Capítulo 8
La voz de la flama
Una brisa suave entra por la ventana abierta y se filtra a través de las pesadas cortinas. Le provoca un escalofrío que la hace temblar un poco. Ha soportado corrientes más fuertes en la noche y sabe que sobrevivirá a esta. Un pensamiento de gratitud emerge de las profundidades de su existencia. Como resultado, da las gracias por el aire fresco de la noche que calma un mar de pasión ante ella. Observa una sombra enorme en la pared, creada por una lámpara callejera perforando las ranuras de las cortinas, separada en dos formas muy distintas entre sí. Una es grande y masculina. La otra es pequeña y femenina.
Ante ella, ve la diminuta sombra intentar desesperada- mente pegarse a la más grande quien la mantiene alejada. En un suave suspiro implora, “por favor, no te vayas. Es poco común que él salga de la ciudad. Podrás quedarte toda la noche. Nadie lo sabrá. ¡Lo prometo!”
La sombra grande contesta, “debemos ser cuidadosos. No podemos permitir que alguien me vea saliendo si me quedo toda la noche. No podemos dejar que él lo sepa.”
La pequeña forma es rápida con su súplica, “no importa si alguien se lo dice. Le diré que son mentiras. Él siempre me cree. ¡No te preocupes! ¡Yo puedo hacerlo creer cualquier cosa!”
La sombra mayor finalmente se separa por completo de la más pequeña y empieza a vestirse. El sonido del llanto tenue comunica la decepción que permite a la frustración llenar el espacio del cuarto. Aunque su esposo esté fuera de la ciudad en un viaje de negocios, su esposa pasará el resto de la noche sola, rechazada por el amante que le ha robado el corazón con un momento de placer. Ella niega que lo que sabe en lo profundo de su corazón es la verdad. Ha sido utilizada una vez más, y ahora debe escucharlo decirle las mismas mentiras que ella dedica a su marido. Quizás, piensa, en algún momento me libraré de ambos.
“¿Has considerado mi propuesta?” Pregunta ella.
“Sí, es una locura y no funcionaría y si nos descubren…”
“Funcionará,” interrumpe ella, “y nadie sospechará nada. Te lo prometo. Funcionará y podemos tener todo lo que hemos discutido y soñado por tanto tiempo. Por favor di que sí. ¡Funcionará!”
“Lo estoy pensando. Sólo dame más tiempo para resolver los pormenores. ¡Es un gran cometido y quiero tener perfecto cada detalle antes de tomar semejante riesgo!”
“Bien,” dice ella mientras camina hacia la mesa de noche.
Una vez más, la pequeña vela tiembla, sabiendo que todo lo que soportó durante la noche va a pasar rápidamente. La pequeña sombra se inclina sobre ella, con el aliento de un destino amargo, sopla fieramente en la cara de la flama y el olor de la muerte de la vela llena la habitación.