Capítulo 7

A jugar con la comida

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En este capítulo

Image Cómo divertirte con los diversos tipos de azúcar

Image Haz rebotar y levitar los panes

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¡L a comida! ¡Tan a mano! ¡Tan cotidiana! ¡Tan abundante! ¡Es maravilloso poder usarla como objeto mágico y luego comértela!

Desde los albores de la humanidad, comer ha sido una ocasión para reunirse, un acontecimiento social. Como mago, sabes que durante la comida tienes un público cautivo que tiene tiempo a su disposición, cuentas con una mesa para ocultar tu regazo y además hay objetos con potencial por todas partes. Es una maravillosa oportunidad para un mago.

Es importante practicar un truco lo suficiente antes de presentarlo en público, pero en el caso de la magia “de mesa”, resulta crucial. Si uno de estos trucos fracasa, no tienes adónde huir y deberás quedarte allí sentado, cocinándote en tu vergüenza y diciendo banalidades hasta que llegue la cuenta y puedas huir lejos de allí.

Transformación del azúcar en edulcorante artificial

Éste es uno de los mejores trucos del libro. El consejero Gregory Wilson anota que es un acto de magia sorprendente, inesperado y además “limpio”. (Se refiere a que no deja evidencia alguna, nada que el público pueda ver y que arruine el truco. Lo único que queda son los materiales que se usaron, que son cosas comunes y corrientes, y que no van a descubrir la clave del truco.)

El efecto: Introduces un sobrecito de azúcar convenientemente estrujado en tu mano cerrada y, cuando sale por el otro extremo de tu puño, se ha transformado en un sobrecito de edulcorante artificial, también estrujado. Tienes las manos vacías y no hay señales de un segundo sobre de azúcar.

El secreto: En realidad, tienes dos sobres, uno de azúcar y uno de edulcorante. Pero la serie de pasos que debes seguir hacen que el cambio de uno por otro sea increíblemente fácil y a la vez imposible de descubrir (la misma serie puede usarse para convertir una cosa en otra: azúcar en dinero, un pañuelo de papel blanco en uno azul, carbón en diamante, etc.).

1. Antes de empezar, estruja un sobrecito de edulcorante artificial y ocúltalo entre los dedos de la mano izquierda, como se ve en la figura 7-1, foto A.

En este primer paso, podrías fruncir el ceño y preguntarme: “¿Qué? ¿Debo hacerlo delante de todos, en la mesa?”.

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Figura 7-1: Prepárate estrujando un sobre de edulcorante artificial para esconderlo entre dos de tus dedos (A). Introduce un sobre de azúcar común en tu mano (B) y recógelo de nuevo, arrastrándolo hacia ti (C). De esa forma, cuando el sobre de azúcar caiga en tu regazo a la tercera (nuevamente C), podrás mostrar el sobre de edulcorante que habías mantenido oculto (D)

Image Por supuesto que no. Debes hacerlo, mientras alguien habla del último ordenador que se compró o de sus acciones en Bolsa. Juguetea con el recipiente que contiene los sobres de azúcar, que suele haber en toda mesa de restaurante o cafetería. Toma un sobrecito de edulcorante artificial, como quien no quiere la cosa, sin decir nada, sin mirarlo. Nadie sabe que vas a hacer un truco, y si alguien te ve, quizá pensará que pretendes añadir a tu comida el contenido del paquetito.

Si todo esto te pone nervioso, ve al baño y por el camino coge un sobrecito de otra mesa. Lo cierto es que en medio de la conversación, la gente no notará lo que hagas o dejes de hacer con el recipiente del azúcar.

Cuando tengas el paquetito, estrújalo para convertirlo en una bolita lo más pequeña que puedas. Encájala para ocultarla entre la base del dedo anular y el meñique, como se ve en la foto A. Incluso con el sobrecito debidamente oculto, tu mano izquierda debe ser capaz de moverse sin problemas. Por ejemplo, debes poder estrujar el sobre de azúcar de verdad, como indica el siguiente paso.

2. Coge un sobre de azúcar común y estrújalo hasta convertirlo en una bolita.

“¿Han oído hablar de los últimos estudios sobre el azúcar de caña? Han estado haciendo unos análisis químicos muy minuciosos y descubrieron que si uno comprime los gránulos de azúcar en un volumen muy pequeño, como estoy haciendo ahora...”.

3. Forma una especie de tubo con la mano que esconde el sobrecito estrujado (la izquierda), e introduce en ella el sobre de azúcar natural, de manera que caiga sobre la mesa.

Image Mira el sobre que cayó en la mesa como si el truco no hubiera funcionado.

“Mmmm, un segundo. Déjenme ver”.

4. Recoge el sobrecito estrujado, arrastrándolo sobre la superficie de la mesa hasta llegar al borde (foto C), y vuelve a introducirlo en la mano que tienes dispuesta en forma de tubo (la izquierda).

Vas a hacer un segundo intento de tu experimento científico.

“Al analizar las moléculas de azúcar que habían sido sometidas a una fuerte compresión, se descubrió que...”.

Pero nuevamente el truco falla. El sobre de azúcar está en el mismo lugar donde cayó la primera vez (foto B).

5. Recoge el sobre hecho bolita, de nuevo arrastrándolo hasta el borde de la mesa. Pero esta vez déjalo caer en tu regazo. Sin detenerte, lleva tus dedos vacíos (pero que aún dan la impresión de estar sosteniendo el sobre) hasta la mano izquierda. Finge que introduces el sobrecito en la mano por tercera vez, pero ahora haz que sea el sobre que tenías oculto, el de edulcorante artificial, el que caiga sobre la mesa.

“Bueno, allá vamos. Entonces, si uno comprime lo suficiente el azúcar, se convierte en una sustancia semejante. ¿Sí ven? ¡Edulcorante sin calorías!”.

6. Mientras la sorpresa y las risas aparecen, despliega el sobre de edulcorante para que el público pueda verlo claramente (foto D).

Mira cómo lo hace la modelo en la foto D, que abre por completo los dedos para dejar bien claro que sus dos manos están totalmente vacías. Por supuesto, el hecho de que al final del truco no conserve ninguna evidencia de su secreto es una de sus mejores características.

Si este truco tiene buena acogida entre tus compañeros de mesa, piensa en hacer otro similar, como el que se describe a continuación. Si lo haces, ya tendrás una rutina (o sea, dos o más trucos que siguen una secuencia lógica) y serás un mago mejor que los aficionados que sólo pueden hacer un truco cada vez.

El azúcar que se evapora

Este truco es aún mejor que el del azúcar que se transforma, si es que existe. Éste en particular se basa en un truco del mago Brad Stine, tal como lo ejecuta Gregory Wilson, quien parece tener una fijación con los condimentos y la comida.

Si has estado hojeando el libro en busca de un truco fácil, impactante y fuera de lo común, lo has encontrado.

El efecto: Abres un sobrecito de azúcar y viertes el contenido en tu puño. Pero cuando abres la mano para mostrarlo, está vacía.

El secreto: El sobre que abriste no contenía azúcar, pero no lo sabe nadie más que tú.

Image Al igual que en el truco anterior, éste requiere unos cuantos pasos previos. Toma un sobrecito de azúcar con antelación. (Consulta el truco anterior para enterarte de cómo hacerlo. Si no quieres hacer los preparativos ante las miradas ajenas, ve al lavabo y hazlos allí. En mi caso, suelo hacerlo todo en mi regazo, oculto por la mesa.)

En la privacidad que te da el lavabo, o en tu propio regazo, sacude el sobrecito para que todo el azúcar se desplace hacia uno de los extremos. Con la punta de un cuchillo o el diente de un tenedor (o el filo de una llave), corta el lado del sobre en el que se encuentra el azúcar, haciendo una abertura a medio centímetro del borde. (Al acumular todo el contenido en ese extremo, creas una especie de colchón para que el objeto cortante no perfore las dos capas del sobre sino solo una.) No te preocupes si la abertura parece un desgarrón, es preferible así. La foto A de la figura 7-2 muestra este proceso.

Después de hacer el corte, vacía el azúcar dejando adentro apenas unos cuantos gránulos (foto B). Si estás en el lavabo, el bote de basura puede ser un lugar indicado para deshacerte del azúcar. Si estás haciendo los preparativos en tu regazo, vacíalo en tu servilleta (y después haz un envoltorio y siéntate sobre ella o algo así, de manera que no vayas a sacudirla en algún momento de la comida y que tus acompañantes la vean, pues así descubrirías el secreto del pequeño milagro que vas a ejecutar).

Image Por último, desliza el sobrecito “arreglado” en el recipiente que contiene los demás sobres de azúcar y edulcorantes. En este punto, debes dejar que te guíe tu sentido innato de la distracción y de la oportunidad. Puedes esperar a que alguien empiece a mostrar algo tan llamativo como un anillo de compromiso, o a que se oiga un ruido proveniente de la cocina y distraiga a tu público, o a que lleguen los platos fuertes.

O sencillamente puedes coger varios sobres, juguetear con ellos y luego devolverlos al recipiente, con el sobre “arreglado” entre ellos.

De cualquier forma, la parte difícil ya pasó.

1. Comienza el truco cogiendo tu sobre preparado del recipiente del azúcar.

Si acabas de ejecutar la “transformación del azúcar en edulcorante artificial”, tu parloteo saldrá de manera casi espontánea.

“En serio. Los centros de investigación en caña de azúcar han estado haciendo estudios que demuestran que el azúcar tiene un punto de ebullición y uno de evaporación, como el agua. Verán”.

2. Abre el sobre desgarrando el extremo, siguiendo la línea de la abertura que hiciste previamente.

Tal como se muestra en la foto C, acabas de destruir la evidencia de haber manipulado previamente el sobrecito. Puedes dejar caer la tirita de papel en la mesa o en tu plato.

Image Antes de “verter” el azúcar en el siguiente paso, asegúrate de presionar un poco los lados sellados del sobre, de manera que la abertura se ensanche y que así el sobre no se vea completamente plano (y vacío). A ojos del público, lo que estás haciendo es un procedimiento para facilitar el vaciado del sobre.

3. Cierra la otra mano para formar un puño, y vierte dentro el azúcar del sobre.

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Figura 7-2: Antes de comenzar, haz la abertura (A). Vacía el sobre (B). Tras abrir el sobre (C), “vierte” su contenido, sosteniéndolo en la cuenca de tu mano (D), e incluso sacudiéndolo para que salga todo el azúcar (E). La desaparición (F) no se olvidará fácilmente

Como ves en la foto D, el acto de vaciar el sobre implica introducir la boca de éste en tu puño. “Vierte” inclinando el sobre hasta que esté completamente vertical.

Image Si puedes hacer que unos de los gránulos que dejaste dentro caigan en tu mano o en la mesa, el truco resulta aún mejor. Con eso acabas de demostrar que todo parece normal.

4. Subraya la ilusión al sacudir los últimos gránulos que quedan en el sobre.

O sea, cambia la forma en que sostienes el sobre: ahora debes sujetarlo por el extremo, y sacudirlo sobre el hoyo que forman tus dedos cerrados (foto E). Este detalle te permite darle más credibilidad a todo el montaje por el hecho de que el roce del papel contra tu mano puede parecer el ruido que hace el azúcar al caer en tu puño.

5. Lanza el sobre vacío a la mesa. Sostén el puño en alto, aún cerrado como si contuviera el equivalente a una cucharada de azúcar.

Image “Y aquí es cuando se produce la reacción química. Dejo que mi calor corporal opere durante unos instantes sobre el azúcar, y siento que empieza a volverse líquido en mi mano y luego se evapora. Sí, sí, lo siento evaporarse, y se va, se va”.

6. Abre la mano (foto F).

La expresión en la cara de tu público te mostrará lo que es la magia.

A propósito: no te preocupes si algunos de los gránulos de azúcar quedan en tu mano. En realidad es bueno que así sea, pues de esa manera el público queda más convencido de que realmente había azúcar en ese sobre, y más perplejo al pensar en los gránulos que han desaparecido.

El pan que rebota

Supongamos que te ves obligado a salir a cenar con un ex novio de tu esposa. O que no te queda más remedio que asistir a una aburrida comida de tu compañía. O que aprovechas un vale de “cena gratis en un restaurante de lujo” que te ganaste en una rifa, y acabas en un lugar de baja categoría donde las únicas que comen bien son las cucarachas.

El reto: ¿Cómo expresas tu desagrado en tales ocasiones sin portarte como un niño malcriado? Prueba con este truco.

El efecto: Coge un pan de la panera y lo lanzas contra el suelo. Es tan viejo y está tan duro que rebota.

El secreto: En realidad, lo que haces es tirar el pan hacia arriba (cuando lo tienes bajo el nivel de la mesa) y te ayudas con efectos sonoros que produces con un pie.

1. Coge un pan y expresa tu descontento porque no es del día.

Tras emitir un quejido al intentar morder el pan, puedes decir algo así como: “Este pan ya ha visto pasar sus mejores días. ¡Mirad!”.

2. Haz el ademán de tirarlo hacia el suelo (ver foto A de la figura 7-3).

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Figura 7-3: Desde el punto de vista del público, tiras un pan al suelo (A) y rebota hacia lo alto de nuevo (C). En realidad, lo que sucede es que tu pie produce el efecto sonoro, mientras que tu mano se encarga de lanzar el pan hacia arriba (B)

Tu mano debe comenzar el movimiento por encima de la mesa y terminar debajo del nivel de ésta. Deja que pase una décima de segundo y luego...

3. Da un buen pisotón contra el suelo para simular el sonido del golpe del pan contra el suelo. Una fracción de segundo después (aún por debajo del nivel de la mesa), lanza el pan hacia arriba.

Esto de lanzar el pan hacia lo alto (foto B) es un simple movimiento de muñeca, y la posición de tu brazo y tu hombro no debe alterarse. Desde el punto de vista del público, se ve como en la foto C.

Ensaya bien los tiempos y el lanzamiento hacia arriba. A ti podrá parecerte que no es muy impactante, pero a ojos del público se ve graciosísimo, pues en realidad parece que el pan haya rebotado contra el suelo.

4. Coge el pan cuando vaya bajando de nuevo y ponlo otra vez en la panera.

Y la próxima vez, ¡evita salir a comer a un lugar como ése!

El pan que levita

Los experimentos con azúcar que hay al principio de este capítulo permiten ver la belleza de las rutinas. En otras palabras, es el encanto de hacer una serie de trucos relacionados. Si el pan que rebota tuvo buena acogida pero la cena sigue siendo aburrida, puedes continuar con una ilusión un poco más intensa.

El efecto: Cubre un pan con tu servilleta. Lentamente, por arte de magia, parece elevarse y levitar bajo la servilleta, y no obedece a nadie más que a su propia voluntad. Luego, aterriza de nuevo. Retiras la servilleta y debajo no hay nada más que un panecillo común.

El secreto: Una vez bajo la servilleta, pinchas el pan con un tenedor, y en realidad vas a controlar los movimientos del pan desde la esquina de la servilleta (gracias a tu mano y al tenedor). Sin embargo, conocer el secreto sólo es el 5% de este truco. El 95% restante se basa en tu aptitud histriónica.

1. Coloca un pan en tu plato. Cúbrelo con la servilleta. Sujeta el extremo del mango del tenedor usando la esquina de la servilleta.

(Consejo: las servilletas de papel no funcionan para este truco. Debe ser una de tela.)

Image Si has conseguido extender bien la servilleta, seguramente cubrirá también el tenedor. Advertencia para los diestros: aunque el tenedor suele estar al lado izquierdo del plato, tienes toda una comida para ponerlo al lado derecho, donde estará bien situado para este truco.

2. Con la disculpa de colocar bien la servilleta, sostén el pan un instante, lo suficiente para pincharlo con el tenedor.

Todo esto sucede por debajo de la servilleta. Pero si la levantaras, verías el montaje que se muestra en la foto A de la figura 7-4 (tomada desde tu punto de vista).

Image Durante las sesiones de práctica, ten cuidado de ensayar el mejor sitio para pinchar el pan. Si los dientes se sitúan por debajo de la mitad del pan, tienes más posibilidad de maniobrar durante la “levitación”.

Puedes inventarte un tema relacionado con el exceso de levadura que tiene ese pan, que lo hace muy esponjoso y volátil. También puedes usar este truco a continuación del anterior (del pan que rebota), diciendo que todos los panes parecen tener una tendencia juguetona ese día.

También puedes llegar a la conclusión de que prefieres una atmósfera de mayor seriedad para lo que vas a hacer, y decir algo como “Sucede de vez en cuando que las condiciones son óptimas y que está uno en buena compañía ante una buena comida, y todo se siente ligero, propenso a volar. Incluso un humilde panecillo no puede resistirse a este hechizo”.

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Figura 7-4: Si miraras debajo de la servilleta, verías el pan pinchado con el tenedor (A). Cuando te concentras en el pan (B), éste comienza flotar (C). Luego, el pan toma el control, moviéndose de un lado a otro (D), para terminar descansando sobre la servilleta (E). Por último, parte el pan en dos para demostrar que todo fue un acto de magia

3. Sujeta la servilleta por las dos esquinas más cercanas a ti, con los pulgares por encima y los otros dedos debajo. El tenedor debe quedar entre el pulgar y el índice de tu mano derecha (si eres zurdo, en los de la izquierda). Despacio, pero sin vacilar, vuelve tus manos hacia abajo, rotando el tenedor para que quede en posición más vertical y que así el pan se levante en el centro de la servilleta.

Image La foto B muestra las etapas iniciales. Observa fijamente el pan y trata de mostrarte indiferente. No lo olvides: tú te limitas a sostener la servilleta y la levitación se produce por sí sola.

Muy despacio, con majestad, permite que el pan y la servilleta “guíen” tus manos hacia arriba, lejos de la mesa (foto C).

4. A medida que la maravilla va impresionando a los asistentes, mueve todo el montaje para que el pan suba, baje, flote hacia los lados o incluso que se asome por encima de la servilleta.

La foto D muestra uno de estos movimientos.

Cuando te sientas cómodo con los movimientos, puedes incluso intentar esta maniobra avanzada (que no se puede hacer con todos los tipos de pan, pues depende de la forma): deja que la servilleta cuelgue de tus manos, verticalmente. Para hacerlo, tendrás que cambiar el ángulo del tenedor, de manera que ya no esté debajo de la servilleta sino detrás de ésta, y el pan frente a tu pecho.

Image Éste es un movimiento muy impactante, pero lo mejor aún está por venir. Muy despacio, para que los movimientos de tus dedos no te delaten, guía el tenedor hacia el borde superior de la servilleta, de manera que el pan se asome y el público pueda verlo a ver (foto E). Deja que la servilleta cuelgue floja para que parezca que el pan se apoya sobre su borde.

Luego, haz que el pan quede oculto nuevamente, y cuando esté en el centro de la servilleta, ejecuta un movimiento semejante al de la foto D.

5. Una vez que todo el mundo haya visto suficiente, haz que el pan baje lentamente hasta el plato o la mesa. Introduce la mano izquierda bajo la servilleta para sostener el pan mientras retiras el tenedor, y luego, de un solo movimiento, retira la servilleta con el tenedor (que dejarás caer en tu regazo).

Como remate, parte el pan (foto F), para mostrar que no tiene nada dentro. Lo que estás haciendo en realidad es destruir la evidencia de que la corteza fue perforada por el tenedor.

Image Este truco es mucho más fácil de ensayar si tienes una cámara para filmarte mientras lo ejecutas. No puedes mirarte en un espejo para ver cómo sale porque tus ojos, que deben estar fijos en el pan, son parte esencial del truco.