Capítulo 4

Dulce noche

Los padres de Elena la habían citado de imprevisto, ya que querían hablar con ella sobre el accidente que había sufrido en la moto. Jordan ya les había informado, aunque Elena le había advertido que no lo hiciera. Aun así, lo había hecho y sus padres, tan preocupados que eran, querían asegurarse de que su pequeña hija estuviera bien.

Después de decirles casi mil veces que se encontraba bien, por fin estaba en su cama con los audífonos puestos, aunque no escuchaba música a alto volumen. Lo hacia por si los chicos se atrevían a molestarla. Por su imaginación solo flotaban un par de ojos azules hipnóticos. Era en verdad extraño en ella, nadie estaba en su mente por mucho tiempo, no con facilidad. Pero tenía que admitir que el tal Derek le gustaba, y mucho. El solo hecho de estar cerca de él provocaba un desorden dentro de ella. Pensó que era una auténtica locura sentirse así por alguien a quien apenas conocía.

De pronto sintió que alguien le aventó una almohada a la cabeza. Giró con brusquedad, ya que estaba boca abajo sobre la cama.

—Hey, amiga, ¿en qué tanto piensas? —preguntó Chloe recostándose junto a ella. La rubia llevaba su usual pijama de ositos. Elena la asesinó con la mirada por unos segundos.

—En que tengo una amiga que deja mucho que desear —acusó regresándole el golpe con la almohada. Chloe lo esquivó con rapidez e hizo un puchero, con el cual siempre conseguía el perdón de todos.

—¿Estás enojada? Vamos, solo quiero hacerte más responsable —indicó la rubia con una sonrisa burlona sentándose en el borde de la cama. Elena entornó los ojos.

—Soy más responsable que tú, Chloe —contraatacó mientras se acomodaba una almohada abajo de su nuca para estar más cómoda y cruzó los tobillos. Su amiga soltó una risita.

—Yo no soy la que se levanta diez minutos antes para ir a la universidad —se defendió la rubia levantándose de la cama. Fue hasta el espejo grande con bordes de madera, que estaba sujetado a la pared. Tomó un cepillo y comenzó a peinarse su maraña de cabellos rubios.

—Pero solo lo he hecho una vez, tú al contrario ya has perdido la cuenta —rezongó Elena. Chloe terminó de cepillar su melena y se dio la vuelta con una expresión que Elena no supo interpretar.

—No sé si contártelo, pero... —comenzó a decir pasando por alto el anterior comentario de la castaña. Empezó a caminar con lentitud hacia Elena con una sonrisa ligera en sus labios.

—¿Qué pasa?

Chloe tomó asiento en el borde de la cama.

—Creo que le gustas a Jason —confesó la rubia con una sonrisa tentadora.

Elena abrió los ojos como platos, mientras la incredulidad llegaba a ella. Jason y ella siempre habían sido amigos y eso nunca había cambiado.

—No puedes hablar en serio, a tu hermano jamás le he gustado —acusó Elena incorporándose y tomando asiento al lado de su amiga.

Chloe se encogió de hombros.

—Bueno, él me ha estado preguntando por ti en las últimas semanas... —confesó—. Conozco muy bien a mi hermano Elena, y sé lo que te digo.

—Pero... No, creo que estás delirando —indicó Elena sonriendo con burla. Chloe negó con la cabeza.

—¡Sé lo que te digo, Elena! Incluso le encontré en su celular varias fotos tuyas —juró con una sonrisa burlona.

Elena entrecerró los ojos.

—¿Es verdad?

Chloe entornó los ojos y suspiró.

—Por supuesto, no tengo por qué mentirte.

—Bueno, eso es raro, tal vez, no sé... —balbuceó Elena tomándose el mentón con un dedo en forma pensativa.

—No te hagas la ingenua, Elena, ¿acaso no has notado nada raro en su comportamiento contigo? —interrogó Chloe cruzando los brazos.

Ahora que Elena lo pensaba un poco, sí que había notado un grado más de atención hacia ella, pero lo consideraba normal. Después de todo, eran buenos amigos.

—Creo que lo he pasado por alto —admitió la chica con un bufido.

—Dejando de lado esa parte... ¿Él te gusta?

—No, él siempre ha sido un amigo para mí —contestó Elena mientras unos ojos azules llegaban a su pensamiento.

En definitiva, Jason no le gustaba para nada. Chloe no pareció ofendida, ella sabía de su escasez de atracción hacia los hombres. Pero había sido porque le habían roto el corazón hacía tiempo.

—Pero alguien te tiene que gustar, Elena, no puede ser que nadie te llame la atención. Ándale, dime quién está ahí paseándose por tu cabeza.

Las comisuras de los labios de la joven se elevaron al tiempo que desviaba la vista hacia la ventana. Sería ridículo si le dijera que le gustaba un hombre que apenas conocía.

—Nadie, aunque bueno... —dijo ella suspirando.

Chloe era su mejor amiga, tenía derecho a saber sobre Derek.

Chloe le lanzó una mirada invitándola a proseguir. Inhaló y exhaló con pesadez.

—Supongo que Jordan y Jason ya te han dicho sobre mi accidente...

La rubia asintió con la cabeza un poco confundida.

—Bueno, después de sufrir el pequeño accidente, abrí los ojos en un lugar desconocido, me levanté de donde estaba acostada y me encontré con un hombre muy atractivo, pero estaba tan asustada que no me detuve a contemplarlo y bueno... —hizo una pausa para tomar aire—. Pensé que me había secuestrado o, algo así; después me di cuenta de que solo era un muchacho que había intentado ayudarme...

—Y entonces ese chico te gustó... —insinuó Chloe.

Elena alzó la mano en son de que aún no terminaba de contarle.

—Después de todo el susto que me lleve, él me fue a dejar a la universidad, ya que yo no estaba en condiciones y al final me pidió mi número... —admitió después de una pausa—. Más tarde vino a dejarme la moto...; después yo lo acompañé a comer, mientras tú estabas todavía en la universidad.

—¿Y ya? ¿Ni un beso o...

—¡Chloe! Apenas lo conozco... —acusó Elena sumergida en sus recuerdos.

Era imposible no hacerlo cuando pensaba en él, tenía tal magnetismo que la hacia temblar. Aunque no le iba a contar toda la verdad. Chloe no podía enterarse de que ella trataba de entrar al torneo de carreras de motocicletas dentro de un mes. Ya que al igual que Jordan, era sobreprotectora con exageración.

Su mejor amiga la miraba con la boca abierta.

—Pues cierto que debe de gustarte, jamás te había visto esa mirada en los ojos —dijo la rubia apretando los labios. Elena reaccionó parpadeando varias veces. Frunció las cejas.

—Tampoco es que me esté muriendo por él, pero nunca he sentido esto por nadie; es nuevo para mí, Chloe...

—¿Nunca lo has sentido? ¿Y dónde queda Thomas? —preguntó la rubia cortándola. Elena se quedó callada. Entonces se dio cuenta. Cuando Chloe había mencionado a Thomas, no había sentido nada, ni incomodidad, ni, mucho menos, dolor.

—¿Acabo de decir eso? —preguntó Elena perpleja, tanto como Chloe.

—Creo que te has olvidado de Thomas con ese chico —indicó la rubia emocionada. Chloe esbozó una sonrisa llena de felicidad, ella nunca había entendido que Elena sufriera tanto por un hombre como Thomas.

—A decir verdad, creo que lo superé —admitió la castaña, con la mirada perdida. Chloe se acercó y le dio un abrazo cariñoso al que Elena correspondió.

—Me alegro, Elena, espero que encuentres a alguien digno de ti.

Elena asintió contra su hombro y la abrazó con más fuerza.

—Gracias por ser mi amiga, Elena.

Chloe se separó de ella.

—Lo mismo digo, pero sabes que no soy buena para las demostraciones de afecto... —puntualizó Elena ruborizándose. Chloe asintió.

—Vamos, los chicos han preparado la cena... —anunció la rubia levantándose.

Elena se pasó un mechón de cabello rebelde por detrás de las orejas.

—Vale, solo déjame arreglarme un poco este cabello —dijo tratando de pasar los dedos por este.

Chloe asintió y salió de su cuarto. Jordan y Jason que vivían en el departamento de al lado, siempre las visitaban para la cena y la comida.

Elena estiró los brazos bostezando, pero el sonido de su celular la distrajo. Caminó con pereza hasta el buró para revisarlo. Lo encendió y la pantalla anunciaba que le había llegado un mensaje de... Derek.

Su corazón retumbó en su pecho cuando leyó el mensaje. Su respiración casi se había vuelto irregular. Ese hombre estaba haciendo demasiadas cosas con ella en solo un jodido día, no quería imaginarse que pasaría si seguía a ese ritmo.

Dulce noche, Elena.

Las paredes de su habitación parecían estar girando a su alrededor. La emoción y la ilusión estaban haciendo efecto en ella, aunque de inmediato borró su sonrisa. Derek solo le apoyaría en su aprendizaje con las motos de carreras, no le había propuesto algo más. Además, no sabía si tenía pareja. Él no le había contado casi nada de su vida privada. Aunque en ese momento prometió que lo descubriría. Si tenía la oportunidad, no había nada de malo el intentarlo.

Se veía feliz y halagada con ese mensaje, aunque en el fondo sentía desconfianza. Sacudió la cabeza. Derek solo sería su amigo o ni siquiera eso. Cerró los ojos con fuerza, tratando de borrar su mirada azul. Su concentración debía estar puesta en el próximo torneo. Ella debía ganar y con el apoyo de Derek, lo lograría. Además, el premio no era para menos. Ese dinero le serviría muy bien para sus gastos.

Derek salió de la ducha esperando que eso menguara sus fieros pensamientos sobre esa chiquilla. Había sido un error mandarle ese mensaje de buenas noches, mas no pudo controlar ese impulso. Se convenció de que no debería ser algo malo, ella podría ser su amiga.

Derek se recostó en su cama apagando la lámpara del buró. Generalmente, a esas altas horas de la madrugada se la pasaba hablando con su esposa, pero ella no lo había llamado. Y una parte de él lo deseaba con fervor, pero no para escuchar su voz; solo deseaba estar distraído y no dejar que sus pensamientos divagaran por rumbos desagradables.

Quería que esos ojos café se esfumaran de sus pensamientos, aunque parecía que su memoria se empeñaba en molestarlo. Y, sin poder hacer nada para remediarlo, entró al sueño con la mirada inocente de Elena, que lo acosaba.