Caos.

 

 

Llegaron al banco, Luis estacionó la camioneta en el lugar más solo y retirado que vio en el estacionamiento, se bajaron todos y Alexis tomó por el brazo a Laura y comenzaron a caminar a la entrada del banco sin prestarle demasiada atención al carro que escandalosamente se estacionaba muy cerca de donde ellos pasaban.

Entraron al lugar caminando directamente a la oficina del gerente, donde la secretaria los hizo sentarse a esperar su turno de atención, Luis se quedó vigilando a todos los que estaban cerca y Alexis tomó asiento justo al lado de Laura.

― ¡ESTO ES UN ATRACO TODO EL MUNDO AL SUELO! ― gritó un encapuchado que entró apuntando a todos con un arma.

Se escuchaban gritos y llantos de los nerviosos usuarios, Alexis se distrajo y en ese momento Laura se soltó de él y corrió a la salida.

― ¡Mátala antes que se escape! ─ gritó Aníbal desesperado.

Alexis sin pensarlo demasiado apuntó hacia Laura dispuesto a dispararle, ella se volteó al escuchar la orden que dio su tío, vio a Alexis y escuchó el disparo que estaba segura venía hacia ella cerró sus ojos y sintió que un fuerte peso caía sobre su cuerpo tirándola al suelo, sintió el fuerte golpe en su cabeza al caer y el peso se instaló en su pecho y estomago. Aturdida y mareada pensó que moría cuando unos fuertes brazos se aferraron a su alrededor y abriendo los ojos se dio cuenta que no era ella quien moría. 

Luis la miraba sonriendo, sintió un líquido tibio entre ellos y al bajar la mirada entre sus cuerpos vio como la sangre de su mejor amigo manchaba su ropa. No le importó los disparos que seguían escuchando eventualmente, ni los gritos de las personas que intentaban refugiarse de las balas, no se acordaba ni por qué estaba allí, solo sabía que su amigo estaba muriendo. Una vez más ese maldito hombre le quitaba alguien importante, giró sobre su cuerpo dejando a su mejor amigo en el suelo por debajo de ella.

― Luis por favor, resiste ― suplicaba mientras le tomaba la cabeza y la posaba sobre sus piernas. Levantó su mirada y reconoció a Juan que se había quitado la capucha y estaba apuntando a Alexis que estaba arrodillado en el piso.

Los agentes de seguridad del banco al parecer estaban al tanto de la situación porque estaban esposando a su tío ¿Cómo podía todo seguir su curso normal, acaso no notaban que su amigo, su hermano estaba muriendo?

― Hermanita ― le llamó Luis con un susurro apenas audible pero que logró sacarla de sus pensamientos ― ya todo pasó, vas a estar bien.

― Tú también vas a estar bien, Luis.

― No puedo, estoy muy cansado y quiero dormir.

― No Luis por favor, no te duermas.

―Es demasiado tarde bonita, se feliz, tienes que ser feliz.

― ¡NO! ¡Abre los ojos! ¿Luis? ― dio unos pequeños toques en sus mejillas ― Abre los ojos por favor, no me dejes.

Todo pasó en fracciones de segundos, tirada en el piso con la cabeza de su moribundo amigo sobre sus piernas observa todo y no sabía bien lo que acaba de ocurrir, todo pasó frente a sus ojos, había gente corriendo, algunos se abrazaban y lloraban por lo que habían presenciado, Juan le hacía señas a alguien detrás de ella. Sintió unos fuertes brazos que la intentaban separar de su amigo, levantando sus ojos vio que era él, Martín.

─ Laura por favor, solo…

─ ¡NO! ─ gritó desesperada queriendo quedarse con su amigo ─ él va a estar bien, llevémoslo a un hospital, Martín, ¡Tenemos que hacer algo!

Martín no se movió de su lugar, Luis se había ido, ya no había nada que hacer

─ Lo siento Laura, ya no se puede hacer nada.

No hicieron falta más palabras, ella lo había entendido ¿Cómo pudo todo terminar así? No quería que ninguno de los suyos muriera y menos en manos de ese ser asqueroso que se hacía llamar su tío. Se quedó allí acariciando el rostro de su amigo hasta que tuvo que quitarse para que los forenses retiraran el cuerpo.

No supo el momento exacto en que llegó a la casa, ni qué había pasado con su tío y es que ni sabía cuánto tiempo había transcurrido, sentía mucho dolor en su corazón, eran cuatro las personas que la vida le había arrebatado de su lado, nunca olvidaría los ojos de sus padres ni los de su hermano mientras morían pero Luis, esa mirada llena de amor y esa hermosa sonrisa dibujada en su rostro mientras moría jamás la borraría de su memoria.

Se sentía aún más culpable al saber que no pudo honrar su muerte como debía, pues al no ser familiar no pudo reclamar su cuerpo en la morgue, Luis sería sepultado en una fosa común si ningún familiar reclamaba su cuerpo, su único familiar era ella ¡Por Dios! nadie iría, a nadie le importaba.

Luego de unos días entendió que su familia murió sin tener como escapar de ello, simplemente ese era su destino, no había escapatoria, en cambio Luis, él pudo escapar, pudo defenderla de otra manera sin embargo eso fue lo que él decidió, prometió que la protegería con su vida y así hizo, Aníbal no lo había matado, Luis se había entregado, se había puesto la línea de fuego consciente de lo que hacía y esa era la mayor muestra de amor que alguien podía darle, entregar su vida para salvarla a ella, él no debía morir, no así.

Martín no sabía qué hacer para sacar a Laura de ese mundo donde se encontraba, si todo seguía así definitivamente iba a buscar ayuda profesional, Meli había estado cada segundo cuidándola, los muchachos se las arreglaban solos en el negocio, él tenía tantas cosas en su cabeza que sentía se volvería loco en cualquier momento.

Juan se encargó de todo lo concerniente a Aníbal, ese asqueroso debía pagar por todo el daño que le había hecho a Laura.

 

 

Destino
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