Capítulo 9

Eneatipo 5: Ego-Tacañería

Los de este eneatipo tienden a ser personas muy reservadas que valoran su soledad y a menudo se ofenden ante las intrusiones. Los Cinco tienden a sentirse invisibles y aislados de los demás, muy solos y apartados, lo cual no parece molestarles demasiado. Temerosos de ser absorbidos por otros, a menudo parecen esconderse de la vida y encerrarse en ellos mismos, manteniendo su propio mundo privado. Aunque la mayor parte del tiempo parecen observar más que participar activamente en lo que está pasando a su alrededor, a veces pueden ser bastante locuaces, a pesar de que transmiten la sensación de que viven dentro de su pequeño mundo particular.

Valoran la autosuficiencia y su autonomía, no quieren sentirse obligados a satisfacer las expectativas y exigencias de los demás y prefieren reservarse para ellos mismos. En consecuencia, suelen ser mezquinos y avaros en lo que respecta a ofrecerse a ellos y a sus recursos, de ahí el nombre de su tipo, Ego-Tacañería. Condicionados por una sensación interna de escasez y de vacío, se comportan como si tuvieran miedo de que se les puedan quitar lo poco que tienen y por ello necesitan protegerse. Temiendo que nada les vendrá de fuera, actúan como si no deseasen nada y además como si no les importase, convenciéndose a ellos mismos de que en realidad se sienten así, y limitando de esta manera la expresión de sus deseos.

Muchos Cinco parecen no tener emociones, estar secos y faltos de vitalidad. Aunque pueden experimentar intensas emociones y tener mentes muy activas y penetrantes, muestran muy poco de su mundo interior a los demás. Energéticamente pueden parecer enclenques y a veces incluso frágiles, como si no habitasen totalmente sus cuerpos. Es como si estuvieran algo apartados, negándose a penetrar enteramente en las cosas. Son profundamente sensibles, a veces como si fueran todo ellos terminaciones nerviosas, fáciles de perturbar y conmover, con una piel fina y delicada. Utilizan sus mentes para explorar, confiando en su conocimiento del territorio que tienen delante para entrar en él de forma segura. Muchos Cinco, sin embargo, viven enteramente en sus mentes, sustituyendo la experiencia real por sus formulaciones mentales.

Detrás de estos rasgos de la personalidad se encuentra la Idea Santa asociada con el Punto Cinco. Para entenderlo, necesitamos recapitular lo que sabemos del Punto Ocho. En el capítulo anterior comentamos que la Verdad Santa, la Idea Santa del Punto Ocho, es la percepción de que todo el cosmos es una sola cosa indivisible y que todas sus dimensiones son coemergentes e inseparables. Esto significa que todo el universo, desde las manifestaciones físicas hasta lo Absoluto, es una unidad, y por tanto la materia y el Espíritu son partes que se integran mutuamente. Desde este ángulo, vemos que todas las dualidades son ilusorias: lo Divino y lo mundano, el bien y el mal, el ego y la Esencia, y nosotros y Dios. Sólo son diferentes partes del tejido único de la realidad. La Idea Santa del Punto Cinco, que tiene dos nombres, Omnisciencia Santa y Transparencia Santa, traslada el foco de atención desde ver este todo como la totalidad hasta verlo en el seno las diferentes manifestaciones. Dicho de otro modo, en vez de ver la realidad como una única cosa, desde esta perspectiva, el énfasis está puesto en la interconexión de todas las partes del cosmos y en algunas de las implicaciones de esta interpretación. De alguna manera, podemos considerar que la Verdad Santa se centra en la totalidad de la realidad y que la Omnisciencia Santa y la Transparencia Santa se centran en sus partes integrantes.

Almaas utilizaba los términos «unidad» y «unicidad» para diferenciar estas dos percepciones. La unidad se refiere a percibir la totalidad de la realidad, y es la perspectiva de la Verdad Santa. La unicidad se refiere a percibir que todas las manifestaciones independientes de la realidad constituyen una única cosa, y ésta es la perspectiva de la Omnisciencia Santa y la Transparencia Santa. Para aclararlo más, utiliza la analogía del cuerpo: mirar el cuerpo desde fuera y verlo como una única cosa sería comparable a la Verdad Santa, mientras que mirarlo desde dentro y ver todas las células, órganos y sistemas que lo constituyen sería comparable a la Omnisciencia Santa y la Transparencia Santa. O, volviendo a nuestra analogía, podemos decir que la Verdad Santa es equivalente a percibir un océano como toda una masa de agua, mientras que la Omnisciencia Santa sería equivalente a percibir las diferentes olas y corrientes que conjuntamente lo forman.

Explorando la idea Santa del Punto Cinco con más detalle, nos concentraremos primero en la Transparencia Santa, pues es un poco más fácil de entender que la Omnisciencia Santa. La Transparencia Santa se refiere a la experiencia humana de ser una parte individual del todo de la realidad. Una de las creencias primordiales de la personalidad, cualquiera que sea el eneatipo de que se trate, es que estamos separados definitivamente de todas las personas. Cuando vemos la realidad objetivamente desde el punto de vista de la Transparencia Santa, vemos que esto es una ilusión y no una verdad definitiva. Aunque nuestros cuerpos están físicamente separados, esta separación no es fundamental para nuestra naturaleza. Y mientras que cada uno de nosotros es un individuo distinto con una apariencia, una historia y un carácter únicos, y poseemos cualidades diferentes de los demás, seguimos formando parte del cuerpo mayor que constituye toda la humanidad y a la vez el cosmos. Somos como las distintas células del cuerpo, cada con una estructura y una función particular, y sin embargo indiscutiblemente conectadas entre sí e integrando el mismo organismo.

Más allá de nuestra interconexión como miembros de la humanidad, como almas individuales somos una expresión y manifestación del Ser, vinculadas por nuestra propia naturaleza con el resto del universo. Nuevamente, del mismo modo que las células individuales, las paredes divisorias que hay entre nosotros son porosas y transparentes y no son inherentemente determinantes ni limitantes. Desde la perspectiva iluminada de la Transparencia Santa, sabemos que somos manifestaciones o diferenciaciones individuales de la unicidad de la realidad, que formamos parte de ella y somos inseparables de ella. Nos percibimos, entonces, como partes de un Todo mayor, y aquí también vemos que la desconexión con el resto de la humanidad y el resto del cosmos es imposible.

Volviendo a la Omnisciencia Santa, podemos empezar a introducirnos en su significado preguntándonos por qué la palabra omnisciencia se utiliza en relación con la percepción de la unicidad, pues omnisciencia significa el estado de ser conocedor de todo o de tener una comprensión completa. Hay distintas maneras de entender la utilización de este término. Quizá el más simple tiene que ver con aquello en que consiste el desarrollo espiritual: es el proceso de un ser humano de volverse progresivamente más consciente de su naturaleza interior y de estar cada vez más en contacto con ella. La persona sabe literalmente cada vez más quién y qué es, y cuando este conocimiento es total, alcanza una conciencia completa de sí misma como expresión individual del Ser. Esto es lo que suele conocerse en las distintas tradiciones como iluminación total: una comprensión completa de uno mismo y de su propia naturaleza. Como cada uno de nosotros es una manifestación inseparable del Todo, un alma individual que participa de la naturaleza de todas las almas y de todo el cosmos; conocerse completamente uno mismo implica conocer completamente el Todo también. Por tanto, la Omnisciencia Santa es la perspectiva del alma humana iluminada: se conoce completamente y, a través de este conocimiento, conoce completamente el todo del que forma parte.

Quizá el aspecto más profundo y difícil de entender de la Omnisciencia Santa es que cada uno de nosotros es una diferenciación de la mente Universal. En el capítulo anterior dijimos que el universo es una inteligencia viva. Observando la realidad de esta manera, cada uno de nosotros es un pensamiento expresado por esa Inteligencia. O, dicho de un modo algo diferente, cada entidad del universo es como un pensamiento distinto de la Mente de Dios. Por tanto, cada uno de nosotros es una expresión de Dios o de lo Absoluto, la naturaleza interior del universo que se manifiesta en su superficie externa.

Esto podría hacer surgir la pregunta de por qué lo Absoluto expresa cada uno de estos «pensamientos» que somos, que es lo mismo que preguntar por qué se produce la manifestación y qué sentido tiene la vida humana. Muchas tradiciones espirituales dicen que la función de nuestra existencia es que lo Absoluto pueda conocerse a Sí Mismo, y quizá ésta sea la respuesta más factible a esa pregunta. Cada alma, cada expresión de lo Absoluto, se hace consciente y conocedora de su Verdadera Naturaleza, lo Absoluto se conoce a Sí Mismo. Por tanto, cada uno de nosotros no es sólo una diferenciación de lo Absoluto sino una manera en que lo Absoluto se conoce a Sí Mismo.

La Santa Omnisciencia, por tanto, nos dice algo sobre la función de la existencia humana: de manera que Dios pueda conocerse a Sí Mismo; nos habla acerca del lugar de la humanidad en el cosmos: de ventanas transparentes de lo Absoluto; y sobre la naturaleza del Camino: la comprensión progresiva de nuestra propia naturaleza. La Transparencia Santa nos dice que mientras nos experimentamos a nosotros mismos como ventanas transparentes del Ser, sabemos que somos inseparables del resto de la creación.

Simultáneamente a la pérdida de contacto con sus profundidades, un Cinco también pierde estas perspectivas de la realidad. De modo que no sólo pierde su sensación de conexión con el Ser sino también la sensación de interconexión con los otros y con el resto de la realidad. Al identificarse inevitablemente con su cuerpo durante la infancia, sus límites se vuelven definitivos para él, confinándolo y desconectándolo. Desarrolla la convicción de que está separado de todo y de todos, aunque obviamente a esta temprana edad tal convicción es sólo sentida difusamente, y únicamente más tarde se convierte en algo conceptual. La separación como algo fundamental sustituye a la interconexión, y como consecuencia, crece sin la sensación de tener un verdadero lugar o función en la sociedad humana y, más allá, en el universo.

Esta sensación de estar esencialmente separado es común en todas las estructuras del ego, no importa cual sea su tipo. Es una de las creencias más profundas de la personalidad y por tanto para la mayoría de la humanidad, y para la mayor parte de nosotros, esto se vive como una sensación indiscutible de que las cosas son realmente así. Sólo cuando tenemos experiencias que nos llevan más allá de los límites de nuestra conciencia egoica sentimos que formamos parte del conjunto de la existencia como algo único.

Separado de los demás, contenido dentro de los límites de su cuerpo, el Cinco experimenta una sensación profunda de aislamiento. Crece sintiéndose apartado de los demás, viviendo en su pequeña burbuja, y raramente siente que forma parte de su familia o de su comunidad. Filtrada por la pérdida de la sensación de conexión que representa la Omnisciencia Santa y la Transparencia Santa, la experiencia de su primera relación con otro ser —su madre— es no sentirse totalmente vinculado a ella. El recuerdo de un Cinco de su primera relación a menudo está teñido por la sensación de que no se relacionaban totalmente con él, de que no fue profundamente amado, deseado o nutrido, una sensación de haber mamado vanamente de una teta seca. En su alma queda una sensación de privación, de que el contacto o el apoyo le fue negado. De forma aparentemente paradójica, con frecuencia ha experimentado a su madre como invasiva, intrusiva, manipuladora, absorbente y devoradora, alguien que no respetaba sus límites o su espacio. Aunque esto pueda sonar como lo contrario de una madre desentendida, la conexión está en la experiencia de una madre que no se relacionó, ni conectó, ni fue sensible a su realidad. Por el contrario, la madre parecía replegada en sí misma y, por tanto, incapaz de percibir realmente al Cinco o de satisfacer sus necesidades.

El Cinco termina sintiéndose no visto, no valorado y no entendido, y esto llega a formar parte de su sensación permanente del yo. De modo que en vez de experimentarse como alguien cuyas necesidades son evidentes y cuyo proceso interior es comprensible para otro ser, como ocurre en la Transparencia Santa, se siente invisible. No sólo siente que sus deseos y necesidades no son vistos por los otros sino que también le parece que su mundo interior no puede ser apreciado por ellos. No cree que los demás puedan llegar a comprender su trabajo interior ni que puedan ser empáticos ni sentir compasión por él. Se experimenta como diferente a los demás, como alguien que carece de los rasgos humanos comunes. Le parece imposible conectar la separación entre él y los otros y sus límites le parecen impenetrables.

Esta sensación de invisibilidad y aislamiento constituye tanto su sufrimiento como su defensa contra él. En respuesta a la distancia de su madre y a sus intrusiones insensibles, se aparta de ella para no experimentar el dolor devastador de sentirse abandonado. También es un intento de conservación, de encerrarse y mantener una sensación del yo frente a la experiencia de sentirse no visto. Este temor de perderse a sí mismo surge porque su conciencia no diferenciada totalmente es incapaz de distinguir claramente entre su madre y él mismo, y de este modo, si la madre no lo ve, empieza a perder la sensación de su propia realidad. La solución a la que su alma llega, por tanto, es separarse y aislarse para sobrevivir.

Su alma está congelada en el estado del niño más allá de las lágrimas y de la rabia, cuando las necesidades son desatendidas y la resignación y la apatía asumen el mando. En su movimiento de apartarse, reproduce la experiencia de lejanía de su madre y por extensión la lejanía del Ser, y este alejamiento constituye su estrategia dominante en la vida. Su madre se convierte en los demás y en la propia vida, y él se retira física, emocional y energéticamente de todas las formas que su madre asume en su psique.

En resumen, se oculta de la vida, y por ello en el Eneagrama de las Acciones contra el yo, en el Diagrama 11, encontramos la ocultación en el Punto Cinco, que indica que se oculta de los demás y al final se oculta también de sí mismo. Se encierra en él mismo y prefiere permanecer en la periferia de las cosas, ya se trate de reuniones sociales, relaciones íntimas o cualquier otra forma de implicarse con los demás. Se retira y tiende a ser difícil de acceder a cualquier nivel, desde ser evasivo cuando se le pregunta dónde ha estado o no respondiendo al teléfono, por ejemplo, hasta actuar de forma esquiva cuando se intenta llegar a lo que le sucede interiormente. Quiera controlar la cantidad y la cualidad de sus interacciones, y protege cuidadosamente su privacidad. Esto lo vemos ejemplificado en lo poco que sabemos sobre las vidas personales de algunos Cinco famosos, como Bob Dylan y Georgia O’Keeffe. La sensación de autoencierro de Dylan es evidente cuando evita el contacto visual con su audiencia durante los conciertos, o la de O’Keeffe en la vida aislada que lleva en el desierto de Nuevo Méjico.

Parte de la ocultación de un Cinco es su disimulo, principalmente para esconder sus pensamientos, sentimientos y deseos internos bajo un manto de indiferencia. Debido a esto, el disimulo —intentar que no parezca lo que es— está en el Punto Cinco del Eneagrama de las mentiras, como vemos en el Diagrama 12. Por ejemplo, si un Cinco siente algún peligro en responder a una pregunta conflictiva, será difícil obtener de él una respuesta franca. En vez de expresarse y arriesgarse a un desafío para el que no se siente preparado o correr el riesgo de irritar a alguien, oculta para sí lo que le pasa. En las discusiones, estará fácilmente dispuesto a manifestar su acuerdo con la otra persona, y más tarde se verá que mantenía una opinión totalmente diferente. Se amolda, dando la apariencia de coincidir con el otro en sus deseos, aunque calladamente intente hacer lo que deseaba en secreto desde el primer momento. Otras veces, se adapta hasta tal punto que pierde la noción de su propia intención. Aunque secretamente anhela ser visto, apreciado, cuidado y amado, tiene miedo de tomar la iniciativa y finge indiferencia, esperando pasivamente ser advertido.

El disimulo de un Cinco le sirve para no meterse en líos y le ayuda a evitar las confrontaciones, pero también refuerza su desconexión con los demás. Del mismo modo que pierde la conexión con los demás, también pierde una sensación de conexión con la propia vida, tanto interna como externamente. Se siente separado del resto de la realidad, excluido de su dinamismo. Parece como si su viveza y vitalidad fuesen efímeras y tenues, su energía, resistencia y vigor limitados, y puede experimentarse a sí mismo incluso como irreal o fantasmagórico. Se siente pequeño, contraído, encogido, con una presencia delicada, débil e insustancial, y sus expresiones de exuberancia y animación aparecen momentáneamente y desaparecen rápido.

En términos freudianos, su energía instintiva está disminuida. Sus inversiones de amor y aprecio de los demás están bloqueadas e inhibidas, al igual que su libido, su impulso hacia ellos. En vez de ir hacia lo que quiere, se disuade a sí mismo de lo que desea y se mueve en dirección contraria de lo que quiere. Con la huella en su alma del fracaso de su madre a la hora de ser sensible y satisfacer sus necesidades, se resigna desde el comienzo, convencido de que no puede obtener lo que quiere, que no estará disponible, y que sea lo que sea lo que le den no será de cualquier forma lo que deseaba. De modo que para evitar el dolor de no obtener lo que desea y de reactivar su primera herida, puede experimentar interiormente profundos anhelos pero bloquear su expresión, pareciendo apático a los demás; o en el extremo, llega a dejar absolutamente de desear. Reprime sus deseos y lo que quiere, y aparentemente, sino realmente, deja de importarle todo. Como Horney explica al referirse al neurótico al que se refiere como tipo desapegado:

La persona resignada cree, consciente o inconscientemente, que es mejor no desear o esperar nada. Esto a veces se ve acompañado por una consciente visión pesimista de la vida, una sensación de que cualquier cosa es inútil y de que nada es lo bastante deseable como para esforzarse por ello. A menudo muchas cosas parecen deseables de una forma vaga e indolente pero no logran despertar un deseo vivo y concreto. Si un deseo o un interés provocan un entusiasmo suficiente como para atravesar la actitud de «no me importa», no tarda mucho en desvanecerse, y la superficie lisa de «nada importa» o «nada debería importar» se restablece de nuevo. Esta falta de «ausencia de deseos» puede afectar tanto a la vida profesional como a la personal: el deseo de un trabajo diferente o de un ascenso, de un matrimonio, una casa, un coche o cualquier posesión. La satisfacción de los deseos puede verse principalmente como una carga, y de hecho, sabotearía el único deseo que sí tiene: no ser molestado.[79]

Algunos Cinco experimentan profundos anhelos que les afectan, pero convencidos de que lo que quieren no estará disponible, disimulan, aparentando que no les importa. Otros, más convencidos de la futilidad de los compromisos, pierden el interés por todo. En cualquier caso, con un impulso tan pequeño hacia las cosas, el Cinco tiene dificultades para iniciar la acción, y prefiere esperar pasivamente desde la barrera a que la atención le llegue, a que sus necesidades se cumplan o al contacto con los demás. Está retraído, refrenado por su resistencia a moverse hacia cualquier cosa por temor al rechazo o a la pérdida, y de este modo sus acciones son rígidas y torpes, infundidas por su cohibición. A menudo se siente paralizado, incapaz de moverse en una u otra dirección, y cuando esto ocurre es porque tiene miedo. De la misma manera, tiene dificultades para comunicar sus necesidades, hasta el extremo de volverse catatónico, incapaz de hablar.

En vez de implicarse en la vida, por tanto, y asumir los retos que comporta, los Cinco se apartan de ella. Interiormente también, como dice Horney, esta persona se retira interiormente y observa:

La expresión directa de la retirada del campo interno de batalla que lleva a cabo el neurótico es convertirse en espectador de sí mismo y de la vida. He descrito esta actitud como una de las soluciones para aliviar la tensión interna. Puesto que el desapego es en él una actitud general y sobresaliente, es también un espectador de los demás. Vive como si estuviera sentado en el patio de butacas, observando el drama que se desarrolla en el escenario, un drama que, por cierto, no le resulta demasiado interesante la mayor parte del tiempo. Aunque no es necesariamente un buen observador, puede ser de lo más astuto. Incluso desde la primera consulta, con la ayuda de unas cuantas preguntas pertinentes, es capaz de dar de sí mismo una imagen llena de detalles de franca observación. Pero, por lo general, añadirá que todo este conocimiento no le ha servido para cambiar nada. Por supuesto que no, pues ninguno de sus descubrimientos ha sido una experiencia para él. Ser un observador de sí mismo significa justamente eso: no participar activamente en la vida y negarse inconscientemente a hacerlo.[80]

El Cinco, por tanto, se vuelve un observador de la vida en vez de ser un participante activo, y ésta es su trampa, como vemos en el Diagrama 9. Su falta de participación se basa en su miedo a implicarse o enredarse demasiado. Como vemos, gran parte de su dinámica interior está basada en el miedo; el eneatipo Cinco es un tipo del miedo, uno de los dos puntos contiguos al Punto Seis, donde la atención principal está puesta en el propio temor existencial. Al igual que un Seis, en vez de identificarse con los más capacitados respecto a lo que siente que se necesita en la lucha por la supervivencia, se experimenta como uno de los débiles, y por ello tiene miedo constantemente. A menudo, con una tipología corporal ectomórfica —delgados y enjutos—, muchos Cinco se sienten poca cosa en comparación con los demás, y están seguros de que en una pelea física perderían. Muchos; aunque no todos los Cinco, se sienten apocados o patosos, el típico individuo al que le tiran arena en la cara cuando está en la playa, algo así como el empollón torpe y desaliñado. Muchos Cinco se sienten incapaces de defenderse físicamente, y esto constituye la base de su dificultad para hacerse valer. Otros pueden sentirse fuertes y robustos físicamente, pero también vulnerables e incapaces de defenderse mental o emocionalmente.

Como vemos, el intento del Cinco de conservar su espacio interior y la integridad de su alma retirándose de la vida termina irónicamente aislándolo de sí mismo. Se retira de la experiencia directa, de manera que en vez de experimentar la energía de sus sensaciones corporales y sus emociones, las observa desde lejos de la misma manera que hace con las cosas externas. En consecuencia, a menudo se siente desconectado, narcotizado o bloqueado, viviendo en gran medida en su mente y su fantasía.

Las piernas son la parte del cuerpo asociada con el eneatipo Cinco. Las piernas son lo que nos mueve hacia las cosas y nos aleja de ellas, y la capacidad del Cinco de salir corriendo y esconderse parece esencial para su seguridad. Tal como describe Horney, podemos ver fácilmente que el distanciamiento de un Cinco está basado en el miedo y orientado hacia la supervivencia:

Mientras la persona desapegada pueda mantenerse a distancia, se siente relativamente segura; si por alguna razón se penetra en el círculo mágico, su seguridad se ve amenazada. Esta consideración nos acerca a la comprensión de por qué la persona desapegada siente pánico si no puede mantener su distancia emocional de los demás; y podríamos añadir que la razón de que este pánico sea tan grande es que no posee ninguna técnica para enfrentarse con la vida. Sólo puede mantenerse alejado y evitar la vida. Aquí nuevamente la cualidad negativa del desapego confiere a la imagen un color especial, diferente al de otras tendencias neuróticas. Para ser más concretos, en una situación difícil, no puede conciliar ni luchar, no puede cooperar ni poner condiciones, no puede amar ni ser cruel. Está tan indefenso como un animal que sólo tiene un medio de tratar con el peligro: escapar y esconderse.[81]

Uno de los principales recursos que utiliza el Cinco para distanciarse internamente es el mecanismo del aislamiento, que significa que separa sus sentimientos emocionales de sus recuerdos y pensamientos. De este modo, puede recordar situaciones dramáticas e incluso traumáticas sin experimentarlas realmente como tales, y puede pensar en una situación del presente sin que haya ninguna emoción conectada a ella. Por ejemplo, puede pensar en un amigo o en una pareja con quien se haya peleado, y no sentir ninguna emoción hacia esa persona. Puede llegar a la conclusión de que no le importa nada esa persona y que nunca le ha importado, protegiéndose así de cualquier trastorno emocional que pueda causarle la situación. O puede hablarte de algún trauma grave de su infancia sin que haya ningún sentimiento conectado, como un reportero que relata algo que ha presenciado, con el espíritu de la objetividad desde su punto de vista.

Otra forma que adquiere la defensa del aislamiento, más próxima al autoencierro, es separar entre sí los pensamientos relacionados, compartimentándolos, como si no hubiera ninguna relación causal entre ellos. Utilizando nuestro ejemplo anterior, puede tener el pensamiento de que su amigo o pareja dijo algo que hirió sus sentimientos y otro pensamiento de que no está seguro de si en realidad esa persona le importó alguna vez, sin experimentar ninguna conexión o relación causal entre ambos pensamientos. De modo que sus sentimientos y pensamientos se quedan encapsulados, encerrados y sin relacionarse entre sí, y de este modo forma un microcosmos interno de sus relaciones con los demás y con el mundo.

Mantiene su conexión con él mismo y con el resto del mundo a través de una observación atenta y a menudo nerviosa. Como un zorro protegiéndose en la guarida de su mundo interior, está al acecho, olfateando en el aire algún posible peligro y observando desde lejos. Gran parte de su energía se concentra en sus ojos, y los ojos de un Cinco a menudo son como brillantes carbones incandescentes mientras observa intensamente lo que está pasando, intentando imaginárselo y protegerse. Su objetivo es desarrollar una imagen conceptual clara de lo que está pasando, tanto dentro como fuera. Conocer lo que está pasando, y el propio conocimiento de por sí, le parecen las claves para su seguridad así como también lo que le procurará el reconocimiento. Sustituye la comprensión vivida a través de la experiencia por el conocimiento conceptual y la información. En esto vemos la copia que hace su personalidad de la perdida Omnisciencia Santa —intenta saberlo todo— y de su aspecto idealizado, que ahora trataremos.

Lo que un Cinco siente que le falta y cree que necesita es más conocimiento y entendimiento. Esto tiene sentido, ya que si asumes la postura de ser un observador en la vida, saber lo que está pasando se convierte en algo básico para tu sensación de supervivencia. Para él, el conocimiento significa seguridad, y por tanto, para sentir más seguridad quiere conocer de antemano lo que encontrará y lo que resultará, así como lo que se espera de él. Con frecuencia, un Cinco siente que no entendió lo que pasaba a su alrededor en su infancia, tiene la sensación de haberse quedado fuera de los acontecimientos de la vida, y por eso se esfuerza por encontrar sentido en lo que ve. Explora el entorno, intentando entender lo que sucede.

En algún lugar profundo del alma de un Cinco, el conocimiento se siente no sólo como la clave para la supervivencia sino también para reconectar con el mundo perdido del Ser. Cree que si hubiera sabido lo que su madre quería, habría sido visto y habría estado conectado con ella. En algún momento llegó a la conclusión de que fue la falta de conocimiento lo que causó la desconexión. Como la madre y el Ser son sinónimos en la infancia, cree que si hubiera sabido más, no habría perdido el contacto con el Ser, y que el conocimiento es la clave para la reconexión. Idealiza la cualidad del Ser que tiene que ver con el conocimiento directo, que se denomina la Conciencia del Diamante o la Guía del Diamante en el lenguaje del Enfoque del Diamante. Como dice Almaas:

Este aspecto de la Esencia es el origen de la verdadera percepción, intuición, conocimientos y comprensión. Funciona a través de una capacidad de análisis y síntesis simultáneos… A diferencia de los otros aspecto del Ser, tiene la capacidad de utilizar el conocimiento del recuerdo y sintetizarlo con el conocimiento inmediato del momento, usando de este modo tanto la mente como el Ser…

La Conciencia del Diamante, en el nivel del Ser, es el prototipo de la facultad de la comprensión. La facultad ordinaria para entender es sólo un reflejo de esta capacidad. Cuando un individuo manifiesta una capacidad inusual o brillante para la síntesis en su manera de entender, generalmente es un indicativo con un cierto grado de realización de la Conciencia del Diamante. Podemos ver el funcionamiento de esta capacidad en el trabajo de los grandes sintetizadores de la humanidad, como Gautama Buda o Sigmund Freud.[82]

Por cierto, Buda y Freud, muy posiblemente fueron eneatipos Cinco, como el propio Almaas. Los tres abandonaron las formulaciones conceptuales existentes y desarrollaron nuevos conjuntos de conocimientos que crecieron a través de su experiencia y observaciones directas, y así encarnaron el Aspecto idealizado. Buda es conocido como «el Omnisciente», y aquí vemos la interpretación de la Idea Santa y del Aspecto idealizado. Este Aspecto parece estar simbolizado por el arquetipo del Anciano Sabio de la psicología junguiana y por el Arcángel Gabriel, considerado el Mensajero de Dios en el judaísmo y el Ángel de la Revelación en el Islam.

En contraste con estos ejemplos, la mayoría de los Cinco solamente imitan la Guía del Diamante a través de un conocimiento no vivido y por tanto seco y mental. En cuanto que el Cinco no se experimenta totalmente a sí mismo, esta copia es la única posibilidad. Respecto a esta orientación intelectual, Naranjo dice:

Mediante una orientación predominantemente cognitiva, el individuo puede buscar una satisfacción sustitutiva, como ocurre con la sustitución de vivir por leer. Pero la sustitución simbólica de la vida no es la única forma de expresión de una intensa actividad de pensamiento: otro aspecto es la preparación para la vida, una preparación intensa hasta el punto de que el individuo nunca se siente suficientemente preparado. En la elaboración de las percepciones como preparación para la acción (inhibida), es particularmente notable la actividad de la abstracción. Los individuos del eneatipo 5 tienden a la actividad de clasificar y organizar, y no sólo muestran una fuerte atracción por el proceso de ordenar la experiencia, sino que tienden a perderse en abstracciones, evitando al mismo tiempo la concreción. Este evitar la concreción está relacionado a su vez con la ocultación propia de este eneatipo: sólo ofrece al mundo el resultado de sus percepciones, pero no la materia prima.[83]

En su mundo interior se siente vacío, privado de la savia de la vida. Éste es el estado deficiente propio del núcleo de su personalidad, su infierno particular, que por todos los medios evitará experimentar. Lo experimenta como algo seco, árido, consumido, estéril y vacío que llena su alma con una sensación de privación y pobreza interior. Como un inmenso desierto interno sin ningún oasis a la vista, se siente desolado, sediento y seco. En contraste con los tipos más mojados —más emocionales—, no hay ningún peligro de que se ahogue en su pena, sino más bien de que se evapore por ausencia de cualquier cosa vivificante. Aquí se siente muy sólo e inaccesible, aislado y separado del resto del mundo, y profundamente avergonzado por su sensación interior de escasez. Descubrir esto, tanto en su propia conciencia como en los demás, le resulta profundamente humillante, pues cree que debería haber sabido qué hacer respecto a esto. Éste es el vacío al que se refiere el Punto Cinco del Eneagrama de las Evitaciones, en el Diagrama 10.

He mencionado antes que su movimiento de alejarse, de retirarse de la vida, era tanto su defensa como su sufrimiento, y hemos visto cómo lo utiliza defensivamente para protegerse. Su autoencierro también crea este desolado paisaje interior y también perpetúa su sensación de deficiencia absolutamente seca, formando la base y el núcleo de su sufrimiento. Ésta es la inevitable consecuencia de su ilusión fundamental —su fijación— de que está definitivamente separado de cualquier otra entidad; el error cognitivo sobre la realidad resultante de la pérdida de la Idea Santa. Si en tu conciencia creas un límite artificial entre tú y todo lo demás, tu alma queda encapsulada y cerrada a la fuente de la vida —el Ser— y, en consecuencia, aparece el vacío interno. Esto ha sido llamado tacañería por Ichazo, como vemos en el Eneagrama de las Fijaciones del Diagrama 2, probablemente por las razones que se exponen a continuación.

Con este árido vacío en el núcleo, siente que no le queda ninguna reserva de ningún tipo, y por lo tanto debe retener lo poco que tiene. Es frugal hasta el extremo de la tacañería con su energía, sus emociones, su atención y su comunicación, de ahí, como se ha mencionado antes, el nombre de este tipo, Ego-Tacañería. Reparte pequeños pedacitos de sí mismo cuando le parece oportuno, y vive inconscientemente con el temor de que el resto le sea quitado. Este miedo de perder lo poco que tiene es el quid del terror interno de un Cinco y la razón por la que a menudo es mezquino y poco generoso. En vez de ser consciente de que está reteniendo, puede proyectar su propia reticencia a desear cosas y creer que los demás, como él, no desean nada.

Es tacaño tanto para sí mismo como para los demás, teniendo a menudo pocas posesiones materiales, para tener poco a lo que apegarse y poco que echar de menos si lo perdiese o le robasen. Sus necesidades son escasas, incluso las físicas, y tiende a servirse pequeñas cantidades de comida y bebida, prefiriendo quedarse con el estómago vacío antes que lleno. Un Cinco que conozco se refiere a esta tendencia como «vivir ligeramente en la tierra», una expresión prestada del movimiento ecologista. En vez de depender de nadie, los Cinco prefieren recurrir a sus propios recursos. Como dice Horney al respecto:

Se siente particularmente ansioso por no quedarse atado a nada hasta el extremo de realmente necesitarlo. Nada debería ser para él tan importante como para no poder prescindir de ello. Está bien el hecho de que le guste una mujer, un lugar en el campo o ciertas bebidas, pero uno no debería hacerse dependiente de esas cosas. Tan pronto se da cuenta de que un lugar, persona o grupo de gente significa tanto para él que su pérdida podría resultarle dolorosa, tiende a retraer su sentimiento. Ninguna otra persona debería jamás tener la sensación de resultarle necesaria o de dar por garantizada la relación con él. Si sospecha la existencia de cualquiera de estas actitudes, tenderá a retirarse.[84]

No todos los Cinco son tacaños con ellos mismos en cuestiones materiales, pero muchos sí lo son. Si un Cinco se niega cosas a sí mismo de esta manera, lo hace para no tener la experiencia de apegarse a nada y temer su pérdida. La mayoría de ellos son frugales y tienden a ser tacaños con los demás, manteniendo un registro preciso de lo que dan y de lo que se les debe. A muchos Cinco raramente se les ocurre ser extravagantes con sus regalos, pues esto les parece frívolo, derrochador y definitivamente imprudente para ellos.

Este acaparamiento y retención conduce a la pasión de este tipo, la avaricia, que vemos en el Punto Cinco del Eneagrama, de las Pasiones, en el Diagrama 2. Avaricia significa codicia, un poderoso deseo de adquirir. El impulso de un Cinco es, por tanto, coleccionar, acumular y ahorrar recursos, basándose en su sensación interna de vacío deficiente. Es importante entender que éste es un impulso de tener y no de consumir. Como dice Naranjo: «Se trata de una avaricia temerosa que implica la fantasía de que dejar escapar algo causaría un catastrófico quedarse sin nada. Podemos decir que tras ese impulso de atesoramiento se esconde una experiencia de empobrecimiento inminente»[85]. Éste es el estado de retención anal, el alma que retiene las cosas en vez de dejarlas pasar.[86] La lógica interna es que si almacena como una ardilla lo suficiente, ya no se sentirá nunca más vacío, pero al igual que todos los intentos de llenar los agujeros de nuestras almas que resultan de la desconexión con el Ser, ninguna cantidad de reservas será suficiente nunca para aliviarle la experiencia interna de escasez.

La ardilla, por cierto, es uno de los animales asociados con el eneatipo Cinco. El otro animal es la mangosta, un pequeño mamífero que utiliza su agilidad y velocidad para lanzarse sobre su presa.

Algunos Cinco son avariciosos con lo material, tacaños con el dinero, gastando poco para acrecentar sus ahorros y poder repasar detenidamente su cartera de valores y sus fondos de jubilación en un esfuerzo por lograr alcanzar una sensación de seguridad. No todos los Cinco expresan su avaricia de esta manera. Tanto si son avariciosos con lo material como si no, la mayoría sí lo son con el conocimiento, creyendo que éste los salvará y les servirá en gran medida para sustituir una participación más activa en la vida, como hemos visto. Para un Cinco, la avaricia es en realidad un apego a la idea de lo que tiene, así que en definitiva lo que acumula es el conocimiento —conocer lo que tiene— más que cualquier posesión.

Para aquéllos que tienen miedo de tener algo porque podrían quitárselo, lo cual les recordaría su dolor fundamental y primario de la pérdida del Ser, la avaricia se manifiesta de una forma más energética: protegen y guardan celosamente la poca vitalidad y emocionalidad que tienen. Citando a Naranjo de nuevo: «Debido precisamente a una excesiva renuncia al amor y a las personas, hay un aferramiento a sí mismo compensatorio, que puede o no manifestarse en un aferramiento a las posesiones, pero que constituye mucho más generalmente un apegarse a la propia vida interior, así como una economía de esfuerzos y de recursos»[87].

Es típico de los Cinco tener miedo de ser engullidos por otro y de las demandas y expectativas que otros puedan colocar sobre ellos, y por eso, evitan comprometerse del todo en las relaciones personales. Para muchos Cinco, estar solo es preferible al riesgo de perder su sensación de quiénes son al ser absorbidos por una pareja y a arriesgarse a que se les pidan cosas que sienten que no pueden o no desean dar. Al sentir que tienen tan poco, quieren retenerlo. Por esta razón, muchos Cinco tienen dificultades para comprometerse en relaciones íntimas, mientras que otros están dispuestos a hacerlo pero a menudo con parejas que les ofrezcan una amplia independencia y autonomía. En el último caso, eligen parejas que les hagan pocas demandas, ya sean materiales o emocionales en cuestión de contacto. En tales casos, tener a alguien que se encargue de comprar la comida y sacar la basura puede a menudo compensar el riesgo de ser abrumado por la pareja.

En el comienzo del trabajo interior, la avaricia de un Cinco apenas es consciente. Como hemos visto, esto también ocurre con la mayoría de las pasiones de los otros eneatipos. Sentir conscientemente su codicia, su afán de poseer y su distanciamiento a base de poner límites choca de frente con su superego, el crítico interior. Sentir su avaricia le conduciría a sentir su árido y desolado vacío interior, y su superego intenta que esto no ocurra. Su superego es burlón y desdeñoso, arrogante y superior, censurador con su sensación interna de empobrecimiento, con su ausencia de emoción y con su temor a la vida. Más que estar identificado con su superego como el eneatipo Uno, él Cinco se encuentra a merced de su superego, y sus ataques crean y exacerban el sentimiento interior de ser una «auténtica mierda».

Su respuesta a las exigencias del superego, al igual que con cualquier exigencia externa, es a menudo simplemente no reaccionar. Con frecuencia es incluso más importante para él no hacer caso, y así conservar una sensación de independencia, que hacer cosas que sabe serían para su beneficio. Naranjo dice que los Cinco en realidad quieren subvertir lo que perciben como exigencias, ya sean internas o externas, y puede que esto sea lo que ocurre. Siempre que un Cinco percibe que hay algo que se espera de él o que debería hacer, tiende a mostrar una callada resistencia. Se negará a hacer regalos, por ejemplo, sólo porque se espera que los haga, o no limpiará los platos simplemente porque su pareja quiere que lo haga, o se retrasará en el pago de sus impuestos hasta que se hayan consumido todas las prórrogas posibles. Puede decir que tiene la intención de hacer todas las cosas que se esperan de él, pero de algún modo no las hace.

La hostilidad de un Cinco, por tanto, se expresa de forma indirecta en un comportamiento pasivamente agresivo. Con su apariencia dócil y acomodaticia, estará de acuerdo en hacer cosas y en adquirir compromisos sólo para apaciguar a los demás, sin ninguna intención de llevar a cabo lo dicho, Tiende a postergar, a posponer, a olvidar y a encontrar todo tipo de razones por las que deberá cumplir con sus obligaciones más tarde. Raramente está en contacto con esta hostilidad que expresa de esta forma soterrada, y generalmente le causa gran sorpresa la frustración y rabia que su comportamiento provoca en los demás, que simplemente sienten la rabia que él no expresa directamente y quizás de la cual ni siquiera es consciente. No siente que pueda decir no directamente porque no siente que tenga suficiente fuerza como para mantener esta postura. Como una rama hueca, teme quebrarse. De modo que vacila, expresando su agresividad en silencio y sin arriesgarse a enfrentarse con nadie. Raramente se impone, dando la impresión de adaptarse al flujo del otro, aunque en el fondo sin decir nada hace lo que le conviene, como vimos antes.

Su hostilidad también se expresa con su alejamiento de la vida. Es un «¡No!» que suena muy alto sin ser expresado: un rechazo silencioso. Su lejanía con frecuencia está envuelta de arrogancia, superioridad y desdén: afirma que no tiene ningún interés en implicarse. El mundo es tan imperfecto, ¿por qué iba a participar en él? Las personas son como animales, ¿por qué iba a relacionarse con ellas? Las emociones fuertes son caóticas, ¿por qué iba a querer enfangarse con los sentimientos, y mucho menos expresarlos?

Otra razón por la que experimentar su avaricia directamente le resulta tan difícil es porque se trata de una expresión de su profundo apego. La avaricia, como hemos visto, es el impulso de adquirir, de guardar y de acumular, y expresa una preocupación extrema por lo que tiene. Se opone totalmente a su intento de parecer y ser desapegado. El idealiza su independencia, su autonomía y su desapego porque, si le importasen los demás y las cosas, significaría que si las pierde, se sentirá perdido y aterradoramente vacío. No quiere estar demasiado apegado a nada, como hemos visto, y esto es lo que se oculta tras su disminución de cualquier impulso hacia el exterior, hacia las cosas. De modo que su energía de la libido se seca, reforzando su aridez interior. Se desconecta de su entusiasmo, de sus deseos, de sus sentimientos. Se vuelve frío y desapegado, lejano e indiferente, insensible y sin interés. Los demás le parecen esclavos de sus deseos, y tiene poca empatía y compasión hacia ellos; sólo siente un gran alivio por no estar atrapado en la misma trampa. No quiere estar confinado, constreñido o aprisionado por nada, y por tanto no quiere estar sujeto o comprometido con nada de lo que no pueda salir. Aunque en ocasiones puede sentirse, en cierto, modo como un robot inhumano, le parece un preció bajo que pagar por la seguridad que ha obtenido al no estar demasiado apegado.

El desapego de un Cinco no es en absoluto libertad, como a él le gustaría creer. Es algo compulsivo: tiene pocas posibilidades de responder de otro modo que no sea alejándose. Y está enraizado en su miedo a implicarse. Alejarse de algo que te da miedo no es en absoluto libertad; es una reacción que te mantiene mucho más ligado a aquello que te asusta.

Aunque Ichazo utiliza la palabra «desapego» para describir la virtud del Punto Cinco, lo que describe podría expresarse mejor con la palabra «no apego». Esto lo encontramos en el Eneagrama de las Virtudes, en el Diagrama 1. Respecto a la virtud, él dice: «Es la comprensión precisa de las necesidades del cuerpo; un ser desapegado toma exactamente lo que necesita y deja todo lo demás. El desapego es la postura que permite que la energía de la vida fluya fácilmente a través del cuerpo». Mientras que Ichazo habla del desapego en relación con el cuerpo, podríamos con la misma facilidad y quizá de forma más reveladora sustituirlo por la palabra «alma». Esto implica una sensación de permeabilidad que permite que la plenitud de la Esencia llene el alma de un Cinco y lo conecte de nuevo con su Naturaleza Verdadera. Cuando esto ocurre, ya no precisa la avaricia, pues sabe que él es una parte inseparable del Todo, que participa de su plenitud y su riqueza.

Como la virtud de cada tipo es una cualidad que se desarrolla a través del trabajo sobre uno mismo y a la vez es necesaria para atravesar el propio terreno interior, el camino de un Cinco precisa, al tiempo que favorece, una actitud interior de no apego. Esto significa abandonar la necesidad de retener. En primer lugar, y lo más importante para un Cinco, significa abandonar su distancia hacia sí mismo. Tendrá que estar dispuesto a conectar consigo mismo a través de la experiencia, con su mente siguiendo la experiencia directa y no al revés. Para ello, tendrá que confrontar su apego a saber, antes de conectar de forma directa con la experiencia a través del cuerpo y de las emociones. Como hemos visto, los Cinco exploran el terreno de antemano y tratan de pensar la manera de atravesarlo, en vez de cruzarlo realmente. En lo que se refiere a su mundo interior, esto se traduce en intentar imaginarse mentalmente lo que están experimentando y adónde puede conducirlos antes de efectuar un contacto real a través de la experiencia.

Aunque algunos Cinco intentan hacerlo, la transformación interior totalmente expresada y vivida no puede llevarse a cabo sólo a través de la mente. Ninguna medida de información sobre los posibles estados de conciencia del alma humana puede sustituir el experimentarlos directamente e integrarlos. Tampoco el conocimiento sobre el contenido de su conciencia o sobre la conciencia en general, sobre la naturaleza de la estructura de su ego o sobre todas las dimensiones del Ser, por muy preciso que sea, puede sustituir el contacto con su alma. Tal información puede resultar muy útil y provechosa como forma de clarificar el terreno a través de la comprensión cognitiva, pero ella sola no provocará ninguna transformación interior. Esto se debe a que nuestras almas quedan marcadas con lo que las toca directamente, de modo que al igual que los acontecimientos de nuestra primera infancia modelaron nuestras almas para formar las estructuras de nuestra personalidad, el Ser también debe tocarnos directamente para que nuestras almas reciban Su información.

Como la mayoría de las personas, al centrarse en sí mismo y empezar a contactar a través de la experiencia con el estado y el contenido de su conciencia, lo primero que encontrará el Cinco es su superego. Para empezar, tendrá que defenderse de sus ataques interiores por ser tan débil, tan vacío y tan ineficaz en la vida. Como hemos visto, su superego intenta protegerlo de experimentar su vacío interior y se lo pone bastante difícil, lo que impide que lo experimente directamente y que sea capaz de digerirlo y atravesarlo. Si un Cinco está haciendo o ha hecho un trabajo psicológico o espiritual, su superego muy probablemente lo comparará con los modelos utilizados en estos sistemas. Por lo tanto, tendrá que atravesar el proceso de abandonar las estructuras cognitivas que ha aprendido de estas metodologías para poder experimentarse a sí mismo tal como es.

Muchos Cinco se sienten atraídos por el camino de la meditación, especialmente aquéllos para los cuales el contacto con los demás y con el mundo es mínimo. Aunque esta falta de relaciones externas disminuye los estímulos exteriores permitiendo una confrontación profunda con uno mismo, tales prácticas pueden ser empleadas erróneamente al servicio de un falso desapego. Para un Cinco, esto puede ocasionar que aparte todo el contenido interior que no encaje con la idea espiritual de su superego sobre lo que debe experimentar, en vez de trabajar con ello. Al apartar su atención de la experiencia directa problemática, puede trascenderla y volverse muy hábil en la cuestión del desapego, en vez de avanzar verdaderamente a través de él. En las condiciones de mínimos estímulos externos e implicaciones, puede permanecer en un estado bastante sereno. Sin embargo, esta dependencia de las condiciones externas que apoyan su estado no es verdadero desapego, y puede convertirse en un camino espiritual sin salida.

Para abandonar la necesidad de saber de antemano sobre su proceso interior y la tendencia a desapegarse de él y trascenderlo, un Cinco tendrá que enfrentarse al miedo que impulsa esta necesidad, al temor de experimentarse a sí mismo tal como es. Verá que lo que le aterra realmente es experimentar su estado fundamental de deficiencia, el árido vacío del núcleo de su personalidad. Tiene miedo de que si lo siente, le engullirá y no quedará nada de él, y éste es en última instancia el origen de su miedo a ser engullido. Ha creído que puede esconder esta sensación de pobreza interior a los demás y a sí mismo camuflándola, o simplemente no mostrándola, pero tarde o temprano tendrá que hacerle frente directamente.

Al ir gradualmente siendo más capaz de abandonar la necesidad de retirarse de este vacío seco, la actitud de no apego le ayudará a atravesar el enorme agujero de su alma. Cuanto más lo experimente directamente, menos apegado estará. Aunque esto puede sonar paradójico, como hemos comentado antes, retenemos aquello que tememos experimentar. Perpetuamos el apego a los contenidos de nuestra conciencia cuando los rechazamos, pues de este modo permanecemos implicados en ellos, aunque sea de una forma negativa. Nuestra comprensión y conciencia no pueden penetrar esos lugares de nuestra alma, y por tanto permanecen encapsulados y sin digerir dentro de nuestra conciencia.

Cuando más se permita un Cinco experimentar totalmente su vacío, más se dará cuenta de que la única cosa que pierde es su miedo y su distancia de él mismo. Al hacer esta confrontación interior, se sentirá más en contacto consigo mismo y cada vez más fuerte y más vivo. Descubrirá que cuanto menos retiene más tiene, pues todo lo que está soltando son las estructuras mentales y las imágenes internas del yo y de los demás. El árido desierto interior poco a poco se transformará en amplitud y en plenitud, revelando los tesoros interiores del mundo del Ser.

Desde luego, habrá muchos más matices en su proceso: existirán muchos otros contenidos interiores que necesitará digerir y resolver, y su alma entrará en contacto con los diversos Aspectos de la Esencia cuyos problemas asociados tendrá que superar; pero experimentar y atravesar su vacío deficiente es fundamental. Probablemente tendrá que acercarse a él y atravesarlo una y otra vez hasta que su alma abandone su primera identificación con la personalidad para identificarse con el Ser. Como todos los problemas nucleicos, el vacío finalmente se volverá más y más transparente, menos real y definitivo.

Con el tiempo, si continúa su viaje interior, su vida también se transformará. En vez de una vida vivida desde la distancia, dentro de las conceptualizaciones y abstracciones, cada vez se verá más tocado por la realidad y más en contacto con ella. Y en vez de acceder a los dominios de la Naturaleza Verdadera a través de los pequeños fragmentos de conocimiento que va coleccionando, la experimentará directamente, y su alma será permeable y estará abierta a ella. Poco a poco, su búsqueda de conocimiento será remplazada por la comprensión directa, encarnada e integrada en su conciencia, y la sed de su alma, de la que puede haber sido sólo difusamente consciente, al fin será saciada.