Escucha, oh Hijo de Albión, las palabras proféticas:
Laméntate y entristécete, porque el dolor asuela Albión en tres frentes. El Rey de Oro tropezará en su reino con la Roca de la Contienda. El Gusano de ardiente aliento reclamará el trono de Prydain; Llogres se quedará sin señor, pero Caledon se salvará. La Bandada de Cuervos acudirá en tropel a sus umbrías cañadas, y el graznido será su canción.
Cuando la luz de los derwyddi se apague y la sangre de los bardos reclame justicia, los Cuervos extenderán sus alas sobre el bosque sagrado y el montículo sacrosanto. Bajo las alas de los Cuervos se instalará un trono. Sobre ese trono, un rey con una mano de plata.
En el Día de la Lucha, las raíces y las ramas se intercambiarán los lugares, y el fenómeno será considerado una maravilla. El sol se apagará como el ámbar, la luna esconderá su faz: la abominación contaminará la tierra. Los cuatro vientos se pelearán entre ellos con ráfagas terribles; el estruendo se oirá hasta en las estrellas. El Polvo de los Antepasados se alzará hasta las nubes; la esencia de Albión se dispersará y desgarrará en la lucha de los vientos.
El mar se levantará con potentes voces. No habrá ningún puerto seguro. Arianrhod duerme en su promontorio rodeado por el mar. Aunque muchos la busquen, no la encontrarán. Aunque muchos la llamen, ella no los oirá. Sólo el beso casto la devolverá a su lugar.
Entonces surgirá el Gigante de la Maldad y aterrorizará a todos con el hábil filo de su espada. Sus ojos vomitarán fuego; sus labios gotearán veneno. Con su enorme hueste asolará la isla. Todos los que se le enfrenten serán barridos por el río de perversidad que fluye de su mano. La Isla de la Fuerza se convertirá en una tumba.
Todo esto va a sobrevenir por obra del Hombre Cínico, que, montado en su corcel de bronce, siembra un infortunio tan grande como calamitoso. ¡Alzaos, hombres de Gwir! ¡Empuñad las armas y enfrentaos a los hombres malvados que hay entre vosotros! El fragor de la batalla será oído en las estrellas del cielo, y el Año Grande avanzará hacia su consumación final.
Escucha, Hijo de Albión: la sangre nace de la sangre. La carne nace de la carne. Pero el espíritu nace del Espíritu y con él permanece por siempre jamás. Antes de que Albión sea una, debe ser realizada la Heroica Hazaña y debe reinar Mano de Plata.
Banfáith de Ynys Sci