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Me he puesto hasta yo nerviosa por el rumbo que han tomado los acontecimientos. Ha sido como escribir una parte de una historia real en la que las cosas sucedían una detrás de otra y sentía prisa por seguir y seguir, pero me ha parecido un buen punto para dar por terminado el capítulo. He pensado que a lo mejor así el lector se queda a medias y con ganas de girar página para ver qué se encuentran mis dos protagonistas en el lugar que acabo de inventarme.
Resulta extraño como un escritor crea un lazo tan fuerte con sus personajes. De alguna manera es inevitable poner en ellos una parte de sí mismo, y en mi caso, en todos mis personajes, incluso en el asesino, hay algo de mí.
Es escalofriante pensar eso…