Arribaron a la región de los gerasenos, frente a Galilea, y bajando El a tierra le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se había vestido ni morado en casa, sino en los sepulcros. Cuando vio a Jesús, gritando se postró ante El, y en alta voz dijo: ¿Qué hay entre yo y tú, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te pido que no me atormentes. Porque El ordenaba al espíritu impuro que saliese del hombre. Muchas veces se apoderaba de él, y le ataban con cadenas y le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras y era arrebatado por el demonio a los desiertos. Preguntóle Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestó él: Legión…
Lucas 8, 26-30
(traducción de Nácar-Colunga)