De: Alessandro Baldi

A: W.Jeffers@st-able.usa

Asunto: Lo que ocultan los cuadros

Querido profesor:

Me ha costado lo indecible conseguir el material necesario para hacer la radiografía de los cuadros. Pues, como debe de suponer usted, ese tipo de instrumental no forma parte del equipamiento habitual de las brigadas criminales italianas.

Sin embargo, finalmente he conseguido un aparato de bolsillo como los que utilizan a menudo los coleccionistas de arte, y que combina de maravilla la técnica de la reflectografía infrarroja con la de la fluorescencia ultravioleta. Gracias a él he podido examinar, con total discreción, los cuadros de la Scuola di San Rocco.

Usted es la única persona que conoce el secreto, pues he pedido a la conservadora, sin darle demasiadas explicaciones, que me dejara a solas en el museo mientras el guardián de la Scuola se encargaba de impedir la entrada de visitantes mientras yo realizaba mi investigación.

Por desgracia, después de examinar no menos de veintiséis telas, mis hallazgos, que sin duda serían de interés para un historiador del arte, no me han aportado nada que haga avanzar mi investigación.

Solo he visto esbozos y dibujos preparatorios que no pueden contemplarse a simple vista, contornos de personajes o incluso de animales que luego no se conservaron en la versión final que hizo el artista; ningún descubrimiento, en cualquier caso, que hubiera podido poner en peligro la vida de Edith Deville o de los profesores Darmington y Zampiero.

Así que, una vez más, estoy de nuevo en el punto de partida; los cuadros no han querido entregarme su secreto.

Cordialmente,

A. B.