ENERO
Año Nuevo, domingo
Ayer estuvimos invitados en casa de la señorita Gump y de su hermana, la señora Hirschel, en la Prinzenstrasse. Estaba «de nuevo» en Dresde. Llegar hasta allí, con muchísima nieve medio derretida, complicadísimo y carísimo. Tomé un taxi en la Chemnitzer Platz, como antes de 1936. El chófer me reconoció –¿¡Ya no le permiten conducir, Herr Professor!? – me compadeció, protestó (todos reaccionan así, pero todos dicen «¡Heil Hitler!». – ¿Cuánto tiempo va a durar esto? – A nosotros nos quieren poner impuestos sobre las propinas. – ¿No puede marcharse al extranjero? Etc., etc.). La señorita Gump contó cosas terribles de Francfort y de su ciudad natal, de Ulm. Han internado en Buchenwald a todos los profesores del Philanthropin. Hirsch tuvo «suerte», porque se rompió el tobillo y lo llevaron al hospital militar, donde sin embargo lo entablillaron tan mal que después, en Francfort, tuvieron que volver a romperle el tobillo. Sigue en cama. Al cabo de dos semanas, obligaron a las profesoras a volver a abrir el centro y a encargarse ellas solas de su funcionamiento. La señorita Gump fue importunada y zarandeada por la chusma, la policía estaba presente y no se inmutó. El general en jefe, cuando por todas partes no había sino saqueo y pillaje, preguntó a Berlín si podía intervenir: pero precisamente porque preguntó, no intervino. – En Ulm la gente (la «chusma», es decir, también el «pueblo», no sólo las SA que cumplían órdenes) dio caza al rabino, a cuya barba habían prendido fuego, en torno a la fuente de la Marktplatz y le daban golpes en las manos cuando se agarraba la barba; estuvo después en el hospital con quemaduras. – Justamente aquella noche, el señor Hirschel estaba en el tren que salía para París, y quisieron sacarlo de allí; sin tener idea de lo que estaba ocurriendo se defendió enérgicamente, el revisor del coche-cama se puso de su parte contra los bandidos de las SS, hasta que éstos lo soltaron. A la mañana siguiente, en París, leyó las ediciones especiales de los periódicos; jamás habría osado intimidarlos con esa valentía si hubiera estado al corriente de la situación. Sigue sin empleo en París, y la familia aún no tiene permiso definitivo de salida y de entrada. Pero la señora Hirschel habla con gran afecto de los amigos arios de París que se interesan por ella y también por el marido. – En la habitación había un globo terráqueo y ella contó lo que había dicho su marido: Vamos a escupir en el globo: donde caiga, allí nos iremos. (La nueva forma de echar a suertes.) Eva se incomodó mucho porque la señorita Gump dijo que hasta que no tuviéramos en alguna parte del mundo un Estado judío, nada mejoraría. Eso es nazismo puro, sin duda, y a mí me repugna tanto como a ella, pero, estando las cosas como están, me gustaría conceder a la Gump circunstancias atenuantes. Ella ama entrañablemente la cultura alemana y se ha sentido alemana por todos los poros.
A las siete nos fuimos en tranvía a la estación, cenamos allí, tomamos otro taxi. Eva se acostó pronto, yo leí en voz alta, a las doce se levantó, encendimos el arbolito y nos tomamos unos aguardientes.
2 de enero, lunes
El día de Año Nuevo por la tarde tenía clase de inglés, pero estaba demasiado rendido para asimilar nada. Nos había felicitado únicamente la leal Lusacia: Agnes y la bella Maria, la mujer del constructor de arpas. Johannes Köhler ya dejó de hacerlo el año pasado, esta vez tampoco lo hizo la Carlo. Pero ésta llegó personalmente a las seis, al amparo de la oscuridad, y se quedó a cenar. Según nos contó, el día de la catástrofe había dicho en la calle, involuntariamente, «¡Qué vergüenza!», la detuvieron, declaró no haberse referido al gobierno, la soltaron, pero desde entonces la vigilaban. Estaba muy intimidada y amargada.
Después terminé la lectura de la novela de los últimos días: Amados hijos, de Howard Spring. El original se llama O Absalom[1]: manifiestamente, un título demasiado veterotestamentario para conservarlo en alemán. Incomprensible que una obra tan amargamente pacifista y antinacionalista, por si fuera poco con la simpática figura de Wertheim, el director teatral judío, haya pasado por la criba de la censura. Seguramente porque los irlandeses rebeldes dicen «Dios castigue a Inglaterra» […]
8 de enero, domingo
Todas las horas de trabajo del día (no son muchas), dedicadas a las sheets of particulars [‘datos personales’] y a la carta adjunta a Otto Klemperer, que está en Iver[2] (cf. cartas). Cuántas sheets, vitae y listas de publicaciones no habré repartido ya por todo el mundo.
El otro día anoté un cambio de título: Amados hijos en lugar de O Absalom. Ahora vamos a empezar otro libro: La crónica del capitán Kane, del norteamericano Frederick Whight. El original se titula The Chronicle of Aaron Kane, el nombre propio es imposible de evitar en el texto, y por eso la editorial, antaño prestigiosa, Rütten und Loening, que ha publicado el Beaumarchais de Bettelheim, escribe en la solapa que «no hay que escandalizarse de los nombres del Antiguo Testamento; es práctica puritana y hay que situarlos en su tiempo y en su lugar». Esto pertenece a la lengua del Tercer Reich: en este caso, lo ignominioso se convierte en grotesco.
[…] Leo muchísimo en voz alta, en parte por la vista de Eva, en parte por mi vacío interior y mi falta de sosiego. Inglés, hago poquísimo. Tal vez porque no creo de verdad que pueda marcharme algún día de aquí (y porque sigo esperando el milagro de que una mañana nos despertemos sin el Führer).
En las traducciones más neutras penetra algo de la Lingua tertii inperii: stur [‘obstinadamente’] y Einsatz [‘empeño, compromiso, ataque…’], por ejemplo, se han convertido en palabras de uso normal.
El miércoles por la tarde estuvieron en casa la señorita Gump y su sobrina, la pequeña Hirschel, de dieciséis años. Siempre el mismo tema de conversación. – Al amparo de la oscuridad llegó anteayer, con toda su buena intención pero muy inoportunamente, con consecuencias catastróficas para los nervios de Eva, la señora Lehmann; quería «ver cómo estábamos» y traernos un trozo de su bizcocho de Navidad. Teniendo en cuenta que la señora Bonheim viene dos veces por semana, ahora vemos a tanta gente como no veíamos hacía meses. Pero no es mucho el deleite que eso nos produce; todo es remover siempre en la misma llaga… y más vajilla que fregar.
Una carta muy afectuosa y muy deprimida de la señora Schaps. (Sebi Sebba, de Dantzig, ha aparecido por Londres y quiere emigrar a donde sea.) Una carta muy melancólica de Lissy Meyerhof. En una fotografía de un baile de disfraces del año 1906 hay una jovencita, Otti Steinhardt, parienta lejana de los Meyerhof y cortejada por Erich Meyerhof. Lissy lo cuenta muy objetivamente: un familiar de Otti se suicidó al venirse abajo una posibilidad de emigración; de la impresión, Otti Steinhardt se murió de un ataque al corazón, ambos fueron incinerados en Navidad. Cuenta también que un hijo de Erich, en su condición de «semijudío», puede servir en el ejército e incluso ascender a cabo segundo (pero no a más). Su tropa fue enviada de maniobras en septiembre a la Alta Silesia, siguió avanzando y de pronto, para su gran sorpresa, fue recibida en un pueblecito con flores, vino y salchichas, no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Había sido la invasión del Hultschiner Ländchen[3]. Aquellos muchachos, sin sospechar nada, lo mismo habrían marchado bajo un fuego de obuses. Autodeterminación de un pueblo.
10 de enero, martes
Marta me ha enviado el Jüdisches Nachrichtenblatt [‘Noticias judías’], y me vinieron, o se me confirmaron, unas ideas básicas que ya existían hacía mucho tiempo.
No hay una cuestión judía, ni en Alemania ni en Europa occidental. Quien afirme que existe tal cuestión sólo acepta o confirma la tesis errónea del NSDAP y se pone a su servicio. Hasta 1933 y por lo menos durante todo un siglo, los judíos alemanes han sido alemanes y nada más. Prueba: esos miles y miles de «semijudíos», «cuartos de judíos», etc., y «descendientes de judíos», prueba de que ha habido una vida y una colaboración, totalmente sin fricciones, en todos los campos de la vida alemana. El antisemitismo que hubo siempre no es una prueba en contra. Pues las diferencias entre judíos y «arios», las fricciones entre ellos, no tenían la importancia de las que había por ejemplo entre católicos y protestantes, o entre empresarios y obreros, o entre prusianos orientales y bávaros del sur, o entre renanos y berlineses. Los judíos alemanes eran una parte del pueblo alemán, como los judíos franceses eran una parte del pueblo francés, etc. Ocupaban su lugar dentro de la vida alemana, sin ser en absoluto una carga para la totalidad. Muy pocas veces eran obreros y, menos aún, obreros agrícolas. Eran y siguen siendo (aunque ahora ya no quieran serlo) alemanes, en su mayoría intelectuales y personas cultas. Si ahora quieren expatriarlos y trasplantarlos a los oficios del campo, eso tiene que fracasar y que provocar desórdenes en todas partes. Porque en todas partes seguirán siendo alemanes e intelectuales. Sólo hay una solución para la cuestión judía en Alemania y en Europa occidental: la eliminación de sus inventores. – Hay que separar aquí la cuestión de los judíos orientales, que yo, sin embargo, no considero una cuestión específica judía. Porque desde hace tiempo van entrando en los países occidentales, procedentes del este, gentes demasiado pobres o demasiado deseosas de cultura o ambas cosas, y forman allí una clase baja de la que surgen fuerzas que tienden hacia arriba. En detrimento de ningún pueblo, porque völkisch [‘étnico, nacional’] en el sentido de pureza de sangre es un concepto zoológico y un concepto al que no corresponde ninguna realidad, en cualquier caso menos realidad que la vieja y estricta distinción entre las esferas del varón y de la «hembra». La causa sionista pura o religiosa es un asunto de sectarios, carente de importancia para la generalidad, algo de un carácter muy privado y retrógrado como todo asunto de sectarios, una espede de museo al aire libre, como la antigua aldea holandesa que hay cerca de Amsterdam. – Fundar ahora en Rodesia o en cualquier otro lugar estados específicos judíos me parece pura demencia. Los nazis nos hacen retroceder milenios. En cuanto a los judíos alemanes, cometerán un delito –aunque hay que concederles circunstancias atenuantes– si participan en ese juego. Que en el Jüdiscbe Nachrichten aparezca siempre la expresión personas judías, que se hable continuamente de fundar Estados judíos o colonias judías, como grandes dependencias de la Palestina ideal: todo eso pertenece a la Lingua tertii imperii. Y es absurdo y un delito contra la naturaleza y la cultura que los emigrantes de Europa occidental tengan que convertirse ahora en obreros rurales. Ese volver-a-la-naturaleza resulta ser en multitud de ocasiones opuesto a la naturaleza, porque la naturaleza implica evolución y el retroceso es contra natura. La solución de la cuestión judía sólo puede lograrse liberándose de los que la han inventado. Y el mundo –porque ahora, realmente, esto concierne al mundo– se verá forzado a liberarse.
17 de enero, martes
Todo el tiempo de la semana pasada que estuvo libre de lectura y de tareas domésticas lo he pasado (y he abandonado para ello incluso el inglés, a excepción de Mrs. Meyer), escribiendo cartas de solicitud de empleo: las copias adjuntas dan testimonio de mi aplicación, que no se basa en el optimismo. Es siempre lo mismo y sin embargo siempre distinto, el llamado trabajo intelectual que mata el intelecto. (Contenido del concepto «trabajo intelectual»: una secretaria considera su actividad más intelectual que la de la muchacha de servicio.) Georg me ha dado direcciones, la señorita Günzburger desde Sèvres, Walter desde Jerusalén. El consejero municipal y alto funcionario jubilado, Von Loeben[4], sostén de los cristianos no arios, que sabe de mí a través de la Livingstone, me anunció su visita «en espíritu de solidaridad cristiana» (¡exactamente con esas palabras! Eva dijo «con saludos caninos»; así terminaba una carta de una Sociedad de criadores de perros que recibió una vez Dember); vino y resultó ser un charlatán amable y bondadoso, dinámico y pagado de sí mismo, pastor de judíos. Él me indicó que me dirigiera a Spiero[5], en Berlín. Nuestro estado de ánimo está expresado muy concisamente en la carta a Georg: la indecisión entre el miedo al demasiado-pronto y el miedo al demasiado-tarde. De las cartas de Georg se desprende que él no tiene ni idea de las dificultades de aquí. Que pida inmediatamente un visado para hacerle una visita: ¡qué sabrá él lo que es esto!
Hace unos días, en el periódico, con ocasión del cumpleaños de Himmler, un artículo sobre su «orden de la sangre»[6]; las SS son una orden de la sangre nórdica, no una «orden contra la sangre», como las órdenes cristianas. Los miembros de las SS tienen que solicitar un permiso de matrimonio; se trata de cultivar sangre nórdica. – Se declara de un modo cada vez más categórico y más directo (no sólo en el Stürmer) que la tarea principal del NSDAP es la «solución de la cuestión judía». Desde la última catástrofe no existe otra cosa para ellos.
22 de enero, domingo
[…] – Para mí, lo único interesante de la clase de inglés es el contenido de los periódicos que Mrs. Meyer recibe clandestinamente y me trae aquí, el Manchester Guardian y la revista, muy sensacionalista, New Review. Sumamente antinazis, siempre cáusticos, muchas veces divertidos, pero obligados a basarse en rumores y a hacer conjeturas.
Nadie, ni dentro ni fuera, puede apreciar la verdadera opinión del pueblo en su conjunto; probablemente…, no, con toda seguridad, no existe una verdadera opinión pública y general, sino siempre opiniones de varios grupos –hay una opinión dominante, y la masa o es indiferente o está bajo sugestiones cambiantes–, nadie puede tampoco calibrar la relación de fuerzas de los partidos. He leído el informe sobre una controversia acerca de si el pueblo alemán aprueba la persecución de los judíos. Algunos ingleses lo niegan vehementemente; un profesor de germanística de Cambridge, Schroeder, lo afirma: los alemanes, dice, son relativistas, no reconocen una belleza, ni una moral, distinguen entre moral estatal y moral privada. (Una ilación de pensamientos que, en su hostilidad, también han desarrollado con frecuencia los franceses.)
Sobre el lenguaje: la expresión frente lluvioso del informe meteorológico ¿forma parte de las militarizaciones lingüísticas del Tercer Reich? Estoy por creerlo. – En las traducciones neutras van penetrando (cf. 8 de enero) Sippe[7] [‘clan’] Rasse [‘raza’]. En Aaron Kane (8 de enero), la guerra civil, ahora de tanta actualidad entre los escritores norteamericanos, desempeña un importante papel. Para la madre de Aaron y para muchos otros, La cabaña del tío Tom[8] es una obra casi bíblica, son partidarios entusiastas de la liberación de los esclavos; para Aaron y para muchos otros capitanes de barco de mentalidad perfectamente norteamericana, la esclavitud no tiene nada de abominable, puesto que los marineros no son tratados de modo muy diferente que los esclavos negros, y la guerra sólo es agradable para ellos si favorece sus negocios. También aquí la pregunta: ¿Cuál es la verdadera opinión de un pueblo? Y además: ¿Cuál es la verdadera causa de una guerra?
[…]
Annemarie vino el domingo a cenar, trajo como regalo navideño –dada la situación actual, no quisimos un libro– tres botellas de borgoña, una botella de champán y una de coñac, trajo también a Dressel, que llevaba mucho tiempo sin aparecer por nuestra casa. No se habló de la mujer de Dressel, aunque él nos había comunicado oficialmente que se había casado. Se dan así hoy en día, en el trato social, las formas de vida más curiosas.
Una postal a Eva de Johanna Krüger, firmada sólo con «Jo» y reconocible únicamente por la letra, nos dice que la tranquilicemos en cuanto a nuestro estado. Le he escrito unas letras, bastante amargas.
FEBRERO
5 de febrero, domingo
Dos semanas sin el menor cambio, ni en la situación ni en el estado de ánimo. Los mismos días odiosamente vacíos, el mismo estéril esfuerzo por aprender inglés: clase, lectura, gramática: nada sirve de nada. Los nervios de Eva muy mal, leo en voz alta muchas horas del día y de la noche. Molestias en los ojos, en el corazón. Me pasan por la cabeza retazos de la Vita: no escribo nada. – Ni una respuesta a mis muchas solicitudes. En política, siempre lo mismo. Alemania: omnipotente; España: se acerca el final. Campaña antijudía cada vez más violenta: en su discurso en el Reichstag del 30 de enero, Hitler convirtió en judíos a todos sus adversarios y amenazó con la «aniquilación» de los judíos de Europa si «ellos» provocan la guerra contra Alemania. Se presentó como hombre de paz, y en los días que siguieron se anunció el aumento de submarinos y de la flota aérea.
[…]
El profesor Best ha dado de alta a Eva, pero las molestias de los ojos no han desaparecido. «No debe excitarse». Ir a la ciudad, al médico, a hacer compras siempre es deprimente, complicado y muy caro. Hemos comido varias veces en la estación. En una ocasión continuamos hasta el restaurante del mercado que nos gustó tanto el año pasado; cuando llegamos, cansados y hambrientos, habían puesto un letrero nuevo: «No se admiten judíos». Así que volvimos a la estación.
24 de febrero, viernes
Después de haber atacado varias veces, indeciso, la introducción («soldados de papel») de la Vita sin lograr mi intento, el 12 de febrero –aniversario de la muerte de papá–, quise convencerme de si me hacía o no con el relato propiamente dicho y empecé el primer capítulo, me concentré en él y seguí escribiendo hasta que ayer lo terminé. Ahora quiero pasarlo a máquina y después leérselo a Eva; que ella decida si vale la pena continuar. Esta tarea, a la que me he dedicado intensamente, ha postergado obviamente el inglés, que sin embargo no he abandonado del todo. Por lo demás, escribir me ha venido bien, ese horrible punto muerto está superado. Aparte de esto, sin cambios; las esperanzas de salir de aquí son prácticamente nulas, y como en las últimas semanas para nosotros personalmente nada ha ido a peor –ahora firmo en el banco «Victor-Israel Klemperer» pero sigo cobrando mi pensión, tampoco me han puesto fecha para entregar la casa–, seguimos viviendo con fatalismo. Lo único es que a Eva le fallan cada vez más los nervios.
El 7 de febrero vinieron a casa la señora Hirschel y su hija; esperan poder marcharse dentro de unas semanas a Francia, donde ya está viviendo el marido, aunque sin haberse instalado aún firmemente en el país. – El día 19, tras una interrupción de dos años y medio, empezó otro capítulo «Gusti Wieghardt», sobre el que informaré en su contexto. Ahora tengo prisa por mecanografiar el capítulo de la Vita.
En el Jüdisches Nachrichtenblatt, que a veces nos envía Grete, Shangai desempeña un importante papel entre los anuncios. Se buscan, se intercambian pasajes de barco. Se busca esposa con affidavit. – Moral estuvo en casa, hacía las mismas reflexiones que nosotros, estaba tan inseguro como nosotros, hablaba también de Shangai, y la perspectiva le producía horror.
MARZO
6 de marzo, lunes
Gusti Wieghardt –por Roth, la bibliotecaria, me había enterado de que se había trasladado a Viena, a casa de su hermana, que vivía en la pobreza– escribió desde Loschwitz, el 19 de febrero, una carta conmovedora: que estaba aquí para activar su emigración a Inglaterra, que quería «como dicen los rusos, reconciliarse con todos los adversarios antes de morir», que en la trágica situación actual le parecía insignificante lo que antes parecía tener tanta importancia. Yo la llamé por teléfono inmediatamente y con mucha cordialidad […] Gusti vino enseguida a vernos, no se habló del pasado, fue un reencuentro muy entrañable. Ha sido también más fácil porque su amor a Rusia parece haberse enfriado mucho. «Si entonces hubiera podido entrar en Rusia», dice, «seguramente ya me habrían fusilado por trotskista». Nos explicó la oposición entre Trotski (revolución universal) y Stalin (consolidación interior, traición a Checoslovaquia y a la España roja), y desde entonces Eva ve en Stalin al futuro aliado de Hitler. – Gusti nos ha hablado de la tragedia judía en Viena; dice que las pensiones de los funcionarios judíos se suprimirán pronto porque en Austria hay muchísimos. (Entretanto, a nosotros de momento nos han puesto otras restricciones: obligación de entregar la plata y subida de impuestos al situar al judío en la categoría fiscal más desfavorable.) Gusti, por su parte, se coloca en Inglaterra de cocinera en casa de dos ancianas filantrópicas. El 2 de marzo guisó en casa, tan bien que me dio una indigestión y después tuvimos una barbaridad de cacharros para fregar. Hoy iba a volver a guisar; pero por equivocación vino ya ayer, cuando estábamos fregando, y tuvo que contentarse con nuestra sopa de tomate.
Yo acababa de leerle aquella tarde a Eva el final del primer capítulo de la Vita (completamente in macchina pero todavía sin corregir), que obtuvo su completa aprobación; ahora volví a leérselo todo otra vez, en su contexto, a Eva y a Gusti, y otra vez tuvo una acogida muy favorable. Como es natural, estoy animadísimo a seguir escribiendo; pero mientras que yo creía antes que el primer capítulo tenía que ser lo más difícil, ahora me parece lo más fácil, y las dificultades están todavía por venir.
La escritura me hizo abandonar del todo el inglés hace por lo menos una semana, pues además desde el primero de marzo he prescindido de Mrs. Meyer, con un pretexto y, según le he dicho, sólo por seis semanas: me estaba resultando demasiado aburrida y demasiado cara, y tampoco alcanzo a ver si voy a utilizar, y cuándo, los conocimientos de inglés. Pero ahora quiero volver a hacer un poco de inglés, para estar preparado para todo. Una vez leí junto con Gusti unas líneas; creo que no sé mucho menos que ella, pero es muy poco. Gusti cuenta como nuevo chiste: «¿Es usted ario?». – «No, aprendo inglés».
El día 4 estuvimos en casa de los Hirschel, que siguen esperando el permiso de entrada en Francia. – Pasado mañana vendrá a casa Moral y nos hablará de un viaje que ha hecho a Berlín. Pero no se entera uno de nada nuevo. Es siempre lo mismo: les va tan absolutamente mal en el terreno económico que tienen que derrumbarse, pero nadie sabe cuándo, y nosotros no les sobreviviremos. Todos intentan por todos los medios salir de aquí, pero cada vez se está poniendo más difícil. Nosotros, personalmente, parece que no lo conseguimos. No tenemos noticias de nadie. El consulado general americano en Berlín nos envió nuestros «números de registro en la lista de espera»: 56.429 y 56.430.
Y así, continuamos sin cambios: los nervios de Eva en malísimo estado, yo apático y fatalista. Perpetua lectura en alta voz, de noche y de día, últimamente mucha gente que viene por aquí, muchísimas tareas caseras, un poquitín de trabajo, a veces inglés, a veces Vita. Y siempre esperando.
[…]
Sobre la lengua: en todas las traducciones se tropieza uno constantemente con stur [‘obstinado’]. La más rotunda aportación de Hitler al idioma. – La palabra marxista. Los socialistas, si son auténticos, son nacionalsocialistas; los otros son los lacayos judíos de Marx.
El juez Moral escribe con una cortesía a la antigua: Si los señores…, etc.; es de una prudencia extraordinaria, nunca pone remite. Pero su odio rompe toda prudencia y todo decoro: «Esos bandidos están robando mi plata».
[…]
14 de marzo, martes
El segundo capítulo de la Vita, un trabajo lentísimo. El inglés está casi completamente relegado, puesto que no hay ninguna perspectiva de salir de aquí; en cambio, tras una pausa interminable, ha vuelto al primer plano el francés, francés moderno. Natcheff ya no tenía ingleses ni americanos traducidos. Yo cogí un francés traducido: El centauro de Dios, de Jean de La Varende[9] […] Nosotros poseemos, con dedicatoria personal de Jules Romains, los tomos III a VIII de sus Hommes de bonne volonté[10]. Ha resultado que Natcheff tiene en original todos los volúmenes de esa gigantesca obra aparecidos hasta ahora (dieciséis tomos). Así que he sacado de su biblioteca la primera parte, y esta mañana hemos terminado el tomo I. Ya estoy otra vez familiarizado con el idioma.
Durante los días pasados el asunto eslovaco[11] me hizo concebir ciertas esperanzas. Salta a la vista que es un montaje organizado en Berlín para aniquilar a los checos y abrir el camino hacia Ucrania. Me dije que aunque Inglaterra y Francia siguieran siendo espectadores pasivos, eso constituía un paso más en la política de violencia de Alemania y, con ello, un paso más hacia la catástrofe. Pero como, según el periódico vespertino de hoy, ese juego sucio parece haber terminado sin el menor tropiezo con la victoria rápida y rotunda de Alemania, otra vez tengo la moral por los suelos.
El día 8 por la tarde, estuvo Moral en casa: las conversaciones y los temores de siempre, nada nuevo. Anteayer, invitada por nosotros, vino Annemarie. Le dimos nuestra plata; si no puede devolvérnosla cuando cambien los tiempos, que se la quede como regalo nuestro; si la obligación de entregar la plata se hace extensiva a los arios, que la arroje al Elba. Pero que no caiga en manos de los nazis. Annemarie piensa como nosotros. Entre los cubiertos de plata están las piezas históricas de Eva, con el sello de las guerras de independencia[12] (1812 y la corona prusiana, cf. Gustav Freytag[13].
El día 10 recogí en el Landsratsamt[14], como se llama ahora el Hauptmannschaft, la tarjeta de identidad[15]: una J mayúscula en el anverso, las huellas de ambos dedos índices, Victor-Israel.
[…]
ABRIL
7 de abril, Viernes Santo
Primavera fría y días bastante largos. ¡Con qué alegría la habría esperado si todavía pudiera salir en coche! Ahora sólo me produce mayor amargura, y procuro atrincherarme aún más. Creo que a Eva le pasa lo mismo: arregla, ordena, despeja, para «estar preparada». ¿Pero preparada para qué? Para nosotros no hay escapatoria.
La anexión de los territorios checos (y de Memel) empieza a tener ahora consecuencias, y si no hubiéramos sufrido tantísimos desengaños pensaríamos que la guerra es inminente. Pero la guerra no vendrá y, si viene, nosotros dos tenemos escasas perspectivas de sobrevivir. – Trato de no pensar en nada actual. Curriculum vitae (que ha progresado hasta el final del colegio francés) y Les hommes de bonne volonté (hasta el quinto volumen). Fuera de eso, tareas caseras, hacer la compra, que me cansa mucho, a menudo Gusti Wieghardt y nada más. No he podido decidirme a decirle adiós personalmente a Marta. Nos ha invitado a ir, corriendo ella con los gastos, a Berlín o a Hamburgo. Yo he declinado la invitación, sería demasiado horrible. Los Jelski se fueron el 3 de abril a Montevideo. – Heinz Machol ha aprobado un examen de sirviente, y él y su mujer han encontrado en Inglaterra una colocación de «matrimonio de sirvientes». Eso va en serio, mientras que el empleo de cocinera de Gusti Wieghardt parece de salón, como su comunismo. La acogen como escritora, y ya está proyectando una obra, «Diario de una cocinera». Sussmann ya está en Estocolmo. – Los Hirschel, que han venido a vernos, han comprado nuestra lavadora y mañana nos invitan a tomar café a su casa –la hermana, la señora Gump, está otra vez aquí–, los Hirschel esperan día tras día el permiso de entrada en Francia. Sólo nosotros…
El 28 de marzo, en el monte de piedad del Neustädter Markt, entregué un pequeño reloj y una cadenita de oro que hice la tontería de consignar como de mi propiedad en la declaración de bienes. (En realidad eran de Eva y se habrían salvado por ser ella aria.) Delante del mostrador, taquillas separadas por tabiques, de manera que yo no veía quién estaba entregando cosas a mi lado. Sobre el mostrador había dos pesados candelabros de sabbat y un delicioso candelabro de la Januká, coronado por la estrella de David. El empleado dijo: «Puede usted quedarse con uno». Una voz de mujer respondió que eso no le servía de nada. Entonces, el funcionario trató de consolarla bondadosamente: «Dios también está contento con una sola llama». Pagan sin tener en cuenta el valor artístico, 3 pfennigs por el gramo de plata, y restan el 10% de la suma total. A mí me dieron 15 marcos y 70 pfennigs por mis objetos de oro.
Anteayer estuve en Grimm y Lederer (todos los nombres son nuevos, son siempre empresas judías expropiadas, de confección, calzado, grandes almacenes), en la Wettinerstrasse, esquina a la Grosse Zwingerstrasse. Después de pensarlo mucho me decidí a comprar un abrigo de loden y un traje completo: era absolutamente necesario. (Llevo siempre en la cartera los 1.000 marcos de Georg, para una emergencia, los voy completando siempre con lo que saco del banco.) Me atendió un señor mayor, muy simpático. Le di mi dirección. «¿Se lo deletreo?» – «No, me alegro de conocerlo, Herr Professor». – ¿? – «Mi hija me ha hablado mucho, y con mucho afecto, de usted. Una de sus últimas alumnas. Lo hemos lamentado tanto… Desde enero es profesora en el colegio alemán de… un nombre indio… Chile». Nos dimos la mano. Comunidad del pueblo. – No me acuerdo de la señorita Heyne; pero los pocos estudiantes del PI que venían a mis clases eran, desde hace tiempo, gente selecta que nadaba contra la corriente. La inmensa mayoría iba a los de inglés. Y a los arios.
Walter Jelski nos envió por Pascuas desde Jerusalén un cuarto de kilo de café. Nos ha emocionado. Sabe lo que significa para nosotros el café y seguro que ha leído que en Alemania está escaso. Efectivamente, la gente tiene que mendigar para conseguir 60 gramos de café por semana. Walter no sospecha que ese factótum de Vogel, mi tendero de la Chemnitzer Platz, tiene una reserva secreta y nos provee de tres cuartos de kilo semanales. (¿Cuánto tiempo aún?)
[…]
En todas las esquinas, en cien escaparates, el repugnante cartel publicitario de la exposición política itinerante: «El judío eterno»[16]. En los periódicos se insiste diariamente en la necesidad de visitar esa exposición: «La raza más detestable, la mezcla bastarda más monstruosa».
9 de abril, domingo de Pascua
Ayer por la tarde en casa de los Hirschel. (Taxi 5 marcos: ¡habrían dado para más de 100 kilómetros en coche propio!) Se hablaba mucho del último acto de violencia del «eje», el sangriento ataque por sorpresa a Albania[17]. – Los Hirschel tienen radio. Yo dije: Un paso más hacia la inevitable catástrofe. Estaba allí un amigo de la casa, Günther, già redactor cultural del Dresdner Neuesten, redactor del Universum (Reclam)[18], autor también de una monografía sobre Shakespeare, cincuenta y cuatro años, ario, pero expulsado de la Cámara de Escritores del Reich y por tanto completamente relegado debido a que su mujer era judía (amiga de la señora Hirschel). Era: murió el año pasado, y ahora lo suyo sería que le dejaran ganarse el pan otra vez, pero no lo hacen. Perfectamente resignado y lleno de convicción nos dijo: Hitler es el vencedor, las potencias occidentales son impotentes, jamás se atreverán a nada, para todo es demasiado tarde, no viviremos ya el cambio. – Yo me indigné tanto que le contradije bruscamente. Después lo sentí; durante un buen rato estuvimos sentados los dos solos en la habitación contigua y conversamos cordialmente sobre literatura y política. Dijo lisa y llanamente que deseaba de corazón que yo tuviese razón pero que ya no podía creer ni esperar nada, que había sufrido demasiados desengaños.
Esta mañana, como respuesta a nuestros saludos de Pascua acompañados de una invitación para el miércoles, carta de Moral; igual de pesimista: que estaba solo, sin esperanzas, que vendría con mucho gusto si seguía vivo el miércoles, porque ahora no se podía aceptar nada sin esa salvedad. ¡Así escribe ese hombre tan sumamente ceremonioso! Carta también de Lissy Meyerhof, mucho más deprimida de lo que ella acostumbra. (A Berthold Meyerhof le va muy mal en Nueva York; trabaja de obrero en la fábrica de cerveza de sus parientes ricos.) Por doquier esa espantosa desesperanza. Y creo que con los gobiernos extranjeros pasa lo mismo. Todos tiemblan, consideran invencible a Hitler: y por eso es invencible. –Gusti Wieghardt contó el otro día que Hitler tiene ataques de delirio furioso, que constantemente va acompañado de un psiquiatra. Yo lo consideré un chisme de los rusos; pero Günther cuenta cosas parecidas; él habla de «accesos de cólera», de que no soporta la menor contradicción; sólo Göring y Himmler pueden contradecirle de verdad. Pero el que lleva las riendas es, de facto, Hitler. – Dónde estará la verdad –Göring y Himmler pasan por ser enemigos encarnizados.
20 de abril, cumpleaños del Führer
El creador de la Gran Alemania cumple cincuenta años. Dos días de banderas, de aparatosas ediciones extraordinarias de los periódicos, la deificación se supera a sí misma. En la Berliner Illustrierte, una foto a media página: «Las manos del Führer». Por doquier un tema: «Celebramos la paz, en torno a nosotros brama el mundo». – Parece, efectivamente, que lanza bramidos, después de Bohemia y Albania. Pero ¿se quedará otra vez en «la rabia sorda y contenida», en la concentración de flotas ante las costas de Malta, en el mensaje de Roosevelt, al que Hitler quiere responder el día 28 en el Reichstag-Ópera Kroll? ¿Y qué nos traerá a nosotros, a nosotros, la guerra? – Cada día es tan descorazonador como el anterior. Uno cae en la apatía, de pura tensión. Lo mismo que ayer, en el periódico de la gran festividad, entre himnos de paz, de felicidad, de júbilo, entre el desprecio a los «pobres locos» que tienen sus dudas respecto a ese ambiente general de «¡Führer, vamos en pos de ti!», se leía en letra muy pequeña la noticia casi diaria: «Ejecutados dos traidores a la patria» (suelen ser dos pobres diablos, obreros de veinte o treinta años), así me pasa a diario por la cabeza, en letra pequeña, esta pregunta: ¿Irán a asesinarnos? Pero realmente, en letra pequeñita y de modo incidental.
Frecuentes visitas de personas con las que las conversaciones giran siempre en torno a lo mismo. El día 12, Moral, completamente deprimido porque han bloqueado su capital; muy viejo y caduco. En torno a ese hombre hay algo misterioso, hay en él algo que se ha roto. ¿Cómo es que toda su vida, cuarenta años de funcionario, no ha pasado de ser un pequeño juez en pueblos perdidos? Contó que había hecho una donación a su empleada doméstica, que lleva veintiocho años en su casa. Hinc impedimentum?[19] –El día 13, los Hirschel; despedida; hacían escala en Turbole, tienen visado para Francia.– Frecuentes visitas de Gusti, que estuvo en Viena por Pascuas y que probablemente podrá salir para Inglaterra en los próximos días. Dice que en las oficinas estatales de aquí, en hacienda, en la policía, etc., con excepción de la Gestapo, tratan amablemente, casi con espíritu de oposición, a los judíos, sin que por otra parte eso cambie nada en cuanto a las vejaciones y los saqueos prescritos. La señora Bonheim, aunque a cambio de 2 marcos friega, etc., dos veces por semana, también es «visita», invitada a café, y habla de los almuerzos de la Comunidad Judía; también ella está a punto de marcharse, dentro de pocas semanas regresa a Riga.
En medio de todo esto, continuamos imperturbablemente nuestras faenas diarias, Eva remendando, ordenando, empaquetando –¿para qué?–, yo el Curriculum y Hommes de bonne volonté. El inglés lo tengo completamente marginado, aunque Georg ha escrito en estos días desde Londres diciendo que tiene un contacto nuevo, muy prometedor, que en junio, cuando regrese a Estados Unidos, podrá decirnos algo preciso y que espera verme allí antes de que acabe el año. Yo no sé si lo deseo. Como he dicho: me atrinchero en el Curriculum y en Romains.
MAYO
3 de mayo, miércoles al anochecer
Acaba de estar aquí Gusti Wieghardt; de pronto, inesperadamente, ha conseguido el permiso de salida; mañana viaja a Londres, donde empieza su trabajo (ficticio o semificticio) de cocinera de salón. Lo curioso es que la han tratado no como emigrante sino como viuda de profesor alemán que va un año al extranjero y que durante ese tiempo sigue recibiendo en una cuenta corriente especial su pensión de viuda: dentro de Alemania puede disponer de ella. He observado algo extraño, aunque psicológicamente muy comprensible: hasta ahora, Gusti mostraba un apasionado interés por la evolución política, deseaba ardientemente que por fin estallara la guerra, rebosaba de noticias oídas por la radio, etc. Hoy todo se había esfumado, no había escuchado la radio, le daba igual la situación; qué importa adonde va Alemania; qué importa lo que pueda pasar con los que quedan encerrados aquí; ¡todo eso ya no me concierne, ya no me importa, yo me voy! Claro que no lo ha dicho así, literalmente, pero de un modo parecido, y era algo que se traslucía en toda su forma de comportarse. Su última frase: ¡Ya no tendré por qué irritarme cuando pase delante de un cine! ¡En Londres podré entrar! (No va a Londres, por cierto, sino a un pueblo cerca de Bristol, a casa de no sé qué viejas filantrópicas, que ya han «tomado a su servicio» a diversos emigrantes.) En los yambos de André Chénier es emocionante lo que dice en la prisión: Cuando se ha cerrado tras de nosotros la puerta del matadero, somos indiferentes al resto del rebaño que ha quedado fuera. Aquí es al revés: cuando alguien ha salido del matadero, ya no pregunta por los que han quedado dentro. Apretar los dientes y seguir escribiendo el Curriculum, capítulo 3. Puede que mañana funcione otra vez, hoy he cortado a mitad de una palabra.
El miércoles pasado estuvimos por la tarde tomando café en casa de Moral, en, o más exactamente, sobre la Pillnitzer Landstrasse. Un viaje caro y complicado para nosotros. Como paisaje, maravilloso: la casa en lo alto, en la ladera del monte, mirando directamente al río, a la derecha el gran puente de Blasewitz, al otro lado la ciudad y las colinas, abajo, árboles y árboles en flor. En el jardincito de delante de la casa, Moral cultiva sus tulipanes, en el terreno en cuesta que hay detrás, lechugas y patatas. En su sala de estar, una piel de tigre roída ya por la polilla: él mató de un tiro ese animal que había caído en una trampa, en Java; en las paredes, objetos indígenas; el año de Java fue el cenit, el apogeo de su vida. Sobre el escritorio, el diccionario de inglés de Toussaint-Langenscheidt y un comentario de la Biblia. Vive completamente solo con un factótum, una vieja cocinera, su madre hace sólo un año que murió, tenía más de ochenta años. Nos acogió muy bien y pareció alegrarse mucho de vernos, pero hablaba con un pesimismo extraordinario (lo considero candidato al suicidio). Yo le hablé con un optimismo enorme, dándole ánimos, creo que con cierto éxito. Pero no me hacía ilusiones ni me las estoy haciendo ahora.
El asunto de Polonia[20] también se resolverá «pacíficamente» a favor de Alemania.
He recibido una reclamación de 300 marcos, en concepto de impuestos complementarios y anticipados; la nueva ley tributaria grava duramente a Judea. Yo puedo pagarlo sin más de nuestras reservas, pero cuando las reservas se agoten… Pero es absurdo pensar ahora en cosas eventuales o futuras.
Eva le ha regalado a Gusti un libro antiguo de cocina de su abuela, de los años cincuenta. Yo he escrito en él (pero no lo he hecho hoy, sino hace dos semanas, mientras me afeitaba) lo siguiente:
Freír, cocer, estofar, asar –
¡La literatura dejarás!
Asar, freír, estofar, cocer –
¡Buena cocinera habrás de ser!
Cocer, asar, estofar, freír, –
¡Pero nunca te debes rendir!
Asar, cocer, freír, estofar –
¡Polonia se ha de salvar![21]
Lo que puso Eva fue más corto: «¡Cangrejos rellenos!». Los cangrejos rellenos son una receta.
JUNIO
7 de junio, miércoles noche
Hace semanas que no me decido a escribir en el diario. Sigo metido en mi tercer capítulo (terminada la época de aprendiz, que ahora estoy mecanografiando) y en la lectura de Hommes de bonne volonté (capítulo 14, «Drapeau noir»).
No sé si el tiempo se ha detenido o avanza. A veces, en el fondo cada día, me parece que esta vez él corre hacia su perdición: el asunto de Polonia está evolucionando de modo análogo al de Checoslovaquia, el «cerco» sigue estrechándose. Pero me he engañado tantas veces.
Qué perfidia le atribuye el pueblo: todos dicen que repartirá Polonia entre Rusia y él. Y qué poco le importa dejar al descubierto las propias mentiras: nunca habíamos ayudado a España (Franco), y ahora desde hace días, en páginas enteras del periódico, todo son elogios para la Legión Cóndor[22], con sus bombas y sus aviones. Y cada día un discurso o un desfile o un simulacro de combate para demostrar que somos invencibles y que tenemos «voluntad de paz». Y en los tranvías están empleando a mujeres como revisoras. Y en las carnicerías y en las verdulerías, enorme escasez porque todo lo están almacenando para el ejército. – Pero el pueblo cree de verdad en la paz. El tomará (o repartirá) Polonia, las «democracias» no se atreverán a intervenir.
Moral ha venido a vernos tres veces en estas últimas semanas. Está completamente deprimido y trastornado, le da vueltas a la idea del suicidio, busca consuelo en nosotros como un niño. Tiene sobre todo miedo de que le quiten la casa. Ahora quiere trasladarse, por si acaso, a una Judenhaus[23] [‘Casa de judíos’]. Le hemos pedido encarecidamente que no lo haga. – ¡Sus fantasías sobre el escarabajo de la patata![24]
20 de junio, martes
Trabajo denodadamente y a ritmo lentísimo en el capítulo cuarto: los dos últimos años del bachillerato en Landsberg. ¡Sobre todo, no reflexionar sobre el sentido de esta empresa! Leo muchísimo en voz alta: el tomo 16, por ahora el último, de Hommes de bonne volonté. Al menos, reactivo mi francés y mis relaciones con la literatura moderna francesa. En los buenos momentos le doy vueltas a la posibilidad de un suplemento a mis siglos XIX y XX[25]. Pero los buenos momentos son raros; la vista y el corazón me causan muchísimos trastornos.
La situación política, sin cambios, y sin embargo sourdement s’aggravant. A Eva, que ya no lee ningún periódico, se lo repito a diario, que la guerra es inevitable y que llegará a más tardar en el otoño, se lo repito todos los martes y viernes a la pequeña Bonheim, y a veces, pero sólo a veces, también me lo creo yo.
La mujer del carnicero Ulbrich me dijo el otro día: «Nosotros y todos los demás recibimos cada semana un surtido bastante escaso; pero a Noack y a Jakob, en la Prager Strasse, les dan un suplemento muy abundante. Los extranjeros compran en sus tiendas, y no deben notar nada».
¿Es realmente un signo de fuerza que cada día, verdaderamente cada día, un ministro o el propio Führer declaren que tienen el ejército más fuerte del mundo? ¿Inspira confianza que los periódicos declaren cada día que Inglaterra está desvalida e indefensa?
El jardín florece como nunca ha florecido. Ahora una profusión de rosas, jazmines, claveles, heliantemos. Y sin embargo, casi siempre calor húmedo, si no llueve a cántaros: hasta hace pocos días también estuvo lloviendo, pero con un frío de demonios, el 17 volvimos a encender la estufa cuando sólo hacía tres días que habíamos dejado de hacerlo.
Silencio absoluto de todos los familiares y amigos. Aislamiento absoluto. Sólo, en las dos semanas pasadas, costosos viajes en taxi al dentista.
27 de junio, martes
El capítulo «Bachiller», terminado en manuscrito; la copia a máquina, prevista para los próximos 10, 12 días. No quiero preguntar hasta dónde llegará el Curriculum, ni tampoco cuál será su destino. Sólo continuar. – Poesía y verdad[26]; la verdad interior la respeto íntegramente, la «poesía» no es mucho más que dar forma, agrupar, a veces contraer, a veces suprimir. Ese trabajo es mucho más difícil de lo que parece, mis diarios muchas veces no me sirven de nada.
Terminados de leer los dieciséis geniales volúmenes de Romains. Empezados los clásicos Thibault[27], más flojos. Para los primeros tomos, por desgracia, sólo la traducción alemana [70]
La campaña antiinglesa, cada día más fuerte, aún más fuerte que la campaña contra Polonia; cada día más insistencia en la indefensión y desvalimiento absolutos de Inglaterra, en su «humillación» ante Japón, en sus «genuflexiones» ante Rusia, en sus «cantos de odio» contra Alemania. Quiero creer, lo creo realmente en un 75%, que la catástrofe vendrá antes del otoño, pero todo mi entorno (Natcheff y la totalidad de Judea) lo duda. O cederá Inglaterra, o cederá Alemania, o las potencias enemigas verán sin inmutarse cómo Alemania «divide» Polonia. Siempre con el mismo argumento de remitir a todo lo que ya ha sucedido antes.
Una bonita carta de Max Sebba desde Londres; la recibí ayer y quiero contestar hoy mismo. Va tomando forma un tipo de cartas de emigrantes: nuestra familia está en Uruguay, en Nueva York, en Sydney, etc.; nuestra madre, que tiene ochenta años, se ha quedado en Alemania70 Y siempre: no quiero quejarme, porque hay tantos que están peor que nosotros70 Y siempre esa mezcla de compasión y de impotencia frente a quienes están aún en Alemania.
JULIO
4 de julio, miércoles
El 29 de junio esta vez nos ha emocionado muchísimo. Treinta y cinco años, y haber llegado a esta situación, a esta soledad, a esta monstruosa tensión. Pero en conjunto estuvimos de buen humor y casi optimistas. Por la noche nos bebimos una botella entera de Haut-Sauternes.
Hoy le he dicho a Vogel, que pasa a tomar nota de los encargos los miércoles por la mañana, aquí en Dölzschen: «Se oyen continuamente tres cosas: unos dicen que él no se atreverá a hacer nada. Otros, que ya se han hecho tales preparativos que invadirá Polonia en las próximas semanas y todo irá con la misma facilidad y rapidez que con Checoslovaquia. Y el tercer grupo, que esta vez vendrá la guerra a gran escala. ¿Usted qué opina?». Vogel, un hombre tranquilo, en absoluto nazi, responde al momento y con tranquila convicción: «Eso volverá a salir bien». Y ésta es la opinión más extendida, la verdadera vox populi. Ayer, la señora Bonheim había hablado con su ex marido (lo que sólo puede hacer clandestinamente y con peligro de ir a presidio). Él dijo: «Sólo los judíos y los comunistas creen que va a haber guerra. Polonia será anexionada de forma tan rápida e incruenta como Checoslovaquia; las potencias occidentales no moverán un dedo». Ayer vino a casa Beresin, el de los cigarrillos, apátrida. Ha trabajado, cavando el suelo, en obras públicas, lo expulsan del país, junto con muchísimos otros, para el 2 de agosto, y no sabe adonde ir. Aprende fotografía, tiene puesta la esperanza en Shangai. Un funcionario le ha dicho: «No se preocupe por el 2 de agosto: para entonces, habrá guerra». Él ya no puede creerlo. Demasiados desengaños. «Esta vez también le saldrá todo a pedir de boca». Los periódicos, cada vez más exaltados cuando parece imposible que haya más exaltación. Hess, el lugarteniente del Führer, en un discurso en la fortificación occidental[28]: «Todo lo que viene del Führer nada del mundo podrá superarlo, esta fortificación es obra suya, querer atacarla sería suicidio de los pueblos».
14 de julio
Queríamos celebrar el cumpleaños de Eva como habíamos celebrado el 29 de junio. Por la tarde le fallaron los nervios; no fue agradable, no es agradable. El optimismo logrado últimamente por autosugestión no se mantiene más tiempo. Parece cada vez más claro que Alemania está negociando con Rusia.
Lengua. Hace poco, un artículo llevaba este título: «Herzland Bulgaria» (visita oficial a Berlín de un búlgaro; las habituales lisonjas a los Balcanes, la habitual picaresca y el doble juego de los balcánicos). Lo interesante es esto: Herzland [‘país-corazón’] es un término geográfico que significa «país central» y no encaja con la situación de Bulgaria; pero dentro de la estructura de la lingüística nacionalsocialista se contamina, recobra el sentido afectivo originario, se convierte en el país en el que late el «corazón» de los Balcanes, en el que residen las virtudes balcánicas del heroísmo, la hidalguía, etc. Un país en el que no gobierna un «intelectualismo casi siempre de nariz ganchuda». («Intelectualismo de nariz ganchuda»: ayer, en un artículo sobre el arte alemán y muniqués antes de la toma del poder, y ahora.)
Max Sebba nos ha escrito desde Londres, donde les va mal a él y a los suyos. Le contesté diciendo que se está cristalizando un tipo de carta de emigrantes y no emigrantes; tengo que tener esto en cuenta en la Lingua tertii imperii.
Curriculum: final de bachillerato, en limpio. Enorme dificultad del capítulo sobre los estudios universitarios. Por mucho que busco no encuentro nada sobre la Sorbona, en 1903. Nada en el diario, nada in memoria; ningún cuaderno de apuntes, ningún documento. Sobre los otros semestres, está todo. Un enigma.
25 de julio
El tiempo se ha detenido; no hay cambios; continúa esta mortal y apática incertidumbre, este cautiverio.
[70] Georg guarda silencio desde hace meses. – Grete se marcha de Strausberg a principios de agosto a una residencia de ancianos de Friedrichshagen.
Un joven que iba en el tranvía y a quien yo le calculé veinte años largos, aunque debían ser algunos más: «¿Sabe usted por qué han cambiado la Bismarckplatz?». – ¿? – «Antes las zonas de césped estaban distribuidas de otra manera». – ¿? – «Los caminos dibujaban las líneas de la bandera inglesa, las líneas oblicuas». – «¿En broma o en serio?» – «En serio y ha sucedido de verdad. Lo ha dicho mi suegra, que es inglesa. Ella se ha vuelto a Inglaterra, ya no le gustaba vivir aquí». –«Eso no puede decirlo usted en voz alta». – «Hay muchas cosas que no pueden decirse en voz alta». – «¿Tiene usted problemas?» – «Mis dos niños tienen nombres ingleses, que tengo que cambiar». En ese instante subió un hombre con insignia del Partido. Fin de la conversación. Yo ya me apeé en la esquina con la Waisenhausstrasse. Esas pequeñas cosas que ocurren de vez en cuando hacen renacer la esperanza durante un cuarto de hora. No más.
AGOSTO
14 de agosto, lunes
Desde hace semanas, la misma tensión, siempre creciente y siempre idéntica. Vox populi: El atacará en septiembre, se repartirá Polonia con Rusia; Inglaterra y Francia, impotentes.
Natcheff y algunos otros: Él no se atreverá a atacar, mantiene la paz y también él se mantendrá muchos años. Opinión judía: sangriento pogromo el primer día de guerra. Independientemente de cuál de estas tres posibilidades se cumpla: para nosotros la situación es desesperada.
Seguimos viviendo, leyendo, trabajando, pero cada vez con más desaliento.
Ayer, día de los psicópatas. Primero, Rummel, el agente de Iduna que conozco desde Berlín y de quien sé que ha estado en un sanatorio, pero que aquí siempre se ha comportado como una persona tranquila, meticulosa, perfectamente normal. Ayer vino a casa para hablar del seguro contra incendios (el seguro de vida está perdido). Me preguntó cómo estaba. – Mal, evidentemente. – Él, solemnemente, asegura que trae buenas noticias, que puede ayudarnos; se pone de pie: «En primer lugar, le saludo como camarada de guerra», me da la mano: «Y ahora, vamos a tutearnos». Empecé a intranquilizarme: «Está usted un poco excitado, cuénteme antes lo que quería decirme». – «Vamos a conversar, usted tampoco está contento con la administración». Le dije que no era el momento de hablar de política. Él: Mis amigos saben que he sido examinado en cuatro manicomios como si fuera maníaco depresivo y que me han dado de alta porque no estoy enfermo. Eso fue hace años. Pago una cuota regular al Partido, ahora quería ingresar en él, y me rechazan por padecer una enfermedad hereditaria, por estar loco… puedo ayudarle… Le dije que yo no era la persona apropiada y que no era el momento, le prometí renovar mi seguro contra incendios, y respiré aliviado cuando se marchó sin que la cosa llegara a mayores.
Por la tarde, un tal señor Schroeter, que no conocíamos. De Leipzig, estaba aquí para el Día de la Marina, traía saludos de Trude Öhlmann, que nos pide que le escribamos: que ella no se atreve a dirigirse a nosotros. El hombre –mirada fija y sombría, invitado de piedra, habla dificultosa, largas pausas– dijo que había sufrido mucho. También en aquel caso nos quedamos tranquilos cuando se marchó. Eva dijo: Ahora sólo falta que venga Moral. – Llegó además una carta de los cristianos de la Iglesia confesante, de la oficina del pastor Grüber[29]: que tenía que inscribirme en la Unión de los judíos del Reich[30] y que ellos se encargarían de hacerlo por mí. Hoy he recogido información en sus oficinas de la Johann-Georgen-Allee. Me dijeron que ya no tenía que pagar el impuesto de la Iglesia, sin dejar de pertenecer por eso a la Iglesia protestante: pero que tendría que pagar a la Unión del Reich más del doble de lo que pagaba hasta ahora a la Iglesia. Allí hablaron de los «destructores de la Iglesia» y me dieron un folleto. Esto sólo lo indico aquí de modo muy general, en mi Lingua tertii lo trataré otra vez.
En esa misma Lingua: empleo de los números; el 1.000 se ha vuelto más raro. Empleo de horda y soldadesca. O bien: ¿cuándo se convierten los soldados en soldadesca? (Checoslovaquia, Polonia.) – La lengua luterana de los cristianos de la Iglesia confesante. La lengua de la Iglesia nacional.
29 de agosto, martes
Me resulta terriblemente difícil terminar el capítulo «París 1903», estos últimos días nos han alterado y nos siguen alterando excesivamente los nervios. La movilización manifiesta sin anuncio de movilización (personas, coches, caballos), el pacto con Rusia[31] y este increíble vuelco, confusión, imprevisibilidad de la situación, de la relación de fuerzas después de este cambio súbito. (¿Dónde están? ¿Cómo actúan? ¿Qué piensa el pueblo?, etc., etc. Conversaciones interminables, torturantes.) Imprevisibilidad del peligro para todos los judíos de aquí. Entre el viernes y el lunes no ha dejado de aumentar la tensión. Gentes reclutadas en masa por la noche para el servicio militar, caballos sacados del mercado cubierto. El domingo por la mañana se presentó inesperadamente Moral: quería «esconderse» en Berlín, en casa de un amigo ario, contaba con que estallara la guerra y, en ese caso, con que le pegaran un tiro, tal vez no en el curso de un pogromo, a lo salvaje, sino con todas las de la ley, llevado junto con otros al paredón de un cuartel. Luego, por la tarde, repartieron tarjetas de racionamiento; de esa manera ya no fue posible que se marchara y pasara a la clandestinidad. Por la tarde estuve en la estación, la gente parecía muy preocupada. (Eva contó después que también aquí, los que volvían a casa después de tomar el aire hablaban en voz baja, no reían ni bromeaban como otras veces.) Todos se agolpaban delante del cartel que anunciaba la reducción del servicio de trenes. El bloqueo postal de diez días para todas las tropas que estuviesen «fuera de su guarnición» ya había aparecido el sábado. Lo que nos deprimió enormemente el domingo fue pensar que deberíamos darle a nuestro gatito una muerte suave mediante una inyección, ya que sólo come carne y realmente necesitamos 250 gramos diarios para él, sólo para él, y desde ahora dispondremos de 1.000 gramos semanales para los tres. Entretanto, lo hemos puesto a régimen de pescado, y nosotros nos hemos preparado para una larga crisis. Cada hora que pasa parecen fluctuar las perspectivas de guerra y de paz, las perspectivas y las agrupaciones de la posible guerra. Todos tratan de adivinar, todos esperan, la tensión excesiva ya se está convirtiendo en apatía. Por el momento me parece lo más probable que Hitler vuelva a ganar la partida, sólo a base de presionar, sin batalla. Pero ¿cuánto tiempo podrá, como simple aliado de los bolcheviques…, etc., etc?
Dejar las líneas generales a la historia, anotar lo pequeño, lo observado por mí mismo, para el Curriculum. Recuerdos que emergen de la última guerra: la tarjeta de racionamiento. La forma como cayó de golpe sobre el pueblo aquel domingo por la tarde tiene que haber producido un efecto terrible en la moral de la gente. Todavía hace muy poco circulaba este chiste: la guerra durará tres días, comenzará después de la ceremonia de Tannenberg, o sea el 28, y serán los polacos (ellos solos) quienes luchen «hasta el final». La ceremonia, anunciada ya en un matasellos de correos, ha sido cancelada, asimismo la asamblea del Partido. Tal vez esté aumentando ahora otra vez el optimismo. O la indiferencia. ¿Quién va a saber lo que opina el pueblo, con 80 millones de personas, censura de prensa y miedo general a abrir la boca? ¿Quién va a poder decir el efecto que causa en el interior el pacto con Rusia? Lo más fantástico fue la fotografía de Ribbentrop[32] y Stalin cogidos de la mano. Frente a ellos, Maquiavelo es un inocente niño de pecho. Se dice siempre que su descubrimiento ha sido la separación de la moral y la ciencia política. Pero una política demasiado inmoral se convierte en estupidez política.
[…]
Nos habíamos decidido, haciendo un gran esfuerzo, a ir el domingo pasado a ver a Grete a Friedrichshagen; y entonces ella dio contraorden en una carta: con un ataque cardíaco en el hospital judío, Berlín N., Iranische Strasse, 20 personas en la habitación, imposible conversar. Según información de Trude Scherk[33], Grete no tiene nada grave, sólo quería salir de la residencia, que no le gusta nada. Pero ¿tendrán hoy en día sitio para enfermos leves en el hospital judío? No tengo la conciencia completamente tranquila. Por otra parte: ¿viajar ahora, que no se tiene certeza de encontrar un tren de vuelta? ¿Y para charlar unos minutos en la sala general? ¿Y quizá hacerle pensar a Grete que tiene que estar muy mal si vamos hasta allí sólo para media hora?
Lingua. Para la asamblea del Partido no estaban previstos enfermeros sino Feldschere [‘cirujanos militares’]. Ya no se habla de los bolcheviques, sino del pueblo ruso. Pero Hess dijo en su último discurso: La guerra contra nosotros la desean «los judíos y los masones». – Acabo de leer el periódico: no hay nada decidido, pero por muy dura que tenga ya uno la piel, parece que la guerra tendría que estallar en las próximas horas, todas las medidas que se toman en Alemania, Francia e Inglaterra apuntan en esa dirección. Se esperaba que la visita del embajador británico, que ha ido a ver a Hitler por orden del gabinete inglés, aliviaría la situación. Silencio al respecto y nuevos preparativos de guerra por todas partes.
Producen especial desasosiego, siendo además intencionadamente poco claras, las noticias sobre la salvaguarda de la neutralidad frente a Bélgica y Holanda […]
SEPTIEMBRE
3 de septiembre, domingo mañana
La tensión nerviosa, cada vez más insoportable. El lunes por la mañana, orden de oscurecer. Estamos apelotonados en el sótano, el horrible bochorno, el sudor y la tiritera constantes, el olor a moho, la escasez de víveres lo hacen todo más angustioso. (Trato de reservar mantequilla y carne para Eva y para Muschel y de arreglármelas en lo posible con el pan y el pescado, aún no racionados.) Todo esto sería en sí una bagatela, pero es sólo lo secundario. ¿Qué va a suceder? Cada hora que pasa nos decimos: Ahora tiene que decidirse si Hitler es omnipotente, si su dominación será de una duración indefinida, o si cae ahora, ahora.
El viernes por la mañana, 1 de septiembre, llegó el joven oficial carnicero y contó: la radio anuncia que ya hemos ocupado Dantzig y el pasillo, la guerra con Polonia está en marcha, Inglaterra y Francia mantienen la neutralidad. Le dije a Eva que si era así, lo mejor sería para nosotros una inyección de morfina o algo semejante, que nuestra vida había llegado a su término. Pero luego nos dijimos los dos que era imposible que las cosas fueran así, que ese chico había contado ya muchas veces cosas absurdas (que era un ejemplo de cómo interpretaba el pueblo las informaciones). Al cabo de un rato se oyó la voz excitada de Hitler, luego sus rugidos habituales, pero no se entendía nada. Nos dijimos que tendrían que ondear banderas si esa información era medianamente verídica. Luego, abajo, el telegrama del comienzo de la guerra. Pregunté a varias personas si los ingleses habían declarado oficialmente su neutralidad. Sólo una inteligente dependienta de la tabaquería de la Chemnitzer Platz dijo: «No: ¡sería el colmo de los colmos!». En la panadería, en la tienda de Vogel, dijeron que la neutralidad «estaba prácticamente declarada, que dentro de pocos días se habría terminado todo». Un joven, delante del periódico fijado en la pared: «Los ingleses son unos cobardes, ésos no harán nada». Y así, en variaciones, la opinión general, vox populi (el hombre de la mantequilla, el del periódico, el cobrador del gas, etc., etc.). Por la tarde leimos el discurso del Führer: me pareció perfectamente pesimista, hacia el exterior y hacia el interior. Todas las disposiciones también hacen suponer algo más que una mera expedición de castigo contra Polonia. Y hoy es el tercer día que estamos así, es como si fuera el tercer año: esperar, desesperar, abrigar esperanzas, elucubrar, no saber. Ayer, sábado, el periódico lleno de vaguedades y en el fondo, contando con una guerra general: «Inglaterra, la agresora: movilización inglesa, movilización francesa, ¡se desangrarán!», etc., etc. Pero aún no hay declaración de guerra por esa parte. ¿Llegará o renunciarán a toda resistencia y sólo protestarán débilmente?
También es confuso el parte militar. Habla de éxitos por doquier, no menciona resistencia seria en ningún sitio y muestra sin embargo que las tropas alemanas no han llegado en ninguna parte mucho más allá de las fronteras. ¿Cómo encaja una cosa con la otra? – En total: las noticias y las disposiciones, serias, el pueblo, absolutamente seguro de la victoria, diez mil veces más ensoberbecido que en 1914. Esto comportará o una victoria aplastante, casi sin combates, y Francia e Inglaterra serán pequeños Estados castrados, o una catástrofe, diez mil veces peor que la de 1918. Y nosotros en medio, desvalidos y probablemente sin salvación en ambos casos… Y sin embargo nos obligamos, y lo conseguimos durante horas, a seguir viviendo nuestra vida cotidiana: leer en voz alta, comer (en la medida de lo posible), escribir, jardín. Pero cuando me acuesto, pienso: ¿vendrán a buscarme esta noche? ¿Me matarán de un tiro, me llevarán a un campo de concentración?
Esperar en Dölzschen, tan apacible y tan apartado del mundo, es especialmente horrible. Se está pendiente de cada ruido, de cada gesto, de todo. No se entera uno de nada. Se espera que llegue el periódico y no se saca nada en limpio de la lectura. Por el momento me inclino a pensar que habrá guerra con las grandes potencias.
En la carnicería, una viejecita me pone la mano en el hombro y dice con voz llorosa: «El ha dicho que quiere volver a ponerse la guerrera y ser soldado, y que si cae en el frente, entonces que Göring…». Una joven me trae la tarjeta de racionamiento, me mira amistosamente: «¿No me conoce? He sido alumna suya, ahora estoy casada aquí». – Un señor mayor, muy amable, trae la orden de oscurecer. «Horrible que haya guerra otra vez; ¡pero uno es tan patriótico! ¡Cuando vi ayer que salía una batería, me hubiera gustado ir con ella!» La alianza con Rusia no indigna a nadie, se la considera genial o una ocurrencia extraordinariamente divertida. – El optimismo del comerciante Vogel (ayer: «Con Polonia ya casi hemos terminado, los otros no dan señales de vida») redunda en provecho nuestro, con café, embutido, té, jabón, etc. –¿Es éste el ambiente general en Alemania? ¿Se basa en algo concreto y real o en hybris? […]
La comunidad israelita de Dresde me pregunta si quiero ingresar en ella, puesto que representa localmente a la Unión de los judíos del Reich; los cristianos de la Iglesia confesante me preguntan si me quedo con ellos. Le he respondido a la gente de Grüber que soy y sigo siendo protestante, que no daré respuesta a la Comunidad Judía.
A notar que el primero de septiembre el Führer ha proclamado con muy breves palabras la amistad durable con Rusia. ¿No hay de verdad nadie en Alemania al que esto produzca malestar de conciencia? Una vez más: Maquiavelo estaba equivocado; hay una línea más allá de la cual la separación de la moral y la política es apolítica y trae consecuencias. Más pronto o más tarde. Pero ¿podremos nosotros esperar ese más tarde?
Hemos invitado a Moral a que venga a casa para «discutir la situación» y no ha llegado respuesta. Por lo visto se ha metido de verdad en algún escondrijo de Berlín.
Natcheff aseguraba el jueves que Himmler estaba en contra de la guerra porque no se fiaba del ambiente en el interior, y decía también que Hitler, pese al pacto con Rusia, estaba perdido si había guerra general. – ¿¿??
4 de septiembre, lunes tarde
Ayer, domingo 3 de septiembre, tras una larga sesión de fregar vajilla, a la estación de Plauen. Compré una tableta de chocolate y le pregunté a la dependienta, una señora mayor, qué noticias había dado la radio. Ella habló del ultimátum de Inglaterra y Francia[34]. Yo pregunté: «¿Rechazado?». Ella sonrió como si yo fuese un innocente[35] y se encogió de hombros: «Por supuesto». Añadió que si quería podía preguntar a dos señores que estaban allí y que también lo habían oído. Eran dos montadores mecánicos. Lo confirmaron. Yo pregunté: ¿Francia también? – Respuesta: Sí, pero ahora es Italia la que va a intervenir. – En casa, estábamos dudosos otra vez. – Esta mañana, confirmación por el cartero. El hombre estaba horrorizado: «En 1914 yo quedé enterrado y ahora tengo que volver a enrolarme como soldado de la Landwehr[36]. ¿Hacía falta eso? ¿Es humano? Tendría que haber visto usted las caras sombrías de las tropas que marchan al frente. Muy distinto de 1914. ¿Y es que en 1914 teníamos escasez de víveres cuando empezamos? Tenemos que perder, esto no puede durar otra vez cuatro años». – En el parque de Bienert, el tendero Berger, soldado de 1914, ahora radiotelegrafista: «¡Ahora, usted tiene suerte!». – «¿Yo? Yo cuento con que me maten a golpes». – «Usted está liberado de todo esto: ¡nosotros, pobres desgraciados, tenemos que volver a empezar!» – En la ciudad, los murales y los periódicos, asimismo el Dresdner NN, que acaba de llegar, trivializan, silencian prácticamente que desde ayer a las cinco Francia está en guerra con nosotros, y sólo hablan del apoyo francés a Polonia, generalizan los éxitos «en todos los frentes» (sc. de Polonia), informan sobre los comentarios laudatorios de la prensa italiana por las victorias alemanas y no dicen ni una palabra sobre la neutralidad italiana. Sólo en el Basler Zeitung [‘Periódico de Basilea’], que, cosa extraña, también estaba expuesto públicamente, vi el titular «Italia de momento neutral». En las tres proclamas de Hitler llama la atención: 1) Ahora el enemigo es la plutocracia judía en lugar del «bolchevismo judío», y a quien combate es al gobierno popular alemán. 2) La constante advertencia: los traidores serán aniquilados. (Es decir, ellos cuentan con que haya traidores. Lo mismo fue en el discurso del primero de septiembre.) 3) Ni una palabra sobre Italia. 4) Amistad con el pueblo ruso. 5) Polonia quedará fuera de combate dentro de «pocas semanas», y entonces volveremos nuestra atención al oeste, hasta entonces resistirá la fortificación occidental. – El cartero dijo que Dresde, lo mismo que toda Alemania, está bajo la ley marcial. Si eso es cierto, seguramente no habremos de temer que haya pogromos.
Annemarie trajo por el cumpleaños de Eva dos botellas de champán. Nos bebimos una el mismo día y decidimos guardar la otra para el día en que Inglaterra declarase la guerra. Así que hoy le ha tocado su turno. He estado todo el día lleno de esperanza, ahora ha venido otra vez la depresión.
Poco sosiego, pero también poco tiempo para trabajar. Crecientes dificultades para abastecernos de víveres. Trato de reservar carne y mantequilla para Eva y para el gato, pero tanto pan y tanto pescado me producen dolor de tripas, y ahora ya escasean las conservas de carne. En todas partes: ¡Sólo una lata! O también: ¡Se ha acabado! Los arenques, por ejemplo, han desaparecido. Una molestia, el oscurecimiento permanente. Los dos días pasados han sido pura pérdida de tiempo. (Sólo podemos impedir que pase la claridad al exterior en la cocina y en el sótano-comedor y por tanto sólo allí podemos encender la luz.) Hoy quiero bajarme un tomo de Florian y leerlo. Después de la cena leo allí en voz alta. Nos vamos pronto a la cama. Hasta ahora, aquí arriba ayuda la luz de la luna. Pero quedan pocos días. Abajo falta el aire, para fumar tengo que sentarme a oscuras en el despacho, detrás de la puerta. El cigarrillo de Eva arde con una luz más débil.
El capítulo «París», mecanografiado hasta la mitad y leído a Eva. Ella me aconseja que deje la página de la enemistad con Georg para el otoño de 1903, que es donde viene al caso. Voy a cambiarlo.
«Inglaterra» ya ha violado la neutralidad holandesa.
10 de septiembre, domingo mañana
Eva dice: «Están echando tierra sobre la guerra». Es cierto en todos los aspectos. Y es un error. No han movilizado sino sacado a los hombres, uno por uno, de la cama. No hay listas de bajas. No ponen banderas, aunque esta semana ya se ha llegado a Varsovia. No se habla del frente occidental. Ordenan cerrar las carnicerías por la parte que da a la calle: las colas se forman en el patio interior. – Quieren mantener esta idea: guerra sólo con Polonia y rapidísima victoria. Pero al mismo tiempo, medidas cada vez más estrictas que apuntan a una guerra larga. Impuesto sobre la renta, aumentado en un 50%, oscuridad permanente, ayer amenaza de sanciones, porque la disciplina en el oscurecimiento de las casas se está relajando. Ayer, la harina entró a formar parte de los alimentos racionados. Como en las pescaderías cada vez hay menos pescado, como de la carne muchas veces ni siquiera suministran la ración prevista, todo el mundo tiene que volcarse en la comida a base de harina. Así que todos tienen que preguntarse cuánto tiempo seguirá el pan en venta libre. Y todos tienen que preguntarse cómo casan todas estas disposiciones con la afirmación de que sólo hay una guerra corta con Polonia. Todo el asunto es louche y tiene que dar la impresión de louche. – Cerradas todas las universidades, excepto las de Berlín, Viena, Múnich, Leipzig, Jena; todas las TH, excepto la de Berlín y Múnich […] Escasez de carburante, la gasolina, racionada; ayer, amenaza de sanciones a quien «pasee en coche». Prohibición de oír emisoras extranjeras. Parece, sin embargo, que no tienen posibilidad de precintar los aparatos de radio y que sólo cuentan con el miedo a los delatores. Natcheff oye la radio inglesa y la francesa, y cuenta. Habrá más Natcheffs. Ayer, por primera vez en el parte de guerra: derribados dos aviones franceses en el oeste. Hasta ahora no habían dicho una sola vez que Francia fuese país beligerante. – En las tabaquerías, 20% de impuesto de guerra y por ahora sólo cinco cigarrillos sin racionar. Ayer pude almacenar dos cajas, acaparo cigarrillos, compro tabaco. – ¿Qué ha sido del formidable y aplastante ataque aéreo a Inglaterra que todos esperaban? ¿Qué ha sido de nuestra absoluta seguridad aérea si todo el país tiene que estar constantemente a oscuras? ¿Qué ha sido de Italia como país aliado, del ataque de España a Gibraltar, de la defección de los dominios británicos? ¿Qué ha sido de Japón, de la guerra árabe de exterminio? Todo el mundo neutral y «lleno de admiración por los éxitos de Alemania en Polonia».
El viernes reaparece Moral, el héroe. Ha estado escondido una semana, por miedo a un pogromo, en casa de amigos arios, en Lichterfelde[37]. (Pero la campaña antijudía parece que ha pasado de momento a segundo plano. Quizá debido a la alianza con Rusia, quizá por haber demasiados alemanes internados en Sudáfrica.) Estaba más excitado que nunca. Dice que en Berlín tienen miedo de que en invierno falte el carbón: las tarjetas asignan una ración de seis briquetas diarias a cada familia. – Un médico que lo trata aquí en Dresde le ha dicho que los hospitales de sangre de la zona de Dresde ya están abarrotados, muchas bajas. Pero en el parte de guerra: «Muy pocas bajas», 4 muertos y 25 heridos por cada 10.000 soldados.
Y sin embargo: ¿qué es lo que piensa el pueblo? Schmidt, el vecino, acaba de traer una ficha que hay que rellenar (algún asunto de fichero, y en a X). Es un hombre cabal, y en modo alguno un nazi. Pero ahora lleva la insignia de supervivencia. Dice muy tranquilo: «Venceremos. Nuestros submarinos harán que Inglaterra muera de hambre antes que ella pueda con nosotros. Italia pondrá a Francia fuera de juego, no es neutral, en Polonia luchan tropas italianas. Por el oeste no atacarán, o sí, que ataquen: ya verán lo que es bueno». Si ese hombre sólo cree la mitad de lo que le dicen o de lo que tiene que decir, y tal vez haya millones que lo crean del todo…
La situación más sombría es la de nuestro gatito.
¿Dónde está Goebbels? Guarda silencio desde que estalló la guerra, no, ya desde la alianza con Rusia.
[…]
El capítulo 5 del Curriculum, terminado. Quiero empezar hoy mismo a preparar el capítulo siguiente. Pero nuestro vecino Schmidt me ha hundido completamente la moral.
13 de septiembre, miércoles
El lunes, 11 de septiembre, otro registro domiciliario. Buscaban radios. Simpático juego infantil de treinta minutos, pero registro domiciliario. Un grueso teniente de la policía, de Gittersee, y nuestro policía. Gente amable, y muy comprensiva. «Pero ¿por qué no se ha marchado usted aún al extranjero?» – Hoy nos piden otra declaración de bienes. ¿Qué significa eso? – El ejército polaco, fuera de combate; en el frente occidental, «combates de vanguardia». – Por todas partes, seguridad en la victoria. «¡¡Los del oeste no hacen nada, no pueden hacer nada!!»
14 de septiembre, jueves
Ayer por la tarde, una desconocida, la señorita Kayser. Enviada por Grüber-Richter. Orden del gobierno, que hay que transmitir de boca en boca: prohibición de salir de casa después de las ocho, prohibición de hospedar en casa a parientes judíos. Además, rellenar un cuestionario para la Gestapo sobre el estado de las gestiones relativas a la emigración. ¿Querrán expulsarnos y canjearnos? ¿Querrán obligar a los cristianos no arios a ingresar en la Comunidad Judía?
Vox populi en la persona del maestro artesano Haubold, que va a cambiarnos el tubo oxidado de la estufa. Múltiple empleo de la palabra «mierda», aplicada a la situación. Pero Inglaterra, culpable de todo: ese país quiere arramblar con todo, sólo sabe soltar fanfarronadas, nuestros submarinos van a hacerle ver lo que es bueno, por el frente occidental no vendrá ninguna catástrofe. Inglaterra ha dejado en la estacada a Polonia. Por otra parte: la guerra durará todo el invierno y más, seguro que tenemos más muertos de los que dan las cifras oficiales (4 por cada 10.000, no hay listas de bajas, esquelas mortuorias sólo en casos muy excepcionales, aquí en Dresde hasta ahora un jefe de escuadra motorizada y un redactor del NN, nadie más). Y el pobre pueblo es quien tiene que cargar con las consecuencias de toda esta mierda.
He entregado el cuestionario en la oficina de Feder, Eisenstuckstrasse. El mismo juez que vi en casa de Richter[38] (Grüber). Dice que, aparte de mí, está encargado de «atender» a otras 36 familias.
Me ha hecho tener miedo por la casita: dice que durante los últimos días han confiscado varias casas unifamiliares. Pero es absurdo tener miedo por algo específico: hay que contar a cada instante con el exterminio.
Mi recorrido diario ahora: almacenar cigarrillos, puritos, caballas y cangrejos. Conseguir en la tienda de Vogel alguna cosilla prohibida, una punta de embutido o mantequilla o margarina.
Hoy, después de leer varios días mis diarios, quiero decidirme a empezar el capítulo 6… Por la noche, debido a la oscuridad forzosa, se pierde mucho tiempo. Estamos en el sótano-comedor y nos iremos a la cama, a oscuras, poco después de las diez.
Leído en voz alta (en alemán, por desgracia): La peche miraculeuse de Pourtalés[39]. Muy buena.
18 de septiembre, lunes
Moral nos echó a perder el viernes y el sábado. Anunció excitadísimo su visita, no vino, volvió a escribir que tenía fiebre pero que vendría, otra vez no vino, yo quise ir a su casa y me lo encontré aquí delante de la puerta; pasó toda la tarde del sábado en casa, en un estado lamentable, le quitamos de la cabeza la idea del suicidio. Le han confiscado la casa para el 15 de octubre, sólo le conceden una habitación y tiene que separarse de su empleada (Kathl) al cabo de veintiocho años.
El domingo por la mañana, carta desesperada de Grete: la han dado de alta en el hospital por haber «mejorado», pasa hambre en su residencia de ancianos, no puede seguir su régimen, comparte habitación con una enferma vieja y maloliente. A última hora de la tarde, un amable policía: que firmara que estaba enterado de la prohibición de salir después de las ocho. – Por la mañana, en la panadería, me habían levantado la moral: dijeron allí que este mes empezaba seguro el racionamiento del pan. Tras lo cual le escribí a Grete: «Toma esta consolación completamente en serio y de un modo literal y compréndela bien: cuanto mayor es la necesidad, más cerca está Dios». Cambia la consigna de Coué: estoy cada vez peor, cada vez peor. – Luego, hoy, la catástrofe: entrada de los rusos en Polonia oriental[40], la campaña de Polonia terminada, «los judíos y los presidiarios asesinan en Varsovia a los alemanes». ¿Qué va a ser de nosotros? […]
En política, completamente desorientado. ¿Paz dentro de pocas semanas y omnipotencia de Hitler? ¿O lucharán Inglaterra y Francia? Pero ¿cómo, dónde y con qué posibilidades? Por un lado, Alemania parecía tener todos, realmente todos los triunfos en la mano. Por otra parte: ¿por qué esta cada vez mayor escasez de víveres? ¿Qué efecto hará en el interior la alianza con Rusia? ¿Y se ha declarado vencida Inglaterra alguna vez sin combate? ¿¿¿Se ha embarcado alguna vez a ciegas en una aventura condenada al fracaso???
20 de septiembre, miércoles
Nuestra situación es cada día más catastrófica. Orden de ayer: cuenta de garantía de disposición restringida, entrega de todo el dinero líquido; hoy, la policía pregunta por nuestros proveedores. Así que por lo visto tendremos un racionamiento más estricto que el común de la gente. Por la mañana he estado en Pirna.
Ayer tarde escuché la mayor parte del triunfante discurso del Führer por el altavoz del Freiheitskampf, junto a la Bismarckplatz. Algunas cosas, de mucho efecto retórico. «Los soldados polacos han luchado valerosamente, la suboficialidad ha cumplido con su deber, los mandos intermedios carecían de inteligencia, los mandos superiores han sido pésimos, la organización: polaca…». «No tenemos un gobierno sobornado, como en 1918, somos una nación federiciana[41], no capitularemos ni siquiera después de tres, de cinco, de seis años». Etc., etc. Al mismo tiempo, cortejaba a Francia para que dejase sola a Inglaterra. «En la propaganda, los ingleses son unos chapuceros, tendrían que aprender de nosotros». Paz con Rusia, ellos siguen siendo bolcheviques y nosotros nacionalsocialistas… Tuve la impresión de que todos los que me rodeaban estaban perfectamente satisfechos, seguros de la victoria, seguros incluso de que estaba próxima la paz. –Pero todas, todas las medidas apuntan a una larga guerra. Hoy, reducción del horario de autobuses… En la biblioteca de Natcheff, todos los libros en inglés y traducidos del inglés, retirados de la circulación. Yo conseguí el último de todos…
A Eva no le resisten más los nervios, a mí el corazón. Una de dos: o Hitler sale vencedor y hace la paz dentro de una semana, y entonces nos vamos a pique; o la guerra sólo está comenzando y durará largo tiempo, y entonces también nos vamos a pique. – El futuro político está completamente oscuro. No veo cómo quiere luchar Inglaterra, no veo cómo puede rendirse.
22 de septiembre, viernes
Ayer, en el mismo periódico (y por supuesto en todos los periódicos) reportaje triunfal sobre el final de la campaña de Polonia y un artículo todo conmovedor «Junto a la tumba del soldado Paul Deschanel». Teniente francés, hijo del antiguo presidente de la República. (Desde Poincaré[42] no se conoce ningún presidente, pero creo que Deschanel[43] era presidente del consejo de ministros.) La tricolor sobre el féretro. – Yo tenía un camarada. – Marsellesa, el himno de gloria del ejército francés. – Discurso de un comandante del batallón: todo fueron cumplidos a Francia, con la que sólo queremos paz, con la que no tenemos ningún género de reivindicaciones.
¿Es esto demostración de fuerza por parte de Alemania? ¿Es habilidad? ¿Morderán el anzuelo los franceses? – Vox populi (en la tienda de Berger): «…Él está en el frente occidental». – «¿Otra vez?» – «Bueno, no durará mucho». Todo el mundo piensa: Inglaterra cederá. Puede que acaben teniendo razón, como con el reparto de Polonia entre Rusia y Alemania. Pero si no fuese así, la opinión pública daría un cambio súbito y terrible. Todavía están con el entusiasmo de la aniquilación de Polonia y no saben cuántas bajas ha habido.
Cuando ayer en el Deutsche Bank quise abrir mi cuenta de garantía y depositar 300 marcos («¿Para qué? ¡Todavía tiene 400 disponibles!»), se quedaron sorprendidos. Dijeron que me dirigiese primero personalmente a la oficina de divisas por si había un error.
Gestiones y más gestiones, los nervios, de Eva y míos, hechos completamente trizas; desde hace varios días, ni una línea en el Curriculum.
La peche miraculeuse de Pourtalés no me dice mucho en tanto que novela de amor, pero es interesantísima en tanto que novela sobre Ginebra […]
25 de septiembre, lunes
He tenido que abrir la cuenta de garantía. Idas y venidas, gastos, obstáculos. Un alivio haber podido quedarme en casa ayer, domingo, el día entero. Tras una interrupción de varios días, redactada por fin una página más del Curriculum.
A partir de hoy, racionamiento del pan. El chocolate, intervenido.
Fritsch, capitán general, hasta hace unos meses comandante en jefe del ejército de tierra, muerto el 22 de septiembre a las puertas de Varsovia. Nota necrológica de pocas líneas, foto minúscula, los hechos completamente de pasada y trivializados al máximo. Eva y yo nos hemos planteado, independientemente el uno del otro, la misma pregunta.
27 de septiembre, miércoles
Desde ayer, además del guaio habitual, fuertísimo enfriamiento, constipado y fiebre con todos los desagradables aditamentos. El Curriculum avanza lentísimamente, línea a línea.
Grete me ha pedido que me informe sobre alguna pensión judía. He ido a la Comunidad Judía, la casa de la Zeughausstrasse 3 está junto a la plaza ahora vacía, donde estaba la sinagoga que destruyeron. No me ha resultado fácil ir allí: «Yo soy protestante, mi hermana es judía». Y el camino fue en balde como me había imaginado: está prohibido que los judíos establezcan su residencia en la ciudad y en la Hauptmannschaft de Dresde.
En la medida en que ya no hay nada interesante que informar sobre Polonia, el periódico se va vaciando de contenido. Polémicas contra «infundios ingleses», confirmaciones de algún periódico de Manila, o de no sé dónde, de que Alemania es invencible, de que sería absurdo hacer más guerras. – Entretanto, tarjetas de racionamiento, oscurecimiento obligatorio, prisión. Imprevisible cuándo y cómo terminará esto.
29 de septiembre, viernes
El comerciante Vogel: «No creo que la guerra dure tres años; los ingleses o ceden o quedarán aniquilados». Vox populi communis opinio[44]: ha tenido razón en cuanto al pacto con Rusia y al reparto de Polonia, también podría tener razón ahora. Aquí, por doquier, absoluto optimismo y embriaguez de la victoria. Es como si ya no hubiera guerra. En el frente occidental no sucede nada. En el oriental, se han rendido ahora también Modlin[45] y Varsovia, el número de prisioneros asciende a 600.000. En Moscú, Ribbentrop y Molotov[46] negocian con los países bálticos y con los turcos. La grandiosa victoria hace pasar a segundo plano el descontento en el interior; Alemania gobierna el mundo: qué importancia tiene una pequeña imperfección más o menos.
Pero ¿quién juega ese juego y quién engaña a quién? ¿Hitler? ¿Stalin? – Estoy leyendo las primeras páginas de Tocqueville[47], que me regaló la señora Schaps en 1924. Nadie, ni siquiera los pensadores más ilustres y más competentes de la época, presiente el camino de la revolución. Cada página del libro me impresiona por sus analogías con el presente. (Es mi «lectura del oscurecimiento». A las seis es de noche, y abajo no puedo escribir. Aunque pronto tendré que superar ese «no puedo».)
OCTUBRE
6 de octubre, viernes
Anteayer, 4 de octubre, nuevo registro domiciliario: biblioteca. Dos hombres de la Gestapo (muy educados) buscaban con el catálogo en la mano obras confiscadas; una señora (de la Staatsbibliothek –después me dio a escondidas saludos de la señora Roth, pero he lamentado haberle dado la mano–, obligada indudablemente a prestar ese servicio, pero ¡qué servicio!), esa señora, pues, buscaba «bienes culturales que haya que poner a salvo», es decir, valiosos primeros ejemplares de una edición y cosas semejantes. No encontró nada, a los otros dos les cayeron en las manos seis o siete obras de Ludwig[48] que habían pasado inadvertidas, entre ellas los Viajes de Goeben, uno de esos libritos patrióticos de la anterior Guerra Mundial, que ahora son literatura judía. Fuera de eso, nada…, laguna en la censura.
Sicherstellen [‘poner a salvo’] y Kulturgut [‘bienes culturales’] forman parte de la Lingua tertii. Asimismo Welt [‘mundo’]. Hoy, una vez más, a las doce: «El mundo obedece al Führer». Mañana vendrá: El mundo bajo la impresión de la obra de paz. Nosotros siempre queremos la paz, jamás disparamos, sino que «desde el 1 de septiembre de 1939, a las 5:45 horas, respondemos al fuego enemigo»[49]. Welt se puede comparar con el univers del siècle de Louis XIV. Tendría su sentido si ese Welt no escuchara también los discursos de Chamberlain y si no nos ocultaran ese hecho y otros parecidos.
En cuanto al Curriculum, seguiría sin avanzar en él incluso si no me resultara tan difícil el capítulo «Eva 1904». Continuos recados, continuo trabajo en la cocina. Alimentarse, comprar, guisar, fregar (más verdura, más cacharros): todo se ha vuelto más complicado y lleva más tiempo. Hoy pescaré al vuelo otra vez, en el altavoz del Freiheitskampf, un trozo del discurso de Hitler. Oferta de paz[50] que parte de este formidable supuesto: Polonia ha dejado de existir.
9 de octubre, lunes
Moral . Suicidio en la noche del 1 al 2 de octubre. El 2 por la mañana llegó a su casa una postal nuestra, y estuvimos esperando respuesta. Ayer la carta de su vieja criada, que he guardado. Ayer por la mañana –yo estaba sin afeitar y sin cuello de camisa– vino a vernos el matrimonio Feder (magistrado de la Audiencia Provincial, mi «asesor»). Conocía el «caso Moral» desde días atrás. Pese a su protestantismo, le habían negado el entierro en un cementerio evangélico, por ser «judío completo». Cf. la carta de la empleada. – Bueno, por lo demás es hoy mi cumpleaños. Nos esforzamos por estar alegres. Y por mantener la esperanza de vivir el próximo cumpleaños.
12 de octubre
Webergasse («callejón de la glotonería»): en las pescaderías, bombonerías, etc., a menudo, en lugar de los artículos, la fotografía del Führer con bandera y laurel de la victoria. En una confitería, el escaparate lleno de cosas estupendas; encima: «No podemos garantizar que estén a la venta todos los artículos aquí expuestos». En Reka pedí cinco cepillitos de uñas, a 7 pfennigs la pieza. Tajante respuesta: «Le doy tres». Jabón de afeitar (con cupones de racionamiento) no hay en ninguna parte. Que lo van a recibir. Y que después cada pieza ha de bastar para tres meses. En las pescaderías, respuesta constante: «Tiene usted que venir a las diez o a las tres. Después ya no queda nada». La gente se agolpa en las confiterías y luego puede comprar dulces a 7 o a 12 pfennigs. El chocolate está intervenido. – Pero auténtica necesidad, como en 1917-1918 no la hay, y no veo cómo va a haberla si Rusia nos abastece. Por otra parte, Francia e Inglaterra parecen creer en la perspectiva de una larga guerra, porque la oferta de paz parece que ha sido rechazada. Al mismo tiempo, día tras día: «En el frente occidental, fuego débil de artillería», nada más. Pero por lo visto circulan trenes militares día y noche en dirección oeste. Así, seguimos sin saber nada claro.
[…]
La oficina para el pago de las pensiones no me había transferido el dinero de octubre. Me fui allá. Largo tiempo haciendo cuentas. Nos hemos equivocado, no hemos deducido con suficiente efecto retroactivo el aumento que ha sufrido el impuesto a los judíos, le hemos pagado un suplemento que otros funcionarios reciben desde julio; tiene usted que devolver dinero. Resultado: en lugar de los 480 marcos de los últimos meses recibiré hasta enero 300 marcos, después hasta abril, 350, después 400. Esto, por ahora; pero lo más probable es que caiga por debajo de los 300.
[…]
Un detallado informe familiar de Lissy Meyerhof. Dos hijos de Erich, que pudo marcharse a Inglaterra, están en el frente; en su calidad de semijudíos tienen el derecho y el honor de luchar por el Tercer Reich, pueden incluso ascender a cabo segundo (a más, no).
18 de octubre, miércoles
Curriculum, capítulo «Cajón secreto», terminado por fin en manuscrito. Me ha llevado un mes completo, aunque continuamente hay muchísimas otras cosas de por medio: faenas caseras, oscurecimiento, hacer la compra.
La Webergasse es la ilustración del eslogan de nuestro «dominio del mar del Norte» (debido a ciertos éxitos de los submarinos). Cada vez más fotos de Hitler y menos mercancía. (He visto una foto en la que su rostro se aproxima al de Napoleón: más redondo y el rizo en la frente.) Cada día en Paschky, Zwickauer Strasse, y en la Webergasse: Lonja del pescado y Mar del Norte. Casi siempre completamente en vano. Latas de conservas, no queda ni una. Mi primera pregunta es siempre si hay gambas, que comemos los tres y que en Dresde tienen poca demanda entre el pueblo (desconocimiento y desconfianza). Ayer conseguí –¡día de fiesta!– entre las dos tiendas de la Webergasse, cuarto y mitad. La primera vez desde hace muchos días. Ayer, en Mar del Norte otra experiencia interesante. A lo largo de toda la espaciosa tienda, una cola muy nutrida. Yo me pongo también; al punto tenía detrás de mí docenas de personas. No podía ver lo que pasaba en el mostrador. Al cabo de un rato pregunto a un obrero joven que tenía delante: «¿Qué tienen?». – «Antes eran boquerones en conserva, ahora los paquetes son más largos». Entonces vi el sitio donde despachaban. Una chica estaba delante de la cola y repartía unos vales. Otra chica marcaba esos vales en la caja registradora conforme a una lista que tenía en la mano: 20, 25, 27, 20, 25, 25…, siempre sumas pequeñísimas, todas más o menos la misma cantidad. Un chico traía un cajón de madera, del que iba sacando paquetitos blancos, todos iguales, y colocándolos sobre el mostrador.
Quien ya había recibido el vale se trasladaba a la caja (cola dos) y pagaba, y después volvía a la repartidora de la cola uno. A mí me dieron un vale de 20 pfennigs; al entregarlo pregunté lo que había comprado. «Arenques ahumados». Eran dos arenques enanos y dos boquerones recién nacidos. Para eso había hecho cola quince minutos. Siempre que se terminaba un cajón, había una pausa y cundía el pánico en la cola. Pero no se oía (aún) ningún comentario malhumorado. La gente se lanzaba mutuas sonrisas. Medio por ironía, medio (y tres cuartos) para poner de manifiesto su resuelto optimismo y su actitud afirmativa. Las protestas son siempre en secreto. Dominamos el mar del Norte, el poder marítimo de Inglaterra está muy quebrantado debido a nuestros submarinos y a nuestros Stukas[51], somos invencibles. Eso viene todos los días en el periódico, y lo confirman los periódicos españoles, italianos, etc., etc. En el mostrador lateral, me dieron además, efectivamente, gambas.
Dominamos…, eso no, pero todavía no pasamos hambre de verdad, sólo hay escasez: y por tanto podemos seguir así ad infinitum.
No he podido encontrar en ningún sitio una pila para la linterna (¡oscuridad!). Las cerillas ya no se compran en paquetes, sino en una cantidad máxima de cinco cajas.
Natcheff apuesta absolutamente por la victoria de Inglaterra. Dice que Rusia ha firmado un tratado de comercio con Inglaterra, que en el fondo es hostil a Alemania y ha obligado a emigrar de las regiones del Báltico a todos los alemanes (el «traslado de población» que nosotros hemos consignado como punto a favor), que Italia comercia con todo el mundo, que Alemania tiene que atacar y desangrarse o hundirse económicamente. No estoy completamente convencido de que tenga razón en lo que dice. La penuria no es lo bastante grande para que haya un levantamiento contra el enorme poder, la formidable organización y la total falta de escrúpulos del gobierno, la embriaguez de la victoria aún persiste, la frase de Chamberlain: «¡Con este gobierno no se hace la paz!», fortalece justamente a este gobierno, todos piensan en 1918. Los comunistas tampoco tienen por qué quejarse, y los Stahlhelm, etc., no harán una revolución en presencia del enemigo y a instancias suyas.
¿He anotado ya sobre la lengua que lo contrario a la libertad de prensa de la democracia se llama prensa disciplinada? (discurso de Hitler en Dantzig después de la victoria sobre Polonia). Antes, el bolchevismo era enemigo mundial número uno (americanismo); ahora, Inglaterra es enemigo de la paz número uno […]
En todas las traducciones va penetrando la palabra obstinado. En todas las normas para la prensa: «El hombre alemán, el hombre ruso, el hombre americano…». ¿No habría que poner delante de la palabra alemán el artículo neutro? Quien cree en la raza más firmemente que en el espíritu cree en el animal; quien, contra su propia convicción, acata esa ideología se prostituye; por tanto, en cualquier caso: das deutsche Mensch, das, das[52]
Hoy quiero empezar a pasar a máquina el capítulo 6 del Curriculum.
NOVIEMBRE
1 de noviembre, miércoles
El «Cajón secreto», por fin, pasado a máquina. Mañana empiezo con el trabajo preparatorio del capítulo 6. Demasiados impedimentos y falta de tiempo por la obligación de oscurecer, que me deja limitado a la cocina, donde es imposible escribir ni a mano ni a máquina. Eva está metida en la difícil operación de cubrir las numerosas vidrieras de la sala de música. Eso será una ayuda.
La guerra está paralizada. En los periódicos somos cada vez más invictos. La consigna «inmunes al bloqueo» está pasada de moda. Lo último: «El bloqueo alemán superior al bloqueo inglés». Creciente penuria en Inglaterra. – 75% de todos los daños de la guerra naval, del lado inglés. – Cada día, testimonios de periódicos italianos y rusos sobre la invencibilidad alemana. Cada día, «amistad» y «comunes objetivos de paz con Rusia», discursos de Molotov ante el Soviet Supremo, cada día ataques contra la comunidad de intereses entre judíos e ingleses, cada día, el pobre pueblo francés.
Sobre la inmunidad al bloqueo: hay uno, o todo lo más dos rollos de papel higiénico. «Dificultades de transporte».
Cuando un ministro inglés habló hace poco de «dificultades en el transporte de cajones de madera», detrás de esa expresión había un signo de admiración entre paréntesis. (Tener en cuenta la puntuación del Tercer Reich, signos de admiración y entrecomillado.) Sólo tenemos dos cajas de cerillas.
Un comerciante de tabaco me dijo hace poco que él es pesimista, que ya no entiende la política alemana. ¡Rusia! No se fía de ella. «¡Cómo se ríe ese tío!» Se refiere a la fotografía de Stalin y Ribbentrop, en la que Stalin está partiéndose de risa. (Estaba en todos los periódicos después de la firma del pacto.)
[…]
12 de noviembre, domingo
El 8 de noviembre, en la cervecería Bürgerbräu de Múnich, el atentado contra Hitler[53]
[…]
En la noche después de hacerse público el atentado (conocemos a los autores: Inglaterra y, detrás, Judea), yo esperaba la detención, el internamiento en un campo de concentración, hasta el tiro en la nuca. Cuando el 9 por la mañana el comerciante de tabaco me dio el primero la noticia, pese a toda mi filosofía sentí un dolor horrible en el corazón y en el pecho. Hasta ahora, nadie me ha molestado. Lo cual, evidentemente, no quiere decir nada.
El sábado, 4 de noviembre, en casa de los Feder por la tarde a tomar un té de sobremesa. Gente agradable. Él se ocupa de mi asunto del impuesto. Hay que pagar el 25% del impuesto sobre la renta a la Unión de los Judíos del Reich o el 13% a ellos y el 12% a la Iglesia. Así pues, de acuerdo con mi «bigamia confesional» (cf. Curriculum, «Cajón secreto») 12% = 56 marcos (es tanto dinero porque el año pasado me gravaron con impuesto los 1.500 marcos de Georg) a la Iglesia evangélica confesante. El señor Richter, jefe de las finanzas de la «confesante», en la Johann-Georgen-Allee (amable, pelo gris, gordo, parecido al tío Eduard Franke), se queja amargamente de la persecución, que ha arreciado mucho en los últimos tiempos, pero estaba su per giù[54] (lo mismo que Hans Feder) optimista. Eva dijo: «Un paso más en dirección al campo de concentración»; pero creo haber obrado bien. Las comunidades judías de Alemania tienden hoy todas radicalmente al sionismo; y yo lo rechazo exactamente igual que el nacionalsocialismo o el bolchevismo. Liberal y alemán forever.
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Toda la semana pasada he estado releyendo mis diarios (y cartas escritas durante las giras de conferencias). Dos días más para revisar mis artículos de esos años de 1905 a 1912. Y luego trataré de estructurar el enorme material. Me daré por satisfecho si para final de año he conseguido escribir ese capítulo 7, «La profesión a medias». No tengo ni idea de cómo va a ser de largo, a veces me parece que se encoge (¡cosas que se repiten!), a veces que se estira demasiado.
Circular de la Comunidad Judía: en el nuevo listín de teléfonos hay que indicar inmediatamente, bajo pena de sanciones, el nombre adicional Israel. – Gracias a Dios, hace tiempo que ya no tengo teléfono. La tributación sobre los bienes de los judíos ha aumentado de 20 a 25% (pero sólo si los bienes tienen un valor superior a 10.000 marcos). No me concierne, lo mismo que el teléfono. La pobreza también tiene sus ventajas. Ese aumento lo pusieron, por cierto, varias semanas antes del atentado.
21 de noviembre
Semper idem. En el frente prácticamente no ocurre nada. Natcheff dice que en todos los informes de países neutrales y enemigos se difunde como secreto a voces que Hitler quiere atacar y que el mando militar se resiste. – Hay pan y patatas, todo lo demás, de una escasez deprimente. No hay posibilidad de aclararse en cuanto a lo que piensa el pueblo. En el periódico, cada día absoluta seguridad en la victoria.
Lengua. He comprendido por fin hasta qué punto la expresión Verschworene Gemeinschaft [‘comunidad de conjurados’] tiene origen conspirativo y ha de significar justamente lo contrario de conjuración, a saber, la fidelidad al gobierno oficial. – ¿Cómo se ha llegado a la palabra Aufbruch [‘partida, surgimiento’] ?
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Pago ahora la Ayuda Invernal judía, por la «pequeña» (colecta domiciliaria) 5 marcos, por la «grande» 16 al mes. Es increíble para cuánto impuesto dan todavía de sí nuestras cuatro perras (este mes me han pagado 298 de pensión) […] La ayuda «grande» la he pagado personalmente en la oficina de la Comunidad Judía, en la Zeughausstrasse. Ya estuve allí una vez, por lo del traslado irrealizable de Grete. Estoy allí tan preocupado y nervioso que tartamudeo como después de un segundo derrame cerebral. La situación me resulta enormemente embarazosa y desagradable. Por cierto que hay allí muchísimo movimiento, trabaja bastante gente en diversas oficinas, por fuera no se nota que estén abatidos. Y sin embargo seguro que entre todas esas personas no hay una sola que no haya estado ya en prisión, y todos ellos pueden ser detenidos otra vez en cualquier momento. Un pueblo valiente.
28 de noviembre, martes
El martes pasado estuvieron los Feder en casa a tomar el té. Su tranquilo optimismo me hizo bien. La señora Feder contó que en el pueblo hay tendencias monárquicas. La mujer del mercado cubierto le había recitado una poesía bastante larga: bajo el káiser se vivía estupendamente; en la República, con los socialdemócratas aún había asado de cerdo, pero con Goebbels y Ley apenas tenemos un huevo y con Göring ni siquiera un arenque… El final decía: Wir wollen einen Kaiser von Gottes Gnaden / und keinen Anstreicher aus Berchtesgaden [‘Queremos un emperador por la gracia de Dios / y no un pintor de brocha gorda de Berchtesgaden’][55]. Balada popular histórica de la época del Tercer Reich. – También se murmura, dándole gran trascendencia, que un hijo del príncipe heredero «se ha marchado al extranjero».
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Ayer dieron la noticia de que en aguas de Islandia había sido hundido un vapor inglés armado (un «crucero auxiliar», con ocho cañones de cinco centímetros) por acorazados alemanes que prestaban servicio de vigilancia. Los titulares (enormes) anunciaban: «Victoria naval alemana en aguas de Islandia. – Alemania domina el Atlántico norte. – Seguimos diezmando la flota inglesa». Yo sé lo que contienen o lo poco que contienen esas líneas. Pero no sé, por otra parte, si lo sabe también la masa, y lo que realmente no acabo de ver es cómo el bloqueo inglés va a poder poner fuera de combate a Alemania. Estoy de un humor muy cambiante y en conjunto bastante deprimido. Las dificultades cada vez mayores para conseguir comida acaban crispándole a uno los nervios. Es posible, es casi seguro, que esta situación –«en el frente occidental, débil fuego de hostigamiento, pero casi siempre calma »– se prolongue durante años, y no se puede comprender cómo quiere acabar Inglaterra con Hitler ni cómo quiere acabar Hitler con Inglaterra.
El Curriculum avanza cada vez más despacio. Dificultades en parte internas, en parte externas. Hoy empieza otra etapa de sesiones de dentista para Eva. Aumento de dificultades y de gastos, puesto que en la Chemnitzer Platz ya no hay taxis y hay que llamarlos por teléfono desde la Nürnberger Platz. (Escasez de gasolina: han sido suprimidas varias líneas de autobuses, hay menos taxis, y los pocos que circulan están continuamente ocupados. Sobre todo porque, salvo rarísimas excepciones, los coches particulares han sido retirados de la circulación o entregados al ejército.)
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Para podernos llevar a la consulta del doctor Eichler, a la Königsbrücker Strasse, el taxi tuvo que venir por la mañana de la estación de Wettin. Eichler, que es piloto de la Marina, no se mostró muy optimista. «Aún no tenemos suficientes aviones para iniciar un ataque a gran escala. Están construyéndolos a marchas forzadas; los meses de invierno traen a menudo un tiempo muy apropiado para volar». – Pero antes siempre hablaban de la superioridad de Alemania en el espacio aéreo.
DICIEMBRE
9 de diciembre, sábado
Inmediatamente después de la primera visita al dentista, a Eva le salió un absceso molestísimo en la mandíbula. Los dolores más fuertes pasaron pronto, pero se quedó hecha polvo, aún lo está, hoy sigue teniendo muchas dificultades para masticar, y ese guaio la ha dejado físicamente muy debilitada. Estábamos en esta penosa situación cuando nos llegó el golpe, que esperábamos hacía tiempo y que sin embargo nos ha afectado terriblemente.
El lunes estaba yo en la sede de la Comunidad Judía, Zeughausstrasse 3, junto a la incendiada y demolida sinagoga, para pagar mis impuestos y mi Ayuda Invernal. Mucho movimiento: los cupones para el pan de especias y el chocolate han sido eliminados de las tarjetas de alimentación: «a favor de quienes tienen familiares en el frente»[56]. También había que entregar las tarjetas de ropa: los judíos sólo podrán adquirir ropa solicitándola especialmente en la Comunidad. Éstas son las pequeñas cosas desagradables que ya no cuentan. Luego, el funcionario del Partido que estaba allí quería hablar conmigo: «De todos modos se lo hubiéramos notificado uno de estos días, tiene usted que abandonar su casa antes del 1 de abril; puede usted venderla, alquilarla, dejarla vacía: es asunto suyo, con tal de que salga de ella; tiene usted derecho a una habitación. Como su mujer es aria, en la medida de lo posible se le adjudicarán dos habitaciones». Lo dijo con buenos modales, comprendía también en qué lamentable situación nos ponía aquello sin que por otra parte le procurase ninguna ventaja a nadie: la maquinaria sádica nos arrolla, eso es todo. El jueves estuvo aquí, a ver la casa, con el funcionario competente de la Comunidad, Estreicher. Otra vez perfectamente educado y persuasivo: no pueden ustedes seguir aquí, a partir del 1 de enero tienen que ir a buscar todos los víveres a un sitio determinado de la ciudad[57]. Estreicher me dijo que yo hablara de los detalles más concretos con él. Eva mucho más serena que yo aunque el golpe es mucho más duro para ella. Su casa, su jardín, su actividad. Estará como prisionera. Perdemos así también lo último que poseemos, porque alquilar la casa tendría como consecuencia otros chantajes, y si la vendemos nos queda, después de pagar la hipoteca, una suma pequeñísima que pondrán en una cuenta de garantía y que nunca llegará a nuestras manos. ¿Y qué hacer con nuestros muebles, etc.? Además habrá que envenenar al gatito. Eva sigue con la cabeza alta y ya está haciendo planes para el futuro. ¡Una casa de troncos en Lebbin! – Ayer, en la sede de la Comunidad, conversación con Estreicher, que fue muy amable y me dio facilidades. Me marché lleno de ánimos, aunque ese optimismo no duró mucho. En lo esencial, Estreicher dijo que no hiciera nada, que esperara; que él tenía ese asunto bajo control, que lo demoraría lo más posible, casi seguro hasta mayo, tal vez hasta junio, que en cualquier momento podía procurarnos dos habitaciones –y para mayo todavía falta mucho tiempo; todos esperamos… Ese ambiente entre la gente de la Comunidad es lo que me da ánimos. Todos los que trabajan allí han sufrido mucho más que nosotros. La mayoría ya ha estado en campos de concentración, y todos cumplen con su deber con extraordinaria serenidad y energía, y todos confían. Pronto voy a escribir unos apuntes más precisos sobre esta gente, ahora estoy muy cansado. Hoy, y bastante a menudo durante los días pasados, he hecho la compra dos veces, llevar la casa es cada vez más duro, cada vez me llena más la jornada. Poor Curriculum.
A lo más que llego es a leer un poco en voz alta […]
Sobre la lengua tertii ya me han llamado la atención varias veces los catálogos del editor de Logos, Mohr, que ahora publica nuevas obras de derecho (Academia de Derecho Alemán) y de historia. Habrá que leerlos a fondo. – ¿Es Entmachten [‘privar del poder, destituir’] una creación del Tercer Reich? – El intento de dar nombres alemanes a los meses no ha tenido éxito (como tampoco lo tuvo en Francia). – Si noto que ya no me queda tiempo para escribir ese libro de la lengua, podría presentarlo resumido en el último capítulo del Curriculum. Pero seguramente tampoco para esto me quedará tiempo. El corazón está desgastado y se rebela cada vez que voy a la ciudad, cada vez que hago trabajo físico (ayer, al quitar nieve) […]
16 de diciembre, sábado
El domingo pasado, a última hora de la tarde, vino a vernos Berger, el que tiene la tienda de comestibles a la vuelta de la esquina, un hombre muy honrado, no nazi, soldado y suboficial en la guerra mundial. Yo le había contado a su mujer que teníamos que dejar la casa. Y él quiere tomarla en alquiler, por 100 marcos –lo que nos cuesta al mes, y ése es su valor arrendaticio fiscal– e instalar la tienda en nuestra sala de música. Yo dije in nuce: De acuerdo si no cambia nada antes del 1 de abril y si él la alquila solamente el tiempo que dure el régimen –(Él: «Quizá hasta mañana, la indignación es grande por todas partes, quizá veinte años»)– y si se encarga de cuidar bien el jardín. En eso quedamos.
De las nuevas tarjetas de racionamiento nos han recortado y quitado todos los cupones extraordinarios. Sin embargo, esos cupones extraordinarios de carne, grasas, etc., están ya equilibrados mediante la reducción de otras raciones (por ejemplo, más mantequilla = menos margarina). De modo que nos han reducido muchísimo. El éxito: Vogel me da a escondidas una tableta de chocolate tras otra, y el carnicero escribe al dorso de un resguardo: «Para Navidad le hemos reservado una lengua de ternera» […]
La palabra Einstellung [‘posición’], ¿desde cuándo?, tiene carácter técnico, existía seguro ya antes del Tercer Reich, pero ahora está de moda. Por otra parte se trabaja ahora también mucho con Weltanschauung [‘cosmovisión’]. En cuyo lugar aparece en los últimos tiempos Vorsehung [‘Providencia’].
Para el Curriculum, aún más que para el Siglo XVIII, tengo que tener siempre en cuenta lo siguiente: no hay revolución triunfante sin idea. ¡Sin duda alguna! Pero igual de indudable es esto: la idea no hace la revolución, sino que es la necesidad la que la hace estallar. Y una vez en acción, se separa de la idea.
24 de diciembre, domingo tarde
Eva está adornando el árbol con el que vine cargado ayer hasta aquí: ¡tres salidas a comprar en un día! Pero ella está aún más deprimida que yo. Estamos los dos, por decirlo así, in extremis. Si no viene un cambio antes de que nos echen de la casa, estamos desde luego perdidos, o casi. ¿Y si antes del 1 de abril…? Pese a todo, esta Navidad no es tan deprimente como la pasada. Entonces había paz, los países occidentales parecían haber capitulado definitivamente, Hitler, instalado por un tiempo indefinido. Y ahora, se va a decidir la partida y tiene que decidirse contra Hitler. Para nosotros, se trata del «cuándo». Las últimas semanas, a pesar de todas las victorias que proclaman los periódicos, parece que han sido muy malas para Hitler. Primero la «victoria naval» e inmediatamente después la autodestrucción del Admiral Spee[58], después el autohundimiento del Columbus[59] de la compañía Lloyd. Pero sobre todo: la gran advertencia de no oír las «venenosas y corrosivas mentiras» de las emisoras extranjeras, con las siguientes sentencias disuasorias: dos años y medio de trabajos forzados para una familia entera de Dantzig, un año y tres meses para varias personas de Wurttemberg y de Renania. Y la horrible ignominia del telegrama de Hitler a Stalin, felicitándolo por su sexagésimo aniversario. Y las protestas y los insultos a países neutrales que antes eran amigos nuestros y a los que teníamos que proteger contra Inglaterra. – También hemos tenido por varios lados muestras de creciente descontento; no quiero fiarme de ellas pero se van sumando. Eichler, el dentista, cuenta que todo había estado preparado para la ofensiva pero que en el último instante hubo contraorden. Los Feder, anteayer en casa a tomar el té, hablan de descontento en el ejército. Ayer vino Michel Scholze, de Piskowitz: entre los sorabos, dice, «todo el mundo» oye la radio extranjera (¡en las aldeas!), la moral en el ejército y en la marina es baja, cuentan con un golpe militar para la primavera, corre la voz de que a Fritsch no lo mataron a las puertas de Varsovia las balas de los polacos. (Pero hay algo que me pone sobre aviso: los sorabos son católicos y eslavos y, por eso, están en oposición, y Michel Scholze ya hace años que apostaba en vano por el ejército.) Sensibilidad popular: ayer, Berger, el tendero: ¿No tiene usted cupones para cosas dulces? ¡Aquí tiene usted una caja de bombones! Berger, indudablemente, me vende la caja y confía en que le alquile mi casa. Y sin embargo… Y hoy, no guiada por interés alguno, valiente y verdaderamente conmovedora: la señora Maria Häselbarth –he olvidado su apellido de soltera–, antigua alumna mía del PI, ahora casada con un asesor jurídico, tienen una casa aquí en la calle Kirschberg, ella me traía desde septiembre mis tarjetas de racionamiento, conoce nuestra situación, hemos conversado varias veces. Así que hoy se presenta y dice que, como a nosotros nos han quitado una serie de cupones y ella tiene mejor posición debido a sus tres hijos, me trae unos regalos de Navidad. A saber: dos grandes filetes de ternera, un huevo, una lata de sucedáneo de miel, una tableta de chocolate, dos panes de especias, un par de calcetines, dos latas de leche y medio litro de leche entera a granel. Además, un estudio recién publicado de Reinhold Schneider[60]: La ética de Corneille. Eva y yo estábamos realmente emocionadísimos. Qué época increíble. ¡Ésos son los regalos para un profesor de universidad! Una manifestación de valentía y un testimonio de oposición. Es un síntoma importantísimo del ambiente general. Le regalé a mi vez el Germinal[61] y, con la dedicatoria «agradecido de corazón», el libro sobre Wilbrandt[62]. Ella no había oído nunca ese nombre. Yo quería regalarle el Corneille[63], pero ya lo tenía. Eva quiere hacerle una chaqueta de lana a ganchillo para fin de año y enviársela, yo añadiré un libro. Con esa mujer he hablado con toda franqueza: «Él está perdido sin remedio, está a merced de sus enemigos. En cuanto a nosotros: éstas son nuestras últimas malas Navidades o, simplemente, nuestras últimas Navidades». Para el último capítulo del Curriculum hay que utilizar con todos los detalles el asunto Häselbarth. Tal vez sea yo en él distributor gloriae. Tengo que anotar también cómo andaba la gente a la caza de alcohol, casi siempre en vano. Personalmente, gracias a Vogel y a otros diversos esfuerzos, he podido conseguir bastantes cosas. 73 marcos de Natcheff han sido una buena ayuda.
Nochevieja, domingo
Esta Navidad y este día de San Silvestre estamos claramente en peor situación que el año pasado, es inminente la pérdida de la casa. Sin embargo estoy de mejor ánimo que entonces; ahora hay movimiento, y entonces todo estaba estancado. Estoy convencido ahora de que el nacionalsocialismo se derrumbará el año que viene. Tal vez sea también nuestro final, pero él se acabará, y con él, del modo que sea, el terror. Por otro lado, ¿podremos salvar la casa y el gato? – Estos días hemos encendido todas las noches nuestro bonito árbol de Navidad y hoy también lo haremos.
En cuanto a escribir, en el fondo puedo estar satisfecho de 1939: 200 páginas a máquina del Curriculum, muy compactas, están terminadas, 6 capítulos y 3/4.
Me obligo a vivir con una mezcla de esperanza y no-pensar-en-ello. Hacer lo necesario día tras día, punto por punto: las compras, la comida para nosotros y para el gato, leer en voz alta y escribir un poco.
Eva le ha enviado en agradecimiento a la señora Häselbarth una chaqueta a ganchillo de confección propia, yo adjunté el Epigrama de Gottfried Keller[64]. La señora Häselbarth mandó decirnos a través de nuestra señora de la limpieza, que tartamudeaba, lo siguiente: que no nos preocupásemos demasiado por la casa, que tal vez –ella lo sabía de fuentes bien informadas– «no fuese necesario». Asimismo, Vogel me dijo el otro día: «Para abril falta mucho, hasta entonces pueden ocurrir taaantas cosas…». ¿Es hablar por hablar o cuenta la gente con un levantamiento? En cualquier caso, una Nochevieja como en la trinchera. Di doman…[65]
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Los pogromos de noviembre de 1938 creo que han causado menos impresión en el pueblo que la supresión de la tableta de chocolate navideña.