Capítulo 8
¿Quieres ser el rey de la baraja?
En este capítulo
Encuentra la carta elegida de cuatro maneras imposibles
Cómo
predecir el futuro de dos maneras increíbles
Encuentra los ases de tres maneras sorprendentes
Una
historia de amor con naipes
Como cualquier actividad, la magia tiene algunos riesgos profesionales. Uno de ellos es que te encuentres a un tipo listo en una fiesta y, en medio de tu brillante función, te diga que él también conoce algunos trucos. En los siguientes 45 minutos te quedas ahí, aburrido como una ostra, mientras Godofredo el Magnífico hace un truco interminable en el que reparte toda la baraja en pilas, carta por carta, hasta terminar todo el bloque. Luego lo mismo, tres veces más. “Y ahora, ¿en qué pila está tu carta?”.
Es como para morirse de aburrimiento.
La cantidad de trucos con cartas que pueden ser aburridos es vergonzosamente grande, porque la buena magia con cartas puede transportar al público a otro mundo. En manos de un experto, o incluso de un principiante que se limite a hacer trucos decentes, la magia con cartas, o cartomagia, puede hacer que el público se quede sin aliento.
Después de examinar cientos de miles de candidatos, permíteme presentarte unos cuantos trucos espléndidos con cartas. La gente va a hablar de estos trucos extraordinarios que van mucho más allá de “elige una carta”. Y trucos que, en ninguna circunstancia, te piden que repartas toda la baraja carta por carta.
Cómo barajar sin conseguir nada
Tal vez conozcas la manera habitual de barajar: cortar el bloque por la mitad, poner las mitades frente a frente, levantar uno de los bordes y finalmente empujar las mitades para formar un solo bloque (ver foto A de la figura 8-1).
Durante los últimos diez años, mientras tú disfrutabas de películas, vacaciones y de la compañía de seres humanos, algunos magos se quedaron en casa y pasaron horas practicando cómo barajas las cartas. Estos profesionales son tan buenos que pueden hacer un barajado falso que deje todas las cartas exactamente en el orden en que comenzaron.
No tengo la intención de enseñarte algo que tardarás diez años en dominar. Sin embargo, tal vez puedas dedicar diez minutos a aprender un barajado falso que deja una carta en su lugar, ya sea la superior o la inferior. Este barajado falso es extremadamente útil en los otros trucos de este capítulo.
Figura 8-1: Un barajado falso implica controlar qué cartas caen primero (A) y cuáles caen al final (B)
1. Divide el bloque en dos mitades y ponlas frente a frente, como si fueras a hacer un barajado normal. Recuerda qué mitad era originalmente la superior.
Supón que intentas mantener la carta superior en la posición superior.
2. Comienza a barajar las cartas, soltándolas con los pulgares. Haz que las cartas finales vengan de la mitad superior de la baraja.
Esto no es muy difícil. Al sincronizar el barajado de modo que controles qué cartas quedan en los pulgares al final, puedes hacer que la carta superior conserve esa posición, incluso si repites el barajado varias veces. La foto B muestra esta acción.
¿Qué pasa si el objetivo es mantener la carta inferior en la misma posición? No hay problema. En el paso 2, comienza haciendo que las cartas que caigan primero vengan de la mitad que estaba originalmente en la parte inferior de la baraja (foto A).
Haz todo esto suavemente y como quien no quiere la cosa, y crearás en la mente de los espectadores la impresión psicológica de que todo el bloque se ha mezclado.
Haz lo mismo que yo
Éste es uno de esos trucos en los cuales el mago y el voluntario siguen los mismos pasos, para que luego el resultado de las manipulaciones del mago sea radicalmente diferente del resultado del espectador, idéntico, a pesar de las abrumadoras probabilidades en contra.
Para este truco que implica imitación, coge dos barajas y busca una víctima desprevenida. Pocos trucos de magia tienen un impacto tan grande con tan poca pericia por tu parte como éste.
El efecto: Tú y una voluntaria barajáis cada uno un bloque de cartas con meticulosidad agobiante. Ambos elegís una carta de la mitad de la baraja. Tras partir las barajas, tú y tu voluntaria colocáis tus cartas en el bloque del otro. Contra toda probabilidad, resulta que ambos han elegido la misma carta.
El secreto: El barajado y el partido son legales y la selección de las cartas de la parte media del bloque también lo es. Pero, como sabes el nombre de la carta que está en la parte inferior del bloque de tu voluntario, puedes buscar la misma carta.
1. Pon dos barajas en la mesa. Da las instrucciones preliminares.
“En la mayor parte de los trucos de cartas se usa sólo una baraja. Pero eso es demasiado fácil, así que vamos a usar dos, una para ti y otra para mí. Vamos, elige una”.
Cuando tu voluntaria haya elegido un bloque, puedes continuar. “Este truco se llama ‘Haz lo mismo que yo’, y se llama así por una razón muy sencilla: vamos a hacer lo mismo, en estéreo. Vamos a dar cada paso exactamente igual, durante todo el truco. Comenzaremos barajando muy bien nuestros bloques de naipes. Comienza. Voy a barajar exactamente el mismo número de veces que tú”.
2. Coge el bloque que queda y barájalo al mismo tiempo que tu ayudante.
“¿Listo? Muy bien. Ahora vamos a intercambiar las barajas. Quiero que te quedes con la tranquilidad de que tú barajaste el bloque que yo voy a usar”.
3. Mientras entregas el bloque, memoriza la carta inferior.
Aunque este momento es la clave para todo el milagro, en realidad no es muy difícil, como se muestra en la foto A de la figura 8-2 (tú estás a la izquierda). Entrega el bloque a tu voluntaria, de manera que puedas ver la carta del final y, hagas lo que hagas, no olvides esa carta.
Figura 8-2: Mientras entregas el mazo, memoriza la carta inferior. Cada uno extrae una carta (B) pero tú no haces caso de la tuya. Intercambiad los mazos; su carta estará a la derecha de la tuya (C). La revelación es sorprendente (D)
¿Por qué la voluntaria no empieza a sospechar? En primer lugar, porque no sabe lo que va a pasar y en segundo lugar, está muy ocupada intentando hacer su parte del truco.
Muy bien: ya habéis cambiado los bloques. Y en tu cabeza estás repitiendo el nombre de la carta que viste: “4 de corazones, 4 de corazones”.
4. Dile a tu voluntaria que saque una carta de la mitad del bloque, que luego la memorice y la ponga en la parte superior del bloque, y que por último parta la baraja. Haz lo mismo.
Puedes decir: “Aquí viene la parte interesante. Vamos a girarnos espalda contra espalda. Cada uno va a coger una carta de la mitad del bloque y a memorizarla. ¿Listo? Bien. Todos a sus puestos”.
Deberéis daros las espaldas. Como lo prometiste, vas a sacar una
carta y a mirarla (foto B). Pero mientras tu voluntaria está
intentando recordar su carta, tú no haces caso de la tuya. Incluso
puedes cerrar los ojos mientras la “ves”, para no confundirte. Sólo
sigue repitiendo: “4 de corazones, 4 de corazones”.
“¿Ya has memorizado una carta y la has puesto en la parte superior? Muy bien, pero, qué coincidencia, yo también. Ahora vamos a ponernos frente a frente. ¡Cuánto tiempo sin verte!”.
Pon las cartas sobre la mesa. “Ahora vamos a cortes. Ya sabes, así”. Demuestra: coge la mitad de tus cartas, ponlas en la mesa en una pila y corónala con la otra media baraja que estaba en la parte inferior.
Cuando tú haces esto con tus cartas, no pasa nada importante para el truco, pero cuando la voluntaria lo hace con las suyas, sin saberlo, está poniendo la carta del fondo (la que conoces) inmediatamente encima de la carta superior (que es la que memorizó). En terminología de magos, el cuatro de corazones es tu carta clave. Todavía no sabes cuál es su carta, pero ahora está junto a una carta que sí conoces.
En realidad, si parece más convincente, tú y la voluntaria podéis cortar el bloque varias veces. Como se explica en “Cómo barajar sin conseguir nada”, cortar el bloque más de una vez no separa tu carta clave de su carta escogida.
Muy bien: tu carta clave y la carta que seleccionó la voluntaria están juntas en su bloque. Tienes que hacer que te devuelva ese bloque.
5. Intercambiad las barajas una vez más. Dile a tu voluntaria que encuentre su carta en el bloque que le acabas de dar.
“Muy bien, coge mi bloque y yo cogeré el tuyo. Quiero que encuentres tu carta en mi bloque y yo voy a encontrar mi carta en tu bloque. Cuando las encontremos, vamos a ponerlas bocabajo en la mesa”.
6. Encuentra tu carta clave en el bloque que te dio y saca la carta que está a su derecha. Ponla bocabajo sobre la mesa.
Coge el bloque que te entregó en el paso 5. Examínalo de izquierda a derecha, como se muestra en la foto C. Estás buscando tu carta clave, el 4 de corazones. Gracias a haber cortado en el paso 4, la carta que tu voluntaria escogió está inmediatamente a la derecha de tu carta clave. Saca su carta y ponla bocabajo en la mesa.
Esfuérzate por encontrar “tu” carta antes de que ella encuentre la
suya. El truco es mucho más sorprendente de esta manera; si pones
tu carta en la mesa primero, descartas la posibilidad de que hayas
visto la identidad de su carta cuando la estaba poniendo.
“Muy bien. Encontré mi carta. Pon la tuya junto a la mía”. Cuando tu voluntaria lo haya hecho, ha llegado la hora del gran discurso final.
“Recuerda que en este truco se supone que hemos hecho exactamente lo mismo: barajamos las cartas igual, sacamos una carta igual, cortamos los bloques igual, etcétera. Si hemos hecho todo de manera idéntica, deberíamos haber elegido la misma carta. Sé que esto es casi imposible, pero tengamos fe. Vamos a girar estas cartas al mismo tiempo y vamos a ver qué ha pasado”.
7. Deja que tu voluntaria gire las cartas al mismo tiempo.
Muy pocas imágenes son tan poderosas como la vista de dos cartas, elegidas al azar por dos personas de dos barajas diferentes, que al girarse sobre la mesa resultan idénticas (foto D).
El truco sin manos, confuso e imposible
Este truco es de los que me gustan: sorprendentemente fuera de lo común, casi en su totalidad operado por el espectador y tan desconcertante que ni siquiera yo sé cómo funciona.
Pero funciona. Todo lo que tienes que hacer es recordar las instrucciones que darás a tu voluntario, quien pronto estará confuso.
El efecto: Mientras tú ni siquiera estás mirando, tu voluntario baraja un bloque, memoriza una carta, gira un grupo de cartas bocarriba y luego baraja y corta el bloque una vez más. El resultado es un revoltijo: algunas cartas bocarriba, otras bocabajo. Aun así, con tus habilidades de visión psíquica puedes encontrar la carta escogida al tacto.
El secreto: Cuando lo averigües, cuéntamelo.
1. Pide a un voluntario que baraje el bloque y luego lo divida en tres pilas casi iguales.
Puedes comenzar con: “¿Sabes qué es lo que me disgusta de casi todos los trucos de cartas? Que el mago mete las manos. El mago baraja. El mago sostiene las cartas. Eso no tiene mucha gracia: obviamente, el mago está haciendo algo sin que te des cuenta”.
“Quiero decir que si realmente existe la magia, entonces tú podrías manejar las cartas y yo no tendría siquiera que tocar la baraja. Así que vamos a hacerlo: coge la baraja y mézclala bien”.
Cuando el espectador termine, da la siguiente instrucción. “Muy bien. Ahora divide la baraja en tres pilas, más o menos del mismo tamaño”.
2. Gírate de espaldas. Indica a tu ayudante que memorice la carta superior de una pila y luego gire la pila bocarriba entre las otras dos pilas.
“Te voy a dar la espalda. Por supuesto, no es nada personal. No quiero me que acusen de hacer trampas. Recoge cualquiera de estas pilas y vuelve a barajarla. Luego coge la carta superior y memorízala”.
Cuando lo haya hecho, continúa: “Esto te puede parecer un poco extraño, pero quiero que gires tu pila de cartas, para que quede bocarriba. Ponla encima de una de las otras pilas, así como está: bocarriba. Ahora, pon la otra pila en la parte superior, para que pongas tu pila como en un sándwich entre las otras dos”.
Si te girases, verías un sándwich de cartas como el de la foto A de la figura 8-3.
3. Dile al voluntario que mezcle la baraja una vez y que luego la corte.
“Lo estás haciendo muy bien. Ahora baraja, como si fuera un juego de naipes normal, con todas las cartas bocabajo”.
Figura 8-3: Tu espectador hace un sándwich con tres pilas (A). Busca un segmento largo de cartas que estén bocarriba (B). Revela la carta con el contador Geiger (C)
En este punto, puedes girarte y seguir dirigiendo la acción. “Parece estar bien. Por las dudas, corta las cartas”.
4. Coge el naipe y muéstrale lo revueltas que están las cartas, unas bocabajo y otras bocarriba.
Éste es el momento más suculento del juego. Gira el mazo bocarriba y ábrelo en abanico para que ambos podáis ver las caras de las cartas.
“Mira esto. Todas las cartas desordenadas. ¿Cómo voy a encontrar la tuya aquí?”.
Por supuesto, el mazo parece estar desordenado. Las cartas que están bocarriba y las que están bocabajo parecen estar mezcladas al azar en el bloque.
5. Busca un tramo largo e ininterrumpido de cartas que estén bocarriba.
A pesar de la apariencia desordenada y revuelta de la baraja, siempre contiene un segmento largo de cartas bocarriba (normalmente cerca del “fondo” de las cartas bocarriba, es decir, a la izquierda cuando abres la baraja de izquierda a derecha). Este tramo de cartas que buscas normalmente “da la vuelta” hasta el frente de la baraja, como en la foto B. Puede haber más de un segmento de cartas bocarriba, pero estás buscando el más largo.
En este punto, la carta escogida es la primera carta bocabajo a la izquierda de este tramo de cartas bocarriba (la punta de la flecha larga en la foto B señala esta carta). Aunque no puedas verla, sabes exactamente cuál fue la carta escogida.
Ahora, podrías llenar un capítulo con maneras teatrales de revelar una carta después de haberla identificado, pero limítate a representar esta revelación dramatizada.
6. Extiende la baraja en una sola línea horizontal. Sostén las cartas con el antebrazo izquierdo.
Ahora pregunta: “¿Saben qué es un contador Geiger? ¿Recuerdan uno de esos detectores de radiación que produce chasquidos? Bueno, tengo un contador Geiger para cartas. Puedo decir en qué carta está pensando nuestra voluntaria sólo por el sonido. Vean esto”.
7. Coge una carta y deslízala sobre las cartas tendidas de manera que produzca un sonido al correr sobre las cartas. Detente en la carta que está bocabajo, la escogida.
Los
mejores chasquidos se obtienen si doblas ligeramente la carta, como
se muestra en la foto C. Primero desliza la carta sobre toda la
fila de naipes. Luego deslízala de nuevo, en un intervalo más
pequeño; sigue deslizándola y concentrándote en la carta escogida.
Pon la mirada en blanco (no en las cartas) y finge concentrarte en
el sonido del “contador Geiger”.
8. Finalmente, empuja la carta escogida para sacarla de la fila. Pide a la voluntaria que diga cuál era su carta y luego gírala para mostrar que acertaste.
Si hiciste las cosas correctamente, esto hará que cualquiera que te haya visto se desmaye. Para decirlo sin rodeos, ni siquiera viste la carta escogida.
La sacaste de la fila mientras seguía bocabajo. No hay manera de hacer esto, especialmente cuando ni siguiera has trucado las cartas.
Si este truco fuera un poquito más milagroso, recibirías una llamada del Vaticano.
Ases al tacto
Bien puede ser que Lance Burton sea uno de los mejores magos vivos, y además tiene su espectáculo en su propio teatro de Las Vegas. Pero también es lo suficientemente joven como para recordar unos trucos fabulosos que no necesitan esconder maquinaria entre bastidores, baúles de acrílico y hermosas ayudantes.
Éste es uno de esos trucos. Verlo es impresionante y desentrañarlo es muy difícil. Además utiliza los cuatro ases. Por alguna razón, la aparición de los cuatro ases en los trucos de cartas parece ser el sello de toda una hazaña de la magia.
Todo lo que necesitas es una baraja de naipes, una chaqueta con un bolsillo interior, una camisa con bolsillo en el pecho y público. Si quieres, puedes incluir una hermosa ayudante.
El efecto: Introduces el naipe barajado en el bolsillo de la chaqueta, y tan sólo con el tacto, te las arreglas para encontrar y sacar los cuatro ases, uno por uno.
El
secreto: Antes de entrar en el escenario, metes los cuatro
ases en el bolsillo de la camisa.
1. Después de sacar los cuatro ases, ofrece el naipe para que lo barajen.
“¿Alguno de ustedes quiere saber cómo hacen los magos algunos de los mejores trucos con cartas? Se lo enseñaré. Voy a divulgar uno de los mayores secretos en la magia, pero necesito su ayuda. Quiero que barajen el naipe hasta dejarlo irreconocible”.
2. Después de barajar, abre la chaqueta. Pide al voluntario que confirme que el bolsillo interior está vacío (foto A de la figura 8-4) y luego que ponga el mazo en ese bolsillo (foto B).
“Ahora quiero que examines el bolsillo interior de mi chaqueta. Asegúrate de que no haya dobles fondos, espejos ni maquinaria hidráulica. ¿Pasa la prueba? Muy bien. Quiero que metas la baraja en el bolsillo. Ni siquiera voy a tocarla”.
Una vez que el mazo esté en el interior del bolsillo de la chaqueta, abróchatela.
“Éste es el gran secreto de la magia que pocas personas entienden: con suficiente formación, un mago llega al punto en que puede reconocer cada carta al tacto. Ya lo han visto: el mago mete una carta en la baraja, pero de alguna manera se las arregla para encontrarla. Bueno, ya saben cómo se hace: el mago siente simplemente la tinta de la carta, buscando la textura específica de la carta escogida”.
Figura 8-4: Después de que inspeccionan tu bolsillo para asegurarse de que está vacío (A), la baraja debe quedar en el bolsillo de la chaqueta (B). Finge palpar las cartas para encontrar lo que estás buscando (C). Sácalas de una en una
3. Mete la mano en la chaqueta y finge que estás sintiendo las cartas (foto C).
Mientras recuperas la carta puedes decir: “Pero yo todavía no soy
tan bueno, aunque he apren-dido a encontrar 4 de las 52 cartas.
Aquí estoy sintiendo algo... esperen... esto me parece que lo
conozco... sí, creo que he encontrado una”.
4. Saca la primera carta del bolsillo de tu camisa y muéstrala a los presentes.
“...Sí, esto parece... ¡un as!”.
Por supuesto, como la chaqueta está ocultando la mano, nadie sabe que en realidad estás sacando la carta del bolsillo de tu camisa.
“Ahora veamos si consigo encontrar otro”.
5. Con una magnífica simulación de concentración y manipulación, saca el resto de los ases, uno por uno.
Por
cierto, si esto te parece demasiado fácil o demasiado perfecto,
puedes aumentar la aparente dificultad del truco sacando una carta
equivocada. O sea, durante un intento, saca una carta del bolsillo
de la chaqueta. Muéstrala, pide disculpas por tu error (“¡No, Dios
mío! ¡Esperen un segundo!”) y ponla en el bolsillo de la chaqueta
antes de sacar un as, con éxito.
No te “equivoques” más de una vez. No queremos que la gente piense que estás perdiendo el sentido del tacto.
Dar los ases
He aquí un truco para hacer una secuencia perfecta con el anterior (“Ases al tacto”). Estás allí con una baraja en el bolsillo y cuatro ases en la mesa. ¿No sería maravilloso poder aprovechar esta agradable posición? Después de todo, los trucos con ases tienen un atractivo especial.
Y lo único que supera un truco con ases es uno cuya ejecución recaiga por completo en un miembro del público (como éste).
El efecto: Entregas la baraja a un voluntario, que hace cuatro pilas al azar. Le pides que gire la carta superior de cada pila... ¡y ahí están los cuatro ases!
El secreto: Los ases comienzan en la parte superior. Al repartir dos veces toda la baraja, el voluntario invierte el orden de las cartas sin saberlo, y los cuatro ases vuelven a quedar en la parte superior.
1. Recoge los cuatro ases, ponlos en la parte superior de la baraja y haz un barajado falso dos veces mientras hablas.
Con barajado falso me refiero a la maniobra que aparece al principio de este capítulo, en la sección “Cómo barajar sin conseguir nada”. En este caso, deja que el grupo de cartas del final vuelva a quedarse al final, mientras mezclas las dos mitades de la baraja. Quieres que los ases se queden donde están... en la parte superior.
Esto no es tan sospechoso como parece. Nadie sabe que vas a hacer un truco con ases. Todo lo que saben es que estás preparando el mazo para otro truco.
¿Y qué se supone que vas a hacer si no hiciste el truco anterior? ¿Te verás obligado a abandonar este efecto de seguimiento sólo porque no llevabas puesta una chaqueta con bolsillo?
En
absoluto. Hay muchas otras maneras de poner los ases en la parte
superior del naipe. Puedes meterte en el lavabo al principio de la
fiesta y preparar los ases en ese momento. Podrías hablar un poco
mientras murmuras: “¿Están ahí las 52 cartas?”, mientras recorres
el mazo y deslizas cada as a la parte superior al tiempo que finges
“contar” las cartas. (Por cierto, ésta es una maniobra muy usada
por los magos: preparar la baraja antes de que el público se dé
cuenta de que están a punto de hacer un truco.)
En
cualquier caso, tu lenguaje corporal y tu actitud deberán cambiar
por completo cuando estés listo para empezar a actuar. Ponte de
pie, aclárate la garganta, mira hacia arriba y comienza a hablar.
(Ésta es otra técnica estándar de los magos: “anunciar” que el
truco está comenzando al tomar el mando de la situación, aunque el
trabajo sucio ya se haya hecho.)
Puedes comenzar diciendo: “En realidad, no es tan difícil encontrar los ases. Apuesto a que tú también puedes hacerlo. No te preocupes, te voy a guiar paso a paso. Coge la baraja; tú mismo vas a hacer todo el truco”.
2. Entrega el naipe a tu voluntario. Dale instrucciones para dar las cartas, bocabajo, una a una, formando una pila. Adviértele que puede detenerse cuando quiera.
Si leíste el principio de este capítulo, ya sabes lo que pienso respecto a los trucos que implican dar cartas. Por fortuna, éste implica dar sólo una pequeña cantidad de cartas... y el clímax lo vale.
“Comienza a poner cartas en una pila aquí. No toda la baraja, pues quisiera llegar a casa a tiempo para ver las noticias. Sólo una pequeña pila. Detente cuando quieras”.
Si tu voluntario reparte 20 cartas y sigue, recuérdale amablemente que puede detenerse cuando quiera.
3. Dale instrucciones de recoger la pila que acaba de dar y que la reparta en cuatro pilas, una carta en cada pila (foto A de la figura 8-5).
Cuando el voluntario termine de dar las cartas por primera vez, puedes decir: “¿Ya las has colocado? Muy bien. Ahora, separa las cartas que no has repartido”.
“Ahora recoge esa pila que hiciste en la mesa. Vas a repartirla en cuatro pilas: aquí, aquí, aquí y aquí”. Golpea suavemente la mesa en cuatro puntos para indicar dónde (ver la foto A de la figura 8-5). “Una carta a la vez, una carta en cada pila, bum, bum, bum, bum, hasta que hayas repartido todas las cartas”.
Figura 8-5: Di a tu voluntario que organice cuatro pilas (A). Disfruta del clímax del truco
4. Haz tu discurso final y luego dile que gire la carta superior de cada pila.
“Excelente. Tal vez no seas un todo un mago pero parecías muy seguro de ti mismo”.
“Recuerda: el objeto de este ejercicio era encontrar los cuatro ases, sólo por instinto. Ahora, gira la carta superior de cada pila. Vamos a ver cómo te ha ido”.
Y claro, ahí están; as, as, as, as (foto B). “Eres muy bueno. ¿Alguien quiere jugar al póquer con nosotros?”.
El truco funciona porque durante la primera vez que se dieron las cartas, tu voluntario puso sin saberlo los cuatro ases en la base de la pila. (Ése es un efecto secundario de dar una pila: se invierte el orden.) Así que cuando se dieron las cartas en cuatro pilas, los cuatro ases fueron las últimas cartas que se dieron, lo que significa, naturalmente, que quedaron en la parte superior de las cuatro pilas.
El sobre, por favor
Aquí te presento otro truco insólito que es increíblemente fácil, aunque parezca imposible. No es un truco de seleccionar una carta, sino un truco para predecir una carta.
El efecto: Un voluntario baraja. Entregas un sobre sellado que contiene una predicción. El voluntario gira la carta superior... y ésta coincide con la predicción.
El
secreto: Antes de comenzar el truco, escribe “3 de picas” en
un papel. También escribe la fecha de un día de la semana pasada.
Pon esta predicción en un sobre normal y ciérralo. Retira el 3 de
picas de la baraja y sostenlo detrás del sobre, con la cara hacia
arriba (no tiene que ser el 3 de picas; el truco puede hacerse con
la carta que quieras).
La foto A de la figura 8-6 muestra cómo sostener el sobre. ¿Te das cuenta de que no se puede ver la carta? Eso se debe a que está detrás del sobre (foto B). ¿Ingenioso, no crees?
Como todavía no has presentado el sobre, no hables de él. Sostenlo en la mano pero lejos de la acción (a tu lado, por ejemplo) hasta que llegues al paso 2.
1. Cuando estés listo para comenzar el truco, pide al espectador que baraje las cartas.
“Antes de comenzar, ¿puedes barajar estas cartas? Hazlo varias veces, por favor. Gracias”.
Puedes continuar mientras el espectador baraja: “Ustedes saben que soy una persona con dones especiales. A veces me llegan imágenes del futuro. La semana pasada predije el clima correctamente más veces que la gente de la televisión. Les dije a varios amigos que sus acciones subirían y subieron. A veces me asusta un poco, pero sigo experimentando para ver con qué anticipación funcionan mis poderes de predicción. Avísame cuando termines de barajar”.
2. Cuando el voluntario haya terminado de barajar, pon el sobre encima del mazo, y la carta oculta encima de las demás.
Figura 8-6: Sostienes el sobre (A) de modo que el público no pueda ver la carta oculta tras él (B). Cuando pones el sobre encima de la baraja, la carta queda en la parte superior (C), lo que hace que tu predicción (D) se vuelva realidad
Ése es todo el truco, por supuesto. Es directo, engañoso y francamente delicioso. Bajo el disfraz del sobre, acabas de poner una nueva carta encima del naipe (foto C) y nadie lo sospecha.
Mientras pones la carta y el sobre, puedes decir: “Ésta es una predicción que hice antes de que comenzáramos. De hecho, la escribí la semana pasada. Vamos, examínala. El sobre está cerrado”.
Le
estás diciendo al espectador que se concentre en el sobre. ¡Qué
crueldad! ¡Qué engaño!
3. Pide al espectador que abra el sobre y lea la predicción.
En realidad, el truco terminó hace mucho rato, pero tu sentido de la teatralidad mantiene viva la diversión.
“Muy bien, te voy a pedir que abras el sobre y leas la predicción que hice. Observa que no he tocado las cartas. Tú has estado a cargo de este truco desde el principio”.
El
voluntario abre el sobre y lee la predicción. Si estás en una
función para un grupo, lo hace en voz alta. No te acerques mucho a
la mesa. Mantente alejado de las cartas para que nadie te acuse
después de haber manipulado la baraja, aprovechando que estabas
cerca.
Después de que el voluntario haya leído la predicción, puedes decir: “Eso es sorprendente, ¿no te parece? Escribí esa predicción hace una semana, y ha sido cierta. Levanta las manos como si fueras una estrella saludando a las multitudes. Gracias, gracias, respetable público”.
Todos se van a quedar mirándote como si te hubieras vuelto loco. “Esperen. He olvidado un detalle. Ustedes no sabían qué predije. Bueno, eso lo arreglamos fácilmente. Estaba prediciendo cuál sería la carta superior cuando acabaran de barajar”.
“Mi predicción dice que es el 3 de picas; sería una coincidencia espectacular que la carta superior fuera el 3 de picas. No, no sería una coincidencia; sólo una premonición. Vamos, gira la carta y veamos”.
4. Dile al voluntario que gire la carta superior.
El voluntario gira la carta y tú te anotas un éxito (foto D). Es breve, directo y totalmente imposible.
Almas gemelas
Como soy mago, voy por la vida en una búsqueda obsesiva de trucos de cartas que no sean trucos del tipo “escoge una carta”. Prefiero que las cartas hagan hazañas más impresionantes, como cambiar de identidad, volar por el cuarto o hacerme la declaración de la Renta.
“Almas gemelas”, una especialidad de nuestro consejero Jon Racherbaumer, es un truco de este tipo (quiero decir, poco común, no que esté relacionado con los impuestos). Tiene un buen parloteo, una estructura poco corriente y un clímax que nadie ha visto antes. En la jerga de los magos, este truco es un hit.
El efecto: Introduces dos cartas en la baraja, en posiciones que te indica un miembro del público. Aunque tu voluntario tiene el control total del naipe, las dos cartas se las arreglan para encontrar a su “alma gemela”: cartas del mismo color y del mismo número.
El secreto: Las dos cartas que elegiste corresponden a las cartas inferior y superior del mazo. El resto funciona por sí mismo.
1. Pide a un miembro del público que baraje el naipe mientras hablas acerca de las almas gemelas.
“¿Puedes ayudarme a barajar esto, por favor?”.
Mientras lo hace, presenta el truco. Puedes comenzar: “Creo en las almas gemelas. Creo que para cada persona que existe hay una media naranja en algún lugar de la tierra. No todos encuentran esa pareja. Después de todo, puede estar en Pakistán o en Australia. Pero están ahí. Puedo demostrar que incluso los objetos inanimados como las cartas tienen sus almas gemelas”.
2. Revisa la baraja. Saca las cartas de las “almas gemelas” (las que coinciden con las cartas inferior y superior de la baraja) y ponlas sobre la mesa, bocarriba.
Cuando digo “almas gemelas” me refiero a las cartas que coinciden
en número y color. Si la carta superior del naipe es el 4 de
diamantes, saca el 4 de corazones. Si es el rey de tréboles, saca
el rey de picas, y así sucesivamente. Encuentra el alma gemela de
la carta superior primero y el de la carta inferior después. De
esta manera, cuando las pones bocarriba en la mesa, la carta que es
el alma gemela de la carta inferior está en la parte superior (ver
foto A de la figura 8-7).
No hay problema con sacar estas cartas a la vista de todos. De hecho, deberías explicar que lo estás haciendo.
“Para enseñarles mi pequeña lección sobre la vida amorosa de las cartas, elijamos una pareja de amantes perdidos. Vamos a usar éstos dos”.
Figura 8-7: Encuentra las cartas que coinciden con la carta inferior y la superior. Pon la carta compañera bocarriba en la pila que se repartió (B). Luego pones cada carta en la mesa con su compañera (C) y demuestras que han encontrado a su pareja (D)
3. Devuélvele la baraja al espectador. Pídele dar un número de cartas bocabajo, al azar, en una pila de la mesa.
“Muy bien. Ya barajaste las cartas y yo escogí un par de cartas que son pareja. Ahora viene la búsqueda. Comienza por dar cualquier número de cartas sobre la mesa. Pocas o muchas; lo que prefieras. Detente cuando quieras. Estamos simulando la búsqueda de compañía de la primera carta entre la multitud de candidatos”.
4. Cuando el asistente termine de dar las cartas, pon la primera carta “compañera” bocarriba en la pila que se acaba de dar. Di a tu voluntario que ponga el resto de las cartas en la parte superior (foto B).
Puedes decir: “Excelente. Voy a poner la primera carta solitaria aquí, bocarriba, para que la podamos encontrar fácilmente más tarde”.
Esa primera carta “solitaria”, como podrás recordar, es la pareja de la carta inferior de la baraja. Cuando el resto de la baraja se pone junto a la que está bocarriba, formas un sándwich.
5. Dile a tu voluntario que recoja la baraja y repita la operación de dar cartas: que dé cualquier número de cartas de la parte superior del bloque.
“Excelente. Tenemos un solitario más que está buscando a su pareja, así que repitamos el proceso. Una vez más, da cualquier número de cartas y ponlas sobre la mesa. Detente cuando los espíritus te lo indiquen”.
6. Cuando termine el segundo lote de cartas, pon la otra carta “solitaria” bocarriba sobre la pila que se acaba de dar. Pídele al voluntario que ponga el resto de la baraja bocabajo encima.
“Muy bien. Una vez más, voy a poner una carta solitaria bocarriba aquí. Ahora pon el resto de la baraja encima. Así, muy bien”.
7. Toma la baraja y ábrela en abanico para mostrarle a tu voluntario las dos cartas solitarias bocarriba. Saca cada una junto con la carta que está a su derecha y ponlas sobre la mesa.
Cuando pones cada pareja de cartas, deja la carta “solitaria” bocarriba y la carta que está sobre ella bocabajo (foto C).
“Recuerda que tú barajaste y que tú decidiste cuándo dejar de dar cartas. Ése es el equivalente de enviar a nuestros amigos solteros al mundo de la búsqueda de pareja. Ahora, vamos a ver cómo les ha ido”.
8. Recoge el primer par de cartas. Sostenlas cara a cara, a unos dos centímetros de distancia, y gíralas de manera que el público pueda ver que son imágenes especulares (foto D).
“Como pueden ver, este 4 de diamantes encontró su alma gemela, el 4 de corazones. Miren aquí...”.
9. Recoge el otro par de cartas. Una vez más, sostenlas frente a frente y gíralas para que puedan ver que son pareja.
“Estas almas gemelas también se encontraron entre sí. Una pareja perfecta, a pesar de todos los obstáculos que se han encontrado”.
Sería difícil imaginar un truco más sencillo, más dulce y más alucinante.
También sería difícil imaginar un truco que sea más eficaz para levantar el ánimo de los solterones que haya entre tus amigos.
La prueba de formar una palabra con cartas y números
El mundo de la magia hierve de trucos que implican formar una palabra mientras se dan cartas, una letra por carta, y llegar a una carta previamente elegida con la última letra de la palabra. Es un poco extraño, un poco diferente; al público le deja boquiabierto.
Aquí hay un truco de ese tipo, y tiene un efecto poderoso y fuera de lo común; en él, tu voluntario piensa en una carta en lugar de tocarla.
Este efecto funcionará a la perfección con cualquiera que tenga un nombre entre 10 y 15 letras. Este requisito deja fuera a personas como Ana Pérez e Iván Díaz; para esas personas, ofrezco un truco alternativo.
El efecto: Un voluntario piensa en un número entre el uno y el diez. Le vas mostrando cartas en sucesión, una a una, y le dices que memorice la carta correspondiente al número que pensó. Lo sorprendente es que, cuando cuentas las cartas mientras deletreas el nombre de tu voluntario, la carta memorizada en silencio aparece en el momento de la letra final del nombre.
El secreto: El truco funciona por algún principio matemático que es demasiado largo de explicar aquí. Por ahora, basta con garantizar que todo esto funciona y es apabullante para cualquier público que esté esperando un truco de cartas cualquiera.
1. Pídele a tu voluntario que piense en un número del uno al diez.
“Quiero mostrarte un truco que se hace con cartas, pero en realidad no se trata de cartas”, puedes decir. “En realidad es sobre ti. De hecho, sólo puede funcionar si lo hago para ti; lo que tenemos aquí es un truco de cartas hecho sobre medidas. Veamos… Baraja estas cartas y luego piensa en un número del uno al diez. Recuerda ese número”.
El
paso de barajar es opcional, pero hace que casi cualquier truco de
cartas sea aún más sorprendente.
2. Dile que quite ese número de cartas del naipe (de cualquier parte) y las oculte.
“Ese número que estás pensando es importante en mi pequeña demostración. Quiero reforzarlo, pidiéndote que cojas de la baraja ese número de cartas. Sácalas de donde quieras: de la parte de arriba, la central, de cualquier parte. Hazlo escondiendo las manos tras tu espalda o en cualquier parte que yo no pueda ver. No me dejes ver cuántas has sacado. Guárdatelas en el bolsillo o escóndelas”.
3. Coge la baraja. Empieza a mostrar una carta a la vez, tomándolas de la parte superior del mazo. Dile a tu voluntario que memorice la carta que corresponda en posición a su número. Sigue adelante hasta que hayas dado una carta menos que el número de letras que hay en el nombre de tu voluntario.
Para
este truco tienes que aprenderte una historia, pero las
instrucciones son cruciales. Puedes decir: “Muy bien. Aquí es donde
la cosa se pone interesante. Dame la baraja. Gracias. Te voy a
mostrar las cartas, una cada vez. Cuando llegue al número que estás
pensando, memoriza esa carta. Así, si estás pensando en el número
tres, memoriza la tercera carta. Todo según el número que estás
pensando”.
“Pero cualquier cosa que hagas, no me des a entender que he llegado a tu número. No parpadees, no sudes, no dejes que las pupilas se dilaten. Deja que yo siga y tú sigue acordándote de tu carta. ¿Crees que puedes hacerlo?”.
Según lo prometido, vas a coger una carta cada vez de la parte superior de la baraja, vas a sostenerla frente a tu espectador y luego vas a colocarla en una pequeña pila en la mesa (como se ve en la foto A de la figura 8-8). Lo creas o no, este proceso es la clave del truco: cuando estás mostrando estas cartas, en realidad estás invirtiendo el orden.
“Muy bien, allá vamos. Ni siquiera estoy mirando las cartas. Este truco se genera en tu cabeza”. (No mires las cartas; aparta la mirada, como si temieras ver algo.)
“Allá vamos. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco...”. Ahora, si tu amigo es uno de los elegidos (una persona con un nombre de 10 a 15 letras), deberás saber cuántas letras tiene. Para llegar a ese número, tal vez tengas que hacer un poco de malabarismo: puedes usar el nombre con el apellido o sólo el apellido, o el nombre de la compañía, o lo que sea. O elegir un voluntario diferente. Si el nombre es Elvira Lindo (11 letras), detente cuando digas “diez”. Si es Victoria Abril (13 letras), detente cuando llegues a 12.
Figura 8-8: Muestra cada carta a tu voluntario (A). Luego, revelarás la carta pensada al azar (B)
Cuando hayas terminado de contar, detente y mira a tu voluntario.
“Bien. Supongo que ya he pasado tu número. ¿Te has fijado en la carta correspondiente? No la olvides. De ahora en adelante, esa carta es lo más importante”.
4. Pon la pila de cartas que diste (que ahora está en la mesa) en la parte superior del naipe. Haz un barajado falso.
Con
barajado falso me refiero a barajar de manera que el lote
de cartas superior cae al final, sin alterar su orden, como lo
describí en “Cómo barajar sin conseguir nada” al principio de este
capítulo. (Este paso es opcional, pero es un truco psicológico muy
bueno.)
“Muy bien. Ahora que tienes una carta en mente, el número que tienes en la cabeza ya no es importante. ¿Me puedes dar las cartas que sacaste de la baraja hace un momento?”.
5. Pon las cartas del voluntario en la parte superior de la baraja.
Puedes decir: “Aquí es cuando la cosa se pone buena. Como dije antes, éste no es un truco de cartas genérico. Está hecho para ejecutarse a tu medida. Te lo demostraré. Voy a deletrear tu nombre mientras damos las cartas”.
6. Da las cartas mientras deletreas el nombre del voluntario. Antes de revelar la carta final, pide el nombre de la carta memorizada y luego gira la última carta para que quede bocarriba.
Di cada letra mientras das una carta de la parte superior del naipe y la pones en la mesa, todas bocabajo. “M. I. C. K. E. Y. M. O. U. S...”.
Ahora detente. Coge la carta final y sostenla aparte de la baraja,
todavía bocabajo (foto B). “Muy bien. Ahora dime, fuerte y claro:
¿cuál era la carta en la que has pensado?” (Tiene mucho más efecto
pedir que se nombre la carta antes de revelarla que mostrar la
carta y preguntar sin mucha convicción “¿Era ésta tu carta?”. Hazlo
como te lo digo y todo el público recibirá el impacto a la vez, y
no sólo tu voluntario.)
Después de que tu voluntario nombre la carta, gira la carta de la última letra; hazlo lentamente y con suspense (foto B).
“¡E!”.
Muy bien. ¿Qué haces cuando tu amigo se llama Juan Paz o Vidiadhar Surajprasad Naipaul? Esos nombres no tienen entre 10 y 15 letras.
En esos casos, aquí te mostramos un final alternativo. En el paso 3, da diez cartas. El resto del truco se mantiene igual (excepto, por supuesto, el haber afirmado que es “un truco a medida”), hasta el gran final en el paso 6.
En
lugar de deletrear el nombre de tu ayudante, dale la baraja. Dile
que anuncie el nombre de cada carta mientras la gira desde la parte
superior del bloque. Pero dile que mienta cuando llegue a su propia
carta; que sustituya su nombre con el nombre de alguna otra carta.
Explica que después de muchos años de práctica, puedes distinguir
la tensión de la voz cuando una persona miente. Haz hincapié en que
su voz no deberá titubear, hacerse más fuerte ni sonar tensa cuando
mienta y diga el nombre de su carta. Que siga dando las cartas y
continúe.
Date la vuelta y dile que comience. Por supuesto, no estás escuchando los nombres de las cartas. En lugar de eso, estás contando hasta 11. La undécima carta es la que tu voluntario tiene en mente.
Después de que tu voluntario haya seguido una carta o dos después de la 11, detén a tu voluntario. “Espera un momento. Me parece que mentiste hace un par de cartas. Creo que estabas mintiendo sobre el rey de picas” (o lo que tu voluntario haya dicho).
Tu voluntario lo aceptará humildemente; a menos, claro, que esté mintiendo.
La lección de barajado
Este efecto, concebido por el consejero de nuestro panteón Chad Long, es alucinante. Tiene un clímax doble: parte de la premisa de “haz lo mismo que yo” y llega a una conclusión que deja a los espectadores pensando que fue el voluntario que te ayudó quien hizo la magia.
Este
truco requiere que tengas habilidad manual. No es algo que requiera
años de entrenamiento, pero tendrás que practicar hasta que lo
hagas de manera fluida y segura. No pases por alto este truco sólo
porque hay una maniobra que debe pasar desapercibida para el
público; algunas de las mejores cosas en la vida sólo se logran con
esfuerzo (como el dominio de los malabarismos, los cupones de
premio en tarjetas de fidelidad y los coches de lujo).
El efecto: Le cuentas al público un cuento sobre cómo los magos no nacen sabiendo barajar; en realidad, deben adquirir esta habilidad. De hecho, los magos empiezan con maniobras de barajar muy sencillas (y guías a un voluntario por varias que son fáciles).
Luego cuentas que después de varios años un mago logra tal habilidad que puede manipular cartas incluso cuando se supone que han sido barajadas. Lo demuestras girando las cartas superiores de cuatro pilas que hiciste, y todas son reyes. Eso es sorprendente, pero el público se queda sin habla cuando la voluntaria gira sus cartas y todas son ases.
El
secreto: Antes de que comiences el truco, pon los cuatro reyes
en la parte inferior de la baraja, y los cuatro ases en la parte
superior. Haz esta maniobra en un momento en el que nadie preste
atención, o con la disculpa de retirar los comodines, o mientras
finges revisar que la baraja está completa. Como en otros trucos,
tu lenguaje corporal y la incapacidad de participar en la
conversación dan a entender a la gente que no estás haciendo un
truco. Luego, cuando te aclaras la garganta, te pones de pie y
comienzas a hablar en voz alta, la gente sí que empieza a prestarte
atención.
1. Haz uno o dos barajados falsos.
El barajado falso se describe en la sección “Cómo barajar sin conseguir nada”, al principio de este capítulo. En este caso, baraja para que todos los reyes caigan primero y los ases al final; hazlo lentamente si tienes problemas para mantener el control. En otras palabras, no arruines el orden de las cartas superiores o inferiores al barajar.
No
se te ocurra decir: “Por favor, miren cómo barajo”. Todo esto
deberá ser informal, cómodo y automático, como si tú siempre
barajaras las cartas antes de comenzar un truco.
Lo que puedes decir es: “¿Se han fijado en que los magos barajamos frecuentemente? Pero como ustedes saben, los magos no nacemos sabiendo barajar. Tenemos que practicar. Comenzamos de jóvenes. Les voy a hacer una demostración”.
2. Entrega la mitad superior del mazo a tu espectadora.
“Por favor, sostén estas cartas un segundo”. Te quedas con la mitad inferior en las manos, con los reyes en la base.
“Como pueden ver, hay toda clase de maneras de mezclar una baraja. Para la mayor parte de ellas, se necesitan años de aprendizaje”.
3. Mientras hablas, abre en abanico la parte inferior del bloque, apenas lo suficiente para que puedas ver el reverso de las cuatro cartas de abajo y prepárate para quitarlas con la mano izquierda.
Ésa es
la parte difícil de la que te hablé. Puedes echar una ojeada a las
manos, pero no te quedes mirando; tienes que hacerlo rápido. La
foto A de la figura 8-9 muestra este proceso
desde tu ángulo.
“Hay una manera habitual de cortar, así...”.
4. Saca las cuatro cartas contadas con la mano izquierda y déjalas caer en la parte superior de la baraja.
Si te
abres camino sin dificultad en el siguiente paso, nadie sospechará
que has preparado todo el truco. Toda la maniobra anterior era para
poner tus cuatro cartas secretas en la parte superior del mazo, de
la misma manera que los ases de la espectadora están en la parte
superior del suyo.
“También está el barajado tradicional, que es así”.
5. Haz un barajado falso con tu pila de naipes, manteniendo las cartas superiores intactas.
Figura 8-9: Mientras hablas, sacas las cuatro cartas del fondo (A). La primera lección implica sacar las cartas una a una con la mano derecha (B), y luego grupos más grandes de la mitad (D) y ponerlos en la parte superior. Finalmente, haces cuatro pilas y das las cartas sobre ellas (E), preparándote para el gran final (F)
Aquí debes tener cuidado de conservar las cartas superiores en su lugar, con el barajado descrito en la sección “Cómo barajar sin conseguir nada”, al principio de este capítulo.
Hasta el momento, la voluntaria no ha hecho nada más que mirar. Ahora ha llegado el momento de que se ponga en acción.
“Pero también están los métodos avanzados. Cuando los magos son muy jóvenes, comienzan con cosas muy, pero que muy sencillas. Aquí te mostraré por lo que pasamos. Sujeta la baraja así”.
Demuestra: sostén la baraja en la mano derecha, con la cara de las cartas contra la palma de tu mano derecha, como se muestra en la foto B.
6. Con el pulgar izquierdo, desliza hacia la mano izquierda una carta del montón que tienes en la mano derecha. Repite esta operación hasta que hayas sacado cinco o seis cartas de esta manera (foto B).
“Cuando tenemos unos tres años, hacemos este barajado para bebés. Vamos, haz esto conmigo. Una carta a la vez. Muy bien, así es. Comenzamos con las cosas fáciles. Cuando avanzamos más, sacamos grupos de cartas más grandes a la vez. Muy bien”.
7. Con el pulgar izquierdo, arrastra grupos de más cartas (foto C). Termina dejando las cartas restantes de la mano derecha sobre la parte superior del mazo en la mano izquierda.
En otras palabras, después de haber sacado cinco o seis naipes en el paso 6, tú y tu voluntaria continuaréis exactamente con el mismo movimiento, pero sacas grupos de cartas en lugar de ir una a una.
“Y dejamos caer el resto del mazo en la parte superior, así. Muy bien. Lo estás haciendo muy bien. Eres un prodigio para esto. Vamos a pasar al siguiente tipo de barajado: cortar al centro”.
8. Abre las cartas en abanico. Saca el tercio central (foto D) y déjalo caer en la parte superior de la baraja. Repite el procedimiento.
Asegúrate de que tu voluntaria haga esta maniobra junto contigo.
“Partir al centro es cuando sacas un montón de cartas de la parte media, así, y las dejas caer en la parte superior. Así es. Muy bien. En los casinos de Las Vegas usan este tipo de barajado porque altera toda clase de orden preestablecido”.
9. Saca un puñado de cartas y déjalas caer sobre la mesa. Repite esto tres veces, así que acabarás con una fila de cuatro pilas y unas cartas sobrantes en la mano.
“Caramba, sí que tienes talento para esto. Creo que estás lista para que te enseñe el mezclador de pilas. Toma unas cuantas cartas de la parte superior, así, y déjalas caer sobre la mesa para formar una pequeña pila. Hazlo otra vez para formar una segunda pila, así está bien, y una tercera y una cuarta”. La mesa se deberá ver como en la foto E.
10. Reparte el resto de las cartas en las cuatro pilas: una carta en la pila 1, la siguiente en la pila 2, y así sucesivamente hasta agotar todas las cartas (foto E). Dile a tu voluntaria que haga lo mismo.
“Luego reparte las cartas entre las cuatro pilas, una por una, hasta que se acaben. Esto se llama barajado por distribución, y también barajar al repartir”.
(Nota: No uses este parloteo al hacer este truco ante magos, pues estos términos no son reales. Pero suenan bien, ¿no te parece?”.)
“Con los años, los magos nos hacemos cada vez mejores en las diversas maneras de barajar. Finalmente, llegamos al punto en que podemos manipular las cartas mientras barajamos. ¿Lo ves? Incluso con todas las mezclas que hicimos, me las he arreglado para acabar con...”.
11. Gira las cartas superiores de las cuatro pilas. Luego, pídele a la voluntaria que gire las cartas superiores de sus pilas.
“Rey, rey, rey, rey. Por supuesto, tengo años de práctica... Vamos a ver cómo te ha ido. ¡Dios santo! Cuatro ases”.
Deja que la sensación de asombro cunda mientras se desarrolla la escena (foto F). Después de todo, las cartas han estado en sus manos todo el tiempo.
Puedes decir de manera acusadora: “¿Has estado yendo a clase en la escuela de magos sin decírnoslo?”.
Prestidigitación con los pies
Hay trucos para restaurantes y hay trucos de cartas. Éste es un truco de cartas que se puede hacer en un restaurante. Tus amigos no lo olvidarán fácilmente, pues resulta divertido, extraño y enigmático.
Éste es un nuevo giro de una vieja idea (lee el recuadro “Verdades de la magia, parte 10. Al fin de cuentas, ¿de quién es el truco?”), propuesto por el miembro del panteón de consejeros Jamy Ian Swiss, uno de los magos de cartomagia más grandes del mundo.
El efecto: Anuncias que te has vuelto un experto en la prestidigitación con los pies. Si tu voluntaria puede coger una carta con el pie, tú la encontrarás de la misma manera.
Tras quitarse zapatos y calcetines, un espectador coge una carta del bloque con los pies. Después de volver a poner la carta en su lugar, das un empujón a la baraja con el pie y, de alguna manera, te las arreglas para partir directamente en la carta elegida.
El secreto: Mientras apuntas a la baraja e indicas que la voluntaria deberá volver a poner las cartas, dejas caer unos cuantos granos de sal (que te pusiste anteriormente en la punta del dedo) sobre la carta superior del naipe. Los granos de sal hacen que la mitad superior del naipe ruede prácticamente por sí misma.
Antes
de empezar, sólo hay un paso previo: ponte unos granos de sal en la
punta del dedo. Antes del truco, por ejemplo, pon un poco de sal en
la comida y asegúrate de que un poco de la sal caiga en el borde
del plato. Para que la sal se adhiera a la punta del dedo, oprime
el dedo con firmeza sobre los granos de sal.
1. Pídele a tu voluntaria que baraje.
Puedes comenzar diciendo: “Todo el mundo habla de la prestidigitación. Prestidigitación por aquí, prestidigitación por allá. Pero siempre con las manos. ¿No saben que no sólo tenemos dedos en las manos?”.
Entrega la bajara a tu voluntaria. “Por favor, baraja estas cartas, ¿quieres?”.
Mientras, continúa. “Quiero decir, ¿por qué los magos no hacen prestidigitación con los pies? Me parece igualmente legítimo. Vamos a hacer algo así. Te propongo una prueba: si puedes escoger una carta usando los pies, yo la encuentro también con los pies. De hecho, ni siquiera voy a tocar la baraja con las manos ¿de acuerdo?”.
2. Pídele a la voluntaria que distribuya las cartas en el suelo, bocabajo.
“Como no puedo usar las manos, voy a tener que pedirte que distribuyas las cartas en el suelo, en forma de arco. Así está bien.
“Me temo que para la siguiente parte vas a necesitar un poco de destreza con los pies... Te tendrás que quitar los zapatos y los calcetines”.
3. Pídele a tu voluntaria que seleccione una carta, usando sólo los dedos de los pies (foto A de la figura 8-10).
Sólo unos cuantos voluntarios pueden recoger una carta con un pie; la mayoría necesitan los dos, como se muestra en la foto A. (Alternativamente, podrías pedirle a tu voluntario que use el pie para empujar una carta, que luego puede recoger con la mano.)
“Muy bien, sigue como hasta ahora. Escoge una carta, cualquiera, pero usa sólo los dedos de los pies. Sí, sé que es difícil, pero piensa que al menos no te he pedido que barajaras con los pies”.
“¿Ya la tienes? No dejes que la vea. Los demás sí, pero yo no”.
Figura 8-10: Tu voluntaria se mueve con torpeza (A). Toma este consejo con un grano de sal: apunta para mostrar dónde se deberán poner las cartas partidas (B). Luego, con mucha delicadeza (C), golpea la baraja con el pie (D) para partir en la carta elegida
4. Dile a tu voluntaria que coloque la baraja en una pila, que levante la mitad superior y que ponga la carta elegida sobre la mitad inferior.
“¿Todos han visto la carta? Muy bien, ahora coloca las cartas en una pila, con las manos si quieres. Muy bien. Excelente. Ahora levanta la mitad de la baraja y pon la carta en el punto de partida”.
Mientras dices esto, apunta a la mitad del naipe que permanece en el suelo.
5. Cuando la carta esté puesta sobre la pila, apunta al montón que está en el suelo, y mientras lo haces, arréglatelas para que caigan allí los granos de sal que tienes en el dedo.
En realidad, no tienes que tocar las cartas que están en el suelo; sólo deja que la mano esté sobre ellas. Al extender el índice para que puedas apuntar hacia abajo, frótalo contra el pulgar y suelta parte de la sal, de manera que caiga directamente sobre la pila y, por lo tanto, directamente sobre la carta elegida. La foto B muestra este momento.
Éste
es el momento de la verdad, la parte que ensayaste en casa. Hiciste
la operación de soltar la sal hasta saber exactamente cuánta
necesitas (más de cinco granos, pero menos de cincuenta).
Practicaste esto hasta poder soltar la sal de manera uniforme y
natural al apuntar.
Mientras apuntas, termina las instrucciones para el espectador: “Y ahora, pon el resto de las cartas en la parte superior. Así es: hay que poner la carta para que quede en medio del mazo y no sea posible encontrarla fácilmente”.
6. Anuncia que encontrarás la carta con tu pie.
“Muy bien. Ahora viene la parte difícil. Aquí es donde hago la prestidigitación con los pies. Permítanme que me quite el zapato y el calcetín”. Comienza a quitarte el zapato y luego interrumpe el paso. “Olvídenlo. Vamos a terminar. Aquí vamos: el truco de prestidigitación con el pie completamente vestido”.
7. Da un empujón a la baraja con el lateral del zapato. Revela la carta que queda al cortar.
Cuando empujas muy suavemente la baraja, ésta se separa en ese punto, gracias a que los granos de sal actúan como rodamiento (fotos C y D).
Por
cierto, ésta es una de esas operaciones en las que cada vez es la
primera vez. Las cartas brillantes y resbaladizas se separan
obedientemente en la división con sal; las cartas más viejas y
desgastadas no lo hacen. Una patada suave no es suficiente para
mover la mitad superior de la baraja, pero una patada muy fuerte
esparcirá las cartas en el suelo, lo que hará imposible identificar
la carta que estás buscando. La práctica hace al maestro (junto con
el uso de la baraja correcta).
“Muy bien, ya he cortado la baraja con mi habitual elegancia. Veamos si lo he hecho bien. Ahora dime, fuerte y claro: ¿cuál fue la carta que escogiste con los pies?”.
Después de que se nombra la carta, gira de manera triunfante la carta superior de la pila inferior en el suelo, para que todos puedan ver que cortaste con el pie en la carta correcta.
“Muy bien, ahora quítense todos los zapatos. Vamos a jugar al póquer con los pies”.
La baraja del futuro
Este truco presupone un enorme sacrificio por tu parte, mayor incluso que el hambre, el cansancio y los callos en los meñiques que producen horas y horas de práctica. Para este truco, tendrás que sacrificar una baraja y un rotulador con punta de fieltro, dos artículos útiles que quedarán inutilizados por prestar un servicio a tu arte. Esperaré mientras reflexionas sobre si esto vale la pena.
¿Quieres seguir adelante? Eso me encanta porque este truco, una colaboración de Mike Maxwell, uno de los consejeros de nuestro panteón, está entre los mejores usos que les puedes dar a 52 rectángulos de cartulina.
El efecto: Escribes una predicción (con rotulador permanente) en una carta, que pones en un sobre vacío. Invitas al espectador a elegir una carta cualquiera y también la pones en el sobre.
Eso es todo. Cuando el espectador saca las dos cartas del sobre, lo que escribes predice correctamente la carta elegida.
El secreto: Antes tienes que haber escrito “10 de tréboles” en cada carta. Cuando escribes tu predicción, la escribes con una pluma seca, de modo que no deje una marca en la carta, y “escribes” tu predicción en el verdadero 10 de tréboles. La carta que el espectador elige de la baraja es tu carta de “predicción”, no la que está en el sobre. El sobre hace que sea imposible para el público darse cuenta de que las cartas se han intercambiado.
Esto no tiene mucho sentido cuando lo leo. Tendrás que confiar en mí y continuar con la lectura.
Coge
un rotulador de punta de fieltro, respira hondo, relájate y escribe
“10 de tréboles” en el borde superior derecho de cada carta de la
baraja, excepto en el 10 de tréboles y en otra carta al azar (en
este ejemplo, digamos que la otra superviviente es la reina de
diamantes).
Luego, destapa el rotulador y déjalo en la ventana unos días. Con esto, el marcador se secará hasta el punto de no poder escribir.
Ésta es la parte del sacrificio; no podrás usar jamás esta baraja para ningún otro truco, excepto para éste. Tal vez el truco no se debería llamar “la baraja del futuro”: en realidad, es “la baraja sin futuro”.
Cuando acabes de escribir, pon la reina de diamantes sin marcar en la parte inferior de la baraja y el diez de tréboles aproximadamente en el centro.
Ahora examina tu obra: si abres las cartas de derecha a izquierda mientras las ves, el rótulo aparece en el borde de cada carta (mira la foto A de la figura 8-11), pero si abres las cartas de la manera que se vea más natural (de izquierda a derecha, como en la foto B), no puedes ver los rótulos. Ahora puedes ver por qué dejaste la reina sin marcar (para cubrir la cara del mazo).
El hecho de que puedas mostrar las cartas de esta manera es muy práctico. Puedes barajar las cartas (asegúrate de que la carta del fondo caiga primero, tal como se ha descrito al principio de este capítulo), abrirlas en abanico de izquierda a derecha, y por lo demás, manipularlas normalmente. Sin embargo, hay tres cosas que no puedes hacer:
Figura 8-11: Abre las cartas en abanico en el sentido incorrecto (A) y podrás ver el rótulo de cada una. Despliégalas normalmente (B) y las cartas se verán perfectamente normales. Eso facilita que no escribas nada en el 10 de tréboles, da al voluntario una oportunidad de elegir (D) y tienes tu predicción correcta (E)
1. Baraja tu baraja especial mientras presentas el truco.
Recuerda barajar de la manera especial descrita al principio de este capítulo, para que la reina de corazones permanezca al fondo. Asegúrate de tener presente cuál es el lado rotulado mientras barajas, de manera que los rótulos siempre estén del lado derecho.
Puedes decir: “En un congreso de magos que hubo el mes pasado, conocí a un colega que realmente me asustó. Este hombre estaba en el límite entre la ciencia y los trucos de magia. Estaba experimentando con la presión psicológica. Quiero decir que estaba tratando de influir en la conducta de su público mediante la fuerza de la personalidad”.
2. Abre el naipe de izquierda a derecha, bocarriba, para que tu voluntario pueda ver los naipes.
“Vamos a hacer un truco de cartas. Esta persona dijo que yo podría hacerte escoger la carta que yo quisiera. También debería poder escribir el nombre de la carta que vas a escoger, antes de que la escojas”.
3. Cierra la baraja y destapa tu marcador.
“Me
muero por saber si aquel mago acertaba. ¿Quieres hacer un truco
conmigo? Muy bien. Agradezco tu disposición de someterte al control
mental”.
4. Mientras sostienes la baraja para que nadie pueda verla, encuentra el 10 de tréboles. Sácalo y ponlo en la parte inferior del bloque.
En realidad, puedes ponerlo de manera que nadie pueda verlo (por ejemplo, en la palma de la mano), pero la baraja proporciona una superficie sólida para el rótulo que vas a escribir.
“Para ayudar a reforzar mi predicción, voy a escribir el nombre de la carta que vas a escoger sobre otra carta. Con tinta permanente. Este método deja una profunda impresión mental, aunque tal vez no sientas nada. Muy bien, déjame escribir mi predicción...”.
5. Escribe “10 de tréboles” en el borde de tu 10 de tréboles (foto C).
Por
supuesto, tu rotulador está completamente seco. En realidad, no vas
a dejar una marca; estás fingiendo. Pero como estás teniendo
cuidado de mantener oculta la cara de la carta, nadie puede darse
cuenta de que el rotulador no escribe.
“Muy bien”. Tapa el rotulador y guárdatelo en el bolsillo. “Voy a poner mi predicción aquí, en este sobre, donde nadie pueda alterarla”.
6. Muestra el sobre vacío y luego desliza el 10 de tréboles en él.
Puedes usar casi cualquier recipiente opaco en lugar del sobre: una caja de zapatos, un sombrero, un zapato y así sucesivamente. El único requisito es que el recipiente impida que alguien observe el orden en que entran las cartas; vas a poner dos cartas juntas y quieres una razón plausible para que se confundan.
Por ejemplo, no funcionaría pedirle a tu voluntario que pusiera las cartas en su bolsillo, pues recordaría el orden en que entraron.
Tampoco funcionaría poner las cartas en tu propio bolsillo, aunque
por una razón muy diferente: esta vez, los escépticos de tu público
supondrían que hiciste un intercambio de cartas dentro de tu
bolsillo. Es mucho mejor mantener las cosas a la vista del todo el
mundo, en un recipiente.
7. Distribuye las cartas a lo ancho de la mesa, bocabajo. Invita a tu voluntario a empujar una carta (bocabajo), y sacarla de la alineación (foto D).
“Aquí es donde entra en juego la influencia psicológica. Quedan 51 cartas. Quiero que elijas una carta (no pienses mucho en eso, sólo pon el dedo en una carta que parezca que te está llamando y empújala para sacarla de la fila)”.
8. De manera deliberada y abierta, pon la carta elegida bocabajo en el sobre.
“¿Esta carta? Muy bien. También entra en el sobre a prueba de alteraciones”.
Todo lo que queda por hacer es un breve discurso que resuma la imposibilidad del resultado y aleje la mente del público del posible papel del sobre, sombrero, caja o zapato.
“Eso es; ya hemos acabado nuestro experimento, puedes poner el cerebro a descansar. Recuerda: yo escribí el nombre de la carta que quería que seleccionaras. Pudiste haber elegido cualquiera de estas cartas”.
9. Recoge el naipe, gíralo bocarriba y extiende las cartas en una línea en la mesa; por supuesto, de izquierda a derecha.
Como
has estado abriendo de izquierda a derecha, por supuesto, el rótulo
en el borde de las cartas no es visible. Este pedacito de
manipulación psicológica que consiste en mostrar al público que la
baraja es normal, es un punto fuerte clave de este truco.
Sin embargo, debes tener cuidado, como siempre, de mantener las cartas en su orientación original, para que los rótulos se mantengan ocultos. En el proceso de extender las cartas sobre la mesa en el paso 7 y luego juntarlas y volverlas a desplegar en este paso, no debes girar el naipe inadvertidamente porque se verían los rótulos en los cincuenta bordes.
10. Pídele al voluntario que extraiga el contenido del sobre y lo ponga en la mesa.
“Por favor, saca lo que hay en el sobre. ¡Me muero de ganas de ver cómo nos ha sido!”.
Como se muestra en la foto E, lo hiciste muy bien: tu predicción, escrita en el borde de una carta, es igual a la carta que no tiene rótulo. Te digo que esto es francamente increíble.
De lo que el público no se da cuenta, por supuesto, es que las cartas que entraron en el sobre se intercambiaron: la que tiene el rótulo en ella entró después, y el 10 de tréboles entró primero.
Sólo una cosa podría arruinar la perfección de este truco: que alguien te viera hacerlo otra vez. Se van a preguntar por qué la carta que sale siempre es el diez de tréboles.
Si esto te preocupa, siempre puedes hacer varias barajas, usando una carta forzada diferente cada vez. Eso sí sería un sacrificio.
Sueña una carta, cualquier carta
La belleza de este truco, como señala el miembro del panteón de consejeros Daryl, es que nunca tocas las cartas. (No estoy omitiendo el apellido de Daryl. Se llama Daryl, a secas, igual que Cher, Madonna o Shakira, excepto que no canta.) Produce un efecto asombroso que puede fundir el cerebro de los espectadores si se ponen a pensarlo demasiado.
El efecto: Comentas que la noche anterior soñaste con una carta. Una voz en el sueño repetía: “número y palo... número y palo...”.
Para entender este sueño, le pides a un voluntario que abra las cartas en abanico frente a ti, para que puedas indicar qué carta estaba en tu sueño. El voluntario quita esa carta y la pone bocabajo en la mesa.
Ahora el voluntario reparte la baraja en dos pilas y gira la carta superior de cada pila. “Número y palo... número y palo”. Claro, el número de una carta y el palo de la otra se combinan para identificar la carta soñada que está bocabajo.
El secreto: En realidad, no conoces la identidad de tu carta soñada hasta que el espectador abre la baraja hacia ti. Ahí es donde puedes ver las primeras dos cartas, que identifican la “carta soñada”. (El paso 3 aclarará esto.) Gracias a unas astutas maniobras, estas dos cartas acaban en la parte superior de las dos pilas.
1. Pídele a un voluntario que baraje.
Puedes empezar diciendo: “Anoche tuve un sueño muy extraño. Tenía que ponerme de pie y dar un discurso frente a todos mis amigos y, de repente, me daba cuenta de que estaba desnudo en el escenario, y no sabía que decir. Y luego salió este ejército de clones que empezó a seguirme, pero aunque corría y corría, no avanzaba y... no, esperen, ése es el sueño de la noche anterior”.
“No, anoche el sueño fue sobre una carta. Es un tipo de sueño recurrente entre los magos. La carta que vi parecía tener un significado especial. Se lo voy a mostrar. Pero no puedo tocar el mazo para hacer esto”.
2. Pídele a una voluntaria que abra las cartas en abanico de manera que las veas.
“Quiero que abras la baraja en un abanico, así. Despliégala frente a mí, para que pueda ver todas las cartas”. Demuestra el movimiento con las manos vacías. La foto A de la figura 8-12 muestra las cartas abiertas en abanico.
3. Examina las dos cartas superiores de la baraja y encuentra la carta que iguala su número y su palo, respectivamente.
Las dos cartas superiores están en el extremo izquierdo, como se muestra en la foto A. Recuerda: “Número y palo”. Esto significa que anotarás el número de la carta superior (as, 2, 3, o lo que sea) y el palo de la carta que le sigue (tréboles, diamantes, corazones o picas). Combina estos dos factores para identificar tu “carta soñada”.
Figura 8-12: Observa el número de la primera carta y el palo de la segunda (A). Luego, esas cartas identificarán la carta soñada (B)
Por ejemplo, supón que la carta superior es el 2 de corazones y la segunda carta es el rey de tréboles. Busca el 2 de tréboles (¿y qué pasa si las cartas tienen el mismo número o el mismo palo? Anuncia que no puedes encontrar tu carta soñada y pide a la voluntaria que corte la baraja y comience otra vez).
4. Cuando identifiques tu carta soñada, pide a la voluntaria que la ponga bocabajo en la mesa.
“Detente, un momento. Ésta que está aquí. Saca esa carta y ponla en la mesa, bocabajo”.
5. Pide a la voluntaria que piense en un número entre 1 y 51, y que dé ese número de cartas en una pila en la mesa.
“Muy bien”, dices. “Te quedan 51 cartas. Piensa en cualquier número del 1 al 51 y da ese número de cartas en una pila en la mesa, una por una. No me digas el número, sólo da ese número de cartas”.
¿Por
qué le dices a tu voluntaria por adelantado que tendrá que dar ese
número de cartas? Porque de esa manera estará menos inclinada a
pensar en un número alto, que te obligaría a ti y al público a
sentarse mientras reparte casi toda la baraja...
Este espectáculo sería tan divertido como ver crecer el césped.
6. Cuando tu voluntaria termine de repartir, pídele que recoja la pila dada y que la reparta en dos pilas, alternando a la izquierda y a la derecha.
“Muy bien, pon el resto del naipe a un lado”, dices cuando llega el número en que pensó.
“Ahora, aquí está la parte del cuento que no les he contado. Todo el tiempo que estaba viendo esta carta, una voz seguía repitiendo “número y palo... número y palo” (usa una voz hueca o fantasmagórica al decirlo).
“No supe lo que significaba en ese momento, pero creo que ahora ya lo sé. Recoge estas cartas que acabas de contar. Repártelas en dos pilas, alternando entre izquierda y derecha, izquierda y derecha. Sigue adelante hasta acabar las cartas”.
Mientras la voluntaria acaba de repartir, observa en cuál de las dos pilas se queda la última carta. Esa pila va a ser la pila de número.
7. Pide a la voluntaria que gire la carta superior de cada pila.
“Creo que la voz que repetía ‘número y palo’ intentaba decirme el significado de la carta elegida. Veamos, gira la carta superior de esta pila”. Señala la pila del número, que es la que recibió la última carta.
“Ése es el número de la carta soñada. Veamos, es un dos. Así que la carta soñada tiene que ser un dos de algo. Ahora gira la carta superior de la otra pila. Ésa es la pila del palo; dice el palo de mi carta soñada. Veamos. Es tréboles. Dos. Tréboles. Dos de tréboles. Así que la carta de mi sueño...” y aquí apuntas a la carta que está bocabajo, que la voluntaria dejó al lado en el paso 4... “tiene que ser el dos de tréboles. ¿No sería un milagro?”.
8. Pide a la voluntaria que ponga bocarriba la carta del sueño.
“Gírala y veamos”.
Y, por supuesto, es el 2 de tréboles.
Este truco puede parecer largo y aburrido cuando lo lees, pero tiene un enorme impacto.