Verdades.
Martín estaba angustiado y con mucha razón, pues enfrentarse al Don era cosa de suicidas y verlo así tan angustiado y decidido a enfrentarse a todo eso no hizo sino aumentar todo el cariño y la admiración que sentía por él, su amigo era noble, loco y soñador como él no había otro y para colmo era también decidido, siempre pensando en los demás antes que en él y de paso se había enamorado, nada podía detenerlo solo le quedaba acompañarlo en esta locura y lo haría, de eso no había ninguna duda y tal como lo habían planificado buscó una maleta y metió allí ropa de Martín y Laura y algunas otras cosas que él pensó eran necesarias y salió de allí para continuar con todo lo planificado.
Martín al llegar al pequeño negocio notó que todo estaba normal, saludó a los chicos y fue directo a la cocina y allí estaba ella, extrañaba verla así, concentrada en sus postres, la observó por un momento y decidió continuar con el plan.
― Buenos días, Laura ― saludó amablemente.
― ¡Martín! Buenos días ¿Cómo estas?
― Ahora que te veo, estoy bien, y… ¿Que tal te fue con Meli?
― Me fue bien, fue agradable estar con ella.
― Laura… tenemos que irnos, tengo algo importante que decirte, tenemos que salir de aquí ahora.
― ¿Qué pasa? Martín, me estas asustando.
― No puedo decirte aquí, vamos a salir, digamos que te invité a dar un paseo, por favor no me pidas más detalles
― Ya Luis va a llegar…
― En realidad ya llegué, pequeña – Luis saludó entrando a la cocina ― ¿Todo en orden? ― preguntó.
― Si, todo en orden, es solo que llevare a mi novia a dar un paseo, tienes el día libre ― contestó Martín con la mirada fija en Laura.
― ¿Te refieres a Laura? ¿Ustedes… son novios?
― Eso es lo que quiero pedirle hoy― contestó nuevamente― confía en mi, por favor ― dijo con la voz muy bajita, solo para que ella le escuchara.
― Si Luis, saldré con él y no sé a que hora regrese, debí avisarte pero como ves es una sorpresa ― Confirmó Laura.
― Esta bien, no hay problema, mañana estaré aquí temprano pequeña, recuerda que cualquier cosa puedes confiar en mí, somos hermanos, no lo olvides.
Laura solo asintió sonriendo a Luis en respuesta, este salió del lugar, esperaron un momento y salieron tomados de la mano, todos se le quedaron mirando pero los dos disimularon muy bien, subieron al auto de y este arranco a toda velocidad a casa de su amigo, en todo el camino Laura no dijo absolutamente nada, de vez en cuando sentía la mirada de él sobre su piel, sin embargo nunca volteó a mirarlo, esta situación estaba incomodando a Martín pero se tranquilizó al recordar que tal ves ella este más incomoda que él, llegaron al apartamento de Juan y entraron rápidamente.
― Hasta que por fin llegan, estaba preocupado ¿Estás seguro que no te siguieron?
― Si, si, seguro, todo esta bien.
― Hola Laura – saludó Juan ― Bienvenida a mi pequeño escondite.
― Hola, Gracias, pero de verdad quiero saber que esta pasando, estoy muy nerviosa.
Pasaron a la pequeña sala donde había dos muebles grandes, Laura se sentó y junto a ella lo hizo Juan pero Martín se quedó de pie caminando por todo el lugar.
― Lo que voy a contarte no es nada agradable, te ruego que me escuches hasta el final de todo, por favor ― Hizo una pausa, se sentó en el mueble frente a ellos.
― Hace cinco años, comencé a trabajar para un mafioso muy poderoso, eran trabajos sencillos, solo llevar y recibir encomiendas y esas cosas, entré a esta organización poco a poco hasta convertirme en uno de los preferidos del Don, hace un tiempo quise retirarme y para conseguir salir debía hacer una última entrega.
─ No entiendo ¿Estás en peligro?
─ El Don se asoció con un empresario muy poderoso ─ continuó ignorando totalmente la pregunta de Laura ─ este empresario resulto ser… tu tío.
─ Ismael ─ susurró el nombre de la persona que le había quitado todo comenzando a sentir ese miedo que pensó jamás volvería a vivir.
─ Tengo una misión, Laura y es entregarte a él, eres mi última encomienda para librarme de ellos.
Laura no dijo nada, se quedó en total silencio mientras digería palabra por palabra, no lo podía creer, su tío había regresado y Martín, el hombre del que se había enamorado era el que la iba a volver a poner frente a frente con el hombre que mató a sus padres a sangre fría.
― ¿Desde cuando sabes esto? – quiso saber.
― Laura, por favor, yo…
― Solo dime Martín ¿Desde cuando lo sabes?
― Desde hace dos noches ― contestó.
― Me voy de aquí, debo llamar a Luis ― dijo Laura mientras buscaba en sus bolsillos desesperadamente su celular.
― ¡NO! No lo llames ― pidió Martín desesperado ― Tu amigo Luis, trabaja para ellos, no debes decirle nada, si le dices me matarán, estoy entregando mi vida en tus manos.
― ¿Luis? ¡Eso es imposible! somos hermanos, él me lo diría.
― ¿Hermanos? ― preguntó Juan sorprendido.
― Bueno, cuando llegué aquí el fue el único que me ayudó, confió en Luis, el no…
― ¿Por qué crees que llegó justo ahora trabajar contigo?
─ Pero él no me buscó, yo fui quien lo encontró ese día que me perdí, él... ─ y fue entonces cuando recordó todo lo que conversaron la segunda vez que se vieron entendiendo por fin lo que le quiso decir─ claro, eso era lo que él me estaba diciendo, dijo que tenía una misión que cumplir y que no quería hacerlo.
Luis y Martín; las dos personas que habían hecho su vida aun más hermosa de lo que era antes, su mejor amigo y el amor de su vida ¿Qué debía hacer?
― Escucha Laura, sé que para ti esto es muy difícil pero tenemos muy poco tiempo ─ habló Juan al ver que su amigo ya no podía seguir hablando ─ tenemos un plan, pero solo seremos nosotros tres, nadie más, no debemos decirle a nadie, menos a Luis ¿Qué dices?
― Debes confiar en nosotros, saldremos de esta, solo si confiamos en nosotros mismos, nadie puede saber esto Laura, absolutamente nadie.
― Tengo mucho miedo, no estoy segura de poder hacer nada ― confesó Laura derramando algunas lágrimas.
―No vas a estar sola, estaremos los tres, seremos un equipo, te entrenaremos, estarás preparada, ya lo verás ― aseguró Juan.
― ¿Cuándo será eso?
― El viernes al anochecer debo entregarte ― contestó Martín.
Laura se levantó de su asiento y caminó hasta las ventanas del pequeño apartamento, estaba asustada, sabía que ésta era una oportunidad única que tenía de vengar la muerte de sus padres y su hermano, pero no sabía hacerlo, no estaba preparada ni física ni mentalmente para eso, sabía que en algún momento esto debía pasar pero pensó que no sería todavía, lo pensó por un momento más hasta que tomó su decisión y sintiendo que los ácidos estomacales le subían a la garganta producto del terror que sentía habló decidida
― Está bien, lo haremos, confió en ustedes… ¿Cuál es el Plan?