Introducción

Los indios sioux del siglo XIX eran un grupo no muy unido de jinetes nómadas compuesto por varios subgrupos que hablaban una lengua de raíces comunes. Tras la adquisición del caballo, los lakotas, el más tenaz de estos subgrupos, empujaron hacia el sur, oeste y norte a los pobladores menos agresivos de las Grandes Praderas. En menos de cien años dominaban ya una gran parte de la altiplanicie que se extiende entre el río Missouri y las montañas Rocosas. Los lakotas eran de por sí un pueblo combativo, y antes incluso de que Estados Unidos tomara posesión de la Luisiana en 1803, se habían convertido en enemigos mortales de casi todas las otras tribus de la zona.

Los lakotas se mostraron desafiantes desde su primer contacto con representantes estadounidenses. Exceptuando algunos pequeños robos por parte de tribus de la Costa Oeste, Lewis y Clark sólo tuvieron problemas con los lakotas, que cortaron su avance a lo largo del Missouri y guerrearon contra las naciones indias que estaban pactando con Estados Unidos.

Entre la expedición de Lewis y Clark y la apertura de los yacimientos de oro en Montana, los lakotas concentraron sus energías en recordar constantemente a los crow, los shoshones, los arikaras, los pawnees y demás tribus que los lakotas eran los dueños de los fértiles terrenos de caza de la llanura septentrional. Pero tan pronto el pueblo de Estados Unidos empezó a trasladarse a ese mismo territorio, los lakotas se vieron forzados a desviar gran parte de sus recursos hacia la tarea de cerrar el paso al flujo de colonos blancos.

En los años sesenta del siglo XIX un jefe de la banda de los oglagas que respondía al nombre de Nube Roja se erigió en líder y condujo a los lakotas y a sus aliados a una victoriosa campaña contra Estados Unidos que frenó la inmigración de pioneros a Montana por la ruta Bozeman. Después de dos años de combates, Nube Roja y Cola Manchada, de la banda de los brules, firmaron el tratado de 1868 que excluía a los blancos de su territorio, y, tras varios viajes a Washington, se asentaron en reservas o «agencias» fijadas para ellos en el noroeste de Nebraska. Se los conocía como indios «amistosos», vivían en las reservas y a cambio de su pasividad recibían dietas del Gobierno estadounidense. Nube Roja y Cola Manchada habían ganado esa guerra, y Estados Unidos los reconocía como jefes supremos de su pueblo. Pero la estructura política de los sioux lakotas era muy diferente de la de Estados Unidos. Un jefe lakota sólo era jefe si su pueblo le seguía, y el hecho de que dos caciques se hubieran retirado a sendas reservas no significaba que los lakotas abandonaran sus hostilidades contra Estados Unidos o cualesquiera otras naciones de la llanura septentrional.

Los lakotas, ahora con otros jefes, siguieron guerreando contra sus vecinos, pieles rojas o rostros pálidos. Dos de los jefes que emergieron en los años setenta del siglo XIX fueron Toro Sentado, de la banda de los hunkpapas, y un joven y carismático guerrero oglaga: Caballo Loco.

Los llamados sioux «hostiles» combatieron sin apenas tregua al ejército de Estados Unidos en la Gran Guerra Sioux de 1876. Pero los superiores recursos estadounidenses consiguieron doblegar a los indios. En el invierno de 1876 Toro Sentado se batió en retirada hacia el Canadá, pero Caballo Loco y sus arrogantes y famélicos oglagas continuaron las hostilidades en el norte hasta la primavera del año siguiente. Caballo Loco se convirtió en un símbolo de resistencia para su tribu y asumió el rango de jefe sin haberlo heredado, siendo tenido en gran estima por algunos de los suyos mientras que otros le detestaban o envidiaban.

Por parte de Estados Unidos la campaña fue dirigida por una serie de generales que habían ganado fama durante la guerra de Secesión. A la cabeza del ejército estaba el general Sherman, y a las órdenes de éste, Sheridan. Por debajo de Sheridan, entre otros, estaban los generales Crook, Gibbon, Terry y Custer.

El más experimentado de estos generales, tanto en combatir a los indios como en el ejercicio del mando, era, posiblemente, Crook. Había servido en el Oeste y recientemente había conseguido someter a los apaches en Arizona. Se trataba de un hombre justo, los indios le respetaban, pero era tosco y un contrincante muy tenaz en la batalla. Se le conocía por sus campañas de invierno y sus eficaces escoltas a trenes de suministros, y no le inquietaban las largas marchas nocturnas ni los ataques al rayar el alba. Entre sus selectos oficiales para la campaña de 1876 se encontraba un joven médico civil, contratado temporalmente por el ejército de Estados Unidos, de nombre Valentine Trant McGillycuddy.

McGillycuddy acabaría siendo agente de los indios para la reserva Nube Roja (que más tarde se llamaría reserva Pine Ridge) en el nuevo estado de Dakota del Sur. Fue asimismo uno de los firmantes de la Constitución de dicho estado, primer director de la Escuela de Minería de Dakota del Sur, hombre de negocios, inspector médico en jefe para el estado de Montana, uno de los primeros médicos del nuevo estado de California y voluntario en Alaska durante la terrible epidemia de gripe de 1919; finalmente se jubilaría como médico interno del Claremont Hotel, en Berkeley (California)

Crook, que pudo elegir a todos sus oficiales y médicos para la campaña contra los sioux, hizo venir de Washington al recién casado McGillycuddy. Es verdad que éste, no cumplida aún la treintena, había formado parte del gabinete topográfico que levantó mapas de la mayor parte de la región que Crook planeaba recorrer, pero el general nunca se sirvió de su experiencia. Crook y McGillycuddy no eran viejos conocidos, sus caminos se habían cruzado apenas una o dos veces, pero Crook tenía fama de ser muy buen conocedor de la naturaleza humana. Algo debió de ver en aquel joven médico que le hizo pensar que desempeñaría un papel clave en los turbulentos años que tan sólo acababan de empezar.