Segundas Oportunidades.

 

 

Si hay algo que el ser humano debe agradecerle al creador es el poder amar y más aún sentirse correspondido por ese sentimiento que definitivamente los mortales no habían creado y es que el amor en todo su esplendor, seguro lo había creado alguien que no era de este mundo ¿Cómo algo podía sentirse tan fuerte y sublime a la vez? Y es que no había dudas allí; amar y ser amados es la cosa más maravillosa que se puede sentir sobre la faz de la tierra y eso mismo era lo que Martín y Laura estaban experimentando en ese preciso momento.

Es que la vida no podía ser tan cruel, Laura ya había sufrido demasiado y se merecía una segunda oportunidad para ser feliz. Después de perder a su amigo aquel terrible día sintió que su vida ya no sería lo mismo, Luis se había convertido en un hermano para ella y le había dolido en el alma haberlo perdido así, en manos de ese despreciable ser que le había quitado todo y no se refería a su dinero, le había quitado su familia ¿Qué más importante que eso? El dinero a la final siempre podía recuperarse pero ¿Cómo recuperaba a su madre, su hermano, a su padre… y a Luis? Ya no había nada que hacer, solo les debía ser feliz, sobre todo a Luis que le había salvado la vida haciendo real la promesa de siempre protegerla.

─ ¿Ya estás lista? ─ Martín estaba ya desesperado y Laura aún no estaba lista ¿Por qué las mujeres tenían que tardar tanto en arreglarse?

Martín también se merecía esta oportunidad, después de quedar prácticamente sólo en una ciudad que se le hacía demasiado grande para sus miedos e inseguridades, tenía a Melissa y eso no le permitía sentirse tan abandonado pero sus padres no estaban con él y los extrañaba, sobre todo a su alocada hermana, cuando Laura llegó a su vida todo cambió por completo y casi enloquecía cuando pensó que la perdería, había pedido tantas veces una segunda oportunidad con ella y todo en vez de mejorar empeoraba día con día hasta que esa tarde ella salió de su letargo trayéndole la oportunidad que tanto esperaba.

─ Dame cinco minutos, amor ─  pidió. En realidad no estaba haciendo nada, ya hacían más de veinte minutos que estaba lista pero los nervios no la dejaban tranquila, afuera todos estaban esperando y ya estaba sobre la hora acordada y ni sabía por qué estaba tan nerviosa tal vez era el hecho de que afuera estaban los padres y la hermana de Martín que habían venido especialmente para compartir con ellos este nuevo comienzo.

─ Ya se fueron todos, decidieron esperarnos allá.

─ ¡Qué vergüenza con tu familia!

─ Tranquila, papá quería pasar por el antiguo negocio antes de la inauguración.

─ Bueno, ya estoy lista.

─ Todo va a estar bien y a mis padres les vas a encantar. No estés nerviosa.

Sin esperar más salieron por fin a la tan esperada apertura de su nuevo negocio, habían decidido cerrar la panadería y abrir una repostería en un reconocido centro comercial de la ciudad de Barquisimeto, habían preparado todo casi un mes antes y todo se veía realmente hermoso, al llegar vieron a Meli y los chicos que habían llegado temprano para ayudar en los últimos detalles, ya todo estaba preparado así que sin esperar más abrieron las puertas y fue sólo cuestión de un momento y ya el pequeño negocio estaba lleno de personas.

─ Todo se ve hermoso y delicioso ─ Un señor de más de cuarenta años se había acercado a ella con la intención clara de saludarla.

─ Me alegra saber eso.

─ Tú debes ser Laura ¿Cierto?

─ Si, yo misma soy ─ respondió con algo de dudas y es que había algo en ese hombre que le inspiraba confianza, tal vez eran esos profundos ojos verdes que le recordaban tanto a...

─ Es un placer conocerte, mi hijo dijo que eras hermosa pero creo que se quedó corto al describirte ─ y extendiéndole la mano se presentó ante ella ─ Soy Alberto el padre de Martín.

Si antes estaba nerviosa ahora lo estaba aun más, el padre de su novio era muy agradable e inmediatamente la presentó ante su esposa e hija, para cuando Martín se dio cuenta ya Laura estaba en una agradable conversación con su familia y sintió como su corazón se llenaba de alegría, allí frente a sus ojos tenía a las personas más importantes de su vida compartiendo, riendo y felices. Eso era más de lo que alguna vez había imaginado tener y supo que este era el momento, se acercó hasta ellos abrazando a su novia por la espalda, se llenó de valentía y habló sintiendo un alboroto de mariposas no sólo en el estomago sino en todo su cuerpo.

─ Tengo algo que decirles ─ anunció sabiendo que ya no había vuelta atrás.

Todos fijaron su atención en él y cuando sacó de su bolsillo una pequeña caja negra y se detuvo frente a ella, Laura no podía creer que eso que iba a pasar allí era de verdad.

─ Laura ─ fijó sus ojos en los de ella y como siempre esa mirada pura, limpia lo sacó de la realidad desapareciéndolo todo a su alrededor ─ hemos pasado por tantas cosas que a veces creo que esto es un sueño, sabes que no soy el tipo más romántico del mundo pero estoy enamorado Laura, enamorado de ti y esta es mi mayor declaración de amor ─ con ese ligero temblor que sentía en todo su cuerpo tomó la cajita y extrajo un hermoso anillo de oro blanco y lo extendió frente a ella ─ ¿Te casarías conmigo?

Suspiros y susurros de sorpresa fue lo que se escuchó a su alrededor y es que no podía creer que eso le estuviera pasando a ella, después de todo lo que había vivido jamás se planteó la idea de casarse, formar una familia ¡Dios Santo! Tenía tanto miedo pero era Martín y si había alguien en este planeta que la hacía sentir segura ése sin duda alguna era él, así que no lo pensó más, estaba segura de estar haciendo lo correcto.

─ Sí.

Y eso fue suficiente, los aplausos comenzaron a escucharse en todo el lugar y ella y Martín se fundieron en un abrazo lleno de tanto amor, de promesas y de felicidad y en ese momento nada más importaba, sólo ellos dos, para siempre.

 

 

 

Destino
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