IV

EL TREN

Se me acaba el tiempo y

hay que ceder el sitio.

Así es la cosa.

Ver que la vida te desliza limpiamente

hacia su lado más extremo.

A un ritmo lento o rápido.

Según convenga,

sin compasión, sin pasmos,

sin aspavientos.

Y hay que caminar

hacia la hora perfecta

con la cabeza erguida y

al ritmo justo que da

compás a los sueños.

Así es la cosa. Así de simple

hay que comenzar a hacer

el equipaje: el viejo tren espera,

siempre espera.

Addis Abeba, 25 de desembre de 2006