ACTO 3

El arte de la manipulación

Era uno de los primeros usuarios de la ciudad de Nueva York que había decidido ingresar en la red social de dudosa reputación. Para el momento en que Cristian había decidido registrarse, el sitio apenas llegaba a una cifra de 5 mil usuarios en todo el mundo.

Pero a pesar de la deficiente información que había recolectado sobre el sitio web, Cristian decidió ingresar sus datos personales y así comenzar a explorar esta nueva ventana que lo conectaría con nuevas personas en todo el mundo.

Este sitio hacía uso de cierta publicidad engañosa que te invitaba a formar parte de la red más diversa de usuarios en todo el mundo. Era un proyecto que se veía inocente e interesante ante los ojos de Cristian, quien rápidamente comenzó a seguir a un gran número de usuarios aleatorios que poseían intereses similares a los de él.

Pero rápidamente, Cristian pudo notar que los datos que proporcionaban otros usuarios, no eran tan detallados como los de él, había proporcionado su dirección exacta, fotografía real, números de contacto e intereses reales.

Una de las principales actividades que solía practicar Cristian, era el montañismo, adoraba pasar los fines de semana escalando, compartiendo con su novia Kimberly Borland. Eran fanáticos de las comidas al aire libre y cada semana solían desaparecer y desconectarse del mundo real para ir a realizar caminatas durante algunos kilómetros.

Iban través de lugares increíbles en los que solían encontrarse con ríos, cascadas y paisajes naturales imponentes. Así fue como lo describió en su perfil, así que estaba decidido a conocer a otras personas que compartieran el mismo gusto por estas actividades y que se encontraran en Nueva York.

La fidelidad nunca había sido la mejor cualidad de Cristian, a pesar de su estrecha relación con Kimberly, con quien había estado saliendo durante los últimos dos años, Cristian era un adicto a las chicas. No era demasiado atractivo, y su humor era muy absurdo, la única razón por la que Kimberly se había mantenido a su lado, era por haberle entregado su virginidad.

Pero Cristian no le daba demasiado valor a esto, y a pesar de estar junto una chica fiel y comprometida, este buscaba algo de acción extrema en su vida. Por lo que rápidamente sus intereses en MeetMe, se desviaron hacia la búsqueda de chicas.

Solía invertir horas interactuando con chicas muy atractivas, algunas indicaban que se encontraban en la ciudad, así que intentaba concretar algunas citas, pero no tenía éxito.

La vida de Cristian comenzó a desmoronarse, invertía horas en su ordenador intentando conocer chicas nuevas, pero a pesar de generar muy buenas relaciones a través del ordenador, no conseguía tener éxito para conocerlas personalmente. Kimberly no soportaba las largas ausencias de Cristian que se habían comenzado a generar en los últimos meses, así que decidió dar por terminada la relación al sospechar que Cristian la estaba engañando con otras mujeres.

Esto pareció no importarle demasiado al joven chico de 19 años, quien a pesar de perder la única chica segura que tenía, sentía que podía conseguir algo mucho más interesante a través de MeetMe.

La ausencia de la universidad de hizo cada vez más frecuente, solía estar conectado durante horas a la plataforma de la red social. Este sitio solía acumular puntuación por la cantidad de horas que el usuario estaba en línea, y Cristian se volvió adicto a esta retribución por su confianza en la red social.

Una de las particularidades de este sitio web, era que, al acumular una cantidad considerable de créditos, podrías tener acceso a una membresía VIP, donde podrías utilizar estos puntos para obtener premios y regalos.

Pero Cristian jamás se imaginaría la clase de premios y regalos que se encontraban en el catálogo de este sitio web. A pesar de contar con la puntuación precisa, decidió acumular muchos puntos más, y cada vez más la cifra crecía a un ritmo lento pero constante. Ya había perdido el control sobre la situación, Cristian estaba atrapado entre las redes de MeetMe.

La única opción que pudieron concebir los padres de Cristian para poder ayudarlo, era cancelando el servicio de internet. Esto prácticamente destrozó los nervios de Cristian, quien estaba siendo consumido por la abstinencia.

Este se había convertido en su estilo de vida durante los últimos meses, y al no tener la posibilidad de estar en línea con sus nuevos amigos de la red, le generaba un vacío increíble en su vida. Era una completa adicción, y lo sabía perfectamente, tanto así, que Cristian había tomado la determinación de asesinar a sus padres si era necesario para poder tener acceso nuevamente a su red social favorita. Lo único que podía hacer para recuperar la confianza de sus padres, era actuar con normalidad para no despertar alarmas en ellos.

Fue cuando nuevamente las personas comenzaron a ver nuevamente el rostro de Cristian en la universidad. El chico había perdido una cantidad de peso considerable, estaba completamente irreconocible y había perdido la capacidad de socializar con las personas del mundo real.

Su rostro había sido completamente cubierto por una densa barba y su mirada se encontraba completamente perdida, su cuerpo estaba, pero su mente estaba aprisionada en otro lugar.

— Cristian, finalmente has vuelto. Pensé que no saldrías jamás de tu habitación. — Comentó Kimberly.

La chica, se mostraba aun interesada en Cristian, pero este se mostraba indiferente.

— Ya que has decidido volver al mundo, ¿Por qué no vamos a mi casa? Te haría bien estar en otro lugar.

— Me parece bien. ¿Vamos ahora? – Respondió efusivamente el chico.

— Tengo una clase, justo ahora no puedo.

— Vamos Kim, tengo muchas cosas de las que hablar. Podríamos jugar un rato si lo deseas.

Cristian sabía perfectamente cómo despertar el interés en su ex novia. La chica estaba realmente necesitada de afecto, así que accedió a las demandas de Cristian y se dirigieron directamente hasta su casa. Caminaron por un rato sin cruzar una sola palabra, Kimberly podía notar que la mirada de Cristian era completamente diferente.

A pesar de sus sospechas de que posiblemente el chico estuviese atravesando por un momento difícil y realmente necesitara alguien con quien conversar, lo que realmente le interesaba a Kim, era el sexo.

Cuando Cristian comentó acerca de esta posibilidad, un gran impulso eléctrico viajó desde la punta de sus pies hasta la nuca. Cristian podía ser cualquier cosa en el mundo, pero si algo lo podía definir completamente, era que se desempeñaba de una forma incomparable en la cama. Se esforzaba mucho en complacer a su pareja y esto le fascinaba a Kimberly.

— Te ves un poco confundido. ¿Te sientes bien? — Preguntó la chica, rompiendo el profundo silencio existente.

— Solo me duele un poco la cabeza, pero con un poco de agua se me pasará. — Respondió.

— No puedo esperar a llegar a casa, te he extrañado tanto. — Dijo Kimbery.

— Yo también, Kim.

Los diálogos de Cristian eran fríos y sin ningún tipo de emoción, parecía como si hubiese sido programado para decir exactamente lo que la chica quería escuchar.

Pero a pesar de esto, Kimberly hizo caso omiso del extraño comportamiento de su compañero y se encontraba considerablemente emocionada por poder estar de nuevo con su antiguo amante. Era el único chico con el que había estado, no tenía la confianza suficiente como para estar con alguien más.

Ya estaban a un par de calles de la casa de Kimberly, cuando Cristian comenzó a vomitar continuamente. Un fluido amarillento indicaba que el chico no había comido nada en días.

La fuerte necesidad que tenía de volver a estar en línea le había quitado completamente el apetito. Estuvo a un paso de desvanecerse, pero mantuvo las fuerzas y continúo caminando en dirección a la casa de Kimberly con la ayuda de su acompañante.

— Creo que no estás muy bien, apenas lleguemos a casa, haré lo posible por hacerte sentir mejor.

Ambos entraron al departamento, colocaron son cosas en el suelo a un lado de la puerta y Kimberly fue directamente a la cocina a buscar un vaso con agua. Cristian lo bebió con ansias, y pidió un poco más. Al volver con el segundo vaso de agua, Cristian recién salía de la habitación de Kimberly.

— ¿Qué hacías ahí dentro? — Preguntó la chica

— Extrañaba tu habitación, solo quería saber si aún todo estaba como antes, disculpa.

— No te preocupes, es muy tierno de tu parte. ¿Por qué no vamos hasta allá y tenemos un poco de acción?

Cristian accedió a la sugerencia de su compañera y juntos caminaron en dirección hacia la habitación de Kimberly. Se dejaron caer sobre la cama en una ráfaga apasionada de besos, mientras la chica no podía controlar sus manos, paseándolas desesperadamente por el cuerpo de Cristian.

Sus uñas arañaban la espalda del chico, mientras este mostraba un interés forzado en Kimberly. Su mirada no era la misma, su comportamiento era automatizado y a pesar de todo el esfuerzo de Kim, no había podido generarle una erección.

Los pechos de la chica eran pequeños y poco atractivos, era delgada y sin demasiada gracia, pero si había algo que podía despertar el interés de Cristian, eran las habilidades para la práctica del sexo oral que tenía la chica.

Su lengua era mágica, y podía hacerlo eyacular en menos de cinco minutos, por lo que quitó rápidamente su pantalón y dejó libre su pene ante la chica para que este lo introdujera en su boca. El estado de esta zona no era el más atractivo para chica. Cristian había descuidado su higiene en los últimos días, pero, aun así, hizo un sacrificio y complació a su ex novio.

Finalmente, Cristian estaba experimentando nuevamente lo que era estar vivo. Kimberly daba lo mejor de sí, acariciaba con su lengua los testículos del chico y dejaba que este introdujera completamente su pene en las profundidades de la garganta de su antigua novia. Colocando su mano detrás de su cuello, Cristian mueve su cintura mientras experimenta un placer que ya había olvidado.

— Tienes una lengua privilegiada. No sé cómo pude dejarte ir. — Dijo el chico.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Kimberly, quien no podía evitar tener una pequeña esperanza acerca de su futuro con Cristian, posiblemente había una pequeña oportunidad aun entre ellos.

Pero a pesar de las intenciones de la chica, e intentar tratar a su compañero como un príncipe, este solo tenía un objetivo en su mente y no era precisamente recuperar a Kimberly. Tomó la camiseta de la chica y prácticamente la hizo pedazos, extrajo su miembro erecto de la boca de la chica y comenzó a masturbarse frenéticamente frente a ella.

Una gran explosión de semen cubrió el rostro de la complacida chica. Las gotas de fluido caían en el suelo, mientras esta intentaba limpiar su rostro.

— Creo que deberías tomar un baño. — Dijo Cristian.

— Si, es justo lo que haré. Espero que lo hayas disfrutado, pero no fue lo que prometiste. — Respondió Kimberly, molesta.

El chico ni siquiera le había rozado sus zonas erógenas, estaba completamente frustrada al no haber recibido la satisfacción que tanto ansiaba. Era momento de tomar un tiempo para satisfacerse a sí misma una vez más, mientras tomaba un baño caliente.

La chica realizó un último intento por ser complacida por Cristian, pero este, no mostró ningún interés.

— ¿Me acompañas? — Preguntó Kimberly.

— Estaré bien, cuando vuelvas te compensaré. — Respondió.

La chica abandonó la habitación y dejó completamente solo a su compañero. Era justo lo que estaba esperando Cristian, quien rápidamente corrió hasta el ordenador de Kimberly y lo encendió.

Todo lo que estaba buscando era la forma de ingresar de nuevo a la red social de la que había estado alejado tanto tiempo. Al encender, ingresó rápidamente su contraseña en el sistema y finalmente estaba de nuevo frente a esa interfaz que parecía conectarlo con el mundo.

Su buzón de mensajes estaba repleto de notificaciones y alertas, habían notado la ausencia de Cristian. Los mensajes perecían darle paz a Cristian, quien sentía que había alguien que realmente se preocupaba por él.