Capítulo 9

HACÍA mucho frío en Inglaterra, pero el recibimiento de Levander y Millie fue realmente cálido. Tenían una casa preciosa en las afueras de Londres y, aunque Kate pudo ver al instante que Aleksi y Levander eran hermanos, había una ligereza en Levander, una paz interior, de la que carecía Aleksi.

Su casa estaba llena de amor y risas, y Kate sintió una punzada de pesar por no tener a Georgie consigo. Pero su madre había salido de su refugio en el campo para ocuparse unos días de su nieta y, además, una compañera había invitado a Georgie a su fiesta de cumpleaños y la pequeña no quería perdérsela.

Era la primera vez que se separaba de su hija en cinco años, y al día siguiente de su llegada, descubrió que tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no llamar constantemente a casa para comprobar cómo estaba.

-Es como la necesidad de ir a comprobar si has echado el freno de mano del coche, aunque sepas que lo has hecho -le explicó a Millie.

-Te entiendo perfectamente. Dejamos a Sashar aquí cuando fuimos a Rusia a por Dimitri porque nos pareció conveniente poder pasar unos días a solas con él al principio. Dimitri puede ser bastante... difícil.

Y lo era. Dimitri apenas pronunciaba palabra, no se unía al grupo y no parecía nada interesado en lo que sucedía a su alrededor.

-El otro día se rio por algo que dijo Levander y también estuvo jugando un poco con Sashar -dijo Millie, esperanzada-. Creo que solo tenemos que ser un poco pacientes.

Kate sabía que la paciencia no era precisamente una virtud de los Kolovsky. Belenki había vuelto a eludir a Aleksi alegando alguna emergencia.

-A todo el mundo puede surgirle una emergencia -dijo una mañana, tratando de calmar a Aleksi mientras pasaban un rato todos juntos en la piscina cubierta de la casa. Entretanto, Craig había seguido enviándole correos y Kate había decidido reunirse con él para convencerlo de que la dejara en paz-. Es algo que no se puede planear...

Al ver que Aleksi arrancaba una página del periódico que estaba leyendo se interrumpió. Cuando se la mostró, vio que se trataba de una foto de Belenki esquiando en Suiza.

-Esa foto es para mí -dijo Aleksi, malhumorado.

-No seas tonto -Kate se rio-. Le horrorizará saber que has descubierto su mentira. Tú lo haces todo el rato, Aleksi, son solo negocios.

-No son solo negocios -replicó él secamente-. Sé que no es solo eso, y necesito averiguar qué se trae entre manos.

Entretanto, Levander estaba jugando con Sashar en la piscina y Millie estaba junto a Dimitri, que había permanecido todo el rato sentado en el borde de la piscina mientras su hermanito no dejaba de reír y jugar.

-¡Vamos, Sashar! ¡Salta! -animó Levander a su hijo pequeño, que estaba en el borde de la piscina, nervioso y excitado mientras su padre lo animaba a saltar.

Finalmente, Sashar alargó los bracitos hacia su padre y saltó. El juego se prolongó un buen rato y todos acabaron riendo.

Todos menos Dimitri y Aleksi. Kate notó cómo crecía la tensión de este cuando su hermano extendió los brazos hacia Dimitri, cuyo pálido cuerpo temblaba junto a la piscina mientras se planteaba la posibilidad de saltar.

-Anímate a saltar -dijo Levander, primero en inglés y luego en ruso-. Prometo atraparte.

Pero Dimitri permaneció con la mirada baja.

Cuando Levander insistió, Aleksi, que no era padre, que no había pasado por lo que Levander había pasado, que no tenía ningún lazo afectivo con el niño, habló para protegerlo.

-Déjalo tranquilo, Levander.

-Solo estamos jugando. Lo hará cuando esté listo -contestó Levander-. ¿Qué te parece, Dimitri?

Kate no llegaba a entender la tensión que sentía que emanaba de Aleksi. Parecía a punto de saltar en cualquier momento. Kate miró a Millie, que también había captado el extraño ambiente.

-Levander solo quiere hacerle ver que cuando esté listo para jugar...

-Eso no es un juego -dijo Aleksi con voz ronca-. No le ayudará a nada, Levander. Déjalo en paz.

-No me digas cómo criar a mi hijo -Levander no pareció en lo más mínimo impresionado por la advertencia de su hermano.

Entretanto, celoso por la falta de atención, Sashar salió de la piscina y se puso a correr a su alrededor riendo y gritando.

Kate miró a Aleksi y vio que estaba pálido como la tiza. En sus ojos había miedo, auténtico miedo cuando vio que Levander volvía la atención hacia su hijo pequeño justo cuando Dimitri decidió saltar.

-¡Levander! -exclamó, aunque este no necesitó su advertencia, pues logró atrapar a Dimitri antes de que se hundiera en el agua.

-¿Creías que iba a dejarle hundirse a propósito? -preguntó Levander con el ceño fruncido-. ¿Creías que habría hecho algo así solo para divertirme?

-No para divertirte. Para enseñarle.

-Sé lo que estoy haciendo -le espetó Levander-. Sé muy bien por lo que ha pasado Dimitri. ¿Qué clase de persona crees que soy? No me digas cómo educar a mi hijo.

-Cuando viniste a nuestra familia, ¿habrías saltado al agua si nuestro padre te lo hubiera pedido?

-No -admitió Levander-, pero yo no soy Ivan. Dimitri puede confiar en mí.

-No te fíes de nadie -dijo Aleksi con auténtico desdén-. Eso es lo que le han enseñado a Dimitri.

-¿Qué te enseñaron a ti, Aleksi? -preguntó Levander, que ya no parecía en absoluto enfadado.

-A saltar -replicó Aleksi-. Me subió a la cómoda que había a los pies de la escalera, alargó los brazos hacia mí y me dijo que saltara. Yo no quería, pero me dijo que confiara en él...

-¿Y saltaste? -preguntó Kate al ver que Levander no decía nada-. ¿Qué pasó?

-Me dejó caer -murmuró Aleksi-. Me dejó caer y luego me recogió del suelo y me sostuvo mientras lloraba. Me dijo que había sido un tonto, que no había escuchado lo que me había dicho antes: que no debía fiarme de nadie.

-Estaba equivocado... -empezó Levander, pero era obvio que Aleksi no quería seguir con el tema.

-Me voy a descansar.

Por primera vez en bastante tiempo, se alejó cojeando. Por primera vez, su orgullo no le bastó para superar el dolor. Kate permaneció sentada, preguntándose si debería seguirlo, pero decidió que sería mejor dejarlo a solas un rato.

-A veces me pregunto si la compasión de mi familia está volcada en la persona adecuada -dijo Levander, pensativo-. Por terrible que fuera mi infancia en el orfanato, creo que salí bastante bien parado.

-Se equivocó -fue todo lo que pudo decir Kate al principio-. Esa era la táctica que los hombres creían que debían utilizar para endurecer a sus hijos en el pasado.

-Déjalo -dijo Aleksi.

-No quiero dejarlo. Trato de entenderte.

-¿Por qué?

-Porque... me preocupo por ti.

-Te pago para que te preocupes -replicó Aleksi con frialdad.

-Sabes muy bien que hay cosas que no pueden comprarse...

-No estoy de acuerdo.

-¡Pues te equivocas! -Kate tuvo que esforzarse para contener un sollozo-. Porque...

La mirada que le dedicó Aleksi fue fría e impenetrable como el acero.

-No estoy interesado en una relación, Kate. No quiero que te preocupes por mí. Lo único que me interesa es mi negocio. Y no solo Krasavitsa, sino todo lo demás. ¡Y después quiero que mi madre se esfume!

-¿Cómo puedes hablar así? -preguntó Kate, preocupada.

-Mi madre me da igual. Lo único que quiero es el imperio Kolovsky.

¿Quieres saber por qué la odio? ¿Quieres saber por qué para mí solo es un asunto de negocios?

-Quiero comprenderte -murmuró Kate, casi asustada.

-No podrías.

-Tal vez podría si me dejaras conocerte.

-Cuando tenía siete años y se acercaba la Navidad, mi madre dijo que ese año no habría regalos porque me había portado muy mal. Supuse que estaba mintiendo, así que me dediqué a buscarlos. Averigüé que mi madre no había mentido... pero también descubrí su mentira.

-¿Sobre Levander? -preguntó Kate con el estómago encogido.

-Mis padres sabían desde el principio que tenían hijos en los orfanatos, pero estaban demasiado ocupados viviendo su vida como para preocuparse.

-¿Hijos? -repitió Kate.

-Levander es hijo de mi padre. Ivan tuvo una breve aventura con su asistenta antes de comprometerse con mi madre. Cuando supo que se estaba muriendo, la madre de Levander le rogó que se lo llevaran a Australia con ellos. Encontré cartas y certificados que lo demostraban, y también descubrí que había otro hijo, que, antes de Levander, mis padres habían tenido un hijo juntos. Ni siquiera mis hermanos saben esto. Planteé el asunto a mi padre cara a cara...

-¿Y qué dijo?

-Me contestó con los puños, con las botas y con el cinturón. Pero lo que me asustó no fue el dolor... -Aleksi miró un momento a los ojos a Kate, pero enseguida apartó la mirada- sino su miedo. Estaba asustado y enfadado y supe que había perdido el control. Supe que su miedo era más fuerte que él mismo en esos momentos... -volvió a mirar a Kate, esperando una respuesta, pero ella no lograba entender con claridad lo que le estaba diciendo-. Me consolé pensando que, en aquellos momentos, su miedo superó el amor que sentía por mí.

Kate tragó saliva. Repasaría lo que acababa de escuchar después, para tratar de comprenderlo, pero en aquellos momentos solo quería que Aleksi siguiera hablando.

Pero Aleksi ya había terminado, y lo demostró volviéndose a mirar por la ventana.

-Nada supera al amor -dijo Kate finalmente.

-Respuesta equivocada.

Kate sintió que se le helaba la sangre. De algún modo, supo que acababa de fallarle.

-Cuando tienes siete años y estás tirado en el suelo y el hombre al que quieres, al que admiras, te da una paliza... cuando ves sus ojos inyectados en sangre y sientes su saliva en tu rostro...

Kate no pudo evitar que las lágrimas comenzaran a deslizarse por su rostro mientras escuchaba.

-Te dices que no es culpa suya -continuó Aleksi-, que en realidad te quiere, que es su miedo lo que le hace comportarse así...

-Aleksi...

-Olvídalo, Kate. Yo ya lo he hecho.

-Tienes otro hermano, Aleksi -dijo Kate, agobiada-. ¿Lo buscaste? ¿Lo encontraste?

-No.

-¿Lo intentaste al menos?

Aquella era la pregunta que más temía contestar Aleksi.

-No -contestó escuetamente.

Kate no sabía qué decir, de manera que él lo hizo por ella.

-Vivo como vivieron mis padres; una vida de codicia y disipación. No, no he tratado de encontrar a mi hermano. Así que, como verás, probablemente es mejor que no llegues a conocerme ni a entenderme.

-¿Cómo pudiste no...?

-Deberíamos hacer el equipaje -la interrumpió Aleksi, dando por zanjada la conversación.

-Yo creo que deberíamos quedarnos. Tal vez, si hablaras con Levander.

-He terminado con mi familia -dijo Aleksi, y a continuación sorprendió a Kate añadiendo-: Gracias.

-¿Por qué me das las gracias?

-Por hacerme ver... -Aleksi se encogió brevemente de hombros-. Pero ahora ya da igual.

Kate alargó una mano hacia él, y, cuando Aleksi se la apartó sin contemplaciones y salió de la habitación, supo que también había terminado con ella.

No debería haber hablado. Tan solo debería haber escuchado. Si, como ella misma había afirmado, el amor lo superaba todo, Aleksi debía de pensar que acababa de arrebatarle la última esperanza que conservaba sobre el amor de su padre.