CALIBAN

Robert Silverberg

Robert Silverberg ha escrito tantas novelas famosas de ciencia ficción que ha llegado a eclipsar su propia celebridad como autor de relatos cortos. En la actualidad se le considera uno de los mejores escritores del género y muestra de ello es que al publicarse los cuentos antológicos del año han elegido dos cuentos suyos.

El primer seleccionado es la historia de un monstruo, un hombre imperfecto en un mundo perfecto y la atracción que ejerce sobre sus antagonistas.

Todos han cambiado su rostro por un tipo estándar. Es la última cosa que no debe confundirse con la última Cosa. La última Cosa soy yo. El último capricho, la última moda para ellos consiste en cambiarse la faz según un modelo estándar, No tengo idea de cómo lo han conseguido, pero creo que es genético, con el RNA, el DNA, el NDA, sólo que retroactivo. Todos salen con el cabello rubio y rizado y luminosos ojos azules. El rostro ovalado de facciones puras con los pómulos salientes, un hoyuelo en la barbilla y los labios delgados cuyas comisuras se curvan hacia arriba con una sonrisa irónica. Incluso los negros: labios finos, ojos azules, cabello rubio y rizado y piel sonrosada. Todos parecen iguales en el dulce mundo Arianizado. En todo nuestro planeta. Excepto yo. Yooo.

Soy imperfecto. Estoy mancillado. Soy implacable. Soy la última Cosa.

Louisiana me dijo:

—¿Quieres copular conmigo? Eres tan extraño, tan hermoso, ¡oh, cómo te deseo, ser extraño de un tiempo extraño! Mis orificios son tuyos.

Era una oferta considerada. Reflexioné un rato, creyendo que tal vez intentaba complacerme. Por último, le comuniqué que aceptaba y fuimos a un copulatorio público. Louisiana es más alta que yo y su cabello, un torrente de hebras de oro. Tiene los ojos azules, el rostro largo de facciones puras y aparenta unos veintitrés años. En el copulatorio se quitó la ropa y quedó desnuda ante mí. Aquel día llevaba el pelo del pubis dorado y su vientre era liso y terso. Tenía los senos redondos, ligeramente estirados y los pezones muy pequeños.

—¡Ánimo, deshazte de tu ropa!

Le respondí que tenía miedo porque mi cuerpo era feo y ella se burlaría de mí.

—Tu cuerpo no es feo. Tu cuerpo es raro pero no feo.

—Mi cuerpo es feo —insistí—. Tengo las piernas cortas y curvadas hacia fuera y músculos abultados en los muslos, y todo yo estoy cubierto de vello negro como un mono; y en el vientre tengo una repugnante cicatriz.

—¿Una cicatriz?

—Cuando me extirparon el apéndice.

Aquel dato la excitó aún más. Los pezones se le levantaron y el rostro le llameaba.

—¿Tú apéndice? ¿Te quitaron el apéndice?

—Sí, cuando tenía catorce años, y me ha quedado una asquerosa cicatriz roja en el abdomen.

—¿Qué año era cuando tenías catorce?

—Creo que fue en 1967.

Se echó a reír, palmoteo y empezó a bailar por la habitación. Los pechos le saltaban arriba y abajo pero pronto quedaron cubiertos por el largo y sedoso cabello; sólo sobresalían las puntitas de los pezones, como capullos.

—¡1967! —exclamaba—. ¡Catorce! ¡Te quitaron el apéndice! ¡1967!

Después se me acercó.

—Mi abuelo nació en 1967. ¡Qué viejísimo eres! ¡El padre de mi padre hélice por parte contramolecular! No advertí que eras tan viejo.

—Viejo y feo —asentí.

—Feo no, sólo extraño —respondió.

—Extraño y feo. Extrañamente feo.

—Nosotros pensamos que eres hermoso. ¿Te quitas la ropa de una vez? No sería agradable copular con la ropa puesta.

—Aquí me tienes —y me mostré ante ella sin reservas. Las piernas torcidas, el pecho peludo, el vientre con cicatrices, los hombros abultados, el cuello corto. Si había visto mi cara deforme también podía contemplar mi cuerpo mal conformado. Si eso es lo que quiere.

Se arrojó sobre mí jadeante y con dulces gemidos.

¿Cómo era Louisiana antes del cambio? ¿Tenía el cabello fibroso y deslucido, los labios gruesos, la nariz ganchuda, las cejas negras y pobladas, sin barbilla, el aliento fétido, un pecho mayor que el otro, los pies planos, los dientes torcidos, vello negro en torno a los pezones, el ombligo abultado, muchos hoyuelos en las nalgas, los muslos flacos, varices en las pantorrillas y orejas prominentes? ¿Le administraron el tratamiento homogeneizado hasta convertirla en esa divina criatura que es hoy? ¿Cuánto tardó en producirse la metamorfosis? ¿Cuánto costó? ¿Subvencionó el estado el proceso? ¿Estaban involucradas las grandes corporaciones? ¿Cómo gestionan este tema los países socialistas? ¿Existía alguien que no tenía interés en que lo cambiasen? Tal vez Louisiana nació así. Quizá su belleza es natural. En toda sociedad siempre hay unos cuantos cuya hermosura es natural.

El Dr. Habakkuk y el senador Mandragore me interrogaron durante largo rato en el Palacio de los Espejos.

Cuadro 2. SUSTITUCIONES DE AMINOÁCIDOS

EN ANTIBIÓTICOS POLIPÉPTIDOS

Familia de antibióticos

Composición principal en aminoácidos

Sustitución

Actinomicina

D-Valine

L-Proline

D-Alloisoleucina

4-Hidróxido-L-proline

4-Keto-L-proline

Sarcosina

Ácido pipecólico

Acetidina-2-ácido carboxílico

Bacitracina

Botromicina

Gramicidina A

Ilamicina

Polimixina

L-Valine

L-Proline

L-Leucina

N-Metil-L-leucina

D-Fenilalanine

L-Isoleucina

L-Isoleucina

3-Temil-L-prolina

L-Isoleucina

N-Metil-L-y-formilnorvalina

D-Leucina

L-Leucina

Quinoxalina antibiótico

Esporidesmolides

Tirocidina

N-Metil-L-valine

D-Valine

L-Fenilalanina

D-Fenilalanina

N-Metil-L-isoleucina

A-Alloiseleucina

L-Triptofan

D-Triptofan

Vernamicina B

D-Alanina

D-Butirina

Me colocaron sobre la cabeza una cúpula de plástico verde para grabar todo lo que decía con la intensidad y el matiz requeridos.

—Háblanos —me decían—. Nos fascina tu antiguo acento. Nos cautivan tus olores primitivos. ¿Te das cuenta de que eres el único representante de la pesadilla de la que nos hemos despertado? Háblanos de tu civilización tan brutalmente competitiva —decía el senador—. Descríbenos con todo detalle el hediondo ambiente. Define la naturaleza de la rivalidad nacional. Compara y contrasta los métodos de los discursos políticos en la Unión Soviética y en los Estados Unidos. Danos tu análisis de las implicaciones sociológicas del primer viaje a la Luna. ¿Te: gustaría ver la Luna? ¿Te podemos ofrecer alguna droga psicodélica? ¿Te satisface sexualmente Louisiana? Te consideramos un tesoro espiritual único. Relátanos el ayer, los recuerdos de antaño mientras te escuchamos extasiados.

Louisiana afirma que tiene ochenta y siete años. ¿Puedo creerlo cuando posee una lozanía como la de la flor de la edad? Pero ella sostiene:

—No, tengo ochenta y siete años. Nací exactamente el 11 de marzo de 2022. ¿Te deprime o asusta mi edad? Mira qué tersa es mi piel, qué dientes tan deslumbrantes. ¿Por qué estás tan preocupado? Después de todo soy mucho más joven que tú.

Cuadro XIX

POSIBILIDADES MENOS PROBABLES PERO IMPORTANTES

  1. Inteligencia artificial «verdadera».
  2. Uso práctico de fusión ininterrumpida para producirneutrones y/o energía.
  3. Desarrollo artificial de nuevos miembros y órganos (sea in situ o para trasplantes posteriores).
  4. Superconductores de temperatura ambiental.
  5. Mayor empleo de cohetes para transportes comerciales y particulares (terrestres y extraterrestres).
  6. Tratamiento químico y biológico garantizado para casi todas las enfermedades mentales.
  7. Control casi completo de cambios marginales hereditarios.
  8. Muerte aparente (durante años o siglos).
  9. Ejercicios prácticos con un límite de fuerza casi «teórico».
  10. Conversión de mamíferos (¿humanos?) en respiradores branquiales.
  11. Imposición en bancos conducida por la memoria humana.
  12. Aumento ordenado de la capacidad mental humana por conexión mecánica y eléctrica del cerebro con un computador.
  13. Mayor rejuvenecimiento y/o aumento importante del vigor y duración de la vida de 100 a 150 años.
  14. Control químico o biológico del carácter y la inteligencia.
  15. Amplio uso de aceras movibles para el transporte local.
  16. Sólidas instalaciones Lunares y planetarios para ser habitadas.
  17. Fuerza eléctrica disponible para menos de 0,3 milésimas por kilowatio/hora.
  18. Verificación de ciertos fenómenos extrasensoriales.
  19. Ingeniería planetaria.
  20. Modificación del sistema Solar.
  21. Prácticas en laboratorio de concepción y nutrición de fetos (¿humanos?)
  22. Elaboración de una droga equivalente al soma de Huxley.
  23. Una tecnología equivalente a la telepatía.
  24. Cierto control directo del proceso del pensamiento individual.

Comprendo que en ciertos casos la consecución de un gran cambio supone una cirugía complicada. Trasplantes de córneas y modificaciones de la estructura facial. Cambios de órganos; entre ellos no duran mucho tiempo, pues constantemente cambian segmentos de ellos mismos por otros nuevos y más modernos. Me contaron que entre ciertos grupos avanzados es corriente el uso de miembros con forro interno mecánico, a fin de poder conectar nuevos brazos y piernas con un mínimo de molestia. Estamos en una era realmente asombrosa. No obstante, parece que las mujeres copulan al viejo estilo: separan los muslos, levantan las rodillas, se echan sobre el costado derecho, flexionan la pierna izquierda sobre el hombre con las rodillas ligeramente dobladas, etc., etc. Uno pensaría que podrían haber inventado algo nuevo, pero quizá las posibilidades de innovación en la esfera erótica no sean muy amplias. ¿Me permiten una sugerencia? ¿Qué sucedería si una mujer se desconectara los brazos y las piernas y presentara al hombre Solamente el torso? ¡Qué indefensa! ¡Cuan vulnerable! ¡La quintaesencia de la feminidad! Lo discutiré con Louisiana. No obstante, tengo la suerte de que sus brazos y piernas no se desprenden.

El primer para-miércoles de cada mes, el teniente Hotchkiss me da lecciones de cómo se respira en el agua. Vamos a uno de los subniveles más hondos del Extravagance BuildIng, donde hay una piscina especial hiperoxigenada para uso exclusivo de los principiantes. Tiene forma circular y no es muy profunda. El agua destella como ópalo. Por lo general, las piscinas están repletas de niños, pero el teniente Hotchkiss me da lecciones particulares, porque soy demasiado tímido para mostrar mi cuerpo. Cada lección es casi igual a la anterior. El teniente Hotchkiss desciende por la rampa que conduce a la piscina. Es más alto que yo y tiene el cabello dorado y los ojos azules. A veces me cuesta distinguirlo del Dr. Habakkuk o del senador Mandragore. Durante una conversación fortuita me confesó que tenía noventa y ocho años y, por lo tanto, no era contemporáneo de Louisiana, aunque ella me insinuó en varias ocasiones que en tiempos pasados le había permitido fertilizar sus óvulos. Lo dudo, ya que la reproducción es totalmente insólita en esta zona, y, ¿qué probabilidades hay de que se lo permitiera más de una vez? Se imagina, eso creo, que contándome esas cosas estimula en mí la pasión de los celos, puesto que no ignora que los primitivos estaban sujetos a ellos. Insensible a todo este asunto, el teniente Hotchkiss entra en el agua. Ésta le cubre el ombligo, el ancho pecho lampiño, el cuello, la barbilla, las sensibles y finas ventanillas de la delicada nariz. Se sumerge y nada por el fondo de la piscina. Veo resplandecer su dorado cabello a través del agua opalina. Permanece sumergido unos ocho o quizá hasta doce minutos; saca las manos de vez en cuando por la superficie y las agita para indicarme dónde se encuentra; luego, emerge. El agua le chorrea de la nariz pero no se halla en absoluto falto de aliento. Ahora, vamos, me dice, hazlo tú; es tan fácil como parece, y me hace señas para que vaya a la rampa. Me asegura que cualquier niño puede hacerlo; es sólo cuestión de dominio y decisión. Sacudo la cabeza. No, la modificación genética tiene mucho que ver, mis pulmones no están dotados para respirar dentro del agua, aunque sí los vuestros. El teniente se limita a reír. Animo, entra en el agua, y yo bajo por la rampa. ¡Cómo reluce el agua! Me llega al ombligo, al pecho velludo y negro, la garganta, la barbilla y las ventanillas carnosas de mi ancha nariz. En el agua los pulmones me pesan como plomo. Me arrojo exhausto sobre el suelo de mármol y grito. ¡No, no, no, es imposible! El teniente Hotchkiss se planta ante mí. Su cuerpo es perfecto. Me dice: tienes que cultivar la postura adecuada. La mente es la que lo decide todo. Pensemos algo más positivo para respirar debajo del agua. ¿No te das cuenta de que es un gran paso hacia la evolución: uno de los más sublimes que distinguen nuestra especie de los pitecántropos australes? ¿No quieres formar parte del gran salto hacia adelante? ¡Arriba, ánimo! Prueba otra vez. Piensa siempre de un modo positivo. Fija en tu mente la diferencia que existe entre tú y nuestros bestiales antepasados. Entra. Entra. Entra. Y yo entro en el agua. Momentos después, salgo del agua como un rayo, tosiendo, medio sofocado, farfullando. Esto se repite el primer para-miércoles de cada mes. Siempre igual.

Cuando hablas por teléfono y de pronto se corta la comunicación, ¿no piensas que la persona que está al otro lado del hilo puede creer que has colgado? ¿Sospechas que es ella la que ha colgado? Esos problemas aquí no se conocen. Esta gente hace poquísimas llamadas telefónicas. En esta era nos encontramos por encima de la mera comunicación, observa Louisiana.

A través de mis ojos esta gente contempla su deslumbrante y plástica época con una lógica perspectiva histórica. La ven en presente, siempre el mismo. Para mí es el futuro y por lo tanto soy yo el verdadero paraláctico; puedo decir: antes era así y ahora es asá. Aprecian mi talento; me conservan como un tesoro. Me dicen lo mucho que admiran mi asimetría y me hacen muchas preguntas: la mayoría sobre su propia era en lugar de la mía. Preguntas tales como:

¿Te tienta la muerte aparente?

¿Fue abrumadora la fusión nuclear por las consecuencias que podía acarrear?

¿Puedes describir de forma adecuada la interconexión del cerebro con un computador como experiencia extática?

Hago lo que puedo para contestar a sus preguntas. A veces, representa un esfuerzo agotador para conseguir que tengan sentido pero me afano en lo posible. Me pregunto si no les valdría más interrogar a un hombre de Neanderthal o a uno de esos pitecántropos australes del teniente Hotchkiss. Quizá no soy lo bastante primitivo; sin embargo, poseo mi propio carisma.

A lo largo de la costa oriental de los Estados Unidos se ha encontrado una abundante variedad de miembros del nuevo reino animal Gnathostomulida, recién descubierto en Europa.

Se han clasificado dos millones de razas, pero la proporción que recogen las nuevas estadísticas señalan que esos dos millones sólo son un cincuenta por ciento de las especies existentes en la Tierra. El incremento de las nuevas especies de aves (8.600 conocidas) ha descendido a menos del 0,3 por ciento en un año, pero en muchos otros órdenes (por ejemplo, los Turbellaria, con 2.500 especies conocidas), el aumento de la proporción indica que ese género no determinado, totaliza seguramente más del ochenta por ciento. Aunque sólo se han precisado la mitad de las razas de animales existentes, ya se conocían el ochenta por ciento de las familias, el noventa y cinco por ciento de los órdenes y casi todas las razas de animales. Por tanto, sería insólito un nuevo reino animal.

El primer día fue para mí espantoso. Vi uno, con un rostro-terso y de buen aspecto y lo acepté, pero luego entró otro la habitación para darme una inyección y era exactamente igual al primero. Gemelos, pensé, mis médicos son gemelos.

Mas después llegó un tercero, y un cuarto y un quinto, todos con la misma cara. Imaginen mi desazón. Yo, con mi nariz deforme, los dientes desiguales, las cejas que se juntan en medio de la frente, las mejillas carnosas picadas de viruelas, acostado bajo esa asamblea de la perfección. Les aseguro que me sentía fuera de lugar, Antes, jamás me había preocupado mi aspecto —pues en un mundo imperfecto todos tenemos nuestras propias imperfecciones—, pero estos bastardos no tenían defectos, y para mí resultaba duro aceptarlo. Pensé que era inteligente y les dije: Todos sois múltiplos del mismo modelo genético, ¿verdad? Los adelantos modernos en la medicina han hecho posible un duplicado infinito de investigación genética y los cinco pertenecéis a una partenogénesis, ¿no es cierto? Y varios respondieron, no, no es éste el caso, en realidad, no tenemos ninguna relación, pero en la última meta-semana decidimos unificar nuestro aspecto según la moda actualizada. Y tres o cuatro más entraron en mi dormitorio ara echarme una mirada.

Al principio no cesaba de repetirme: En el país de los hermosos el feo es el rey.

Louisiana fue la primera mujer con la que tuve relaciones sexuales. Acudíamos a menudo a los copulatorios públicos. Se excitaba con facilidad, apasionadamente, pero su amiga Calpurnia me informó, unos meses después,-que Louisiana tomaba drogas que inducían al orgasmo antes de copular conmigo. Le pregunté a Calpurnia el motivo y quedó un tanto confusa. Consternado, me desnudé y me eché sobre ella. Gritaba: ¡Sí, fuérzame, viólame! Los extremados espasmos de Calpurnia me asombraban. Al día siguiente, Louisiana me preguntó si me había fijado en que Calpurnia ingería una pequeña cápsula púrpura antes del coito. El rostro de Calpurnia es idéntico al de Louisiana, pero tiene los pechos más separados. También he sostenido relaciones sexuales con Helena, Amniota, Drusilla, Florinda y Vibrissa. Antes de cada episodio amoroso les pregunto el nombre para evitar confusiones.

Al anochecer programaron una hora de lluvia roja y verde y pregunté al senador qué medios había empleado para traerme a esta era. ¿Por transporte corporal a través del tiempo o sea, por elevación física de mi ser desde el entonces hasta el ahora? O bien, ¿mi cuerpo estaba muerto y me habían conservado en una cámara frigorífica para que esta gente lo resucitara y restaurase? ¿Soy quizás una reconstrucción genética total, modelada con unos cuantos fragmentos de viejo tejido somático hallado en una urna barroca? Posiblemente sólo soy una interpretación fingida y estilizada del hombre del siglo XX, producida por un computador programado por un inteligente y amable guía. ¿Cómo lo hizo, senador? ¿Cómo fue? La lluvia cesó, dejando en los baches elegantes charcos de matiz borroso.

Caminando del brazo de Louisiana por la Avenida Venus, me pareció ver a un hombre con un rostro semejante al mío. Sólo lo vi un instante: una cara oscura, de cejas pobladas, mejillas peludas y entre los fuertes hombres sobresalía una cabeza de aspecto agresivo. De pronto, desapareció tras una esquina. Louisiana opina que tomo un exceso de alucinógenos. Acudimos a un cine submarino y ella nadaba debajo de mí como un pez dorado agitando resplandores de los globos de su grupa.

Esto es una prueba del aumento de la capacidad mental, indicó Vibrissa. Voy a demostrarte lo que alcanza la capacidad humana. Léeme cualquier pasaje de Shakespeare, elígelo tú y luego lo repetiré palabra por palabra seguido de un análisis del tema. ¿Lo probamos? De acuerdo, asentí, y puse con suavidad la uña del índice sobre el cubo de Shakespeare, se formaron las palabras que yo recité en voz alta: a lo que el hombre se atreve, yo me atrevo; acércate como el feroz oso ruso, el armado rinoceronte o el tigre persa. No adoptes otra forma y mis firmes nervios jamás temblarán. Vibrissa repitió al instante aquellas líneas sin equivocarse, brindándome acotaciones desde Séneca a Strindberg. Aquello me impresionó profundamente, aunque yo nunca he sido lo que se llama un intelectual.

El día de la prueba de patinaje sobre hielo, distinguí con absoluta claridad, sin lugar a duda, dos individuos que se me parecían. ¿Han importado otros seres de mi raza para diversión suya? En tal caso, me ofendo. Protejo y mimo mi condición de único.

Le pedí al Dr. Habakkuk que me transformase de acuerdo con las normas faciales de su sociedad. Hágame un trasplante, manipulación genética, lo que quiera. Deseo tener el cabello ubio, los ojos azules y las facciones clásicas. Quiero ser como usted. El Dr. Habakkuk sonrió afablemente y sacudió su juvenil cabeza dorada. No, discúlpenos, pero nos gusta como es.

A veces sueño cómo era mi vida antes. Pienso en los automóviles, el pastrami, la declaración de impuestos, la flor de la maravilla, las pápulas, las hipotecas y el producto nacional bruto. Asimismo me complazco en los recuerdos de la infancia; y en mis padres, mi esposa, mi dentista, mi hija pequeña, mi despacho, mi cepillo de dientes, mi perro, mi paraguas, mi cerveza predilecta, mi reloj de pulsera, mi interfono, mis vecinos, mi gramófono, mi ocarina. Todo ha desaparecido. Al frotar mi carne contra la de Drusilla en el copulatorio, me pregunto si es quizás una de mis descendientes. Debo tener descendencia en alguna parte de esta civilización y, ¿por qué no ella? Me pide que realice un acto de perversión oral y le explico que me resultaría imposible complacerme en tales cosas con mi propia nieta.

Creo que, en general, estoy muy tranquilo, teniendo en cuenta la extraordinaria tensión a que me somete la naturaleza de esta experiencia. Todavía me noto incómodo ante los demás, debido a mi aspecto, pero intento olvidarlo. Muchas ¡veces, voy desnudo como ellos. Si no les gusta mi cuerpo velludo o mis miembros desproporcionados, que aparten la vista.

Algunas veces eructo o me rasco debajo del brazo, o hago otras cosas primitivas que les recuerdan que soy un auténitico hombre de la antigüedad. Ahora, nadie duda de que tengo imitadores; cinco, por lo menos. Calpurnia lo niega, pero no soy idiota.

El Dr. Habakkuk anunció que iba a tomarse unas vacaciones en los Cárpatos y no regresaría hasta el 14 del sustituto de junio. Mientras tanto, el Dr. Clasp me atiende. Dicho doctor entró en mi habitación y observé su asombroso parecido con el Dr. Habakkuk. Me preguntó qué deseaba y le contesté que me operase para ser como todo el mundo. Estoy harto, le dije, de parecer bestial y primitivo. Con gran sorpresa por mi parte, el Dr. Clasp sonrió con afabilidad y me respondió que lo dispondría todo en seguida para mi transformación, aunque violaba sus principios acerca de que cualquier organismo sufriera sin necesidad. Me llevaron a la sala de operaciones y me administraron un anestésico de sabor agrio. Por lo visto me desperté en seguida y me condujeron a una bóveda llena de espejos para que me contemplase. Tal como había solicitado, me habían reestructurado igual que ellos: cabello rubio, ojos azules y un cuerpo ágil y esbelto además de un rostro de facciones simétricas. El Dr. Clasp entró al cabo de un rato y se detuvo a mi lado: podríamos ser gemelos. ¿Qué le parece, le gusta? Las lágrimas se agolparon en mis ojos y le contesté que era el momento más maravilloso de mi vida. El Dr. Clasp me dio un golpecito en la espalda y exclamó jovialmente: Mire, yo no soy el Dr. Clasp sino el Dr. Habakkuk, y nunca fui a los Montes Cárpatos. Este episodio ha sido una faceta de nuestro análisis, siguiendo la pauta de sus respuestas.

Louisiana se asombró al ver el cambio operado en mi persona. ¿Eres tú, de veras? Te lo demostraré, le contesté y la monté con mi antiguo impulso prehistórico, jadeando y mordiéndole los pechos, pero se desprendió de mí con un hábil tirón de la pelvis y salió corriendo de la habitación. Nunca más me volverás a ver, gritaba, pero yo me encogí de hombros y le contesté; ¿Y a mí qué me importa? Puedo tener muchísimas como tú. En efecto, nunca más la volví a ver.

Cuadro I

COMPOSICIÓN DE DIETA ISOCALÓRICA

Sustancia Composición
Harina de cebada 70,0
Menudillos finamente cortados 20,0
Extracto de soja 7,5
Sal 0,5
Piedra caliza molida 0,5
Harina de huesos esterilizados 1,0
«Eves» Nº 32 (muy digestivo) 0,25

Actitudes probables al descubrir que a uno lo han arrancado de su exacta matriz cultural:

  • a) Temor
  • b) Indignación
  • c) Incredulidad
  • d) Incertidumbre
  • e) Agresividad
  • f) Retirada
  • g) Impulsos masturbatorios
  • h) Indiferencia
  • i) Recelo
  • j) Ninguna de éstas.

Ahora todos han vuelto a cambiar al nuevo modelo. Sucedió gradualmente en unos meses, pero la transición ya ha terminado. Las cejas pobladas, las mejillas marcadas de viruelas, el pecho velloso. Es lo último que se lleva. Camino por las calles atestadas y por dondequiera que vuelvo la vista veo rostros que reflejan mi antigua asimetría. Sólo yo no soy asimétrico y nunca más lo seré. Soy simétrico y perfecto y soy el único. No encuentro al Dr. Nabakkuk y el Dr. Clasp se fue a los Pirineos. El senador Mandragore quedó aniquilado en la primera prueba, así que debo quedarme hermoso entre ellos. Todos son iguales: labios gruesos, dientes desiguales, narices de porra. ¡Cómo los desprecio! Yo soy el único rubio y todos se burlan de mí por su metamorfosis. Todos se ríen de mí. De Mííí.