ACTO 6
Inevitable
Después de 16 horas de sueño continuo, Ricardo estaba preparado para asistir a la cita con Cristina Paz, no tenía la menor idea de cómo vestirse, qué decir o cómo actuar, pero recordaba las recomendaciones que le había proporcionado Whitney.
No tenía que esforzarse por demostrar nada, así que debía ser auténtico. No era una cena romántica, según los arreglos que había realizado Whitney, solo era un gesto de agradecimiento por el éxito de la entrevista.
Mientras tanto, Cristina se encontraba en una situación similar, ya que seguramente sería retratada con Ricardo por algunos reporteros. Esto reforzaría los rumores existentes entorno a una posible relación entre ella y Ricardo. Pero, aunque no quería alimentar los falsos rumores, tampoco sentía un total desagrado por el hecho de que la vincularan con este caballero.
Durante el desarrollo de aquella entrevista le había producido sensaciones increíbles y no había duda que aquella reunión sería una oportunidad para descubrir si realmente este hombre podía despertar en ella algún interés o solo había sido parte de la presión del momento.
Ambos parecían dos adolescentes nerviosos ante su primera salida juntos. Cristina no terminaba de comprender bien cuál era el interés de Ricardo en agradecer su entrevista. Sus ojos no pudieron engañarla aquella noche. Sabía que era la excusa perfecta para poder compartir un poco más con ella, por lo que se sentía halagada.
Tener la posibilidad de tener una cita con un actor porno, le daría la oportunidad de explorar ciertas áreas que desconocía totalmente. Aún existía algo de tabú en la sociedad con respecto a este tema, así que era el momento oportuno para poder realizar algunas consultas al actor porno extranjero con mayor éxito.
Había miles de cosas que pasaban por la mente de ambos. La adrenalina corría por el cuerpo de ambos, y no entendían realmente el porqué de aquella situación. Habían acordado reunirse en un prestigioso lugar de la costa, muy cerca del departamento de Ricardo, así que este se encontraba puntualmente en el lugar a la espera de su acompañante.
Cristina era una mujer muy puntual y sabía que para ganarse la atención Ricardo, debía cumplir con los parámetros establecidos por su manager. No podía llegar tarde, o de lo contrario, Ricardo abandonaría el lugar.
Una hermosa mujer con un vestido de color azul cruza el umbral de la puerta del restaurante, todos quedan sorprendidos por la belleza de la mujer. La elegancia y la clase que irradia Cristina Paz, deja a todos sin aliento.
Un lento caminar dirige a la chica hacia su mesa, siendo acompañada por uno de los meseros. Este extiende la silla mientras Ricardo se pone de pie para recibir a su invitada. Es una mujer espectacular, nada parecido a la clase de mujeres con la que está acostumbrado a salir. Está realmente emocionado y sus manos sudan descontroladamente.
— Bienvenida, Cristina. Es un placer poder volver a verte. — Dijo Ricardo.
— Gracias por la invitación. El placer es mío. — Respondió la chica.
— Estás increíblemente hermosa. Me has dejado sin palabras.
— Exageras, pero gracias de todas formas. Tú también te ves muy bien.
Ambos tomaron asiento y la velada comenzó a desarrollarse de forma muy fluida. Ambos parecían haberse conocido desde hacía mucho tiempo, lo que les permitió compartir conversaciones acerca de múltiples temas. Una de las principales características de Ricardo que le atraían a la chica, era la capacidad que tenía para divertirla.
Ricardo poseía un humor muy agradable y solía hacer comentarios jocosos acerca de cualquier cosa, lo que hacía sonreír a la espectacular mujer de dientes perfectos. Los minutos transcurrían y ninguno de los dos parecía interesarse en el tiempo.
Después de una cena espectacular, algunas copas de vino y 3 horas de continua conversación, la cita había concluido. Pero era más que evidente que Ricardo no estaba dispuesto a dejar ir a la chica como si nada hubiese pasado. La atracción que ambos sentían iba más allá de lo que ellos conocían, así que Ricardo decidió invitar a la chica a su departamento.
Pero Cristina sabía muy bien que no podía dirigirse a la cueva del lobo, por lo que rechazó la oferta, pero moría de ganas por aceptarla. La chica no estaba dispuesta a convertirse en una presa fácil para Ricardo, pero era un hombre difícil de despreciar.
— Estoy seguro de que nos divertiremos en un lugar más privado. — Insistió Ricardo.
— Lamento no poder aceptar tu invitación. Pero mañana en la noche habrá un gran concierto en la ciudad, podríamos asistir juntos y compartir algo más de tiempo.
— Me parece perfecto, allí estaré.
Para Ricardo, la noche no había sido un fracaso. A pesar de que no había conseguido un beso de la chica, su humor siempre fue el mejor, nunca demostró desagrado o incomodidad ante los constantes intentos fallidos por seguir a la chica. La paciencia era un elemento clave en este proceso de conquista.
Cristina estaba fascinada por la personalidad de Ricardo, pero estaba dispuesta a ponerlo a prueba para saber si realmente su interés era llevarla a la cama o conocer un poco más sobre ella.
Las intenciones iniciales de Ricardo habían comenzado a cambiar, tenía la convicción de que llevaría a la chica a la cama aquel día, pero al no conseguirlo, no se sintió fracasado.
Cristina era una mujer que tenía muchas cosas que ofrecer, una noche sin sexo no significaba una derrota. Ricardo había ganado más territorio siendo dócil, que, comportándose como un cazador, tal y como solía hacerlo generalmente.
— Creo que ya es tarde, es hora de irme a mi casa. — Dijo Cristina.
— Permíteme llevarte, al menos déjame conocer dónde vives. — Respondió Ricardo.
— Mi chofer está esperando por mí, pero te agradezco el gesto. Nos veremos mañana a las 7:00 PM. Fue un placer compartir contigo. — Dijo la chica mientras le daba un beso en la mejilla a Ricardo.
El aroma de la hermosa mujer se quedó impregnado en él, quien sintió como si lo hubiesen hipnotizado en ese preciso momento. La chica no realizaba movimientos al azar, sabía perfectamente cuál era la siguiente ficha que debía mover, si quería conseguir el éxito.
Música a todo volumen, bandas de rock, mucho alcohol y una multitud de personas eran los principales elementos que conformaban el escenario al que había invitado Cristina a Ricardo. Estaba en su entorno, no tenía posibilidades de algo saliera mal.
Pero Cristina estaba poniendo a prueba la capacidad de autocontrol de Ricardo, quien inicialmente había ingerido una cantidad considerable de cervezas. Pero pudo darse cuenta rápidamente de las intenciones de Cristina al llevarlo a ese lugar, así que prefirió contenerse.
Ambos disfrutaban de la buena música y cantaban las canciones a coro, mientras la adrenalina y la excitación recorría cada uno de sus cuerpos.
Era la primera vez que Cristina se mostraba de esa forma en público con un hombre, era amante de la música rock, pero no tenía la libertad de vivir esas experiencias. La irreverencia de Ricardo había sumado una nueva forma de ver las cosas, y estaban compitiendo un momento que fácilmente quedaría grabado en sus recuerdos para siempre.
Al ritmo de una canción lenta, ambos comienzan a bailar, todo el público levanta sus manos con encendedores, el lugar está completamente iluminado por la tenue llama que generan los pequeños focos de luz. Es el momento perfecto para que Ricardo tome el control de la situación.
Los brazos del caballero se ubican entrelazados alrededor de la zona abdominal de la chica, quien comienza a acariciar con sus dedos, los antebrazos de Ricardo. No tiene control de sus acciones, solo se deja llevar por sus impulsos.
Se trata de una canción romántica que habla sobre las relaciones pasajeras, por lo que ambos parecen sentirse identificados. Hay una gran sonrisa dibujada en el rostro de ambos, así que disfrutan del mejor momento de sus vidas en mucho tiempo.
Ricardo disfruta del suave aroma del cabello de Cristina, mientras esta puede sentir como el fuerte pecho de Ricardo se fusiona con su espalda. Es un momento magno que difícilmente podrán repetirlo con alguien más, así que se entregan al romanticismo del ambiente.
Una pareja comienza a besarse justo al lado de ellos, y a pesar de que sienten una necesidad increíble de imitar a sus vecinos, logran controlarse.
Cristina se desconoce totalmente, hay muchas sensaciones recorriendo su cuerpo que la impulsan a actuar fuera de los esquemas, pero Ricardo no es el tipo de hombre que había esperado toda su vida. Pero a pesar de ser un hombre con un pasado caótico, le ha demostrado estar completamente comprometido con ella. No ha intentado propasarse y se ha mostrado como un hombre tierno y sincero.
La chica deja caer los muros que evitan que acceda a los labios de Ricardo, se da media vuelta, y deja que el hombre tome el control de la situación. Un largo e intenso beso deja completamente claro el gusto que sienten el uno por el otro. Pero no solo los besos se hacen presentes.
El licor, la música y la adrenalina hacen de aquella situación una bomba explosiva que detona justo en el momento que sus cuerpos se tocan. El miembro enorme de Ricardo comienza a endurecerse, y Cristina puede notarlo rápidamente.
Esto excita también a la chica, quien decide estimular a Ricardo con algunos roces de su pierna. Intentan disimular la intensidad del momento, pero ambos comienzan a devorarse en público. Cristina olvida completamente su reputación y se entrega a la pasión, pero Ricardo sabe que debe protegerla y no puede tratarla como una cualquiera, así que detiene la locura.
— ¿Qué sucede? — Preguntó Cristina.
— No quiero traer problemas a tu vida. Realmente me importas. — Respondió Ricardo.
— Tienes razón, no sé en qué estaba pensando.
— Deberíamos ir a otro lugar, donde podamos disfrutar de esto con más privacidad.
— ¿Qué propones? — Preguntó la chica.
— Conozco un lugar que te fascinará. — Respondió Ricardo, mientras tomaba de la mano a la chica y abandonaban el lugar.
Desde su llegada a los Estado Unidos, Ricardo se había residenciado en la costa, era un amante del mar y de la naturaleza, por lo que conocía lugares espectaculares a los cuales ir.
No solía llevar chicas a estos sitios, eran como una especie de templos para él, así que siempre que se sentía agobiado por el estrés o las preocupaciones, se dirigía a estos lugares y su mente se despejaba rápidamente. Pero Cristina era una mujer especial, y merecía compartir con él algunos de sus lugares favoritos.
Las estrellas cubrían un cielo despejado que venía acompañado de una hermosa luna. El sonido envolvente de las olas del mar había aportado la banda sonora para el encuentro, mientras que una botella de vino tinto, sería la acompañante perfecta para la pareja.
Al llegar al lugar, Cristina quedó completamente sorprendida al ver el reflejo de la luna sobre el agua, estaba fascinada ante la vista. Ricardo comenzó a acariciar su cabello, incitándola a besarlo, lo que dio inicio a un encuentro lleno de ternura y romanticismo.
Ricardo besaba el cuello de la chica, mientras disfrutaba de las caricias. Ambos fueron quitándose la ropa lentamente hasta quedar completamente desnudos a la intemperie. Cristina se encontraba apoyada contra el coche de Ricardo, mientras este la penetraba con suavidad.
Disfrutaba de sus delicados senos, una piel suave y la textura de los labios de la chica. Ambos están en un trance de pasión que no puede ser interrumpido por nada en el universo. Ricardo experimenta por primera vez el significado de hacer el amor.
Todo lo que conoce este caballero se trata de lujuria y sexo desenfrenado, pero Con cristina es totalmente diferente. La chica disfruta del enorme pene de Ricardo, es lo más grande que ha visto y se siente afortunada de ser complacida por tan jugoso ejemplar. Es un encuentro que marca el inicio de la relación entre Cristina y Ricardo, quienes se devoran apasionadamente hasta el orgasmo bajo la luz de la luna.