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Watch no encontró a Bum, de modo que los cuatro acabaron en la biblioteca. A Adam le recordaba una guarida de fantasmas. Pero se estaba acostumbrando a ese tipo de cosas desde que había llegado a Fantasville.

El señor Spiney los recibió en la puerta. Era el hombre más delgado que Adam había visto en su vida era un tipo alto y encorvado, y daba la impresión de que sus huesos estaban a punto de atravesarle la piel. Sus manos, largas y huesudas, parecían garras. Llevaba un viejo traje negro pasado de moda y se inclinó ligeramente mientras se hacía a un lado para permitirles entrar en su biblioteca. Cuando hablo, a Adam le sorprendió su voz cavernosa.

—Bienvenidos, niños. Espero que estéis limpios de cuerpo y alma. ¿Os apetecería un vaso de leche?

—No, gracias —se apresuró a decir Sally—. Sólo hemos venido a consultar unos datos.

—Sally Wilcox-dijo el señor Spiney, mirándola fijamente. —Me alegro de volver a verte.

—Extendió una de sus garras. —¿Cómo estás de los huesos últimamente?

Sally retrocedió un paso.

—Muy bien, gracias. No nos apetece beber leche nuestros huesos se encuentran en perfectas condiciones. ¿Podemos echar un vistazo a los periódicos viejos, por favor? ¿Y nos promete que no nos encerrara en la sala de lectura?

El señor Spiney retrocedió y los miró con desconfianza.

—¿Qué vais a hacer con los periódicos?

—Sólo leerlos-dijo Watch. —Y no me vendría mal un vaso de leche.

El señor Spiney sonrió.

—Si no bebéis mucha leche tendréis osteoporosis.-Miró a Cindy y a Adam. —¿Sabéis que es eso?

—No -contestó Cindy.

—Y no queremos saberlo-añadió Adam.

El señor Spiney resopló.

—Muy bien. Pero cuando vuestros huesos comiencen a romperse, no digáis que no os advertí.

El señor Spiney los condujo a una habitación a obscuras situada en la segunda planta del edificio y luego fue a buscar un vaso de leche para Watch. Sally estaba convencida de que la leche estaría envenenada, pero Watch dijo que tenía sed y que no le importaba.

El periódico de Fantasville se llamaba El desastre diario. Adam estaba asombrado de la extensión que ocupaba la sección necrológica en un pueblo tan pequeño. Se le dedicaba aproximadamente la mitad de las páginas de cada número. Sally tenía razón en parte: La gente no duraba mucho en Fantasville. La causa de la muerte solía establecerse simplemente como desaparecido.

Watch pensaba que debían comenzar buscando información acerca del faro en ejemplares de hacía treinta años.

—¿Y cómo sabéis que fue entonces cuando se cerró el faro-preguntó Cindy, ayudándoles a sacar los periódicos encuadernados de las estanterías.

—Según Bum fue aproximadamente en aquélla época-respondió Watch.

—Ahora que lo pienso-dijo Sally. —Nadie escribe noticias en los periódicos sobre fantasmas. Ni siquiera en el desastre diario.

—Lo primero será buscar a la persona que se convirtió en el fantasma que se llevó al hermano de Cindy-dijo Adam y miró a Watch, abriendo un volumen encuadernado encima de la mesa que había en el centro de la sala.

Estuvieron revisando los periódicos durante una hora aproximadamente. Durante ese tiempo, el señor Spiney apareció tres veces con vasos de leche para los cuatro. Sally se negó a tomar una sola gota, pero Adam y Cindy decidieron finalmente beber un poco para complacer al bibliotecario. El señor Spiney permaneció junto a ellos, quería ver como se la bebían. Adam hizo una mueca y estuvo a punto de escupir la leche.

—Es como si tuviese arena-se quejó.

—No es arena-les explicó el señor Spiney. —Es calcio en polvo. Gracias al calcio tus huesos serán tan fuertes y sanos que cuando lleves veinte años muerto y enterrado, se conservaran hermosamente blancos—. Sonrió a Cindy y a Adam y, por primera vez, ambos repararon en el gran tamaño de los dientes del señor Spiney. —Los dos seréis unos cadáveres muy bien conservados-agregó con cara de satisfacción. Cindy dejó a un lado su vaso y tosió.

—Creo que estoy cogiendo alergia a la leche.

Por fin el señor Spiney los dejo solos y poco después Watch encontró un artículo que hablaba del faro.

DOBLE TRAGEDIA EN EL MAR.

El pasado martes se produjo un fallo eléctrico en el faro. Poco después, un carguero, el Halifax, choco contra el arrecife frente a las costas de Springville y se fue a pique al cabo de unos minutos. El barco estaba al mando del capitán Dwayne Pillar, quién se hundió con su barco; su cuerpo aún no ha sido encontrado. No se han determinado las causas que provocaron el fallo eléctrico en el faro, pero todo apunta a que la ausencia de luz en el reflector fue la responsable del hundimiento.

Por una desgraciada casualidad, al día siguiente, a última hora de la tarde, el hijo de la señora Evelyn Maey, la encargada del faro, estaba jugando en el espigón cuando una gran ola lo arrastró mar adentro. Rick de cinco años, tampoco ha sido encontrado y las autoridades temen que haya podido ahogarse. Evelyn Maey no ha sido localizada hasta la fecha, por lo que no se cuenta con ninguna declaración suya.

—¡Aquí ésta! —exclamó Sally.

—¿Qué? —preguntó Watch.

—¿Es qué no lo veis? El fantasma del capitán Pillar se llevó a Rick porque su madre cometió un error con el reflector y provocó el naufragio del barco. Fue su venganza.

Watch asintió.

—Suena lógico. ¿Pero qué tiene que ver ese fantasma con Neil?

Sally habló haciendo un gran esfuerzo para conservar la paciencia:

—Eso no tiene ninguna importancia. Rick tenía cinco años, como Neil. Al fantasma de ese capitán le gustan los niños de cinco años, además, fijaos en qué momento del día desapareció Rick. Cuando estaba anocheciendo. Exactamente igual que Neil.

—Sí, son demasiadas coincidencias-admitió Adam.

—Pues yo creo que fue el fantasma de la mujer quién se llevó a Neil-intervino Cindy.

—¿Por qué piensas eso? —quiso saber Sally.

—Porque el fantasma que se llevó a Neil tenía manos de mujer, de una mujer vieja-dijo Cindy. —Y también aullaba como si fuese una vieja.

—¿Desde cuándo las viejas aúllan? —le espetó Sally—. Mira, tenemos un claro caso de un fantasma que secuestra a un niño de la misma edad que tu hermano. Tiene que tratarse del mismo ente.

Apuesto mi reputación de caza fantasmas.

—Pues vaya apuesta-musitó Adam.

—¿Y dónde crees que vive ese capitán fantasma? —preguntó Cindy, ignorando el comentario de Adam.

—Probablemente en su barco-dijo Sally.

—Que casualmente está en el fondo del océano-señaló Adam.

Watch empezó a pensar.

—Pero eso no significa que no podamos llegar hasta el barco. Además, puede que dentro del casco haya espacio que tengan burbujas de aire. Una persona podría respirar allí durante unos cuantos días. A lo mejor Neil está allí y con vida. Dicen que en el Titanic había habitaciones en las que no había entrado una sola gota de agua. Y ha estado en el fondo del mar durante mucho más tiempo que este barco.

—Pero ¿cómo podemos llegar hasta el barco? —se interrogó Adam—. Necesitaríamos trajes de buzo.

—Yo he practicado submarinismo desde que tenía siete años-dijo Watch.

—Pero no puedes sumergirte solo en este mar plagado de tiburones-dijo Sally.

—Tengo varios equipos-añadió Watch. —Adam vendrá conmigo.

—Pero yo nunca he practicado submarinismo-protestó Adam.

—Yo te enseñaré-dijo Watch. —Tengo el título. Es muy divertido. Ya lo verás.

—¿Y qué pasara si aparece un tiburón? —preguntó Cindy, pese a estar ansiosa por encontrar a su hermano con vida.

—No nos puede comer a los dos a la vez-dijo Watch alegremente.