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Un día antes del fin del mundo

cansados ya de dormir en posiciones extrañas

nos levantaremos los ebrios

con una lentitud pegajosa

decididos a exponer el rostro

a una lluvia diminuta

que mojará el pavimento

con la misma paciencia

de una campana sonando a la mitad del desierto

hablaremos entonces

sobre la deconstrucción de los hogares

sobre cómo desaparece la nieve en la ciudad de los perros

para ese entonces

todo será bueno

incluso lo que nos mata