El puerto había cambiado mucho desde los tiempos en que se había construido el Cutty Sark, había mayor movimiento de personal, ahora se construían vapores a motor, el astillero estaba visiblemente modernizado, solo existían unos pocos hombres que se dedicaban a reparar y reconstruir viejos Clipper, pero aun aunque muy escasa, había una vieja estirpe de excelentes artesanos para este cometido, entre estos maravillosos hombres se encontraba Francis Alderton.
Francis Alderton, era nieto de John e hijo de Charles ambos hombres que había trabajado en la construcción del Cutty Sark toda una leyenda de los mares, ahora el sería el encargado de reparar los daños sufridos a el famoso velero, Francis un hombre jovial se había encargado del negocio de la familia hacia unos años atrás, su abuelo John Alderton había muerto, y su padre ya no ejercía su trabajo de carpintero mayor en los astilleros. Francis era la viva imagen del viejo patriarca John, sus rasgos fisionómicos eran los mismos del viejo carpintero se podía decir que era una copia exacta de su antepasado, solo bastaba ver una vieja foto de John y era como si reviviera aquel artesano de antaño, quien en un pasado remoto tocara con sus manos las maderas del Cutty Sark.
Al llegar el Cutty Sark se encontraba muy dañado, era hasta mejor desarmarlo y venderlo como madera para leña así como fundir su hierro para construir estufas, las reparaciones hechas durante años en vez de mejorarlo lo habían dañado poco a poco, el joven carpintero se dio a la tarea de desarmarlo, pieza por pieza, con una gran cantidad de trabajadores comenzó a restaurarlo como si fuera un curador de un museo.
Casi todas las tablas de cubierta estaban podridas de babor a estribor y de proa a popa todo estaba hecho un desastre, los mástiles fueron bajados limpiados y a su vez pulidos, el mascarón de proa era todo un desastre estaba hecho añicos, las velas eran girones curtidos muy podridas, había que sustituirlas por unas nuevas de mejor calidad, parte del metal del barco estaba también derruido había que cambiarlo o limpiarlo, los instrumentos de navegación no servían se habían oxidado por culpa del descuido de años, Francis no tenía idea de cómo el barco había llegado a puerto con lo deteriorado que estaba. Sobre las tablas de cubierta había una mancha oscura que parecía ser sangre que no se quitaba con nada le aplicaban, gran cantidad de líquidos pero la mancha continuaba en su sitio como testigo mudo de sucesos pasados en el viejo velero, de hecho Francis indico que la dejaran como estaba.
El trabajo era arduo ver al Cutty Sark en esas condiciones era lamentable, muchos de los hombres ya ancianos que trabajaron en el lamentaban que el velero estuviera tan deteriorado. Un hombre de porte imponente con los cabellos canosos y vestido con la indumentaria de los hombres de los astilleros observaba los trabajos que se realizaban en la nave, este nunca pensó volver a ver tan magnífica nave regresar a casa y mucho menos verla en esas deplorables condiciones, como todas las tardes calurosas de verano se dirigió a el pub donde pasaba ratos agradables con su hijo.
Después de un día de labores Francis Alderton se reunía con su padre en el pub donde durante muchos años sus ancestros acostumbraban a tomar cerveza, The sea serpent apenas si había cambiado con el paso del tiempo solo se habían agregado algunos trofeos de la gran guerra, medallas enmarcadas de los héroes nacidos en Dumbarton que lucharon en esta, una que otra bandera de la marina imperial alemana quemada en los costados que era un evidente trofeo de guerra traída por algún osado marinero escoses que la sustrajo de alguna embarcación alemana antes que se hundiera, las paredes del viejo pub estaban llenas fotos de marineros que ya no vivían en este mundo, junto a los retratos llenos de polvo de capitanes, construcciones del puerto y barcos de todo tipo, entre estas permanecía en un lugar de honor la pintura del Cutty Sark mostrándose imponente ente las demás pinturas, también en una esquina estaba una acartonada imagen muy bien pintada de old walrus, que con sus ojos saltones, y largos bigotes daba la sensación de que aun regentaba el viejo pub.
Siempre en un rincón de la taberna lo esperaba ansioso el viejo Charles, que desde algunos días había observado los trabajos que se realizaban en el viejo velero y que estaban a cargo de Francis.
-¿Cómo te ha ido con el Cutty, el día de hoy hijo mío?
Francis tomo asiento pidió una cerveza al dependiente y contesto.
-No muy bien padre está en muy malas condiciones prácticamente está podrido, los años de servicio, unidos al descuido de sus capitanes han pasado factura al viejo velero, no tengo la más mínima idea de cómo pudo llegar sin que se hundiera en el camino.
El viejo se acomodo en la vieja silla de madera, tomo su jarra de cerveza sorbió un gran trago reanudando el sutil interrogatorio al joven que estaba inquieto frente a él.
-¿Crees que lo puedas reparar?
El joven solo miraba la cerveza aun espumosa sobre la mesa, evidentemente nervioso le contesto.
-De repararlo claro que puedo pero hay partes que se han perdido, toda la sección de la popa esta casi irrecuperable hay que hacerla nuevamente, lo dueños anteriores del velero no eran buenos con el viejo barco, nunca se preocuparon por darle un buen mantenimiento esta hecho un desastre.
El viejo Charles, que hacia círculos con el dedo sobre la mesa, lo observo con una mirada de comprensión.
-Creo que no hay problema, hijo no te preocupes.
El joven desconcertado observo a su padre, esperando que este continuara.
-Te contare algo tu abuelo y yo fuimos los que ensamblamos al viejo Cutty, fue un trabajo arduo por el cual me siento orgulloso, no te puedes imaginar cómo eran aquellos tiempos.
Charles observaba como trasladado en el tiempo la vieja pintura que representaba al Cutty que estaba detrás de la barra.
-No debes preocuparte creo que tengo la solución a todo.
Nuevamente Charles sorbió un trago de cerveza e hizo un gesto como brindando en dirección a la pintura.
-Aun conservo los planos del velero, te los daré y sé que te servirán de mucho, Hércules antes de morir me los entrego por si algún día hacían falta, ese momento ha llegado, además mañana temprano iré al dique a ver en que te puedo ayudar, yo conozco muy bien esa nave, tal como te conozco a ti, el Cutty es como de la familia creo que podemos darle su antigua majestuosidad y belleza.
Chales le toco el hombro su hijo, acariciando sus cabellos como si este aun fuera un pequeño niño.
-No debes preocuparte hay males mayores, si el Cutty logro llegar aquí donde nació, aquí lo podremos reparar.
El rostro del joven Francis se ilumino.
-Ahora brindemos, por el Cutty, Hércules y old walrus.
Ambos hombres brindaron con efusividad, en el rostro de Francis se reflejo una amplia sonrisa de alivio. Como se había convertido en costumbre de la familia Alderton desde tiempos de Hércules, John, y Francis, Charles con sonora voz comenzó a narrarar como hiciera su padre en el pasado un poema de Robert Burns el buen hombre sorbiendo un gran trago de la amarga y fría cerveza, refresco su garganta y dio inicio a la oda. (El Epitafio del Bardo)
Existe un inocente inspirado,
Un pensamiento hambriento de gloria,
Un buscador incesante y orgulloso,
Deja que se acerque,
Y así como canta la hierba húmeda
Derrama tu lágrima.
Existe un bardo de rústicas melodías
Robando las multitudes con su sinfonía,
Que cada semana se reúnen para oírlo,
¡Oh, no pases de largo!
Con un fuerte sentimiento altivo
Exhala aquí tu suspiro.
Existe un hombre cuya sentencia clara
Enseña a otros a dirigir el curso,
Sin embargo, él corre una vida incansable,
Salvaje como las olas,
Pasa por aquí y vuelca tu lágrima
Sobre la terrosa tumba.
El pobre que habita debajo
Se apresuró a aprender de los sabios,
Cálido sintió de la amistad el rayo
Y su llama suave;
! Irreflexivas locuras lo cubren ahora ¡
Y manchan su nombre!
¡Escúchame lector! Si tu alma
Dispara los vuelos de la fantasía,
Larvas oscuras consumen esta tierra
Mientras descienden en el sepulcro:
Recuerda que la cautela y la prudencia
Son las raíces de la sabiduría.
Al día siguiente Charles Alderton hizo acto de presencia en el dique, muchos que lo conocían lo saludaron con alegría y respeto, era todo un experto en la construcción de los antiguos Clíper además era el hombre indicado para terminar la obra de restauración que había comenzado Francis. En cuestión de semanas el Cutty Sark estuvo totalmente reparado, las viejas maderas podridas fueron remplazadas por otras que provenían del mismo bosque que había surtido de maderas por años al puerto de Dumbartaon para la construcción de veleros, los herreros unieron nuevamente piezas de metal limpiándolas cuidadosamente, pulieron el cobre herrumbroso dando la belleza de antaño, las nuevas velas lucían impecables frente al sol matutino que despuntaba la mañana que estuvo listo el Cutty para partir nuevamente, así que pronto nuevamente el nuevo Cutty Sark se hizo a la mar, el viejo Charles Alderton viendo como se alejaba el imponente velero pensó en que no lo vería jamás de vuelta al puerto, por el contrario Francis dijo mientras se apoyaba en el hombro de su padre.
-Yo se que regresara, para quedarse por siempre entre nosotros.
Al terminar las labores de reparación y restauración el capitán Dowman lo rebautizo nuevamente como Cutty Sark, lo utilizó para la formación de marineros. Este barco se convirtió en uno de los más importantes barcos escuela de Inglaterra muchos de los marineros que estarían en la contienda del atlántico así como en las serenas aguas del pacifico se entrenaron en el velero del capitán Dowman. Con los años el capitán se retiro cediendo el velero nada más y nada menos que a su hija.
En 1936 Catalina Dowman, Weymouth hija del capitán Dowman fue la primera y única mujer propietaria del Cutty Sark, durante años Catalina, misma fue la capitana del velero, Catalina era una hermosa mujer de treinta y seis años de edad de largos y sedosos cabellos rubios, ojos de azul intenso, nariz perfilada bonitos y abultados labios su contextura era delgada siempre vestía pantalones tejanos y camisas a cuadros, Catalina tenía un carácter único poseía fuerza y decisión, todos los hombres del puerto además de los tripulantes del barco la respetaban y admiraban. hacia travesías desde Inglaterra a Francia así como de Inglaterra a Estados unidos, al estallar la segunda guerra mundial prestó servicios a los aliados, transportando insumos médicos para los hospitales que se encontraban en el pacifico. Unos días antes de finalizar la guerra en una de sus travesías hacia las islas Marchal, sucedió un incidente que sería una gran aventura para Catalina, su tripulación y el Cutty Sark.
La Armada Imperial Japonesa, fue una de las más poderosas flotas de combate durante la Guerra del Pacífico, e incluso de toda la Segunda Guerra Mundial. La ingeniería naval japonesa contribuyó a que se produjeran unidades más avanzadas y mejor logradas tanto en diseño como en efectividad respecto a sus contrapartidas del resto del mundo. Los japoneses además desarrollaron los submarinos más grandes y con mayor autonomía de todos los participantes en la Segunda Guerra Mundial, anotándose importantes éxitos. Los primeros astilleros diseñados para crear naves de estilo occidental fueron los de Nagasaki, creados en 1857 bajo el shogunato. En 1869, durante la llamada era Meiji se establece un plan para potenciar el arma de mar japonesa en prevención de probables intervenciones armadas tanto de EE.UU. como de otras naciones. Como se requería el fortalecimiento de las fuerzas de mar, los japoneses se decidieron a crear una marina a partir de cero. Para ello, los ingenieros japoneses observaron a sus probables rivales tales como Inglaterra y Estados Unidos y decidieron a adoptar las políticas navales y militares de las potencias europeas para poder lograr no sólo estar a la misma altura sino que además superarlos en el futuro. Para ello se envió en 1871 a una delegación de guardiamarinas a imbuirse en todo lo concerniente a lo naval a Inglaterra, entre ellos iba Heihachiro Togo, que sería considerado el padre de la armada japonesa y futuro héroe de la Batalla de Tsushima. En 1871 se decretó que la armada inglesa debía ser el modelo a seguir.
A medida que Japón iba modernizando su Armada, las necesidades de materiales iban en aumento, de este modo Japón ejerció presión para controlar la península de Corea, bajo control chino. China había comenzado un programa de modernización naval unos años antes, encargando unidades a Alemania. Esta situación condujo a una serie de escaramuzas previas y finalmente al inicio de hostilidades el 1 de agosto de 1894. El 17 de septiembre de ese año la flota japonesa alcanzó el estuario del río Yalu y sorprendió a la flota Beiyang de los chinos, propinándole una contundente derrota con la pérdida del 70% de sus efectivos. En esa batalla se demostró además la corrupción imperante en China, pues parte de los proyectiles artilleros habían sido rellenados con agua o cemento en lugar de explosivo. También es de destacar que altos cuadros de la flota china abandonaron sus puestos y huyeron apenas empezaron a caer proyectiles. Todo ello contribuyó a que una flota japonesa inferior ganase la batalla.
Finalmente China firmó la rendición en 1895, concediendo la independencia a Corea, y entregando como compensación Taiwán, las islas Pescadores, Manchuria y la península de Liaodong, aunque Rusia obligó a Japón a devolverla a China, sólo para que los rusos la ocuparan a su vez poco después. Al quedar de este modo desestabilizada la situación geopolítica de la zona, futura semilla para el próximo conflicto entre el Imperio japonés con la Rusia Imperial, se produjeron tensiones entre Rusia y Japón que el Reino Unido veía con buenos ojos. En 1900, Japón intervino en China nuevamente en la llamada Rebelión de los Boxers junto a Alemania y otras naciones.
La penetración rusa en Corea y Manchuria un riesgo a su seguridad nacional, Japón exige a Rusia que abandone Manchuria, en cumplimiento de los acuerdos de 1900. Rusia dilata las conversaciones diplomáticas durante 2 años. Cabe destacar que Nicolás II sentía animadversión hacía el país nipón a raíz de un atentado ocurrido durante una visita de cortesía en 1891. Japón, harto de esperar en vano una respuesta, y tras enviar un ultimátum, rompe relaciones diplomáticas el 6 de febrero de 1904. Un día antes, el 5 de febrero, las hostilidades se inician con un ataque a Port Arthur, que no puede ser considerado ataque sorpresa por la existencia del ultimátum. La Armada Imperial Japonesa debido a la alianza con Inglaterra se había potenciado con excelentes navíos de guerra de todo tipo, además había encargado varias otras unidades a Francia, Alemania, una a los Estados Unidos e inclusive un buque adquirido a la Armada de Chile, el crucero Prat. El entrenamiento japonés era intensivo, además los proyectiles desarrollados eran del tipo perforante. Las condiciones de desenlace favorable siempre estuvieron en las manos del Japón.
Los rusos en cambio, carecían de la disciplina adecuada, la oficialidad caía en la franca mediocridad y sumado a los conflictos internos de Rusia, lo anticuado de sus naves y la inoperancia de sus mandos, la catástrofe se veía venir. En 1904, Japón puso sitio a Port Arthur y se realizaron una serie de escaramuzas, todas fatales para los rusos, en el mismo puerto fue masacrada y convertida en pecios parte de la flota rusa.
En la Batalla de Tsushima en 1905, Japón destruyó el resto de la flota rusa proveniente del mar Báltico y Rusia se vio obligada a solicitar el armisticio bajo la tutela de EE.UU quien se ofreció de mediador. Dentro de las estipulaciones del armisticio, Japón renunciaba a conquistar nuevos territorios, lo que fue mal visto por los militares japoneses, estas disposiciones fundaron la semilla de guerra nuevamente, esta vez con los EE.UU. para el futuro.
La derrota de Rusia fue recibida con verdadera conmoción en Occidente, el Japón se ganó el respeto de las potencias europeas, especialmente a través de Asia. Que un país no occidental pudiera derrotar en un conflicto bélico a un poder establecido resultó particularmente inspirador para varios movimientos independentistas anticoloniales alrededor del mundo.
De ahí en adelante la Armada Imperial Japonesa se erigió como una de las más poderosas y temidas del mundo en esa época. Después de esta guerra y como consecuencia principal, la armada adquirió prestigio nacional e internacional y quizás lo más nefasto es que se instaló en la conciencia japonesa el mal de victoria. Esta mentalidad adquirida condujo a que el Japón se desarrollara por un lado como una de las armadas más poderosas, modernas y potentes del mundo y por otro lado abriera sus apetitos expansionistas en la búsqueda de recursos naturales.
Durante un periodo de casi cuarenta años la armada imperial japonesa fue incrementando su poderío naval construyendo cada vez mejores buque de guerra sin ayuda de las potencias mundiales. Para 1940, el ambiente en el Pacífico era candente, los japoneses seguían en ocupación del territorio chino y amenazaban seriamente la estabilidad con Corea y además los intereses americanos estaban siendo mellados por la política militar expansionista japonesa. Los Estados Unidos y el Reino Unido impusieron un embargo de metal en bruto seguido por uno de petróleo, una congelación de bienes y el cierre del Canal de Panamá para naves japonesas.
Japón empezó a ser ahogado peligrosa y económicamente al cortársele los suministros de metal y de petróleo. Dada la situación imperante, los militares y la oficialidad de la Marina nipona acabaron por sobreponerse en los designios políticos del Japón. Nunca antes el Japón se había sentido más fuerte para afrontar un conflicto a gran escala. Los militares japoneses consideraban a los americanos como seres desprovistos de voluntad nacional, perezosos y viciosos. La creciente tensión en el Pacífico llevó a que finalmente el gobierno japonés se aviniera a firmar el 27 de septiembre de 1940 el denominado Pacto Tripartito e integrar las fueras del Eje. Por él, Japón reconocía el liderazgo de Alemania e Italia en Europa y las dos potencias fascistas aceptaban la hegemonía nipona en Asia.
Además, y aquí estaba la clave del pacto, los tres firmantes se prometían emplear cualquier medio político, económico o militar para ayudarse en caso de ser atacados por cualquier potencia no involucrada en la guerra europea o en el conflicto chino-japonés. El pacto iba dirigido evidentemente contra EE. UU. E indirectamente a la U.R.S.S.
A fines de 1940, el almirante Isoroku Yamamoto fue llamado a Palacio para que pusiese a la Armada en pie de alerta ante el escenario que se estaba desarrollando. Yamamoto explicó al príncipe Konoye que él sólo podía garantizar un año de victorias y que si Japón era incapaz de colocar un golpe contundente y poner de rodillas al gigante americano, las cosas iban a tornarse muy difíciles para el Imperio japonés. Se le solicitó a Yamamoto que elaborara un plan para dar ese primer golpe a América.
En esa época se trasladaron a los astilleros los transatlánticos Izumo Maru Y Kashiwara Maru para ser transformados en los portaaviones ligeros Junyo y Hiyō. El ataque inglés a Tarento en 1940 dio luces a los japoneses sobre lo que podían hacer aviones cargados con torpedos sobre acorazados anclados en un puerto.
Muchos tácticos y oficiales de la armada fueron convocados a bordo del acorazado Nagato en marzo de 1941 y se les pidió un esbozo de plan de ataque. El plan denominado plan Z, finalmente aceptado, fue el presentado por Minoru Genda, hábil estratega japonés, cuyo plan estaba basado en el ataque a Tarento. Los preparativos y entrenamiento empezaron en marzo de 1941. El estado militar del Japón para 1941, no podía ser mejor, estaba equiparado al poderío militar americano e incluso superaban en calibre y número de cañones a flote a los americanos.
El ataque a Pearl Harbor, la base americana en Hawái, el domingo 7 de diciembre de 1941. Fue el inicio y la entrada de los estadounidenses en la segunda guerra mundial. El arduo entrenamiento de los japoneses dio como resultado un sorprendente ataque japonés muy similar al de Tarento, de hecho, los japoneses se habían fijado en este ataque al elaborar el plan Z.
El resultado de este ataque sorpresa en dos oleadas sucesivas fue paradójico para el Japón, pues hundió no solo los acorazados americanos, sino también su concepto como elemento básico de una marina de guerra. Los japoneses perdieron 29 aviones con sus 55 tripulantes, así como los 5 mini submarinos que participaron en el ataque y 9 de sus tripulantes. El décimo marino fue el primer prisionero de guerra japonés.
Las bajas estadounidenses ascendieron a 2.403 muertos, 5 acorazados hundidos, otros 3 dañados, 3 cruceros hundidos, 3 destructores hundidos, 188 aviones destruidos y otros 155 dañados. Los japoneses se habían entrenado para una batalla decisiva que nunca llegó, en que su fortaleza se basaba en la superioridad en acorazados. De hecho obligó a los EE.UU a usar los portaaviones como arma ofensiva y su desempeño a la larga resultó algo funesta para la armada japonesa.
Todo esto despertó en los americanos el deseo de lucha y venganza, levantando y transformando la alicaída moral inicial en un coraje hacía el pueblo japonés. Junto con el ataque a Pearl Harbor, los japoneses iniciaron la conquista de Indochina, al tiempo que una fuerza conducida por el almirante Kondo llegaba el 9 de diciembre a la denominada Área Sur donde se debía conquistar las Filipinas, las Indias Orientales y la península Malaya. En un principio las fuerzas japonesas ocuparon y dominaron grandes extensiones de tierra y mar pero esto solo fue el principio del fin del ejército y la armada imperial japonesa.
Al día siguiente muy temprano Martínez y Stuart, se vieron en las afueras de la estación de policía, el día había amanecido lluvioso y algo frio el ánimo de los investigadores era pésimo igual al clima. Estos al no estar de humor discutían por cualquier cosa viéndose frustrados al no poder avanzar en las investigaciones, hoy no era la excepción así que ambos permanecían callados mientras se dirigían a su destino, solo se escuchaba el cambio de velocidades del vehículo que conducía Martínez, al fondo ahogadamente la radio reproducía una canción interpretada por la banda The Doors titulada “Riders On the Storm ”, afuera del vehículo pequeñas gotas daban contra el capó del coche rebotando con insistencia confundiéndose con la tediosa canción cantada por el fallecido Jim Morrison, Verónica bajaba el volumen de la radio, mientras que George jugaba con el dial para sintonizarla mejor, al llegar al dique seco aun en el ambiente se sentía el olor a madera quemada unida a la pegajosa humedad en el ambiente, el aroma dulzón impregnaba todo el lugar de manera desagradable, había mucho hollín en el suelo que ahora se confundía con la lluvia matutina que no cesaba, era impresionante ver como había quedado el velero que alguna vez fue el rey de los mares del sur, lo primero que hicieron fue dirigirse a la oficina del oficial de seguridad que resguardaba el barco.
Louis Prescott, era un hombre fornido, de casi un metro noventa de estatura, cualquiera que lo miraba se sentía un tanto intimidado, además no tenía ni un cabello en su cabeza o en su rostro algo que le daba un aire de peleador de lucha libre americana. Prescott había sido guardaespaldas de un grupo de rock de segunda pero debido a que era un hombre en el cual poco se podía confiar había sido despedido por golpear a un fanático que se acerco a una de las estrellas de rock por un simple autógrafo, para evitar escándalos fue despedido y la estrella musical pago la agresión al pobre fanático con una fuerte suma de dinero, de manera que quedo todo en el olvido de esa manera Prescott salió bien parado de todo el incidente aunque nunca más fue contratado como guardaespaldas por nadie más.
Prescott se encontraba sentado frente al ordenador, parecía estar sumergido en algún trabajo pero lo cierto era que jugaba al solitario con el viejo y amarillento PC. Al entrar a la pequeña oficina, fue Verónica la que comenzó con las preguntas.
-Buenos días señor Prescott soy la oficial Stuart, y es mi compañero el señor Martínez somos oficiales de policía y queremos hacerle algunas preguntas con respecto al incendio del Cutty Sark.
Prescott, dejo de inmediato lo que hacía sus ojos se desviaron hacia la detective, solo fijo su vista en los senos de Verónica, y empezó a balbucir algo.
-Eh, uh, a si Claro.
Verónica ignoro la desfachatez del hombre mientras que a Martínez se le dibujo una pequeña sonrisa de picardía por la forma en que Prescott miraba a su compañera.
-¿Queremos saber algunas cosas referentes al incendio del velero?
-Solo pregunte.
Dijo Prescott, mientras se acomodaba en la silla.
-¿Quien estaba de guardia la noche del incendio aquí en el dique?
El hombre por fin se centro y contesto la pregunta.
-El viejo Robert, si Robert York el estaba de guardia ese día.
-Se podría saber si el ¿se encuentra aquí en este momento?
-No, no está al día siguiente del incendio lo despedí, es un incapaz, además es un borracho infeliz, un hombre muy descuidado, yo creo que no les sea de mucha ayuda.
-En el informe de la policía indica que el no vio nada dice además que el fuego empezó de pronto, como si nada.
Indico Verónica a Prescott que revisaba algunas notas que su antecesor le había confiado.
-Si eso mismo dice en el informe que me entrego antes de despedirlo, como le dije es un inepto, no creo que él los ayude en algo.
Verónica, interrumpió a Prescott.
-Eso solo lo decidimos nosotros señor Prascott.
Observando a su interlocutor con molestia, fue cuando George, viendo que el ambiente se tornaba tenso entre Verónica y el jefe de guardias intervino.
-Señor Prescott por casualidad tiene usted la dirección del señor Robert, necesitamos hacerle unas preguntas.
Nuevamente Prescott estaba viendo los senos de Verónica.
-Señor Prescott creo que viendo mis senos no va a encontrar la dirección del señor Robert.
-A sí disculpe, ya se la doy.
El jefe de seguridad algo nervioso abrió un archivero, busco varias veces hasta que por fin dio con lo que buscaba saco una ficha arrugada escrita toscamente a mano, la cual entrego a Verónica.
-Luego me la puede devolver siempre estoy aquí a toda hora.
-Claro por supuesto, seguro que lo hare muchas gracias, ah otra cosa necesitamos también el informe del guardia.
Cuando se alejaron de la oficina Verónica y Martínez cruzaron sus miradas, Martínez le comento algo risueño.
-Creo que le gustaste al bodoque.
Y comenzó a reír, pero Verónica le dio un fuerte codazo en el estomago que lo desubico por el momento.
-Martínez concéntrate en el trabajo.
Verónica tenía muy mal carácter nada parecía gustarle, se centraba de tal manera en su trabajo que no permitía ninguna broma o chistes sobre lo que consideraba su pasión, todo lo contrario de George que era un elocuente y de un carácter excepcionalmente jocoso. Ambos se dirigieron al dique subieron la rampa y abordaron lo que eran los restos del barco, no había nadie a bordo ya que hasta que no concluyeran las investigaciones solo la policía podía permanecer en el barco. Un oficial uniformado al ver sus identificaciones les dio acceso al barco o lo que realmente quedaba de él.
-Verónica ¿trajiste los informes de los investigadores que estuvieron aquí después del incendio?
-Sí, aquí los traigo.
-¿Qué es lo que buscamos?
Pregunto Martínez, que agachado revisaba un montón de pequeños escombros.
-Según este informe, los ingenieros que hacían los trabajos de restauración de la madera del barco todo lo que implique usar tiner se debe retirar después de usarlo o sea los envases.
-Pero los forenses encontraron un pequeño bidón, aquí aparece en el informe aunque los peritos del seguro luego lo tacharon, ¿Qué extraño?
-Así es, eso quiere decir que alguien roció un poco de tiner adentro del barco y luego lo prendió solo hacía falta un poco de combustible para hacer arder esta caja de cerillos gigante.
-Creo que la clave está, en el hombre que estaba de guardia el día del incendio.
Dijo Martínez, mientras leía el informe con insistencia.
-Robert York
-Si mi querido Martínez.
Afirmo Verónica
Después de tomar algunas muestras y fotos, lo dos investigadores se dirigieron a la dirección que Prescott les había dado. Robert York no vivía precisamente en uno de los mejores sectores de la ciudad, este vivía al sur de Londres la parte peor comunicada y de menor nivel económico, con grandes suburbios llenos de grafitis y edificios grises algo destartalados poblados por gentes de diferentes grupos étnicos e ingleses pobres. El edificio donde supuestamente vivía Robert York estaba en ruinas, antes de bajar del automóvil, los dos oficiales cargaron sus armas, la zona era una de las peligrosas de todo el sur de la ciudad de Londres, entraron en el edificio, subieron unas estrechas escaleras que estaban llenas de excrementos y basura, pronto estuvieron frente a la puerta, un vecino curioso se asomo del apartamento que estaba junto y pregunto con una voz algo discordante con un marcado acento extranjero del este europeo.
-Eh, ¿son policías?
Martínez le indico que hiciera silencio mostrándole la placa este asintió en forma positiva. El hombre oculto tras la puerta, con semblante desencajado y un tufo a licor muy fuerte, hablo con un tono más confiado, dejándose ver.
-Si buscan a York, no está en su apartamento desde hace muchos días.
Verónica toco la puerta varias veces y no hubo respuesta. Y el curioso insistió.
-Ahí, no se encuentra York, se lo puedo asegurar, hace unos días recibió la visita de dos hombres muy bien vestidos y desde entonces no lo he visto.
Martínez le indico al hombre que permaneciera dentro de su apartamento mientras derribaban la puerta. De un fuerte golpe la débil puerta cedió, ambos oficiales pistola en mano comenzaron recorrer la estancia, todo estaba revuelto y sucio, había basura por todos lados, además de muchas botellas de whisky regadas en todas partes de marca Clipper Ship, en una de las esquinas del destartalado apartamento había toda una caja del mismo llena de botellas sin abrir.
-Viste esto el hombre tiene una buena provisión de escoses.
Comento Verónica a Martínez, mientras sujetaba una botella sin abrir que había sacado de la caja.
-Parece que alguien lo surtía muy bien.
-Si así parece.
Afirmo Martínez, observando todo a su alrededor sin enfundar el arma.
Los dos continuaron revisando el apartamento, la suciedad y el desorden era tal que no sabían como un ser humano podía vivir de esa manera tan desastrosa.
-Nada del hombre, ¿dónde puede estar?
Se pregunto verónica intrigada.
-Perece ser que no ha estado aquí desde hace mucho, o está debajo de toda esta basura.
Ambos complicemente sonrieron.
De pronto al acercarse a la cocina detectaron un olor peculiar para los policías, ambos se miraron y pensaron en lo peor.
-Verónica creo que nuestro hombre aun se encuentra aquí, revisemos bien la cocina.
Después de revisar minuciosamente la alacena y el depósito de víveres en donde también había whisky suficiente como para hacer una fiesta, decidieron abrir el único sitio que les faltaba, el refrigerador, que para su sorpresa tenia adentro los restos fríos y apergaminados de de un hombre de aproximadamente unos cincuenta años y que parecía ser Robert York.
-Esto se complica.
Dijo Verónica tapándose la nariz.
En las oficinas de Cutty Sark Enterprises, todo era un revuelo, secretarias, técnicos e ingenieros que se trasladaban de un lugar a otro buscando documentos, planos y presupuestos para reiniciar lo más pronto posible los trabajos de restauración; Chris Livett y William Branes se habían enfrascado en buscar toda la información posible sobre el incendio ya habían pasado dos meses y aun no podían reiniciar las labores de restauración del barco, esto generaba perdidas, además el barco podía deteriorarse más por el grado de abandono en que se encontraba, la policía no permitía el acceso de los técnicos que reparaban la nave y esto no contribuía a que los trabajos de restauración se comenzaran nuevamente, el Cutty Sark peligraba. La policía lo había cubierto con un gran toldo blanco pero las lluvias amenazaban con colarse y hacer estragos con lo que quedaba del velero, la madera quemada podría terminar de podrirse y el metal ligeramente doblado terminaría por oxidarse, si esto continuaba así todo estaría perdido.
Chris Livett, le pregunto a William que era lo que los peritos del seguro habían averiguado.
-Según el personal del seguro, el incendio, causo daños en el velero valorados por más de veinte millones de libras y empezó en la cubierta inferior de la popa.
-Eso es mucho dinero, la restauración será mucho mayor, es imposible estamos arruinados.
Dijo Livett, sosteniéndose la cabeza con ambas manos.
-Y lo más grave señor Livett, no se ha detectado como se inicio el incendio, la policía aun no tiene pruebas de cómo sucedió o si es premeditado o algo casual.
-Estamos en un grave aprieto, hasta que no se detecten las causas del siniestro no podemos reiniciar el trabajo a bordo de la nave y por otro lado el seguro no pagara los daños si no se define como fue causado el incendio, es toda una catástrofe, necesitamos del dinero del seguro urgente, si es que queremos salvar el barco, no tengo la más mínima idea porque la aseguradora demora tanto en darnos una respuesta.
-Así, es señor no podemos hacer nada tenemos las manos atadas, ah y otra cosa, el inspector Bruce Middlemiss ha asignado a dos nuevos oficiales para que resuelvan el caso, para ellos todos somos sospechosos, según un contacto amigo mío que está en la policía, su majestad está muy interesada en que esto se resuelva lo más pronto posible.
Chris en silencio algo desconcertado.
-Bueno William, puedes retirarte, déjame ver qué puedo hacer con los peritos del seguro, y si los policías vienen, que esperen no tengo tiempo para atenderlos.
Chris Livett, quedo solo en su oficina, sus pensamientos eran confusos, quien podría estar interesado en incendiar un patrimonio histórico tan importante, la situación era complicada, en la tarde de hoy tenía una reunión con el jefe ejecutivo Richard Doughty, para decidir qué hacer.
El capitán Akito Itsuki daba órdenes directas a los hombres bajo su mando, el I-21 no se encontraba en buenas condiciones algunas cargas de profundidad lanzadas por un acorazado estadounidense habían dañado seriamente al submarino, Akito Itsuki pidió a su primer oficial Tomoya Shiro un reporte de los daños causados por el ataque.
Tamoya con gran respecto hacia su superior comenzó a detallar, los daños de la nave.
-Los daños que tenemos son muchos, las baterías se mojaron y creo que no podremos sumergirnos nuevamente, los lanza torpedos fueron dañados después del último ataque de manera que están trabados, sería peligroso introducir los torpedos dentro de los tubos ya que estos harían que estallara la nave, tenemos varias filtraciones de agua, algunas válvulas están rotas o trabadas, y lo peor de todo es que también hay varios hombres que están severamente heridos, débiles y enfermos.
El capitán Akito Itsuki se sentó en un rincón, se quedo observando vagamente el fondo oscuro de la nave, su mirada se encontraba perdida, la barba de los días le daba un aspecto deplorable al que una vez fue un joven lleno de vida, su cuerpo de aspecto que una vez fue musculoso, solo mostraba una delgada capa de piel que lo cubría, se encontraba agotado, el olor a sudor, orina y excrementos ya era parte de la vida de los marineros a bordo, el capitán Akito sentía que su fidelidad al emperador y a la flota estaban seriamente minados por la decepción, el solo ver a sus hombres heridos, enfermos y muriendo de hambre lo desconcertaba.
Ser capitán de submarino de la armada imperial y del emperador era todo un orgullo para él, lo cual muy pocos oficiales de la marina imperial podían llegar a ser, Akito Itsuki era uno de los oficiales más jóvenes de la armada japonesa se había graduado con honores en La Academia Imperial Naval Japonesa, además era el único en ser capitán de submarino a su edad, Akito estaba orgulloso de luchar por su país, pero de un tiempo acá su corazón estaba dividido por su emperador o por su patria, al principio de la guerra todos estaban entusiasmados la euforia inicial patriótica había opacado la razón de muchos, gran cantidad habían muerto en la contienda que ahora se perfilaba perdida, la mayoría de sus amigos y compañeros habían fallecido en diferentes campos de batalla o en el mar Akito, pensaba que no valía la pena que esta horrible guerra continuara.
El teniente Tomoya, lo saco de su trance repitiéndole.
-Capitán, señor, no tenemos posibilidades de sumergirnos nuevamente, tenemos suerte de que nuestros perseguidores estén lejos pero creo que no por mucho, los marineros están haciendo todos sus esfuerzos por reparar los daños, pero la realidad es que las condiciones de la nave y la salud de los hombres son malas.
-Sí, tenemos que ver que tanto podemos reparar la nave para sumergirnos, así somos presa fácil de los aviones enemigos o de los barcos ingleses y americanos.
Dijo el capitán japonés con tono lúgubre en su vos.
-Señor, además hay algo que debe saber, dos de los tripulantes han muerto esta mañana, los hombres han decidió subir al puente para darles sepultura en el mar y quieren que usted presida la ceremonia.
Sin ninguna muestra de consternación como algo cotidiano el capitán Akito afirmo.
-Sí, indíqueles a los hombres que se preparen es lo más apropiado, no podemos tener ningún cuerpo sin vida en el submarino esto traería mas enfermedad además daña la moral de la tripulación, le recomiendo que escriba las cartas correspondientes a la familia de los dos marineros, deje otras en blanco porque creo que abra algunos decesos mas.
El teniente Tomoya Shiro, saludo a capitán dio media vuelta y se adentro en las entrañas del herido monstruo de metal, solo algunas lámparas estaban encendidas la luz que emitían era débil, otras parpadeaban con intención de apagarse, así que la nave parecía una oscura e infinita caverna que se confundía con las fauces de un dragón infernal.
El capitán Akito Itsuki quedo solo, sus pensamientos eran confusos luego del último ataque su voluntad no era la misma, ver a su nave en esas condiciones y a su tripulación llevada a lo último que un hombre de mar deseaba lo indisponían terriblemente. Contantemente recordaba, su promesa de fidelidad al emperador y a su patria así como a la gran flota imperial, pero esto ya no tenía relevancia, muy pronto, más temprano que tarde tendría que tomar la decisión de continuar luchando o de rendir su nave a sus enemigos, los hombres de su tripulación eran lo más importante, solo compartir con ellos por dos años su estadía en el I-21, los hacía más que una tripulación, para él, eran sus hermanos.
Sus dudas eran muchas, la radio se había dañado algunos días atrás así que no tenían ninguna comunicación con embarcaciones japonesas de suministro, el capitán Akito Itsuki sospechaba que la guerra estaba llegando a su final, pero no estaba del todo seguro de que estaba sucediendo más allá del submarino, el I-21 estaba a la deriva y sin ningún contacto externo con lo que aun quedaba de la maltrecha flota imperial.
La ceremonia de sepultura de los dos marineros fue breve, ya que los vigías anunciaron que en la lejanía se encontraban algunas embarcaciones de reconocimiento enemigas, quizás unas PT torpederas estadounidenses, el oficial del cuarto de maquinas había reparado algunas baterías de modo que podían sumergirse a poca profundidad, por los momentos mientras no hubieran aviones enemigos cerca estarían relativamente a salvo.
Dentro de la nave, el teniente Tomoya Shiro se encargaban de revisar las escasas provisiones y medicinas, estos artículos eran casi inexistentes algunos de los marineros habían perdido peso, las condiciones internas del submarino eran insalubres, pronto las enfermedades se extenderían a lo largo de la embarcación. Otro ataque de los aliados terminaría con la nave, muchos hombres estaban desmoralizados, debido al peligro, y la claustrofobia sufrida durante días de estar sumergidos.
En la bitácora del capitán Akito Itsuki, este anotaba:
12 de septiembre de 1945
Hoy dimos sepultura a dos de nuestros mejores hombres; el marinero de segunda clase Yuki Yudai y el marinero de segunda clase Ryunosuke Saburo, ambos se encontraban en el cuarto de maquinas cuando fueron estrellados contra los costados de la nave al estallar unas cargas submarinas externas lanzadas por el enemigo, la ceremonia fue breve ya que uno de nuestros hombres dio aviso de que a lo lejos se podían observar algunas embarcaciones que se dirigían rápidamente hacia nosotros, gracias a los trabajos realizados por el jefe de maquinas el señor Jiro Itou, pudimos sumergirnos a tiempo y alejarnos de nuestros perseguidores.
Por ordenes mías, he pedido reportes sobre los daños y perdidas que hemos tenido los últimos tres días, el teniente Tomoya Shiro un hombre muy capaz y fiel amigo me ha informado que no tenemos medicamentos la comida escasea desde hace varias semanas, además no hemos visto los barcos que nos aprovisionan, temo lo peor, los hombres están débiles ya han muerto seis, incluyendo a los que hoy sepultamos en el mar, nuestro técnico ingeniero eléctrico el marinero Akiyama Kichiro hace esfuerzos sobrehumanos por reparar nuestra radio ya que está dañada desde hace días y no tenemos contacto con ninguno de los nuestros. Estamos temporalmente sumergidos de manera que nos hemos alejado prudentemente de nuestros perseguidores, pero temo que los aviones de reconocimiento americanos nos vean ya que estamos a poca profundidad.
Capitán Akito Itsuki Tchido
Comandante del submarino I-21
Marina Imperial Japonesa
Las esperanzas de sobrevivir del capitán japonés eran remotas, era cuestión de tiempo para que se convirtiera en la presa de los torpederos, acorazados o de algún bombardero americano de los que infectaban aquellas aguas.
Pronto la calle que estaba frente al viejo edificio en donde vivía Robert York se lleno de vehículos policiales. El inspector Middlemiss, se bajo de la patrulla que lo traía y pregunto por el responsable, un policía uniformado corrió al edificio regresando acompañado de Martínez.
-¿Qué es lo que pasa aquí Martínez?
George Martínez, sofocado, tomo un respiro y contesto
-El caso del Cutty Sark se acaba de convertir en un homicidio.
Con asombro Middlemiss pregunto.
-¿Explíquese Martínez?
-El hombre que cuidaba las instalaciones del dique seco y el barco, lo hemos encontrado muerto.
-¿Como que muerto?
-Así es señor está muerto, Verónica y yo lo encontramos compactado dentro de un refrigerador.
Middlemis esbozo una sonrisa.
-Hable claro Martínez, ¿como que dentro de un refrigerador?
Grito ofuscado Middlemiss, quien no ocultaba la sonrisa.
-Así es señor el hombre está muerto alguien de manera sádica lo coloco en un refrigerador, en este momento los paramédicos tratan de sacarlo del mismo.
Middlemiss quedo estupefacto, el incendio tomaba un rumbo incierto el inspector no se esperaba esto aunque lo sospechaba.
-Ahora sí que se complico esto, ¿Dónde está Verónica Stuart?
Pregunto Middlemiss bastante molesto.
-Está arriba, en el apartamento donde encontramos la víctima, con los otros forenses, están tratando de definir que paso en el apartamento de la víctima.
En pocos minutos Verónica, Martínez y el inspector Middlemiss estuvieron reunidos dentro del sucio apartamento, el revuelo era tal que ya en la calle se amontonaban los curiosos y los periodistas, estos últimos siempre olían cuando algo sucedía y más si el inspector Middlemiss estaba presente, ya que este siempre era noticia.
-Bueno Verónica ¿explíqueme que ha sucedido aquí?
-Vinimos a interrogar a un sospechoso y nos encontramos por sorpresa que ha sido asesinado, además el que lo mato tuvo la delicadeza de meterlo dentro del refrigerador, el hombre esta empotrado entre el hielo y su cadáver se ha secado por completo está en estado de momificación, por ese motivo ningún vecino detecto el olor a putrefacción ya que el refrigerador enlenteció el proceso.
-¿Hay algún testigo?
-Si un vecino que esta declarando al uniformado que fue lo que vio, parece ser que hace unas semanas dos hombres visitaron a la víctima, desde ese día ningún vecino lo volvió a ver más.
-Y ¿todas esas botellas de Whisky?
Pregunto Middlemiss señalando las botellas.
-La víctima era alcohólico, además era el hombre que cuidaba el barco cuando sucedió el incendio.
-No entiendo, ¿no lo habían interrogado ya el día del siniestro?
-Si inspector, pero no fue considerado un testigo fuerte.
-¡Como que no era un testigo fuerte! ese hombre estaba presente cuando el incendio comenzó, quiero a los culpables ya, y rápido esto se está complicando, tengo a su majestad y al primer ministro sobre mí, en cuanto al oficial que hizo el interrogatorio al guardia lo quiero fuera del departamento, es un inepto como no va a considerar testigo fuerte a este individuo, ahora está muerto y se ha llevado consigo información valiosa.
Middlemiss, sabía que no solo la reina y el primer ministro querían respuesta si no toda la opinión pública inglesa los periodistas podían oler noticias a kilómetros y pronto se enterarían de la muerte del hombre de seguridad todo se podría complicar.
-No quiero que los periodistas estén hurgando aquí saque ese cadáver y sellen el apartamento pongan vigilancia día y noche, para los periodistas esto solo fue un simple homicidio no quiero que lo relaciones con el caso del Cutty Sark, ¿entendido?
Verónica y George asintieron positivamente y regresaron a su trabajo. Todo se complicaba a medida que hechos inesperados se escurrían en el caso.
En un pequeño bar en las afueras de Londres, dos hombres conversaban solapadamente, ambos habían llegado en taxis diferentes, se vestían con elegancia no parecían gente vulgar, uno de ellos era como de 25 años rubio bien parecido el otro era mucho mayor quizás unos cincuenta años, cabello canoso, ojos pardos, barba de días, traje y corbata negros, ambos usaban anteojos oscuros a pesar de estar dentro del bar con poca iluminación, los dos se cuidaban mucho de no llamar la atención, el bar estaba lleno los jóvenes los que por cierto se divertían escuchando, I Bet You Look Good On The Dance Floor de la banda Arctic Monkeys estos no le prestaban la mas mínima atención a los dos sujetos.
El más joven comenzó la conversación.
-¿Por qué tenias que matar al guardia?
El otro le contesto con desdén
-Ese estúpido alcohólico, encendió el barco.
-Pero no tenias por que matarlo, estaba muy borracho, no creo que ni recordara lo sucedido en el velero.
-Había que eliminarlo, recuerda que el jefe dijo que era peligroso como testigo, podía salírsele algo, ese por cualquier cantidad o con un trato con la policía nos hubiera delatado.
El joven nervioso, apresuro el trago que le había llevado el cantinero y espero que este se retirara para continuar la conversación.
-Si lo sé, pero guardarlo en la nevera, es lo más sádico que he visto en mi vida.
El otro también apuro el trago poniendo con brusquedad el vaso sobre la mesa.
-Total ya cobramos, no me importa lo que ahora suceda.
-Esto no es bueno creo que la muerte del guardia nos va a perjudicar.
El hombre acerco su cara a la del joven, casi escupiéndosela.
-Eres un tonto muchacho, no sé cómo me uní a ti, eres un cobarde, mejor que tengas cuidado con lo que piensas o dices.
El joven levanto la voz pero por el ruido de la música ninguno de los presentes se dio cuenta.
-¡El cobarde eres tú que asesinaste a un pobre desdichado! creo que esto se va a poner feo yo me largo, ahora págame, que no quiero estar más cerca de ti.
El hombre le hizo un gesto que se callara observando a su alrededor saco un grueso sobre de papel amarillo y lo tiro sobre la mesa, apoyando su mano sobre él.
El joven trato de tomarlo pero la mano del más viejo aun se posaba sosteniéndolo fuertemente fue cuando el hombre en tono amenazador le dijo.
-Mira estúpido mocoso, es mejor que te mantengas callado y bien alejado o tú serás el próximo, aquí tienes tu parte de manera que desaparece, el jefe ha sido muy generoso, yo de mi parte no te hubiera dado tanto dinero, ahora tómalo y vete.
El hombre aflojo el sobre, el joven lo tomo de manera apresurada lo abrió un poco vio lo que estaba dentro del sobre, conto rápidamente su contenido, esbozo una pequeña sonrisa se levanto de su silla saliendo apresuradamente por la parte de atrás del bar, perdiéndose rápidamente. El otro hombre llamo al mesonero le indico que le trajera otro trago, de inmediato saco de su bolsillo un móvil marco un número, espero unos segundos, del otro lado de la línea le contestaron.
-Jefe soy yo.
Al otro lado de la línea se escucho otra voz que le decía.
-No te he dicho varias veces que no me llames.
Hubo una breve pausa y el hombre al otro lado de la línea dijo algo.
-Si jefe pero hay problemas, el tonto muchacho que usted me recomendó, tiene miedo creo que puede hablar en cualquier momento.
-Bueno ya sabes qué hacer con él, ah y no quiero más errores mira que la policía ya encontró el cuerpo de Robert York, todo se está complicando.
-No se preocupe jefe no dejamos evidencias en el apartamento de York.
-Sin errores, te lo digo por última vez, siento que los policías que están investigando se están acercando mucho.
-No hay problema jefe, yo me encargo de todo pero creo que esto va a salir un poco más caro.
El otro cortó la llamada, sin dar respuesta, el hombre sorbió rápidamente el trago, coloco el dinero de la cuenta en la mesa y salió del bar por la puerta trasera caminando lentamente.
El teniente John Fulton y su vigía de guardia el teniente Peter Neis, a bordo de su Grumman TBF Avenger observaban con detenimiento el mar ambos jóvenes tarareaban al unisonó una melodía del fallecido Glenn Miller su trabajo consistía el de detectar cualquier nave intrusa que se encontrara cerca de los acorazados o destructores estadounidenses, ubicar submarinos dar la alerta y tratar de destruirlos, pero esta ya no era su misión principal, ya que el final de la guerra había sido cinco semanas atrás cuando el ejército imperial del Japón se había rendido incondicionalmente, ahora se encargaban de avistar algunas naves enemigas para darle aviso de que la guerra había concluido y así salvar vidas de ambos bandos.
En muchos casos muchas aeronaves aliadas se habían visto forzadas a destruir algunos objetivos que se negaban a rendirse o que aun no estaban enterados de que la guerra había finalizado siendo este el caso de algunos submarinos japoneses y algunas otras embarcaciones menores. En el caso del joven teniente Fulton y su acompañante estos estaban separados del resto de la escuadra de reconocimiento que los acompañaba, pero de igual forma continuaban con su misión, su avión tenía autonomía de vuelo de unos 1600 kilómetros y aun contaba con mucho tiempo antes de regresar a su portaaviones base.
Su armamento estaba intacto, y contaba con una Ametralladora Browning M1919 de 7,62 mm montada en el morro dos Ametralladoras Browning M2 de 12,7 mm montadas en las alas una Ametralladora Browning M2 de 12,7 mm montada en la torreta una Ametralladora Browning M1919 de 7,62 mm montada en el vientre del avión. Además de un Torpedo de 900 kg Mark 13, suficiente para destruir cualquier nave enemiga si tenía la suficiente puntería para alcanzarla, normalmente el Avenger tenía una tripulación de tres hombres pero debido al cese de las hostilidades solo dos tripulaban la aeronave, ya que no era necesario tener a tres hombres a bordo.
El teniente Fulton era un hombre que a pesar de sus 24 años de edad era todo un experto piloto y eficiente combatiente, había nacido en el medio oeste norteamericano, específicamente en Minnesota era hijo de un acaudalado hombre de negocios dueño de varios importantes frigoríficos, Fulton había cursado estudios en la universidad de Minnesota, y al estallar la guerra aun cursaba estudios de ingeniería, pero al terminarlos ingreso a la marina y fue destacado a la fuerza aérea a finales de 1944, apenas ingreso se noto a simple vista que era un excelente piloto, su ya comprobada experiencia indicaba que era bueno en todo lo que hacía, ya para mediados de 1945, había hundido más de un torpedero japonés y derribado varios kamikazes enemigos, además de haber destruido un submarino, en el costado de su avión estaba la prueba de sus proezas como piloto y as de guerra.