- Cucharas
- Bol
- Olla
- Tazas
- Soplete
- Recipiente para horno
- Recipiente para baño María
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Ingredientes:
- 7 cucharadas de azúcar
- 7 yemas de huevo
- 1 taza de leche (250cc.)
- 2 tazas de crema de leche (500cc.)
- ½ cucharada de extracto de vainilla
- Azúcar para quemar
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Modo de preparación:
Colocar el azúcar y las yemas de huevo dentro de un bol, mezclando pero sin llegar a batir. Alcanza, simplemente, con mezclar las yemas y el azúcar. Luego ir calentando la leche y la crema de leche junto a la vainilla en una olla, hasta hervir. Ni bien comience el hervor, apagar el fuego.
Ahora dejamos esa mezcla en reposo durante 15 minutos, para que vaya adquiriendo el sabor de la vainilla. Después retiramos y comenzamos a volcar bien despacio, siempre revolviendo sobre las yemas para impedir que el calor termine cocinándolas. Podrán ver, enseguida, cómo se formará una espuma sobre la superficie.
Debemos retirar dicha espuma con cuidado, asistidos por una cuchara, yendo desde el centro hacia los bordes. Este proceso se denomina “batir a blanco” e implica justamente batir hasta espumar los huevos y/o yemas y seguir batiendo hasta que pierdan su color original.
Es momento entonces de colocar e ir repartiendo nuestra casi crème brûlée en potes chicos, que llevaremos al horno y a “baño maría”, método de cocción usado por ejemplo en el flan, que supone dar calor indirecto a los ingredientes que se cuezan, otorgando una temperatura uniforme y constante.
Para ello debe introducirse el recipiente con los ingredientes a cocinar dentro de otro de mayor tamaño y con agua dentro. Se enciende el fuego y el agua servirá como hilo conductor para dar calor, no directamente, sobre el contenido del recipiente más chico. Dicha técnica permite cocinar todo de forma homogénea.
Por eso, el agua que utilicemos para el “baño maría”, si bien tiene que estar caliente en ningún momento debe hervir. En tal caso, agreguen un chorro de agua natural. La cocción corresponde realizarse a fuego suave, 100º aprox. Si fuera necesario, poner sobre la superficie un papel.
Dependerá de qué tan potente o no sea el horno de su casa, pero digamos que la cocción justa de la crème brulée puede demorar entre 30-40 minutos. Es cierto que este tipo de cremas pueden tardar en cuajar como deben. De todas maneras, jamás optar por subir el horno porque nuestro postre podrá arruinarse. Mejor esperar, a fuego suave, hasta cuajar… Así quedará esa cremosidad que buscamos.
Para reconocer el punto exacto de cocción de esta crema mágica, comprobaremos si los bordes se mantienen firmes y el centro medio blando o húmedo. Cuando abran el horno para chequear, se notará rápidamente que el centro no tiene la misma firmeza que los bordes.
Una vez pronta su cocción, sacar el recipiente del horno y dejarlo afuera enfriando a temperatura ambiente, en caso de preferir caramelizar luego, al final de todo el preparado. Eso sí, cuando vayan a caramelizar, recomendamos antes calentarla un poco.
Por último, polvoreamos con una fina capa de azúcar sobre toda la superficie y con una plancha bien caliente, o mejor si se dispone de un soplete, vamos quemando el azúcar hasta que caramelice. Para dejarlo aún más crocante, cubran otra vez con más azúcar y volvemos a pasar el soplete por encima de esa nueva capa.
Como es un postre que acostumbra a servirse frío, lo dejaremos en la heladera un par de horas. Aunque si así lo prefieren, la crème brûlée también podrán servirla ni bien la hayan caramelizado. Pero para apreciar con toda su intensidad el inigualable contraste de su textura crujiente y la frescura de la crema, sugerimos dejar dentro de la heladera durante dos horas antes de servir. Incluso mejor si redoblan su paciencia y lo dejan reposando hasta el otro día.
Diversos sabores y texturas en un mismo postre. Eso es la crème brûlée, un contraste justo entre calor y frío, entre la consistencia crujiente del azúcar y crema bien fresca. Una receta típica de la cocina francesa, que luego se extendió por el mundo hasta convertirse en el famoso postre que parece derretirse o deshacerse en la boca…
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