CAPÍTULO 7

EL coronel Irving Lambert tenía un mal presentimiento acerca de la reunión que le esperaba. La había convocado la Senadora Janice Coldwater, lo que no era buena señal. En opinión de Lambert, la buena senadora solo daba problemas. Como líder de un pequeño grupo de funcionarios de Washington D.C. conocido entre sus miembros como 'El Comité', tenía el poder de decirle a él y a otros altos mandos militares y de inteligencia qué hacer.

Lambert sentía la carga de su edad mientras recorría el pasillo en dirección a la sala de conferencias del Pentágono en la que tendría lugar la reunión. El hecho de que se celebrase en el centro del poder militar también le daba mala espina. Además de a los políticos que tomaban las grandes decisiones al respecto de las necesidades administrativas y de presupuesto de Third Echelon, tendría delante a sus homólogos en las otras organizaciones gubernamentales de inteligencia.

Dado que llevaba trabajando desde joven en inteligencia militar, Lambert tenía buenas conexiones en Washington. Podía pedir, y recibir, audiencia con el presidente si lo deseaba. Podía organizar operaciones secretas que nadie más del gobierno de los Estados Unidos conociese o tuviese que conocer. A menudo tenía la seguridad del país en sus manos, otro tema que no era ni sabido ni agradecido. Y a pesar de todo aquello, Lambert a menudo se sentía como si estuviera en lo más bajo del escalafón burocrático. Sus colegas del FBI y la CIA eran más respetados. Los jefes militares lo miraban con condescendencia. Solo un puñado de miembros del Congreso sabían de su existencia.

No era un secreto que Third Echelon estaba en una posición difícil. El año anterior, aunque productivo en el aspecto de acabar con ciertas amenazas para los intereses del país había resultado desastroso en términos humanos y de costes. El Taller había eliminado a varios Splinter Cells. Cómo se habían hecho con los nombres de los agentes seguía siendo un misterio. A Lambert le ordenaron encontrar el origen de la filtración y acabar con él. Hasta la fecha no había tenido éxito.

Lambert entró en la sala y agradeció no ser el último en llegar. La senadora Coldwater ya estaba en su puesto en la cabecera de la mesa. Le dedicó a Lambert un saludo seco y volvió a las notas que estaba repasando. Un caballete, tapado por una tela, estaba junto a la senadora.

El almirante de la Armada de los Estados Unidos Thomas Colgan se sentaba a su izquierda. Estaba mirando fijamente una taza de café, obviamente preocupado por algo. Junto a él había un hombre al que Lambert no conocía. Parecía ser civil, uno de esos empollones con portaminas en el bolsillo de la camisa. Era el único que se había quitado la chaqueta y la había dejado en el respaldo de su asiento. Lambert se dio cuenta de que el tipo estaba nervioso.

El subdirector del FBI Darrell Blake estaba sentado a la derecha de la senadora. El también ignoró a Lambert y continuó mirando unas hojas que tenía delante. El director de la Agencia de Seguridad Nacional y jefe de Lambert, Howard Lewis, fue el único que le dedicó una sonrisa. Estaba sentado lejos de los otros, guardándole un asiento. El coronel le apretó el hombro a Lewis y se sentó a su lado.

—¿Cómo va la cosa? —le susurró Lambert a su jefe.

—Ya veremos —le susurró Lewis a su vez. Lambert se frotó el pelo corto y canoso, algo que hacía involuntariamente cuando estaba nervioso.

El resto de los presentes en la sala eran representantes de Homeland Security, un miembro de la Junta de Jefes del Estado Mayor, el director de la DEA y un puñado de consejeros militares y políticos.

El Comité era un grupo secreto de expertos nombrados por el presidente para solucionar asuntos secretos y para controlar organizaciones clandestinas dentro del gobierno. Third Echelon estaba en esa categoría. Presidente y vicepresidente aparte, los únicos en Washington que sabían de la existencia de Third Echelon estaban presentes en la sala de conferencias. Nadie debía saber que Third Echelon existía. Las funciones de la NSA como organización criptológica del país eran coordinar, dirigir y llevar a cabo actividades altamente especializadas para proteger los sistemas de información de los Estados Unidos y conseguir informes de inteligencia extranjera. Dado que estaba en el frente de las comunicaciones y el proceso de datos, la NSA era, por supuesto, una organización de alta tecnología.

Durante décadas, la NSA se había dedicado a lo que se llamaba la recuperación 'pasiva' de datos en movimiento interceptando comunicaciones. First Echelon era una red mundial de agencias de inteligencia internacional y de interceptores que se hacían con señales de comunicación y las enviaban a la NSA para ser analizadas. Era un red vital para los intereses de los Estados Unidos durante la Guerra Fría. Cuando la Unión Soviética se desintegró y las comunicaciones evolucionaron, la alta tecnología se convirtió en el referente. La NSA creó Second Echelon, que se concentraba completamente en esta nueva categoría de tecnología de la comunicación. Desafortunadamente, el inmenso volumen de información combinado con el ritmo acelerado del desarrollo de la tecnología y la encriptación superaron a Second Echelon. La NSA sufrió su primer fallo del sistema. De modo que la NSA lanzó la iniciativa de alto secreto conocida como Third Echelon para volver a métodos más 'clásicos' de espionaje ayudados por la última tecnología con el objetivo de recabar datos agresivamente. Tal como Lambert lo veía, Third Echelon había vuelto al mundo esencial de los espías humanos que arriesgaban la vida por tomar una fotografía, grabar una conversación o copiar el disco duro de un ordenador. Los agentes, los Splinter Cells, se infiltraban en lugares peligrosos y sensibles para reunir la información requerida por los medios que fuesen necesarios. Dicho eso, la principal directiva de los Splinter Cells era hacer el trabajo mientras permanecían invisibles para el público. Estaban autorizados para trabajar fuera de los límites de los tratados internacionales, pero el gobierno estadounidense ni reconocería ni apoyaría las operaciones.

Cuando Morris Cooper, el director de la CIA, entró en la sala, Lambert refunfuñó para sí. Parecía que Cooper y él siempre andaban a la greña.

—Siento llegar tarde —dijo Cooper—, el tráfico en los pasillos era más denso de lo habitual.

Nadie pareció apreciar que Cooper intentaba hacer una gracia. Se encogió de hombros y se sentó enfrente de Lewis y Lambert.

—Ahora que ya estamos todos —empezó a decir la senadora Coldwater— me gustaría comenzar con ciertas inquietudes presupuestarias y acabar con el tema antes de que hablemos sobre los nuevos asuntos pendientes —miró a los dos representantes de la NSA—. Señor Lewis, coronel Lambert, los miembros del Comité han estado repasando el presupuesto que cubre a las distintas agencias y organizaciones que se dedican a la seguridad de nuestro país. Como ya saben, esto incluye a Homeland Security, varias fuerzas especiales antiterroristas y otros grupos secretos dentro del FBI y la CIA. Me temo que la NSA está muy arriba en la lista de reducciones de fondos porque en alguna parte hay que abrir brecha.

Lewis se movió en su asiento y Lambert notó que el estómago se le revolvía.

—¿Está hablando de Third Echelon? —preguntó Lambert.

—Sí.

Lambert carraspeó.

—Con el debido respeto, senadora, debo recordarle al Comité lo que Third Echelon ha conseguido desde su creación. Solo el último año hemos detenido un importante conflicto en Oriente Próximo que habría supuesto un desastre para Israel. Destruimos por completo la organización terrorista conocida como Sombras. Hemos echado de Europa del Este y de Oriente Próximo al grupo traficante de armas conocido como el Taller. No puede decir que no hayamos cumplido con nuestro trabajo. Nuestros planes para el futuro harán que nuestro grupo sea aún más efectivo. Por ejemplo, estamos aumentando nuestro programa de Coordinadores de Campo. Estos agentes de apoyo viajan con los Splinter Cells a los lugares de las operaciones y les proporcionan un apoyo muy necesario.

La senadora asintió.

—El Comité agradece lo que ha conseguido Third Echelon, coronel. Pero me preocupa el historial de Third Echelon de perder Splinter Cells. Es muy alto, considerando que no hay muchos de ellos. ¿Cuántos han perdido el año pasado? ¿Tres? ¿Cuatro?

—Eso fue porque el Taller tenía los nombres. Ya hemos hablado de esto en reuniones anteriores del Comité, senadora. Una filtración...

—Y ha tenido casi un año para encontrar esa filtración —dijo Cooper—, ¿qué están haciendo en sus oficinas?

—Bueno, Morris, no nos estamos tocando las narices —dijo Lambert. Cooper resopló y Lewis le dio un codazo al coronel para que se tranquilizase.

La senadora continuó.

—Coronel, el coste de reclutar, entrenar y pagar a un Splinter Cell es inmenso. Perder a uno es el equivalente militar a perder un puñado de misiles de un millón de dólares. Debo señalar también que las operaciones en Oriente Próximo que ha mencionado no fueron completamente discretas. La filosofía de Third Echelon era llevar a cabo su trabajo sin dejar pruebas de sus actividades. Lo de Oriente Próximo del año pasado fue muy escandaloso. Murió gente. Algunos gobiernos sabían que ustedes estaban allí. El presidente se vio en una posición muy incómoda.

Lambert respiró hondo y dijo:

—Lo único que puedo decir es que los resultados fueron buenos. Logramos nuestras metas y evitamos una catástrofe mundial. Lamento que el presidente haya tenido que contar un par de mentirijillas.

Lewis volvió a darle un codazo a Lambert. El coronel continuó.

—En cuanto a la filtración, estamos haciendo cuanto podemos. Me gustaría recordarle a los presentes que los únicos que conocen la existencia de Third Echelon son los que forman el pequeño grupo de empleados que trabajan bajo mi supervisión, el presidente, el vicepresidente y los que estamos en esta sala.

Morris Cooper se inclinó hacia delante.

—¿Es esa una acusación, Lambert? ¿Crees que uno de nosotros...?

—Señores, por favor —intervino la senadora Coldwater—, nadie está culpando a nadie.

Lambert tomó aire y continuó.

—En este momento tengo a un hombre rastreando a los directivos conocidos del Taller. Hemos logrado identificarlos y los seguimos de cerca.

—Me alegro de oírlo, coronel —dijo Cooper.

Darrell Blake acudió en defensa de Lambert.

—El FBI está buscando también a esos hombres. ¿Qué está haciendo la CIA?

—Oh, estamos vigilantes, no te preocupes —dijo Cooper. Volvió a apoyarse en su silla y cruzó los brazos.

La senadora Coldwater asintió.

—Bien. En cualquier caso, señores, todavía no se ha decidido nada. Todavía se está detallando y analizando el presupuesto. Coronel, tendré en cuenta sus palabras. Sigamos —le hizo una seña al almirante Colgan. El militar carraspeó y habló.

—Senadora Coldwater, señores, gracias por permitirnos venir a mí y a mi colega, Charles Kay... ¿Conocen todos a Charlie, director de Tecnologías SeaStrike?

Algunos movieron la cabeza. Lambert había oído hablar de él pero no lo había visto nunca. Tecnologías SeaStrike era una subsidiaria de una importante empresa de defensa que investigaba y desarrollaba herramientas y armamento para la Armada de los Estados Unidos.

—Tecnologías SeaStrike lleva varios años trabajando con la Armada en nuestro proyecto del VSNTR. Todos ustedes han oído hablar de ello.

Lambert asintió. Así que de eso iba la reunión. El Mando de Sistemas de la Armada había iniciado el programa VSNTR para desarrollar la tecnología necesaria para crear un 'Vehículo Submarino No Tripulado Reconfigurable', el VSNTR, que pudiese ser lanzado desde el tubo de torpedos de 53 centímetros estándar en todos los submarinos de la Armada estadounidense. Lo último que Lambert había oído era que SeaStrike estaba cerca de terminarlo.

—Charlie, ¿por qué no le cuentas a todos lo que has venido a decir? —preguntó Colgan.

Kay dio un tirón nervioso al cuello de su camisa y habló con la claridad de un científico.

—El núcleo del proyecto VSNTR es evolucionar en el desarrollo del sistema de reconocimiento de minas de largo alcance, o SRML. Pretendemos que se pueda lanzar desde un submarino de ataque clase Virginia o clase Los Ángeles para RVR, además de que se utilice para la neutralización de minas y vigilancia táctica marina.

El interés de Lambert aumentó. RVR eran las iniciales de 'recopilación de información, vigilancia y reconocimiento', justo el área de influencia de Third Echelon.

Kay se puso en pie y se dirigió hacia el caballete tapado. Quitó la tela y mostró un dibujo de un elegante tubo con varios sensores y antenas que salían de él.

—Este es nuestro VSNTR —dijo—. Se puede reconfigurar para cada misión y ofrece ventajas sobre los VSNT porque el espacio para los torpedos en un submarino es demasiado pequeño para llevar varios VSNT de cincuenta y tres centímetros. Al ser capaces de reconfigurar, bien dentro del submarino, bien en una instalación de apoyo en tierra, los sensores y otras cargas para diferentes misiones del VSNT, podemos optimizar la carga para la misión del submarino —Kay señaló el dibujo con su lápiz—. El VSNTR Flight 1 tiene un diámetro de cincuenta y tres centímetros y pesa aproximadamente unos mil trescientos kilos. Aprovecha el sistema de reconocimiento de minas de largo alcance BLQ-11 para proporcionar a los submarinos de ataque capacidad de RVR. Se opera desde el submarino nodriza y se comunica directamente con él o indirectamente vía satélite con otros centros. Usa el sistema de navegación del submarino nodriza para planear la misión, y puede recibir actualizaciones de la misma mediante el Sistema de Posicionamiento Global. Lo mejor es que el VSNTR puede utilizar cargas intercambiables.

Kay se volvió y sonrió a todos los presentes.

—Y me alegra decir que el prototipo está terminado y listo para las pruebas.

Hubo algunos murmullos de felicitación, pero no aplausos.

—A ver si lo he entendido —dijo Cooper. Kay volvió su atención al hombre de la CIA—. ¿Nos está diciendo que esa cosa puede llevar armas? ¿Podríamos colocarle un artefacto nuclear y llevarlo hasta una ciudad costera con total discreción?

—En teoría, sí —contestó Kay.

—Eso está muy bien —dijo Cooper.

—Sí, estamos todos complacidos del resultado —Kay regresó a su asiento—. Esperamos que las pruebas puedan empezar lo antes posible.

El almirante Colgan retomó la palabra.

—Dicho esto, hemos venido a alertar al Comité de que las pruebas no pueden empezar debido a un grave problema de seguridad al respecto del programa VSNTR.

El resto del grupo esperó a que el almirante continuase. Colgan miró de nuevo a Kay y asintió.

Kay carraspeó y tragó saliva.

—El problema es que el físico principal del proyecto, el profesor Gregory Jeinsen, lleva una semana desaparecido. No se presentó a trabajar el lunes pasado. Cuando se llevó a cabo una investigación, no se encontró ni rastro del profesor Jeinsen.

—Nunca he oído hablar del tal Jeinsen —dijo Morris Cooper—, ¿quién es?

Colgan contestó.

—El profesor Jeinsen es un científico de Alemania Oriental que huyó a los Estados Unidos a principios de los años setenta. Ha trabajado para el Pentágono en distintos puestos, pero sobre todo en desarrollo armamentístico.

—Yo lo conocía personalmente —dijo Kay—, y he trabajado a su lado, por supuesto. Es un hombre honesto e inteligente. Ciudadano americano.

—¿Y qué se ha hecho para encontrarlo? —preguntó Cooper.

—La policía registró su piso. Parecía completamente normal. Era como si el profesor Jeinsen se hubiese levantado de la cama una mañana, hubiese salido de allí y no hubiese vuelto nunca. Sus cosas siguen allí. Hasta donde la policía sabe, está todo. Si falta una maleta o algo de ropa es difícil de decir. La policía ha abierto un caso de persona desaparecida pero todavía no hay pistas.

Darrell Blake habló.

—Nuestra agencia fue alertada dos días después de que el profesor no se presentase a trabajar. El FBI está en el caso e investiga todas las posibilidades. No podemos descartar que el profesor Jeinsen haya sido víctima de algo turbio. Y me temo que hay indicios de que eso es lo que ha ocurrido.

—¿Quieres decir que lo han raptado? —preguntó Lewis.

Blake se encogió de hombros.

—No lo sé.

Colgan continuó.

—Lo que nos inquieta no es solo el bienestar del buen profesor, sino también el hecho de que el profesor Jeinsen tenía acceso completo al programa VSNTR. Era el hombre al mando. Si el profesor está en manos enemigas, bueno, eso podría poner en peligro nuestro trabajo. Sería un golpe muy duro para nuestra estrategia de defensa.

La senadora habló a continuación.

—Gracias, señores. Hemos preparado un dossier sobre el profesor. Recibirán copias antes de salir. Me gustaría que todos ustedes investigasen este asunto. El FBI ya está haciendo lo que puede. Quiero que la CIA y la NSA le den prioridad. Es una orden que viene directamente del presidente. Encuentren al profesor Jeinsen.