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Palabras
1. abrir - öffnete; schloss auf
2. además - außerdem
3. aguacero - starker Regen
4. alcanzó - schlug ein
5. antibalas - kugelsicher
6. ardía - brannte
7. asiática - asiatisch
8. atacar - Angriff, der
9. aullido - Heulen, das
10. barrote - Gitterstab, der
11. bosque - Wald, der
12. central – Zentral-
13. chaleco - Weste, die
14. colgaban - hing
15. comportarse - benehmen
16. cruce - Übergang, der
17. dar - geben
18. detenido - Häftling, der
19. deuda - Schuld, die
20. distancia - Entfernung, die
21. enseñar - beibringen
22. esperaba - hoffte
23. esperado - erwartet
24. estruendo - Lärm, der
25. expresión - Gesichtsausdruck, der
26. extendió - streckte
27. fluía - floss
28. furgón – Lieferwagen, der
29. gasolina - Benzin, das
30. gatear - kriechen
31. goma - Gummi, der
32. gradualmente - allmählich
33. guió - führte
34. iluminando - Blitz, der
35. infernal - höllisch
36. labio - Lippe, die
37. ladrar - bellen
38. levantarse - aufstehen
39. llevar - tragen
40. maleante - Betrüger, der
41. más fuerte - stärker
42. más lejos - weiter
43. mercancías – Fracht, die
44. modales - Manieren, die
45. mutuo - beidseitig
46. no se movían - bewegungslos
47. obedecer - gehorchen
48. ocho - acht
49. permitido - erlaubt
50. perro - Hund, der
51. planear - planen
52. porra - Knüppel, der
53. prisión central – Zentralgefängnis, das
54. realmente - tatsächlich
55. recordó - erinnerte
56. recuperar - wiedererlangen
57. relámpago - Blitz, der
58. ridículo - lächerlich
59. sarcasmo - Sarkasmus, der
60. sarcásticamente - sarkastisch
61. se deslizó - verschwand
62. silenciosamente - schweigend
63. sirena - Sirene, die
64. transportar - transportieren
65. tren de mercancías – Güterzug, der
66. trueno - Donner, der
67. vía – Gleis, das
68. ver - sehen
69. yacer - liegen
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Paul Rost fue arrestado y metido en una celda en la comisaría. Rost entró en la celda y no podía creer lo que veían sus ojos. Allí sentado estaba John Vega. John Vega abrió la boca, sorprendido.
"¿Detective Rost?" dijo, "Nunca habría esperado verlo aquí. ¿Cómo está?"
"¿Sr. John Vega?" dijo Rost, "¿Cómo está? ¿Cuándo tiene pensado atracar de nuevo su propio banco, Sr. Director?" preguntó Rost sarcásticamente.
"Su sarcasmo es ridículo, Paul. Después de todo, usted también está aquí. También es un criminal, Paul Rost," respondió Vega.
"Por cierto, le dispararon pero está vivo," percibió Rost.
"Ashur y Pandora tienen unos sentimientos tan apasionados hacia mí que siempre llevo un chaleco antibalas cuando voy a reunirme con ellos," sonrió el antiguo director del banco.
"Creo que ese sentimiento es mutuo, John, ¿me equivoco?" dijo Rost.
"Oh, sí, tiene razón. Por cierto, ¿sabe dónde están?" inquirió Vega.
"No puede pasar un día sin que vea a sus queridos amigos," respondió Rost.
"Sí, realmente tengo ganas de verlos," sonrió John Vega poco amablemente.
"No creo que tenga la oportunidad de verlos en los próximos cinco años" dijo Rost.
"¡Cinco años es mucho mejor que una cadena perpetua en una cárcel asiática!" rió Vega, "Además, siento lo que hice, así que espero que no me condenen a más de tres años," Vega estaba casi feliz. Rost se dio cuenta de que Vega había pasado de ser un director de banco respetable a una persona completamente diferente. Su apariencia y modales eran como los de un maleante. Realmente lo era, por supuesto. Rost miró hacia los barrotes de la ventana y recordó su primera reunión con él en el banco. También entonces había conocido a Lisa por primera vez. En ese momento el guarda abrió la puerta y miró dentro de la celda.
"John Vega y Paul Rost, se os va a trasladar a la prisión central. ¡Salid de la celda!" ordenó. El guarda guió a Vega y a Rost hacia la salida de la comisaría. Se les metió en un furgón para transportar prisioneros. Dentro ya había uno, era Arthur Stravinsky. Vio a Rost, pero su expresión no cambió. Parecía que ni siquiera estaba sorprendido.
"Gracias por darme una oportunidad," miró a Rost, "Estoy en deuda con usted."
"¡Cierra la boca, Stravinsky!" le gritó el guarda.
El furgón con los tres prisioneros se puso en marcha. Nubes negras colgaban sobre el pueblo. En el horizonte aparecieron resplandores de relámpagos. Dejaron la ciudad y fueron hacia la prisión central, que estaba a unos treinta kilómetros de allí. Los relámpagos se acercaban cada vez más. Empezó a llover y a tronar. La lluvia se convirtió gradualmente en un fuerte aguacero. El agua golpeaba fuertemente las ventanillas y el capó. Los relámpagos seguían acercándose.
"Será mejor parar y esperar a que pase la tormenta" sugirió el guarda al conductor.
"¡No hay tiempo!" respondió, "¡Tengo que ir a dos sitios antes de las cinco!"
Pasaban por delante del aeródromo cuando un rayo alcanzó un gran árbol junto a la carretera. Justo en aquel momento el furgón pasaba al lado del árbol, así que el rayo también los alcanzó a ellos. El estruendo infernal y el choque eléctrico aturdieron a todos los ocupantes del furgón. Éste se incendió, se salió de la carretera y volcó. Arthur Stravinsky fue el primero en recuperar la consciencia y miró a su alrededor. El fuego era cada vez más fuerte. Las demás personas yacían sin sentido. Extendió la mano a través de los barrotes y sacó la llave del bolsillo del guarda. A continuación abrió las esposas y los barrotes y trepó fuera. Cogió la pistola de uno de los guardas y se la metió en el bolsillo. La lluvia y los relámpagos continuaban. No se veían coches alrededor. Stravinsky se alejó corriendo del furgón, pero después se detuvo y miró atrás. La gasolina fluía fuera del furgón y el fuego era cada vez más fuerte. Rápidamente regresó al vehículo y empezó a sacar a Rost. Vega y otro guarda recuperaron la consciencia y comenzaron a salir del coche. Vega salió y se deslizó inmediatamente en el interior del bosque que bordeaba la carretera.
"Sácalo del furgón," ordenó el guarda a Stravinsky, señalando a otro guarda que todavía permanecía en el furgón incendiado. Stravinsky tiró del guarda y lo depositó en el suelo. El guarda no se movía. Después Stravinsky sacó Rost y también lo puso en el suelo. El guarda cogió la radio para pedir ayuda, pero Stravinsky lo apuntó con la pistola.
"¡Ponga la radio en el suelo!" gritó. Rost abrió los ojos y miró a Stravinsky.
"Stravinsky, no dispare," dijo en voz baja. Estaba herido y no podía levantarse.
"No va a disparar," dijo el guarda en voz baja, "Es un buen chico. ¿Verdad, Stravinsky?" el guarda se acercó a Stravinsky, le sacó la pistola de la mano y golpeó a Stravinsky en la cara con ella. El prisionero cayó al suelo. El guarda acercó la radio lentamente a su cara y pidió ayuda, mirando a Stravinsky. A continuación sacó una porra de goma y empezó a golpearlo.
"¡No vuelvas a hacer eso!" gritó, y continuó golpeándolo, "¡No vuelvas a hacerlo! ¡Cuando vuelvas a prisión te enseñaré a comportarte!"
"¡Pare! ¡Lo va a matar!" gritó Rost. El guarda se detuvo y miró hacia él. Después se dobló y se limpió la cara con la mano.
"Rost, ¿quién eres tú para dar órdenes?" preguntó, "¡Estás arrestado y debes obedecer! ¡Detenido Rost, levántate!" orden. Rost miró al guarda en silencio. No podía levantarse porque estaba herido. El guarda sonrió y empezó a golpear a Rost con la porra. Rost se cubrió la cabeza con las manos y empezó a gatear debajo del coche volcado para protegerse de los ataques. En aquel momento se oyó un tiro. El guarda se detuvo y miró a Stravinsky, quien empuñaba la pistola que le había sacado al otro guarda.
"¡Apártese de él!" le gritó al guarda.
"Stravinsky, ahora nunca verá su nueva prisión," dijo el guarda, sacando rápidamente una pistola, pero Stravinsky le disparó y el guarda cayó. Stravinsky levantó a Rost: "Paul, tengo que irme. Lo siento," dijo.
"Ayúdeme, tengo que terminar una cosa. Coja la radio y vámonos," dijo. En la distancia se oían sirenas de policía. Paul Rost no podía caminar rápido con una pierna herida, así que Stravinsky lo llevó hacia el bosque. Cuando ya habían recorrido una corta distancia alejándose de la carretera y se dieron la vuelta para elegir una dirección, escucharon un tiro y Stravinsky cayó. El guarda, que había disparado desde detrás de un árbol, lo hirió en el hombro. Rost le ayudó a levantarse y siguieron. Stravinsky y Rost caminaron un poco más lejos y vieron unas vías de tren. Había un tren sobre la vía. Subieron a uno de los vagones esperando que el tren partiría pronto, pero pasaba el tiempo y el tren no se movía. En la distancia oyeron el aullido de las sirenas y los ladridos de perros de búsqueda. Al fin el tren empezó a moverse.
Alrededor de cinco kilómetros más allá del lugar en que Stravinsky y Rost habían subido al tren había un cruce de vías, donde se hallaban varios coches detenidos. La barrera estaba cerrada y los coches estaban esperando a que pasara el tren, que se detuvo allí. En uno de los coches iba una familia – una madre, un padre y un niño pequeño, de siete u ocho años. La madre y el padre estaban hablando y el niño miraba al tren.
"¿Va gente en este tren?" preguntó el niño.
"No, hijo, la gente va en los trenes de pasajeros, este es un tren de mercancías y no se permite que viajen en él personas," respondió el padre. El niño volvió a mirar hacia el tren. Había dos personas sentadas entre los vagones y lo miraron. El niño levantó la mano y los saludó. Los que iban en el tren continuaban mirándolo. Después uno de los hombres se llevó el dedo a los labios. El niño comprendió que era gente mala porque habían hecho algo que no les estaba permitido hacer. El tren empezó a moverse y el niño saludó a la gente mala.
Paul Rost wurde auf der Polizeiwache verhaftet und in eine Zelle gesteckt. Rost kam in die Zelle und konnte seinen Augen nicht trauen. Dort saß John Vega. John Vega öffnete erstaunt seinen Mund.
„Detektiv Rost?“, sagte er. „Ich hätte nie erwartet, dich hier zu sehen. Wie geht es dir?“
„John Vega?“, sagte Rost. „Wie geht es dir? Wann planst du den nächsten Überfall auf deine eigene Bank, Herr Manager?“, fragte Rost sarkastisch.
„Dein Sarkasmus ist lächerlich, Paul. Immerhin bist du auch hier. Du bist also auch ein Verbrecher, Paul Rost“, antwortete Vega.
„Übrigens, du wurdest angeschossen, aber du lebst noch“, bemerkte Rost.
„Ashur und Pandora haben mir gegenüber so leidenschaftliche Gefühle, dass ich immer eine kugelsichere Weste trage, wenn ich sie treffe“, sagte der ehemalige Bankmanager und lächelte.
„Ich glaube diese Gefühle sind beidseitig, John, oder etwa nicht?“, sagte Rost.
„Oh ja, du hast recht. Übrigens, weißt du wo sie sind?“, fragte Vega nach.
„Du schaffst es nicht einen Tag zu verbringen, ohne deinen alten Freunde zu sehen“, antwortete Rost.
„Ja, ich will sie wirklich sehen“, sagte John Vega und lächelte unfreundlich.
„Ich glaube nicht, dass du die Chance hast, sie in den nächsten fünf Jahren zu sehen“, sagte Rost.
„Fünf Jahre sind sehr viel besser als eine lebenslange Strafe in einem asiatischen Gefängnis!“, sagte Vega lachend. Außerdem bereue ich, was ich getan habe! Daher hoffe ich, dass ich nicht mehr als drei Jahre bekommen werde!“, sagte Vega beinahe glücklich. Rost bemerkte, dass sich Vega von einem ansehnlichen Bankmanager in eine komplett andere Person verwandelt hatte. Sein Aussehen und sein Verhalten waren die eines Betrügers. Natürlich war er tatsächlich ein Betrüger. Rost schaute die Gitterstäbe vor dem Fenster an und erinnerte sich an sein erstes Treffen mit ihm in der Bank. Er hat auch Lisa damals zum ersten Mal getroffen. In diesem Augenblick öffnete der Sicherheitsbeamte die Tür und schaute in die Zelle.
„John Vega und Paul Rost, Sie werden in das Zentralgefängnis verlegt. Kommen Sie aus der Zelle!“, befahl er.
Der Sicherheitsbeamte führte Vega und Rost zum Ausgang der Polizeiwache. Sie wurden in einen Lastwagen gesteckt, der Gefangene transportiert. Ein Gefangener war bereits im Inneren. Es war Arthur Stravinsky. Er sah Rost, aber sein Gesichtsausdruck änderte sich nicht. Es schien, dass er nicht einmal überrascht war.
„Danke, dass du mir eine Chance gegeben hast“, sagte er und schaute Rost an. „Ich werde nicht in deiner Schuld bleiben.“
„Halt die Klappe, Stravinsky!“, schrie der Sicherheitsbeamte ihn an.
Der Lastwagen mit den Gefangenen fuhr die Straße hinunter. Schwarze Wolken hingen über der Stadt. Blitze erhellten den Horizont. Sie verließen die Stadt und fuhren in Richtung des Zentralgefängnisses, das etwa dreißig Kilometer von der Stadt entfernt war. Die Blitze kamen näher und näher. Es begann zu regnen und zu donnern. Der Regen ging allmählich in einen sehr starken Niederschlag über. Das Wasser schlug laut gegen die Fenster und auf das Dach. Die Blitze schlugen immer näher ein.
„Wir bleiben besser stehen und warten, bis das schlechte Wetter vorbei ist!“, schlug der Sicherheitsbeamte dem Fahrer vor.
„Dazu ist keine Zeit!“, antwortete dieser. „Vor fünf Uhr muss ich es noch zu zwei anderen Orten schaffen!“
Sie fuhren am Flugfeld vorbei, als ein Blitz in einen großen Baum neben der Straße einschlug. Der Lastwagen fuhr gerade an dem Baum vorbei und wurde auch vom Blitz getroffen. Alle im Auto waren von dem höllischen Lärm und dem elektrischen Schlag wie betäubt. Der Lastwagen fing Feuer, kam von der Straße ab und kippte um. Arthur Stravinsky kam als erster wieder zu Bewusstsein und sah sich um. Das Feuer im Lastwagen wurde stärker und stärker. Die anderen Leute lagen bewegungslos da. Er streckte seine Hand durch die Gitterstäbe und nahm den Schlüssel aus der Jackentasche des Sicherheitsbeamten. Dann öffnete er die Handschellen und die Gitterstäbe und kletterte nach draußen. Er nahm die Waffe von einem der Sicherheitsbeamten und steckte sie in seine Jackentasche. Es regnete und blitzte immer noch. Es waren keine anderen Autos da. Stravinsky rannte vom Lastwagen weg, blieb aber stehen und schaute zurück. Benzin floss aus dem Lastwagen und das Feuer im Lastwagen brannte noch stärker. Er kehrte schnell zum Lastwagen zurück und begann Paul Rost herauszuziehen. Vega und einer der Sicherheitsbeamten kamen zu Bewusstsein und begannen aus dem Lastwagen zu klettern. Nachdem er hinausgeklettert war, flüchtete Vega sofort in den Wald neben der Straße.
„Zieh ihn aus dem Lastwagen“, befahl der Sicherheitsbeamte Stravinsky und deutete auf den anderen Beamten, der immer noch im brennenden Lastwagen lag. Stravinsky zog den Beamten heraus und legte ihn auf den Boden. Der Beamte bewegte sich nicht. Dann zog Stravinsky Rost heraus und legte ihn auf den Boden. Der Sicherheitsbeamte nahm das Funkgerät um Hilfe zu holen, aber Stravinsky richtete die Waffe auf ihn.
„Leg das Funkgerät auf den Boden!“, schrie er. Rost öffnete seine Augen und schaute Stravinsky an.
„Stravinsky, schieß nicht“, sagte er ruhig. Er war verletzt und konnte nicht aufstehen.
„Er wird nicht schießen“, sagte der Beamte ruhig. „Er ist ein guter Junge. Richtig, Stravinsky?“ Der Beamte ging zu Stravinsky, nahm ihm die Waffe aus der Hand und schlug Stravinsky mit der Waffe ins Gesicht. Der Gefangene fiel zu Boden. Der Beamte hob langsam das Funkgerät zu seinem Gesicht und rief um Hilfe, dabei sah er Stravinsky an. Dann zog er einen Polizeiknüppel aus Gummi hervor und begann Stravinsky zu schlagen.
„Mach das ja nicht noch mal!“, schrie er und schlug ihn. „Mach das ja nicht noch mal! Wenn du zurück ins Gefängnis kommst, werde ich dir beibringen, wie man sich benimmt!“
„Hör auf! Du wirst ihn umbringen!“, schrie Rost. Der Beamte hörte auf ihn zu schlagen und schaute Rost an. Dann ging er zu ihm hinüber und schlug ihn mit der Hand ins Gesicht.
„Rost, für wen hältst du dich, um Befehle zu erteilen?“, fragte er. „Du bist unter Arrest und musst meinen Befehlen gehorchen! Häftling Rost, stehen Sie auf!“, befahl er. Rost sah den Beamten schweigend an. Er konnte nicht aufstehen, weil er verletzt war. Der Beamte lächelte und begann Rost mit dem Knüppel zu schlagen. Rost schützte seinen Kopf mit seinen Händen und begann unter das umgekippte Auto zu kriechen, um sich vor den Angriffen zu schützen. In diesem Augenblick wurde ein Schuss abgefeuert. Der Beamte hielt inne und schaute Stravinsky an. Stravinsky hielt die Waffe, die er dem anderen Sicherheitsbeamten weggenommen hatte.
„Geh weg von ihm!“, schrie er den Beamten an.
„Stravinsky, jetzt wirst du dein Gefängnis nie sehen“, sagte der Beamte und zog seine Waffe, aber Stravinsky schoss und der Beamte fiel zu Boden. Stravinsky half Rost auf. „Paul, ich muss gehen. Es tut mir leid“, sagte er.
„Hilf mir, ich muss ein Geschäft abschließen. Nimm das Funkgerät und lass uns gehen“, sagte er. In der Ferne hörte man Polizeisirenen. Paul Rost konnte mit dem verwundeten Bein nicht schnell gehen, also führt Stravinsky Rost in den Wald. Als sie ein kurzes Stück von der Straße entfernt waren und sich umsahen, um die Richtung auszuwählen, hörte man einen Schuss und Stravinsky fiel zu Boden. Der Beamte hatte sich hinter einem Baum versteckt, um zu schießen, und hatte Stravinsky in die Schulter getroffen. Rost half ihm auf und sie gingen weiter. Stravinsky und Rost gingen ein bisschen weiter und sahen Eisenbahngleise. Ein Zug war auf den Gleisen. Sie kletterten auf einen der Waggons. Sie hofften, dass der Zug bald fahren würde. Aber die Zeit verging und der Zug bewegte sich nicht. In der Ferne hörten sie das Heulen der Sirenen und das Bellen der Suchhunde. Endlich begann sich der Zug vorwärts zu bewegen.
Etwa fünf Kilometer entfernt von dem Ort, an dem Stravinsky und Rost auf den Zug geklettert waren, gab es einen Bahnübergang. Einige Autos standen an dem Bahnübergang. Der Übergang war geschlossen und die Autos warteten darauf, dass der Zug vorbeifuhr. Der Zug hielt am Übergang. In einem der Autos saß eine Familie - eine Mutter, ein Vater und ein kleiner Junge. Der Sohn war sieben oder acht Jahre alt. Die Mutter und der Vater unterhielten sich und der Junge schaute den Zug an.
„Fahren Leute mit diesem Zug?“, fragte der Sohn.
„Nein, Sohn, Leute müssen mit dem Personenzug fahren. Das ist ein Güterzug. Passagiere dürfen nicht mit einem Güterzug fahren“, antwortete der Vater. Der Junge schaute erneut zum Zug. Zwei Menschen saßen zwischen den Waggons und schauten ihn an. Der Junge hob seine Hand und winkte ein wenig. Die Leute auf dem Zug schauten ihn weiterhin an. Dann drückte einer der Männer seinen Finger auf seine Lippen. Der Junge verstand, dass es böse Leute waren, weil sie etwas machten, das nicht erlaubt war. Der Zug begann weiterzufahren und der Junge winkte den bösen Leuten.
Repaso de Nuevo Vocabulario
1
- ¿Podría decirme si es mayo o si ya estamos en junio?
- Hoy es treinta y uno de mayo, mañana es uno de junio.
- ¿Podría decirme dónde está el hospital más cercano?
- Camine por ahí. Ande unos diez minutos y habrá llegado.
- Gracias. Por cierto, ¿se puede llegar en transporte público?
- Tome el tranvía número quince. Debe bajar en la cuarta parada.
- Gracias.
- De nada.
2
- Ese señor de apariencia asiática fue arrestado por robo.
- ¿Qué robó?
- Robó gasolina de coches aparcados. La gente de las casas cercanas lo vieron y llamaron a la policía.
3
- ¿Quiere un poco de café caliente?
- Me encantaría.
- Lo siento, no hay café. ¿Quiere un poco de té caliente?
- Sí, por favor.
- Lo siento, no queda té. ¿Quiere unos sándwiches calientes?
- Sí.
- Desafortunadamente no hay pan. ¿Quiere escuchar la radio?
- No, gracias.
4
- Por favor, enseña buenos modales a nuestro hijo.
- ¿Tiene malos modales?
- Sí. Fuma.
- ¿A menudo?
- Cuando bebe.
- ¿Y bebe a menudo?
- Cada vez que pierde mucho dinero en el casino.
5
- ¿Has oído lo del incidente en el cruce de vías?
- No. ¿Qué ha ocurrido?
- Un vagón de carga se estropeó y se detuvo justo en el cruce. En ese momento pasaba un tren de pasajeros y chocó contra el vagón. Uno de los vagones de pasajeros volcó. Hubo gente herida.
- ¿Y el conductor de los vagones está vivo?
- Saltó del vagón justo a tiempo y escapó. La policía lo está buscando.
6
- Hola. ¿Cómo estás?
- No me va mal, gracias. ¿Y tú?
- Tampoco me va mal, gracias. ¿Has escuchado lo que le ha ocurrido al presidente?
- ¿Qué le ha ocurrido?
- Lo arrestaron en un país vecino y lo trajeron de vuelta. Ahora está en prisión y se arrepiente de lo que ha hecho.
- ¿De qué se arrepiente?
- Se arrepiente de haber ordenado a los guardas de la prisión que golpeen a los prisioneros con porras de goma.
7
- ¿Por qué estás tan triste?
- Me arrepiento de muchas cosas que he hecho.
- ¡Eso es ridículo! Todo el mundo se arrepiente de algo antes o después. ¿Pero por qué estar tan triste?
- No es ridículo. La vida pasa rápido, como arena entre los dedos. Y yo todavía estoy en el punto en que inicié mi viaje hace tiempo.
- Eso quiere decir que todavía te faltan muchas cosas por vivir. ¡Alégrate de eso!
Wiederholung des Neuen Vokabulars
1
- Können Sie mir sagen, ob heute noch Mai oder schon Juni ist?
- Heute ist der einunddreißigste Mai. Morgen ist der erste Juni.
- Können Sie mir sagen, wo das nächste Spital ist?
- Gehen Sie hier entlang. Gehen Sie etwa zehn Minuten lang in diese Richtung und Sie werden dort sein.
- Danke. Übrigens, könnte ich dort auch mit öffentlichen Verkehrsmitteln hinfahren?
- Nehmen Sie die Straßenbahn Nummer fünfzehn. Sie müssen an der vierten Haltestelle aussteigen.
- Danke.
- Gern geschehen.
2
- Dieser Mann mit dem asiatischen Aussehen wurde wegen Diebstahls verhaftet.
- Was hat er gestohlen?
- Er hat Benzin aus Eisenbahnwaggons gestohlen. Leute aus den umliegenden Häusern haben es gesehen und die Polizei gerufen.
3
- Möchtest du einen heißen Kaffee?
- Sehr gerne.
- Es tut mir leid, es gibt keinen Kaffee mehr. Möchtest du heißen Tee?
- Ja, bitte.
- Es tut mir leid, es gibt auch keinen Tee mehr. Möchtest du warme Sandwiches?
- Ja.
- Leider gibt es kein Brot mehr. Möchtest du Radio hören?
- Nein, danke.
4
- Bitte bringen Sie unserem Sohn gute Manieren bei.
- Hat er schlechte Manieren?
- Ja. Er raucht.
- Häufig?
- Wenn er trinkt.
- Und trinkt er häufig?
- Immer wenn er im Casino viel Geld verliert.
5
- Hast du von dem Vorfall am Bahnübergang gehört?
- Nein. Was ist dort passiert?
- Ein Lieferwagen hatte eine Panne und blieb genau auf dem Übergang liegen. Zu diesem Zeitpunkt querte ein Personenzug den Übergang. Er traf auf den Lieferwagen. Ein Waggon ist umgekippt. Einige Leute wurde verletzt.
- Und ist der Fahrer des Lieferwagens noch am Leben?
- Er sprang gerade noch rechtzeitig aus dem Lieferwagen und rannte davon. Die Polizei sucht nach ihm.
6
- Hallo. Wie geht es dir?
- Nicht schlecht, danke. Und dir?
- Auch nicht schlecht, danke. Hast du davon gehört, was dem Präsidenten passiert ist?
- Was ist ihm passiert?
- Er wurde in einem Nachbarstaat verhaftet und sie haben ihn zurückgebracht. Jetzt ist er im Gefängnis und bereut es.
- Was bereut er?
- Er bereut, dass er den Gefängniswärtern befohlen hatte, die Häftlinge mit Gummiknüppeln zu schlagen.
7
- Warum bist du so traurig?
- Ich bereue viele Dinge, die ich getan habe.
- Das ist lächerlich! Jeder beginnt früher oder später etwas zu bereuen. Warum bist du deshalb so traurig?
- Das ist nicht lächerlich. Das Leben vergeht schnell, es verrinnt, wie der Sand zwischen den Fingern. Und ich bin immer noch demselben Punkt, von dem aus ich meine Reise vor so langer Zeit begonnen habe.
- Das bedeutet, dass alles noch vor dir liegt. Sei glücklich darüber!