ACTO 4

La excusa perfecta

 

Las entrevistas comenzaban a ser una molestia para Ricardo. Pero, cada vez que hacía una aparición en televisión, esto se traducía en una gran cantidad de dinero para su compañía.

Los tiempos habían cambiado, ya los actores de cine porno no eran satanizados como hace 40 años, y el paso que había dado Ricardo para realizar un aporte a la sociedad, lo había convertido en toda una revolución en la industria.

Pero sin saberlo, Ricardo había abierto una caja de Pandora, ya que su nombre estaba siendo utilizado ilegalmente para crear nuevas campañas de beneficencia, en las cuales se había estado estafando a una gran cantidad de personas.

A pesar de que esto no sonaba nada bien para Ricardo, para Whitney, era el curso perfecto de los acontecimientos, ya que tendría la posibilidad de realizar una denuncia pública a todas estas organizaciones fraudulentas e iniciaría una cacería de brujas que limpiaría finalmente la ciudad de una gran cantidad de alimañas que habían convertido a la ciudad de Nueva York en un nido de ratas estafadoras y tramposas.

El nombre de Ricardo Noruega aparecía nuevamente en los principales titulares del país como el líder de la iniciativa anti-fraude que había resultado exitosa en la ciudad.

El tiempo se había reducido significativamente para Ricardo, quien deseaba desesperadamente, volver a su rutina de fiestas y celebración, en las que podía acostarse con hasta 4 mujeres en una sola noche. Pero a pesar de que esta era la vida que extrañaba, su nueva faceta estaba generando mejores números, ya que no se trataba de una figura únicamente para el público adulto.

El haber ayudado a tantas personas a través de su fundación, le había proporcionado la posibilidad de ganar una gran cantidad de seguidores que se habían encargado de limpiar su nombre en todos los aspectos.

Ricardo Noruega era el nuevo héroe de la ciudad y no tenía la menor idea de cómo Whitney había logrado esto. Las próximas entrevistas de televisión que se habían programado, lo tenían bajo una situación de estrés, ya que se presentaría en el programa de televisión de una de las presentadoras con más televidentes en los Estados Unidos, se trataba de Cristina Paz.

A pesar de que no solía sentirse intimidado por ninguna mujer, Cristina tenía una reputación de ser una periodista incisiva que desenmascaraba en televisión en vivo a todos sus invitados, haciéndoles preguntas incómodas que prácticamente los ridiculizaban.

Pero Ricardo no era un hombre indefenso que caería en la trampa de algunas de las preguntas de Cristina, estaba preparado perfectamente por Whitney, quien sabía cuáles serían las temáticas que Cristina abordaría para intentar sacar de la zona de confort a su invitado.

Una de las principales estrategias de Ricardo, era tomar la misma posición de Cristina, e intentar seducir a la presentadora mientras se desarrollaba el programa de televisión. Sería un reto nuevo, lograr seducir a una mujer en televisión en vivo, estaba acostumbrado a hacerlo frente a las cámaras, pero esta vez sería totalmente diferente.

La segunda etapa de la estrategia que había ideado Whitney, estaba en desarrollo, pero esta será del desconocimiento absoluto de Ricardo. Solo estaban a dos noches de la entrevista con Cristina y la presión aumentaba cada día más, no sabía si era buena idea confrontar a esta polémica presentadora de televisión, pero de igual modo, ya era un poco tarde para arrepentimientos.

— Cristina buscará destruirme, lo sé. — Dijo Ricardo, mientras toma una copa con Whitney.

— Debes mantener la calma. El enfoque de la entrevista está dirigido a promover la campaña de beneficencia. Nada tiene que ver con tu vida personal. — Respondió la chica, intentando tranquilizar a Ricardo.

— No entiendo cómo nos has metido en esto. Si me quedo sin palabras frente a todo el país, todo lo que he hecho se vendrá abajo.

— No seas dramático, Ricardo. Lo que necesitas es relajarte. ¿Por qué no llamas a una de las chicas fáciles que siempre buscas, e intentas distraerte?

— Es una buena idea. Es precisamente lo que haré.

— Pues entonces creo que mejor me voy. — Dijo la chica mientras tomaba las llaves de su coche y su móvil.

— No tienes que irte, puedo conseguir algo para ti también.

— ¿Acaso crees que no puedo conseguir mis propios chicos? — Preguntó Whitney.

— Whitney, déjate de engaños. Es evidente que te gustan las chicas. He visto como las observas durante las grabaciones.

Whitney quedó completamente palidecida, no podía creer que Ricardo la hubiese confrontado de una forma tan directa ante un tema tan delicado para ella como el de su sexualidad.

Siempre había sido muy femenina, y despertaba una gran atracción en los hombres, pero el rechazo y la falta de interés que había demostrado al conocer a Ricardo, habían despertado en él, algunas alarmas que se traducían en una posibilidad de que la chica no sintiera ninguna afinidad por los hombres. Aquel juicio que surgió esa noche entre algunas copas de vino, había puesto en evidencia absoluta a Whitney.

— No vuelvas a repetir eso, Ricardo. — Dijo la chica.

Ricardo la ignoró por unos minutos mientras hablaba por su móvil con una de las chicas a las que siempre recurría para poder pasar una noche divertida llena de sexo, algunas drogas y mucho licor. Desde la llegada de Whitney, no había tenido la posibilidad de vivir una noche como esas.

La indignación de la chica se vio reducida al ver llegar dos chicas despampanantes, ambas tenían un atractivo impresionante, y sospechó que algo tramaba Ricardo. Una de las chicas saludó con un intenso beso en los labios a Ricardo, mientras que la otra solo recibió un beso en la mejilla.

Whitney observa con vergüenza a la otra chica, ya que nunca había actuado frente a Ricardo como usualmente lo hacía con una mujer.

Whitney sentía una fuerte atracción por la chica, la cual simplemente guardó silencio y se sentó junto a ellos mientras Ricardo y la escultural chica latina, se devoraban frente a las miradas incómodas de la pareja de chicas. De pronto, Ricardo se coloca de pie y toma a su pareja de la mano, caminando hacia su habitación.

— Diviértanse. — Dijo Ricardo, mientras le brindaba una sonrisa a Whitney.

Ambos personajes abandonaron la habitación. Ricardo moría de ganas por poseer a la chica, así que ni siquiera se preocupó por cerrar la puerta al entrar. Fueron directamente a la cama, mientras sus labios se devoraban y los dientes hacían una breve aparición eventual.

La cantidad de licor que tiene Ricardo en la sangre, lo desinhiben completamente, desnudando a la chica en cuestión de un par de segundos. Una escultural latina de piel bronceada se encuentra completamente desnuda en la cama de Ricardo, mientras este se pone de pie a un lado de esta, mientras se desviste.

— Ve calentando. Mastúrbate para mí. — Dijo Ricardo.

La chica comenzó a acariciarse con suavidad, mientras disfrutaba del suave roce de sus dedos que se desplazaban por sus senos. La chica disfruta de sus caricias, imaginando que es alguien más. Los niveles de excitación se van incrementando y se evidencia en el ritmo de su respiración.

Si delicada piel parece no tener una sola imperfección. Un abdomen plano y formado que comienza a moverse con lentitud al ritmo de la música que únicamente suena en su imaginación. La chica ha consumido un poco de drogas antes de llegar al lugar y está experimentando los efectos de la misma en ese momento.

Mientras la observa, Ricardo deja salir su enorme bestia de 25 centímetros, acaricia su pene mientras este comienza a calentarse. Una vez erecto, la chica no puede esperar más por ser penetrada por Ricardo, así que extiende su mano, la cual es tomada por el caballero.

Es impulsado repentinamente contra la chica. Ricardo se encuentra sobre su amante, la cual toma el miembro de su compañero y comienza a frotarlo contra su vagina con una delicadez notable. Quiere humedecerlo antes de introducirlo, así que solo deja entrar un poco la punta.

Los ojos de Ricardo permanecen cerrados, mientras disfruta de la sensación que le está proporcionando la chica. Quiere penetrarla de una vez, pero permite que la chica tome el control.

Cuando finalmente la hermosa latina de labios gruesos, decide introducir el pene de su amante, un gran gemido se escapa. Este es escuchado por la pareja de chicas que aún se encuentra en completo silencio y en constante ingesta de vino.

No pueden evitar sonreír al escuchar a la compañera de Ricardo gemir.

— Ricardo y su gran animal, siempre generan el mismo efecto. — Dice Whitney.

— No todas necesitamos un gran pene para satisfacernos. — Respondió la rubia de ojos azules.

— ¿Quieres hablar de lo que te gusta? — Preguntó la tímida Whitney.

La chica simplemente mordió sus labios, y abrió levemente sus piernas, dejando ver su vagina descubierta, ya que no llevaba ropa interior. El movimiento de la chica, dio una clara señal a Whitney de que debía actuar rápido y aprovechar el momento de excitación.

Posiblemente había sido el vino, pero no podía dejarlo al azar, debía poseer a esa hermosa rubia de senos voluptuosos y caderas anchas, antes de que perdiera la oportunidad de iniciar el acto.

Lentamente, Whitney se acercó a los labios de su compañera, la cual esperaba paciente la llegada de esos tiernos labios, hasta que finalmente hicieron contacto. Whitney experimentaban miles de sensaciones recorriendo su cuerpo, y la adrenalina de tener sexo casual con una completa desconocida, se salía completamente de sus esquemas.

Solo un par de segundos después, Whitney pudo sentir como los dedos de su compañera comenzaban a acariciar su clítoris por encima de su ropa interior. Whitney llevaba una falda que ya se encontraba a la altura de la cintura.

Los suaves movimientos circulares, humedecieron rápidamente la zona genital de Whitney, quien imitó el movimiento de la rubia, y se arriesgó a introducir sus dedos lentamente en la vagina de la excitada chica.

Mientras tanto, Ricardo y la hermosa latina, habían llegado al suelo, la sesión apasionada y descontrolada los había llevado a salir de la cama y a comportarse como dos animales sin límites.

Era una de las razones por las cuales, Ricardo siempre recurría a Vanessa, y aunque sabía que este no era su nombre real, lo único que le interesaba de la chica era su habilidad para llevarlo al orgasmo múltiples veces en una noche.

Era una amante espectacular, así que mientras se devoraban en el suelo de la habitación, afuera, las dos chicas ya se encontraban completamente desnudas practicándose sexo oral mutuamente. La lengua de Whitney se pasea por el borde de los labios vaginales de su compañera.

Ni siquiera sabe su nombre y ya conoce el sabor de sus fluidos, algo poco usual en la conducta de Whitney, quien gime de placer al recibir las penetraciones de la lengua de la chica en su vagina. Nunca antes había estado con una mujer que dominara con tanta maestría su lengua, así que lo disfruta al máximo.

Desde las afueras de la habitación se pueden escuchar los fuertes sonidos, producto de las nalgadas que recibe Vanessa. Ricardo quiere seguir aumentando la intensidad del encuentro y toma del cuello a la chica, sabe que esto la excita mucho más.

Esta se entrega a su amante y permite que este haga todo lo que le plazca. Ambos alcanzan el primer orgasmo de forma simultánea, mientras Ricardo devora los senos de la chica, quien se encuentra completamente agotada. Se toman unos minutos antes de seguir adelante con una segunda sesión y logran escuchar los gemidos de las chicas a las afueras de la habitación.

— Parece que tu amiga finalmente sucumbió ante los encantos de Ginger. — Dijo Vanessa.

— ¡Hey, Whitney, no me lo agradezcas! ¡Espero que lo estés disfrutando! — Gritó Ricardo desde su habitación, dirigiéndose a su amiga.

Las chicas combinaron el vino y el sexo durante toda la noche, dejándose llevar por el deseo que sentían mutuamente. Había sido una noche llena de lujuria que posiblemente se convertiría en una costumbre para Whitney. Ricardo le había dado de probar del fruto prohibido, estaba perdida.