AMOR OCULTO

Como el tumulto gris del mar levanta

Un alto arco de espuma, maravilla

Multiforme del agua, y ya en la orilla

Roto, otra nueva espuma se adelanta.

Como el campo despierta en primavera

Eternamente, fiel bajo el sombrío

Celaje de las nubes, y al sol frío

Con asfódelos cubre la pradera.

Como el genio en distintos cuerpos nace,

Formas que han de nutrir la antigua gloria

De su fuego, mientras la humana escoria

Sueña ardiendo en la llama y se deshace.

Así siempre, tal agua, flor o llama,

Vuelves entre la sombra, fuerza oculta

Del otro amor. El mundo bajo insulta.

Pero la vida es tuya: surge y ama.

GAVIOTAS EN LOS PARQUES

Dueña de los talleres, las fábricas, los bares,

Toda piedras oscuras bajo un cielo sombrío,

Silenciosa a la noche, los domingos devota,

Es la ciudad levítica que niega sus pecados.

El verde turbio de la hierba y los árboles

Interrumpe con parques los edificios uniformes,

Y en la naturaleza sin encanto, entre la lluvia,

Mira de pronto, penacho de locura, las gaviotas.

¿Por qué, teniendo alas, son huéspedes del humo,

El sucio arroyo, los puentes de madera de estos parques?

Un viento de infortunio o una mano inconsciente,

De los puertos nativos, tierra adentro las trajo.

Lejos quedó su nido. de los mares, mecido por tormentas

De invierno, en calma luminosa los veranos.

Ahora su queja va, como el grito de almas en destierro.

Quien con alas las hizo, el espacio les niega.

UN ESPAÑOL HABLA DE SU TIERRA

Las playas, parameras

Al rubio sol durmiendo,

Los oteros, las vegas

En paz, a solas, lejos;

Los castillos, ermitas,

Cortijos y conventos,

La vida con la historia

Tan dulces al recuerdo,

Ellos, los vencedores

Caínes sempiternos,

De todo me arrancaron.

Me dejan el destierro.

Una mano divina

Tu tierra alzó en mi cuerpo

Y allí la voz dispuso

Que hablase tu silencio.

Contigo solo estaba,

En ti sola creyendo;

Pensar tu nombre ahora

Envenena mis sueños.

¿Cómo vive una rosa

Si la arrancan del suelo?

Amargos son los días

De la vida, viviendo

Sólo una larga espera

A fuerza de recuerdos.

Un día, tú ya libre

De la mentira de ellos,

Me buscarás. Entonces

¿Qué ha de decir un muerto?

VIOLETAS

Leves, mojadas, melodiosas,

Su oscura luz morada insinuándose

Tal perla vegetal tras verdes valvas,

Son un grito de marzo, un sortilegio

De alas nacientes por el aire tibio.

Frágiles, fieles, sonríen quedamente

Con muda incitación, tal la sonrisa

Que brota desde un fresco labio humano.

Mas su forma graciosa nunca engaña:

Nada prometen que después traicionen.

Al marchar victoriosas a la muerte

Sostienen un momento, ellas tan frágiles,

El tiempo entre sus pétalos. Así su instante alcanza

Norma para lo efímero que es bello,

A ser vivo embeleso en la memoria.

PAJARO MUERTO

Sobre la tierra gris de la colina,

Bajo las hojas nuevas de manzano,

Al pie de la cancela donde pasan

Jóvenes estudiantes en roja toga.

Rota estaba tu ala blanca y negra,

Inmóvil en la muerte. Parecías

Una rosa cortada, o una estrella

Desterrada del trono de la noche.

Aquella forma inerte fue un día el vuelo

Extasiado en la luz, el canto ardiente

De amanecer, la paz nocturna

Del nido allá en la cima.

Inútil ya todo parece, tal parece

La pena del amor cuando se ha ido,

El sufrir por lo bello que envejece,

El afán de la luz que anegan sombras.

¡Si como el mar, que de su muerte nace,

Fueras tú! Una forma espectral de ti adivino

Que llora entre los aires los amores

Breves y hermosos de tus idos días.

Ahora silencio. Olvida todo. Duerme.

Nutre de ti la muerte que en ti anida.

Esa quietud del ala, como un sol poniente,

Acaso es una forma más alta de la vida.

EL RUISEÑOR SOBRE LA PIEDRA

Lirio sereno en piedra erguido

Junto al huerto monástico pareces.

Ruiseñor claro entre los pinos

Que un canto silencioso levantara.

O fruto de granada, recio afuera,

Mas propicio y jugoso en lo escondido.

Así, Escorial, te mira mi recuerdo.

Si hacia los cielos anchos te alzas duro,

Sobre el agua serena del estanque

Hecho gracia sonríes. Y las nubes

Coronan tus designios inmortales.

Recuerdo bien el sur dónde el olivo crece

Junto al mar claro y el cortijo blanco,

Mas hoy va mi recuerdo más arriba, a la sierra

Gris bajo el cielo azul, cubierta de pinares,

Y allí encuentra regazo, alma con alma.

Mucho enseña el destierro de nuestra propia tierra.

¿Qué saben de ella quienes la gobiernan?

¿Quienes obtienen de ella

Fácil vivir con un social renombre?

De ella también somos los hijos

Oscuros. Como el mar, no mira

Que aguas son las que van perdidas a sus aguas,

Y el cuerpo, que es de tierra, clama por su tierra.

Porque me he perdido

En el tiempo lo mismo que en la vida,

Sin cosa propia, fe ni gloria,

Entre gentes ajenas

Y sobre ajeno suelo

Cuyo polvo no es el de mi cuerpo;

No con el pensamiento vuelto a lo pasado

Ni con la fiebre ilusa del futuro,

Sino con el sosiego casi triste

De quien mira a lo lejos, de camino,

Las tapias que de niño le guardaran

Dorarse al sol caído de la tarde,

A ti, Escorial, me vuelvo.

Hay quienes aman los cuerpos

Y aquellos que las almas aman.

Hay también los enamorados de las sombras

Como poder y gloria. O quienes aman

Sólo a sí mismos. Yo también he amado

En otro tiempo alguno de esas cosas,

Mas después me sentí a solas con la tierra,

Y la amé, porque algo debe amarse

Mientras dura la vida. Pero en la vida todo

Huye cuando el amor quiere fijarlo.

Así también la tierra la he perdido,

Y si hoy hablo de ti es buscando recuerdos

En el trágico ocio del poeta.

Tus muros no los miro

Con mis ojos de tierra,

Ni los tocan mis manos.

Están aquí dentro de mí, tan claros,

Que con su luz borran la sombra

Nórdica donde estoy, y me devuelven

A la sierra granítica en que sueñas

Inmóvil, por la verde foscura de los montes

Brillando al sol como un acero limpio,

Desnudo y puro tal de carne efímera,

Pero tu entraña es dura, hermana de los dioses.

Eres alegre, con gozo mesurado

Hecho de impulso y de recogimiento,

Que no comprende el hombre si no ha ido

Hermano de tus nubes y tus piedras.

Vivo estás como el aire

Abierto de montaña,

Como el verdor desnudo

De solitarias cimas,

Como los hombres vivos

Que te hicieron un día,

Alzando en ti la imagen

De la alegría humana,

Dura porque no pase,

Muda porque es un sueño.

Agua esculpida eres,

Música helada en piedra.

La roca te levanta

Tal un ave en los aires;

Piedra, columna, ala

Erguida al sol, cantando

Las palabras de un himno,

El himno de los hombres

Que no supieron cosas útiles

Y despreciaron cosas prácticas.

¿Qué es lo útil, lo práctico,

Sino la vieja añagaza diabólica

De esclavizar al hombre

Al infierno en el mundo?

Tú, hermosa imagen nuestra,

Eres inútil, como el lirio

Pero ¿cuáles ojos humanos

Sabrían prescindir de una flor viva?

Junto a una sola hoja de hierba

¿Qué vale el horrible mundo práctico

Y útil, pesadilla del norte,

Vómito de la niebla y el fastidio?

Lo hermoso es lo que pasa

Negándose a servir. Lo hermoso, lo que amamos,

Tú sabes que es un sueño y que por eso

Es más hermoso aún para nosotros.

Tú conoces las horas

Largas del ocio dulce,

Pasadas en vivir de cara al cielo

Cantando el mundo bello, obra divina,

Con voz que nadie oye

Ni busca aplauso humano,

Como el ruiseñor canta

En la noche de estío,

Porque su sino quiere

Que cante, porque su amor le impulsa.

Y en la gloria nocturna

Divinamente solo

Sube su canto puro a las estrellas.

Así te canto ahora, porque eres

Alegre, con trágica alegría

Titánica de piedras que enlaza la armonía,

Al coro de montañas sujetándola.

Porque eres la vida misma

Nuestra, mas no perecedera,

Sino eterna, con sus tercos anhelos

Conseguidos por siempre y nuevos siempre

Bajo una luz sin sombras.

Y si tu imagen tiembla en las aguas tendidas,

Es tan sólo una imagen;

Y si el tiempo nos lleva, ahogando tanto afán

insatisfecho,

Es sólo como un sueño,

Que ha de vivir tu voluntad de piedra,

Ha de vivir, y nosotros contigo.