26. Raimundo Lida, amigo suyo, me había anunciado su venida. «Trátemelo bien», me dijo graciosamente. Fue Jakobson quien me trató bien a mí: le pedí una colaboración para la Nueva Revista de Filología Hispánica, y él me propuso que escribiéramos ¡entre los dos! algo sobre un soneto de Góngora, elegido por mí. Yo elegí «Por niñear, un picarillo tierno...», y a él le pareció muy bien. Le prometí escribir mi parte y mandársela, pero, por imbécil, nunca lo hice.<<