vii
Un día antes del fin del mundo
mi mujer me sacudirá el cuerpo
para decirme que la nieve ha desaparecido de sus pechos
que debimos haber cerrado los ojos hace mucho
que tengo que hacer un esfuerzo enorme por no olvidar todo
y ya sólo podré hablarle de algunos pájaros migrantes
que se internan enfermos en la maleza
de cómo hay demonios
con los que he bebido en las porquerizas
de cómo hay países a los que podríamos escapar
y ser enormemente felices
de cómo el tiempo se divierte con nosotros
como si viviéramos en una cajita de cartón
y ésta seguirá siendo nuestra manera dulce de mentirnos
incluso en el último momento
como dos enfermos de muerte
que compartieran un amor inexplicable por una ventana blanca