19 de octubre

El arma definitiva

LLAMÉ A LA PUERTA del estudio de Macon, que se abrió sola. No tuve que preocuparme por despertarle. Estaba sentado en la mesa y, a su lado, un Link con aspecto desgraciado.

Macon hizo una seña para que pasara.

—Link me ha informado de todo. Afortunadamente, vino directo hasta aquí, antes de dañar a nadie. —No me había parado a pensar en el daño que un Íncubo furioso podía infligir.

—¿Qué parte del todo conoce? —pregunté entrando.

—Que mi sobrina se escabulló de casa. —Me miró fijamente—. Una decisión no muy sabía.

—No, señor. —Macon ya estaba enfadado, y no quería contarle algo que aún iba a enfadarle más.

Cruzó los brazos.

—¿Y que Ridley de alguna forma consiguió lanzar un Hechizo de Furor?

Aún peor.

—Sé que está molesto, pero debo contarle algo mucho más importante. —Eché un vistazo hacia la puerta—. O tal vez debería verlo por sí mismo.

—John Breed. —Macon se acercó amenazadoramente—. Este es un inesperado giro de los acontecimientos, teniendo en cuenta la situación.

John estaba de pie justo al lado de la puerta del estudio, como si pensara salir huyendo por ella al estilo Mortal. Su actitud chulesca había desaparecido en presencia de Macon.

Link miraba fijamente a John como si quisiera hacerlo trizas.

—¿Qué demonios está haciendo aquí? —Me sentí mal por Link, atrapado en la misma habitación que John. Debía odiarle aún más que yo, si eso era posible.

Lena era incapaz de mirar a su tío o a Link. Se sentía avergonzada de Ridley y de sí misma por no haberlo sospechado antes. Pero sobre todo, yo sabía que estaba preocupada por su prima, a pesar de lo que había hecho.

—Ridley robó el Arco de Luz de la tumba después de que lo enterráramos. Liberó a John y ha estado utilizando su cinturón como circuito para canalizar sus poderes hasta ahora.

—¿Cinturón?

Liv sacó su pequeño cuaderno rojo.

—El que lleva puesto Lena. El repugnante cinturón con un escorpión atrapado en el interior de su hebilla.

Macon levantó la mano. Lena soltó la hebilla y le tendió el cinturón.

Link se volvió a John.

—¿Qué la has hecho?

—Nada. Ridley me ha estado dando órdenes desde que me dejó salir del Arco de Luz.

—¿Y por qué ibas a consentirlo? —Incluso Macon parecía incrédulo—. No me pareces demasiado caritativo.

—No he tenido opción. Llevo meses encerrado en esta casa, tratando de salir. —John se dejó caer contra el muro—. Ridley no pensaba ayudarme hasta que encontrara la forma de que ella pudiera hacer Hechizos. Y eso hice.

—¿Esperas que nos creamos que un poderoso híbrido de Íncubo ha permitido que una chica Mortal le encierre en su dormitorio?

John sacudió la cabeza, frustrado.

—Estamos hablando de Ridley. Creo que todos tenéis la mala costumbre de subestimarla. Cuando quiere algo, busca la forma de obtenerlo. —Todos supimos que tenía razón.

—Está diciendo la verdad, tío Macon —dijo Reece desde su sitio junto a la chimenea.

—¿Estás absolutamente segura?

Reece no tenía intención de arrancarle la cabeza a Macon, como le pasaba conmigo.

—Estoy segura.

John pareció aliviado.

Liv se acercó con el cuaderno en la mano. No estaba interesada en si Ridley había hecho algo o no, buscaba los hechos.

—Hemos estado buscándote, ¿sabes? —le dijo a John.

—¿Ah, sí? Apuesto a que no sois los únicos.

Liv y Macon convencieron a John para que se sentara en la mesa con el resto de nosotros, lo que implicó que Link se levantara furioso. Se apoyó contra el muro, junto a la chimenea, enfurruñado. Al margen de las ventajas de ser un Línkcubo, John había cambiado a Link en cosas que nunca comprendería. Pero yo sabía algo que John desconocía.

Por mucho que a Link le divirtiera que las chicas se volvieran locas de amor por él, en el fondo, eso no le importaba. Sólo había una chica a la que quería, y ninguno de nosotros sabíamos dónde encontrarla.

—Abraham se ha tomado muchas molestias para localizar tu paradero, poniendo patas arriba este pueblo. Lo que necesito saber es por qué. Abraham no hace nada sin una razón. —Macon hacía las preguntas mientras Liv transcribía las respuestas de John. Reece estaba sentada frente a él, vigilando cualquier indicio de mentira.

John se encogió de hombros.

—No estoy muy seguro. Él me encontró cuando era un niño, pero no es precisamente una figura paternal, si entiende lo que digo.

Macon asintió.

—Has dicho que te encontró. ¿Qué les sucedió a tus padres?

John se revolvió incómodo en su silla.

—No lo sé. Desaparecieron. Estoy casi seguro de que me abandonaron porque era… ya sabe, diferente.

Liv dejó de escribir.

—Todos los Caster son diferentes.

John se rio.

—Yo no soy un Caster común. Mis poderes no se manifestaron cuando era adolescente. —Liv le miró fijamente. Él señaló su cuaderno—. Vas a querer escribir esta parte.

Ella alzó una ceja. El sujeto demuestra una actitud combativa, pude imaginar escrito en la hoja.

—Nací así y mis poderes no han hecho más que fortalecerse. ¿Sabes lo que es hacer cosas que nadie de tu edad puede?

—Sí. —Había un matiz extraño en la voz de Liv, una mezcla de tristeza y empatía. Ella siempre había sido más lista que todos los que estaban a su alrededor, diseñando mecanismos para medir la atracción de la luna, o alguna otra cosa que a nadie le importaba o entendía.

Macon estaba estudiando a John, aún podía apreciarse al antiguo Íncubo que había en él tratando de evaluar a ese nuevo extraño.

—¿Y exactamente qué clase de poderes tienes, además de ser inmune a los efectos de la luz del sol?

—Los típicos de la condición de Íncubo: fuerza incrementada, audición, sentido del olfato. Puedo Viajar. Y las chicas se sienten atraídas por mí. —John se detuvo y miró a Lena como si compartieran un secreto. Ella apartó la vista.

—No tanto como tú crees —declaré. Él me sonrió disfrutando de la custodia protectora de Macon.

—También puedo hacer otras cosas.

Liv examinó su cara.

—¿Cómo qué?

Los brazos de Link estaban cruzados, y estaba mirando hacia la puerta, fingiendo no escuchar. Pero yo sabía que lo hacía. Le gustara o no, él y John siempre estarían conectados. Cuanto más supiera Link sobre él, más podría averiguar sobre sí mismo.

John miró a Reece y luego a Lena. Fuera lo que fuera no quería decirlo.

—Cosas aleatorias.

Los ojos de Macon parpadearon.

¿Qué cosas aleatorias? Quizá podrías explicarlas.

John cedió.

—Suena más importante de lo que es. Pero puedo absorber los poderes de otros Caster.

Liv dejó de escribir.

—¿Como un Empath? —La abuela de Lena podía tomar prestados los poderes de otros Caster temporalmente, pero nunca los describió como si «absorbiera» nada.

John sacudió la cabeza.

—No. Yo los conservo.

Los ojos de Liv se agrandaron.

—¿Estás diciendo que puedes robar el poder de otros Caster?

—No. Ellos conservan sus poderes, pero yo también. Como una especie de clonación.

—¿Y cómo es eso posible? —preguntó Liv.

Macon se recostó en su silla.

—Estoy muy interesado en conocer la respuesta a esa pregunta, señor Breed.

John volvió a mirar a Lena. Sentí ganas de abalanzarme sobre él por encima de la mesa.

—Lo único que tengo que hacer es tocarlos.

—¿Qué? —Lena le miró como si la hubiera abofeteado. ¿Era eso lo que estaba haciendo con sus manos por todo su cuerpo en la pista de baile del Exilio? ¿O cuando se montó de paquete con él en su estúpida moto el día del lago? ¿Sorbiendo sus poderes como un parásito?

—No lo hago a propósito. Simplemente sucede. Ni siquiera sé cómo utilizar la mayoría de los poderes que tengo.

—Pero estoy seguro de que Abraham sí lo sabe. —Macon se sirvió un vaso de un licor oscuro de un decantador que había aparecido en la mesa. Un síntoma de que las cosas no iban bien.

Liv y Macon se miraron el uno al otro, en un silencioso intercambio.

Pude ver los engranajes de la mente de Liv girando.

—¿Qué puede estar planeando Abraham?

—¿Con un Íncubo híbrido que puede coleccionar los poderes de otros Caster? —dijo Macon—. No estoy muy seguro, pero con esas habilidades de su lado, Abraham poseería el arma definitiva. Y los Mortales no tendrían ninguna posibilidad contra ese tipo de poder.

John se giró para enfrentarse a Macon.

—¿Qué es lo que ha dicho?

—No pretenderás que repita…

—Espere. —John cortó a Macon antes de que pudiera terminar. Cerró los ojos como si intentara recordar algo—. «Los Caster son una raza imperfecta. Contaminan nuestros linajes y utilizan sus poderes para oprimirnos. Pero llegará un día en que esgrimiremos el arma definitiva y los erradicaremos de la Tierra».

—¿Qué clase de basura es esa? —John había captado la atención de Link.

—Abraham y Silas solían decirlo todo el tiempo cuando era niño. Tuve que aprendérmelo de memoria. A veces cuando me metía en problemas, Silas me hacía escribirlo una y otra vez durante horas.

—¿Silas? —Macon se tensó ante la mención del nombre de su padre. Recordé las cosas que mi madre me había dicho sobre Silas en las visiones del Arco de Luz. Parecía un monstruo, abusivo y racista, tratando Je transmitir su odio a sus hijos y, aparentemente, también a John.

Macon miró a John, sus ojos oscureciéndose en un verde tan profundo que era casi negro.

—¿Cómo es que conoces a mi padre?

John alzó sus vacíos ojos verdes para encontrarse con los de Macon. Cuando finalmente habló, su voz sonó diferente, ni poderosa ni arrogante, nada propia de él.

—Él me crio.