30. En 1965, el ataque de Raymond Picard (Nouvelle critique ou nouvelle imposture) ciertamente no arredró a Roland Barthes, no lo hizo renunciar a sus ideas ni a su manera de expresarlas. Pero la victoria de Barthes no vuelve inteligentes ni victoriosos a los «refriteros». Y como Evodio reconoce la existencia de éstos y los condena aún más enérgicamente que yo, algo de razón tiene mi «cruzada». (Nota de 1993.)<<