CAPÍTULO 25
ENCUENTRO GyroTechnics fácilmente. Es un sitio extraño para levantar una empresa de desarrollo de tecnología, aislado en las colinas, rodeado de árboles, al final de un camino de gravilla sin señalizar, pero por otra parte, yo estoy haciendo algo ilegal. Si lo que el FBI ha descubierto es verdad y no lo dudo ni por un instante, esto está financiado y dirigido por una Tríada. Esto demuestra que las organizaciones criminales como las Tríadas, la Yakuza y las Mafias están abriendo negocios más allá de las cosas normales que se esperan de ellos como las drogas, las armas, la prostitución y el juego. Ahora se dedican al mercado del crimen internacional y eso significa patrocinar y desarrollar tecnología para cometer delitos.
Aparco el Murano en Norman Place y camino cerca del sendero de grava. Pero me mantengo apartado, prefiero abrirme paso a través de la densa arboleda. Con la visión nocturna activada, no es problema. Llego a la valla metálica y ahora veo el edificio futurista de GyroTechnics. Un par de focos iluminan el aparcamiento vacío pero aparte de eso el edificio parece estar desierto. Saco mi Cinco-Siete, coloco el silenciador y apunto a los focos. Bing, bing.
Ahora todo está oscuro, apenas iluminado por el neblinoso cielo nocturno. Trepo por la valla, corro hacia la entrada de empleados y encuentro junto a la puerta un teclado de acceso.
Apretando mi implante, digo:
—Eh, Anna, ¿estás ahí? Necesito un código de acceso a GyroTechnics.
—Espera, Sam —contesta—, creía que lo tendría para ti por la mañana y no sabía que te ordenarían infiltrarte allí a estas horas.
—Bueno, estoy aquí en medio de la oscuridad. Date prisa.
Supongo que podría hacer volar la maldita puerta, pero probablemente dispararía un montón de alarmas y aparecería la policía antes de que yo pudiera decir 'Huy'. En lugar de eso rodeo el edificio y busco otra entrada. Lo extraño es que no hay una puerta principal para que entre la gente corriente. Los únicos que entran y salen de GyroTechnics son los empleados. Los de UPS deben de entregar los paquetes por la puerta trasera y el cartero mete la correspondencia en un buzón. Supongo que la dirección no se esfuerza demasiado por atender a sus clientes.
Antes de que Grimsdottir vuelva con el código de acceso, unos faros iluminan el edificio. Oh, oh. Corro hacia la valla pero no tengo tiempo de trepar. Me tiro al suelo y me quedo bocabajo cuando el coche entra en el aparcamiento y se detiene. Es un Corvetee. El conductor apaga las luces y se baja. Está solo. Está demasiado oscuro para distinguir quién es, incluso con la visión nocturna. Sí puedo distinguir que es asiático.
El tipo va a la puerta de empleados y teclea el código. La puerta se abre y entra. Rápidamente me levanto y corro hacia la puerta, cambio las gafas a visión térmica y distingo las teclas que todavía están calientes de haberlas tocado: 9, 7,2, 0 y *. No tengo ni idea de en qué orden deben ir. Saco una foto del teclado con la cámara de mi OPSAT y ajusto los controles de modo que las lecturas térmicas se indiquen en la pantalla. Normalmente puedo suponer qué teclas han presionado primero y después; la primera será la menos iluminada y la última será la que más destaque. La dificultad es si han apretado una tecla más de una vez.
Me arriesgo y tecleo la combinación que creo que puede ser. Es como jugar a la ruleta en Las Vegas; las posibilidades están escandalosamente en mi contra. Por supuesto, no pasa nada. Pruebo con una combinación ligeramente distinta y vuelvo a no conseguir nada. A veces estos teclados están programados para disparar una alarma si alguien intenta teclear códigos incorrectos más de tres veces. ¿Debería arriesgarme? Por lo que sé, solo hay un tipo dentro. Me imagino que podré con él, pero es posible que la alarma atraiga a otros.
Antes de que me arriesgue, otro par de faros iluminan el edificio desde el camino de gravilla. ¡Maldita sea! Otra vez me coloco detrás del edificio, donde me imagino que es seguro esperar. El coche nuevo, un Porsche, aparca junto al Corvette. De nuevo, el conductor va solo. Apaga las luces, se baja y se dirige a la puerta. Le observo teclear el código de acceso pero la puerta no se abre. Llama. Tras un momento, contesta una voz por el intercomunicador.
El nuevo tipo no se acuerda del código. Rápidamente saco la Cinco-Siete y activo el T.A.K. Apuntando a la puerta, oigo la siguiente conversación en chino:
TIPO DE DENTRO: ¿Cómo que no te acuerdas del código?
TIPO DE FUERA: Regáñame. ¿Cuál es?
TIPO DE DENTRO: Nueve-nueve-siete-dos-dos-cero y asterisco.
TIPO DE FUERA: Gracias.
Teclea los números correctos y la puerta se abre. Una vez que está dentro, oigo a Grimsdottir en mi oído.
—¿Sam? Ya tenemos ese código.
—No importa. Lo tengo —digo.
—Es 9-9-9-7-2-2-0 asterisco.
—He dicho que lo tenía. Gracias.
—Oh. De nada.
Dios.
Espero un minuto y acudo a la puerta. Tecleo el código y oigo cómo se abre. Me asomo dentro y veo un pasillo vacío iluminado por fluorescentes en el techo. Al deslizarme dentro, oigo voces al final del pasillo. Los dos hombres hablan en chino y me resulta difícil entenderlos a esta distancia. Me muevo por el pasillo y me meto en lo que parece un cuarto de descanso. Hay máquinas expendedoras, un par de mesas con sillas, un microondas y artilugios de cocina y un tablón de anuncios para empleados. Pegadas con chinchetas hay una docena de fotos a color de un picnic de empresa. Una pancarta hecha a mano dice, en inglés: PICNIC FESTIVO, PUERTO DE MARINA DEL REY. Me tomo un momento en mirar las fotos. Son las habituales poses tontas que se ven en las fiestas de empresa: gente poniendo caras raras con cervezas en la mano, un tipo haciendo hamburguesas y perritos calientes, un grupo jugando al voleibol. Alguien ha etiquetado cada foto con un pedacito de papel escrito en chino: 'Ken preparando la cena', 'Joe y Tom emborrachándose', 'Kim y Chang marcan un punto'. Todos los de las fotos son chinos de diferentes edades, sobre todo hombres. Estoy a punto de volver mi atención a los dos tipos que hay en el edificio cuando veo una foto de Eddie Wu mirándome de frente. Estoy seguro de que es él. Está en la cubierta de un yate atracado en una de las marinas. El barco se llama Lady Lotus y por la orgullosa expresión de la cara de Eddie, parece que él es el jefe. Y efectivamente, la etiqueta dice 'Capitán Eddie y su barco'. Cojo la foto del tablón, me la meto en uno de los bolsillos y regreso al pasillo.
Los dos hombres se adentran más en el edificio. Me arrastro por el pasillo, moviéndome de esquina en esquina hasta que la pareja pasa por unas puertas batientes que dicen, en chino y en inglés, DESARROLLO. Cada puerta tiene una ventanita cuadrada y a través de ellas veo que uno de los hombres, que me da la espalda, está toqueteando algo en una mesa de trabajo. No es difícil saber que la sala en la que están es el laboratorio, el sitio donde los empleados de GyroTechnics construyen sus cositas.
Saco el cable óptico de mi mochila, lo conecto y lentamente lo deslizo por el suelo bajo las puertas batientes. La cabeza pasa justa, así que la deslizo como dos centímetros. Luego abro la lente a ojo de pez y ajusto el enfoque en mi OPSAT. Ahora tengo una imagen bastante clara de lo que está pasando ahí dentro. Un interruptor conecta el audio, que se transmite a mis implantes.
Los dos hombres están ocupados montando explosivos. Uno de ellos tiene un bloque de nitroglicerina del que saca un poco cada vez, como si fuese pasta dentífrica. Eso pasa a un cilindro metálico que el otro tipo coloca en contenedores con la forma de un puck de hockey conectado a detonadores y temporizadores. Son muy parecidas a mis propias minas de pared.
La conversación, en chino, es rápida, pero soy capaz de distinguir algunas palabras aquí y allí. Después el equipo de Washington podrá traducirlo todo.
PRIMER TIPO: ...Eddie... Un buen lío...
SEGUNDO TIPO: No querría ser él.
PRIMER TIPO: Y tiene el...
SEGUNDO TIPO: Ming lo encontrará.
PRIMER TIPO: ...no puede esconderse eternamente.
SEGUNDO TIPO: Sigo sin entender por qué... destruir... el sitio.
PRIMER TIPO: Órdenes de Hong Kong.
SEGUNDO TIPO: ¿...desaparecer el rastro?
PRIMER TIPO: Exacto.
SEGUNDO TIPO: ¿Dónde han... todos...?
PRIMER TIPO: Se los han llevado. Algunos volverán a Hong Kong. A los científicos que habían escapado de China los llevarán a otros puestos en otra parte.
SEGUNDO TIPO: ...algún pueblo de palurdos en Arkansas... (risas).
PRIMER TIPO: (risas).
SEGUNDO TIPO: ¿Ya casi has acabado?
PRIMER TIPO: Sí. Toma. Tienes que preparar los temporizadores.
SEGUNDO TIPO: ¿Qué te parece? ¿Diez minutos?
PRIMER TIPO: Cinco. No, que sean ocho. Por si los coches no arrancan (risas).
SEGUNDO TIPO: (risas).
PRIMER TIPO: ¿Entonces sabes dónde... esconde... Eddie?
SEGUNDO TIPO: No. Al menos creo que sé dónde estará... LAX mañana.
PRIMER TIPO: ¿Cómo lo sabes?
SEGUNDO TIPO: Ayudé a organizarlo antes de que Ming me dijese que cerrase la empresa.
PRIMER TIPO: ¿Has hablado con...?
SEGUNDO TIPO: No, fue Eddie. Yo me encargué del vuelo. No es fácil tratar con los rusos.
PRIMER TIPO: ¿Va a venir de Rusia?
SEGUNDO TIPO: No, viene de Hong Kong. Eddie... reunirá... en LAX... American Airlines... o enviará a alguien...
PRIMER TIPO: ...recompensa, ¿sabes? Lo dijo Ming.
SEGUNDO TIPO: Lo sé, lo sé. Acabemos antes con esto. Entonces quizá nosotros también podamos ir mañana al aeropuerto. Si seguimos al ruso, encontraremos a Eddie.
Los dos hombres empiezan a recoger sus materiales. Han hecho, creo, ocho bombas. Recojo el cable óptico, lo enrollo y lo meto en la mochila. Uno de los hombres sale del cuarto y sube por la escalera cercana hacia el segundo piso mientras el otro coloca dos o tres bombas dentro del laboratorio.
Maldita sea, están a punto de hacer volar el edificio. Jon Ming ha debido de enterarse de la traición de Eddie y Mike Wu y ha ordenado que cierren GyroTechnics. A lo bestia.
Quizá sea mejor que me largue de aquí ya. Mientras los dos demoledores están ocupados plantando sus bombas por el edificio, salgo por donde entré. Tardo tres minutos en saltar la valla, correr entre los árboles y llegar al Murano.
En exactamente seis minutos y veinte segundos, veo al Corvette y al Porsche salir del camino de grava, coger Norman Place y pasar cerca de mí bajando la colina. Enciendo el motor, hago un giro en U y los sigo.
Justo a tiempo, oigo una tremenda explosión detrás de mí. El suelo tiembla como si hubiese habido un terremoto. En el retrovisor veo que el cielo nocturno se ha vuelto naranja y amarillo. La explosión ha disparado docenas de alarmas de coches de la zona y ahora las colinas han despertado con el sonido de los cláxones.
Cuando llego a la base de la colina, los dos demoledores han desaparecido. Ellos no me preocupan. Solo son soldados. Lo que me interesa es lo que han dicho de ir a recoger a alguien mañana en LAX. Necesitaré la traducción completa, pero por lo que he entendido Eddie Wu se va a reunir con alguien del Taller mañana en el aeropuerto. El ruso viene para cerrar el trato del sistema de guía. ¿Podría ser Oskar Herzog o Andrei Zdrok? Sin duda Zdrok no se atreverá a poner el pie en los Estados Unidos. Dejaré que Lambert se encargue con la organización de lo que podemos hacer para estar allí cuando llegue ese avión.
Ahora las sirenas llenan el ambiente. Según giro por Sunset Boulevard, dos coches de policía pasan disparados cerca de mí con las luces brillando. Un camión de bomberos, tocando el claxon, va detrás.
Aprieto mi implante.
—¿Frances? ¿Estás ahí?
—Aquí estoy, Sam.
—¿Está Lambert por ahí?
—No, está durmiendo.
—¿Tú duermes alguna vez?
—Nunca. Los coordinadores de campo vivimos de café veinticuatro horas al día.
Saco la foto que cogí del tablón de anuncios y la mira mientras conduzco.
—Oye, ¿tenemos alguna información acerca de que Eddie Wu sea dueño de un barco? ¿Un yate, quizá?
—Espera.
Mientras ella mira, me meto en la 405 y me dirijo al sur hacia Marina del Rey. Si mi presentimiento es correcto, creo que podría saber dónde se esconde Eddie.
—¿Sam?
—¿Sí?
—No hay nada en el expediente. Pero el último informe del agente Kehoe del FBI decía que estaba investigando una pista en el puerto de Marina del Rey. Ha estado buscando a Eddie.
—¿El FBI ha compartido esa información?
—Sí, parece ser que esta vez sí que estamos cooperando.
—¿Dónde está Kehoe ahora? ¿Podemos ponernos en contacto con él?
—No lo sé. ¿Por?
—Creo que yo también tengo una pista en Marina del Rey. Voy para allá ahora.
—Espera, voy a llamar a mi equivalente del Bureau.
Salgo hacia la 90 y me dirijo a la costa cuando oigo a Coen.
—Sam, el último informe de Kehoe fue hace dos horas. Estaba vigilando un barco en el muelle 44 en el puerto de Marina del Rey. Se supone que va a volver a llamar pronto.
—¿No tiene un compañero con él?
—No.
Esto no está bien. ¿Los agentes del FBI no llevan siempre refuerzos cuando se meten en una situación como esta?
—El Sr. Nudelman me dijo que Kehoe se fue solo porque la oficina de L.A. no podía permitirse enviar a otro hombre más esta noche —añade Coen, respondiendo a la pregunta que no he hecho.
—Parece que a Kehoe le gusta arriesgarse. Podría hacer que lo maten —digo.
—¿Me puedes contar lo que estás pensando? —me pregunta.
—Es solo una corazonada. Déjame que compruebe una cosa y te llamo.
Son las cuatro y media de la madrugada. Puedo encontrar el Lucky Lotus, ver si hay alguien dentro y todavía llegar a tiempo al hotel antes de que Katia se despierte.