Mi tema es el suicidio y la literatura, no el suicidio en la literatura. Quiero decir que no me ocupo de todas las muertes trágicas por propia mano mediante las cuales, desde los inicios de la literatura, los autores vienen despachando a los personajes que han creado. Sin duda podría aprenderse mucho de un estudio así, indirectamente de los autores mismos, más directamente de las expectativas y hábitos sociales de cada período. Mi tema es menos preciso y definible: no se relaciona con suicidios literarios específicos sino con el poder que el acto ha ejercido en la imaginación creativa. No me excuso por el hecho de que sea una forma especializada de abordar la literatura ya que, si mis argumentos son correctos, a medida que nos acercamos a nuestra época se va volviendo dramáticamente menos especializada. De modo inevitable, no obstante, esta perspectiva especial me ha llevado de una lectura histórica a algo mucho más teórico y tendencioso.