17

—Estás aquí.

Me vuelvo hacia esa voz tan familiar. James se acerca a mí y se sienta a mi lado, contemplando el imponente mar que hay frente a él.

—Quería estar sola, necesitaba poner en orden mis pensamientos – suspira.

—¿Lo has conseguido?

Entierro la cabeza entre las rodillas ignorando su pregunta, ya que aún no he decidido lo que voy a hacer.

—Sé cómo te sientes –continúa, aunque no me quedan fuerzas para alzar el rostro y mirarle–, pero deberás confiar en mí. Alexa no significa nada, y nunca, por mucho que cambien las cosas, por mucho que me lo demuestre, volveremos a estar juntos –niego con la cabeza, ¡no sabe lo que dice!–. Te quiero a ti, Anna. Por nada del mundo cambiaría las discusiones que tengo contigo por la sonrisa de otra mujer, y mucho menos por Alexa. Puedo perdonar, pero jamás olvidaré lo que me hizo, eso te lo aseguro.

Suspiro con resignación y me yergo hasta encontrarme cara a cara con él.

—No quiero que me ocultes nada, James, creo que no podría soportar ni una sola mentira más –me mira extrañado.

—Puede que no sea el hombre más expresivo del mundo, ni el más comunicativo, pero te aseguro que nunca te he mentido.

—Ya sabes a lo que me refiero... No quiero que te calles las cosas, ni malentendidos ni omisiones de la realidad.

—Te prometo intentarlo, si es eso lo que quieres. Pero no desconfíes de mí, por favor, no dudes de mis sentimientos, porque son sinceros.

Frente a eso, ¿qué más puedo añadir? Ese maldito insecto palo va a estar ahí, acechando hasta que logre aplastarlo; o ella me devore a mí. Esto es la jungla, y aunque ahora estamos lejos, solo puede quedar una. Es ley de vida. James me pide confianza, y sé que va a poner todo su empeño en no defraudarme, así que de momento me conformaré con eso.

Sonríe en cuanto ve que mi expresión se ha relajado, y dando por concluido el tema, me rodea los hombros con el brazo y besa con prudencia mi mejilla. Mi silencio le confirma que esta vez, ha podido conmigo; y no le saco de su error. Guardaré mis precipitadas conjeturas sobre su ex para más adelante, y lucharé por apartar los malos pensamientos de mi cabeza, después de todo, he tomado la decisión de dar una segunda oportunidad a este hombre, y no pienso abandonar a la primera de cambio.

 

Nos concentramos durante unos instantes en el casi imperceptible movimiento de las olas hasta perder la noción del tiempo y hallar la paz; finalmente, lo logramos.