LAS COMPAÑÍAS DE ARCABUCEROS
Dentro de los tercios había compañías que tenían como particularidad que la mayoría de sus componentes estaban armados con armas de fuego. Scarión escribía en 1598 que un tercio ordinariamente debía tener quince compañías, cada una con doscientos soldados. Dos o tres compañías de estas debían ser de arcabuceros, que en opinión de este y otros tratadistas eran las compañías de más «cuenta» de toda la unidad, ya que sus misiones eran muy importantes, debiendo trabajar sin descanso. Cuando todo el tercio marchaba debían ir en vanguardia y retaguardia para cubrir los puestos más arriesgados, realizar escoltas y tomar puentes, siendo siempre las compañías destacadas para las expediciones, golpes de mano y otras actividades de esa índole. Sus soldados debían ser mozos adelantados, recios, diestros, sufridos y resueltos por los continuos trabajos que se podían suceder de día y de noche, por lo que a todos se les daba un ducado más al mes sobre su paga ordinaria.
Los capitanes de estas compañías eran los mejores y más adelantados de todo el tercio, generalmente los más veteranos, por lo que solían ser tenidos más en cuenta en ausencia del maestre de campo. En la práctica había más compañías de este tipo, y lo que todo capitán deseaba era que su compañía de picas pasara a ser de arcabuceros, algo que era un gran honor. En 1632 este tipo de compañías desaparecen, manteniendo todas la misma organización.