EL CÓDIGO MORAL DE LA GUERRA CIVIL
V. Serge tiene otro descubrimiento de la misma categoría; helo aquí: la degeneración del bolchevismo comenzó desde el momento en que la Checa tuvo derecho de decidir, a puerta cerrada, de la suerte de los individuos. Serge juega con la noción de revolución, escribe sobre ella poemas, pero no es capaz de comprenderla tal cual es.
La justicia pública sólo es posible dentro de condiciones propias de un régimen estable. La guerra civil constituye una situación de inestabilidad extrema de la sociedad y del Estado. Así como es imposible publicar en la prensa planes de estado mayor, también es imposible revelar, en procesos públicos, las condiciones y circunstancias de los complots, estrechamente ligadas como están con la marcha de la guerra civil. Los tribunales secretos aumentan en extremo la posibilidad de los errores, sin duda. Esto sólo significa, lo reconocemos de buen grado, que las circunstancias de la guerra civil no son favorables para impartir una justicia imparcial. ¿Y qué más?
Propondríamos que se nombrara a V. Serge presidente de una comisión compuesta, por ejemplo, de Marceau Pivert, Souvarine, Waldo Frank, Max Eastman, Magdeleine Paz y otros para elaborar un código moral de la guerra civil. Su carácter general de antemano se adivina. Los dos campos se obligan a no tomar rehenes. Se mantiene en vigor la publicidad de la justicia. Para su correcto funcionamiento, se mantiene, durante la guerra civil, una absoluta libertad de prensa. Como los bombardeos de ciudades lesionan la publicidad de la justicia, la libertad de prensa y la inviolabilidad del individuo, quedan formalmente prohibidos. Por las mismas razones, y por muchas otras más, el empleo de la artillería queda prohibido. Y considerando que fusiles, granadas de mano y aún las bayonetas ejercen sin duda perniciosa influencia sobre la personalidad, así como sobre la democracia en general, queda prohibido estrictamente el uso de armas blancas o de fuego en la guerra civil.
¡Maravilloso código! ¡Magnífico monumento a la retórica de Víctor Serge y de Magdeleine Paz! Sin embargo, mientras este código no sea aceptado como regla de conducta por todos los opresores y oprimidos, las clases beligerantes se esforzarán por alcanzar la victoria por rocíos los medios, y los moralistas pequeño-burgueses no harán más que nadar en la confusión entre ambos campos. Subjetivamente, simpatizan con los oprimidos, nadie lo duda. Objetivamente siguen siendo prisioneros de la moral de la clase dominante, y tratan de imponerla a los oprimidos, en lugar de ayudarlos a elaborar la moral de la insurrección.