiento, aunque para nada como la última vez que se vieron.
—Déjame pasar, Jason, es importante —ordenó Elena con voz firme. Su examigo asintió suspirando y ella entró a la pequeña sala donde Jordan y Chloe se hacían cosquillas el uno al otro, pero cuando se dieron cuenta de la presencia de Elena, dejaron de reírse. Su examiga la miraba al igual que Jason, con sorpresa e incredulidad por que estuviera ahí.
—¿Qué haces aquí, Elena? —preguntó su hermano levantándose del sofá mirándola con confusión.
Jordan tenía entendido que su hermana jamás quería regresar por ese departamento. ¿Algo había tenido que ver la llamada de aquella chica? Elena no le había regresado la llamada ni informado nada.
—Vine a decirles toda la verdad, la única verdad que hay y por la cual ustedes pensaron lo peor de mí —acusó Elena con cierto dolor todavía en su voz al dirigirse a los hermanos rubios.
—Elena... No entiendo —comentó Chloe levantándose y quedando al lado de su novio, centrando toda su atención en la castaña.
Elena sonrió con tristeza y tomó aire. Caroline le había pasado el vídeo a su celular por lo que Elena les tendió el suyo, que Jason tomó sin comprender.
—Miren ese vídeo y comprenderán todo lo que quiero decir. Lo grabó la hermana de Derek sin que ellos se dieran cuenta —dijo Elena todavía con rabia.
Le daba coraje que esas dos personas, la que creía su amiga y peor, su novio, se hubieran burlado de ella todo el tiempo. Pero ahora todo eso se acabaría, y Candice no tendría otra opción más que apartarse sin miramientos.
Chloe y Jason estaban al tanto de todo lo que sucedía con Derek y Candice, por lo que también estaban enterados del embarazo de la pelirroja y, por medio de Jordan, de la partida de Elena a Colorado. Pero lo que se revelaba en ese vídeo le partió el corazón a la chica rubia. Sus ojos azules comenzaron a llenarse de lágrimas al mirar a Elena, que de igual manera, parecía destrozada.
—Elena, no sé qué decir... —susurró Chloe con el labio inferior temblando. Comprendió que había sido engañada por Candice, lo que provocó que pensara lo peor de Elena, cuando en realidad su amiga era la menos culpable, al contrario de la pelirroja. Pero todo así lo había indicado... Y había creído a Candice, porque la sabía su amiga al igual que Elena.
—No pasa nada, Chloe, entiendo que tú también creías que Candice era la misma de siempre, tal vez nunca la conocimos bien —Elena se encogió de hombros.
Había venido a ver a sus amigos con el objetivo de hacer las paces y volver a la relación que tenían antes, al menos, intentarlo, ya que sabía que las cosas no serían tan fáciles. El amor por sus amigos era más fuerte que el resentimiento que pudiera tener Elena hacia ellos, así era ella capaz de perdonar a las personas que le importaban, olvidando el pasado y los errores.
—Dios, he sido tan injusta contigo. Yo pensé... Yo pensé que Candice realmente amaba a Derek y que tú...
—No importa nada de eso, Chloe, no es necesario que te disculpes —la interrumpió Elena con una sonrisa débil en los labios.
No culpaba a Chloe, todo lo había indicado así, ella misma tal vez hubiera caído en el engaño.
—Pero si me alejé de ti, juzgándote mal —Chloe se acercó a su amiga con lentitud—. ¿Cómo puedes perdonarme tan fácil?
—Porque sigues siendo mi amiga, Chloe y te quiero. Y una verdadera amiga siempre da una segunda oportunidad —dijo sin resentimientos.
Chloe asintió y se lanzó a abrazar a Elena con un nudo en la garganta, fue un abrazo sincero y también con buen sabor a perdón. Elena dejó de abrazar a Chloe y ahora miraba a Jason.
—Por favor, discúlpame, Elena, lo que te dije... En realidad no lo quise decir, creo que fueron los celos los que hablaron por mí, al comprender que jamás te interesarías en mí —opinó Jason avergonzado de sus actos inmaduros.
—Ya no importa, Jason. Ahora podemos empezar de nuevo.
El rubio asintió y se llevó el dedo a la barbilla.
—Por cierto, la hermana de Derek me ha empezado a gustar. Espíé a Jordan y esa belleza mortal por la ventana.
Elena abrió los ojos confundida.
—¿Conoces a Caroline? —preguntó ella sorprendida.
Jordan lo miraba divertido y Chloe miraba sin comprender a Jason.
—Sí, la vi cuando vino a hablar con Jordan, desde la ventana y... Es la chica más bella que he visto —dijo el rubio suspirando.
Chloe y Elena se echaron a reír aliviadas de que por fin Jason encontrará de nuevo la ilusión.
—¿No creen que deberíamos celebrar esta reconciliación? Y otra cosa, también celebremos el haber descubierto a la hipócrita de Candice —intervino Jordan con burla alzando su cerveza que estaba tomando. Todos asintieron entre risas y así pasó la tarde entre ellos.
Candice apretó los dientes, ahorcando el cuello de una muñeca de plástico mientras con la otra mano mantenía el celular en su oreja. Odiaba a Thomas, había echado todo a perder y ahora seguramente Elena estaría sonriendo, y todos burlándose de ella.
—No se quedará así, Rosy.
—Candice, ya no hay nada que hacer. Trata de comenzar de nuevo, no te ciegues por el odio. ¿Me duele verte así, sabes?
La pelirroja volvió a apretar el cuello de la muñeca joven con rabia, deseando arrancarle la cabeza en un segundo. Una sonrisa apareció en sus labios rojos y de pronto comenzó a acariciarle el cabello a la muñeca.
—Tienes razón Rosy, lo dejaré por la paz, lo prometo.
—¿De verdad?
—Sí prima, ya comprendí que no puedo hacer nada más, aunque esta cosa que llevo dentro mañana dejara de existir.
Rosy hizo una pausa al otro lado de la línea.
—Ya, es tu decisión, Candice, solo que piensa en las consecuencias por si piensas intentar algo tan descabellado como lo que me dijiste contra ella.
—Ya hablaremos después de eso prima, hasta pronto —se despidió la pelirroja azotando su celular contra la pared con odio, sin importarle que se estrellara. La rabia le corría por las venas y lo veía todo rojo por la rabia. Especialmente a esa muchacha, que había sido capaz de arrebatarle todo.
Candice sonrió y negó con la cabeza mientras tomaba a la muñeca y la aventaba contra el otro lado de la habitación con el coraje que deseaba sacar de su interior. Y solo había una manera de lograrlo.
—Elena, no disfrutarás mucho de tu felicidad que ahora gozas, yo me encargaré de eso. Te lo juro —dijo Candice al espejo con una sonrisa de suficiencia antes de salir de su habitación.