ACTO 2
El vacío del adiós
Un par de botellas de cerveza en el suelo de la habitación, evidenciaban una celebración previa. La noche anterior había sido una completa locura para Ricardo, quien, a pesar de ser un buen bebedor, había sobrepasado sus límites, emborrachándose hasta perder el conocimiento con un grupo de chicas en su departamento en la costa.
La vista era espectacular, se podía ver un atardecer increíble, y era la excusa perfecta para poder llevar a la cantidad de mujeres que deseara a aquel lugar.
Los últimos 7 años de la vida de Ricardo, habían sido la envidia de cualquiera. Mujeres espectaculares, lujos, excesos y era más conocido en todo el país por su pene, que por su rostro.
Ricardo había conseguido entrar en una industria que siempre había soñado, pero a pesar de estar viviendo al límite cada día de su vida, sentía la necesidad de generar más dinero y experimentar cosas nuevas.
Aquella tarde había concretado una reunión con su manager, con quien estudiaría la posibilidad de implementar nuevas estrategias para impulsar su carrera y darle un nuevo rumbo a su imagen como actor porno.
Todo lo que había imaginado que tendría, finalmente lo podía palpar, mujeres, dinero y prestigio rodeaban al actor de ahora 30 años. Pero el éxito en la industria del porno no podía durar para siempre, así que tenía que buscar una forma de mantenerse vigente en el mundo del espectáculo, no solo debía ser recordado como el chico de pene gigante.
El alcance que ambicionaba Ricardo iba mucho más allá, y por su mente habían pasado algunas ideas que debía discutir con su asesor, quien le había dado la posibilidad de alcanzar el éxito, y era de su absoluta confianza.
En su cama, yacen dos hermosas chicas, no tiene idea de cuáles son sus nombres, pero están completamente desnudas y evidentemente, ha tenido sexo con ellas, el ardor en sus genitales no miente. El afortunado caballero acaricia el cabello de una de ellas mientras busca la manera de iniciar la acción nuevamente.
Ricardo es insaciable y no quiere salir de la cama sin repetir una nueva experiencia con las chicas. Ambas se despiertan aún confundidas y al ver el rostro de Ricardo, sonríen. Esta no podía ser una mala señal, la noche anterior debieron disfrutar al máximo de la velada.
Durante la celebración de la recepción posterior a la boda de Greg, Ricardo no pudo evitar salir del lugar acompañado de cuatro hermosas chicas solteras que se encontraban en el lugar.
Todos sabían acerca de la rentabilidad del mundo del porno, así que, constantemente, Ricardo recibía llamadas de amigos que buscaban una oportunidad de entrar a ese mundo, pero la negativa siempre era rotunda. De igual modo, las chicas buscaban una oportunidad de recomendación al haber pasado por la cama de una estrella como Ricardo Noruega, quien en 7 años había construido un imperio del porno.
La gran cantidad de apariciones en películas y contratos, le había dado la posibilidad de convertirse en uno de los socios más importantes de la casa productora DX films, lo que le generaba miles de dólares en ganancias.
Pero Ricardo no estaba interesado en dejar la actuación, quería permanecer frente a la cámara mientras su gran miembro respondiera ante los estímulos de una mujer. No podía evitar satisfacer sus impulsos, cuando su pene le daba una señal, era inevitable que este sucumbiera ante la necesidad de conseguir placer sexual a costa de lo que fuese.
Una de las pruebas más difíciles que había tenido que afrontar, era la de resistir ante la atracción que sentía por Jossie, la novia de su hermano. Sabía que esta chica necesitaba una dosis de buen sexo, y que la boda con su hermano era absoluta conveniencia. Tener que resistir todo un año de relación, viendo a la chica junto a su hermano, y sin poder actuar, ya era suficiente tortura para él.
Sabía que la chica se hospedaría en aquel hotel, así que arregló una reservación en una habitación en el mismo piso que la chica. Seducirla no era una tarea difícil, ya habían intercambiado algunas miradas y Ricardo tenía la certeza de que la chica sentía un profundo deseo por él.
Acostarse con la futura esposa de su hermano, había representado un tipo de venganza hacia Greg, las constantes humillaciones que tuvo que afrontar durante su llegada a los estados unidos, no quedaron olvidadas por el rencoroso chico de 23 años. Tuvieron que pasar 7 años, para que Ricardo finalmente pudiese compensar todo ese odio que sentía por Greg Noruega.
Haberse acostado con aquella chica había representado el cierre de un ciclo, y sin duda alguna, lo había disfrutado. Era una joven ardiente que merecía ser tratada como una mujer de verdad, y sabía que Greg no era el mejor amante.
La práctica y la experiencia de Ricardo en el mundo del sexo era notable, y una gran cantidad de mujeres adicionaban cada día para poder compartir una escena con él. Podría decirse que, a sus 30 años de edad, Ricardo se encontraba en el Top 5 de actores porno más rentables de la industria.
La fortuna del actor crecía a un ritmo impresionante, pues sus películas contaban con una importante demanda en el mercado. Todos querían saber cuál sería la próxima modelo que acompañaría al actor en una nueva escena, ya que su exquisito gusto por las mujeres, era inmejorable.
Después de una jornada de sexo oral proporcionada por la pareja de chicas, ya era hora de salir de la cama. A Ricardo le esperaba un día lleno de nuevos proyectos y propuesta que seguramente cambiarían el curso de las cosas de una forma increíble.
Necesitaba comunicarse con Bruno Montes, su manager, y a pesar de los continuos intentos por ubicarlo a través de su móvil este no contestaba las llamadas. Esto había resultado peculiar para Ricardo, ya que siempre contaba con Bruno en cualquier momento.
Desde sus inicios había desarrollado su carrera bajo el manejo de Bruno Montes, ya que este se había ofrecido a ayudarlo a obtener los mejores contratos con las chicas más cotizadas.
La ayuda de Bruno había convertido a Ricardo en la mejor opción para cada una de las productoras que le daban la oportunidad de mostrar su talento en la cama a través de las cámaras. Sin duda alguna, Bruno había conseguido convertir a Ricardo en un héroe para el público masculino y un símbolo sexual para las mujeres.
El nombre de Ricardo Noruega era sinónimo de buen sexo y placer, y era el único extranjero que había tenido la posibilidad de ganar un premio al mejor actor porno masculino en los premios más importantes de la industria. Había un nombre y una reputación que cuidar, y Bruno era el hombre perfecto para esto.
Se había encargado de hacer llegar a la prensa los escándalos más mediáticos que involucraran a Ricardo, de esta forma, los noticieros y los programas de TV dedicados al mundo de la farándula, se irían familiarizando con este sujeto que rápidamente se ganó la simpatía de todo el país.
La ausencia de Bruno se había extendido durante todo el día, y por lo general siempre realizaba llamadas a Ricardo para controlar su ubicación y estado. Bruno se había convertido en un hermano mayor para Ricardo, y en ocasiones, hasta en un padre.
Ya Ricardo se encontraba en un estado de preocupación bastante elevado debido a la desaparición de Bruno, no sabía qué hacer sin él, básicamente era quien se había encargado de manejar su carrera como actor durante toda la existencia de esta. Tener que seguir adelante sin tener las recomendaciones de Bruno, sería complicado.
A pesar de realizar algunas llamadas e intentar dar con la ubicación de Bruno, todos los intentos de Ricardo fueron fallidos. Lo único que podía hacer, era esperar a que el mismo Bruno apareciera en las próximas horas, con una buena explicación acerca de su ausencia.
Pero a medida que las horas transcurrían, mayor era la tensión. Llamadas a los familiares, amigos y compañeros de trabajo, daban como resultado una ausencia absoluta de Bruno. Era un hombre reservado que no acostumbraba a desaparecer de ese modo.
Todos los compañeros y amigos se habían unido en una búsqueda exhaustiva después de las primeras 24 horas de desaparición de Bruno Montes, el manager de uno de los actores más exitosos del mundo del porno. Pero tarde o temprano tendrían noticias de él.
El móvil de Ricardo comienza a sonar, se trata de la hermana de Bruno, al ver su nombre en la pantalla del móvil, sabe que no se trata de una noticia favorable, de lo contrario, sería el mismo Bruno quien lo estuviese llamado.
— ¡Está muerto! — Dijo Sara Montes, mientras lloraba desesperadamente.
— ¿Bruno? ¿Lo encontraron? — Preguntó Ricardo.
— Si, estaba hospedado en un hotel a las afueras de la ciudad, lo encontraron sin vida. Los forenses indican que murió hace 8 horas.
— No puede ser. Esto es devastador. Voy a tu casa. — Dijo Ricardo, mientras tomaba las llaves del coche y salía del departamento rápidamente.
No se trataba de una situación irregular o un asesinato. El destino había hecho una mala jugada a Bruno, quien sufría de una extraña enfermedad. Las convulsiones se manifestaban de forma repentina y podían ser controladas mediante un fuerte medicamento.
Las dosis debían ser exactas, ya que de lo contrario podrían generar una parálisis temporal, y en dosis exageradas, podría causar la muerte del paciente. Bruno conocía perfectamente su estado de salud y podía manejar la situación, pero mientras conducía su coche, las cosas se tornaron diferentes.
Bruno conducía en dirección a su casa, pero de pronto comenzó a experimentar una sensación de hormigueo en sus manos, las cuales comenzaron a dormirse. Rápidamente tomó la dosis prescrita del medicamento e intentó calmarse, pero no estaba en condiciones de seguir conduciendo, por lo que prefirió detenerse a un lado de la carretera mientras la crisis pasaba.
Pero al no sentirse mejor, decidió hospedarse a un hotel que se encontraba a un par de kilómetros de su ubicación. Con dificultad, logró llegar al lugar, pero cometió el grave error de no notificarle a nadie acerca de su ubicación.
El estado de confusión en el cual se encontraba Bruno, no le permitió tomar las medidas necesarias para garantizar su integridad. Entró al lugar, un modesto hotel que usualmente es utilizado por los conductores nocturnos para pasar la noche.
Pidió una habitación y al entrar al lugar, caminó hacia al baño y lavó su rostro con un poco de agua fresca. Estaba muy mareado y el episodio se intensificaba, lo único que pasó por su mente fue que quizás no había tomado la dosis correcta, por lo que tomó una cápsula adicional y la introdujo en su boca.
Dejando que la misma pasara a través de su garganta con un poco de agua, Bruno fue hasta la cama y se desplomó. Era evidente que el medicamento había comenzado a responder, pero de forma negativa. Su cuerpo comenzó a paralizarse hasta el punto en que no podía mover más que los ojos.
Bruno permaneció de esta forma el resto de la noche, y la desesperación de no poder moverse, género un estado de estrés que disparó leves convulsiones que lo fueron matando lentamente. La muerte de Bruno fue totalmente dolorosa y traumática para sus familiares, quienes no pudieron hacer nada por él.
Ricardo había perdido a un gran amigo y un gran manager. Ni siquiera podía pensar en seguir adelante sin él.